Guía
monumental (arte e historia) de Manresa, Barcelona
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Manresa |
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Barcelona |
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Bages |
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77.000 |
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250 |
Introducción
a la guía de arte (monumentos y rutas) de Manresa, Barcelona
La
ciudad de Manresa, capital de la comarca del Bages, se sitúa
aproximadamente en el centro geográfico de Cataluña,
a unos 65 kilómetros de Barcelona y en una estratégica
posición cerca de la confluencia de los ríos Cardener
y Llobregat; marcando, en cierto modo, los límites entre
lo que sería la zona industrial y metropolitana en torno
a la gran Barcelona, y la Cataluña más rural.
Con sus casi
ochenta mil habitantes, Manresa es en la actualidad una populosa
ciudad industrial y de servicios que, sin embargo, pese a su desarrollo,
ha sabido conservar buena parte de su patrimonio histórico
y artístico, pudiendo encontrarse por sus calles buenas muestras
de su rico pasado medieval, así como interesantes testimonios
de su esplendor barroco y de su auge modernista.
Breve
aproximación histórica
Los primeros
testimonios de asentamientos poblacionales estables de la actual
Manresa han sido hallados en torno al Puigcardener, uno de los cinco
cerros que condicionan la orografía de la ciudad. Estos restos
de un poblado íbero, han venido siendo identificados como
la posible capital de la tribu lacetana.
Conquistada
por los romanos a principios del siglo II a.C. en tiempos del cónsul
Catón, sería bautizada como "Minorisa",
latinizando así el más que probable topónimo
íbero de "Minoresa". Unos siglos después,
concretamente en el I d.C aparece citada por el griego Claudio Ptolomeo
como "Bacasis", siendo el más que probable origen
de "Bages", nombre de la comarca de la que es capital
Manresa.
Entrada la Edad
Media, la presencia árabe en Manresa fue prácticamente
residual, cayendo en manos cristianas en el año 796 y pasando
a integrarse en la Marca Hispánica, sufriendo durante décadas
no pocos asedios por parte de pueblos godos y sarracenos.
En tiempos de
Wifredo el Velloso, queda constituido el Condado de Manresa, apareciendo
por primera vez el nombre de la ciudad en el llamado "Privilegio
de Odón" del año 889, por el cual, el monarca
franco Odón I responde a la petición de los obispos
de Vic y de Girona de una serie de demandas en forma de beneficios
fiscales para Manresa.
Rebasado el
año mil y tras una nueva y devastadora incursión sarracena
protagonizada por hombres de Almanzor, el célebre Abad Oliba
manda reconstruir la ciudad y levantar un perímetro amurallado
en torno al primitivo núcleo del Puigcardener, un cerco que,
a lo largo de los siglos XI, XII, XIII y XIV hubo de ser ampliado
en distintas ocasiones debido al crecimiento de la población.
Los siglos XIII
y, sobre todo, el XIV, marcan la llamada "edad de oro"
de Manresa, obteniendo de manos de Jaime I el título de ciudad
y acusando una importante expansión urbana y demográfica
que se verá traducida en una ampliación de la muralla
y la construcción de sus principales monumentos, entre ellos,
la colegiata-basílica de Santa María, conocida popularmente
como "La Seu".
Rebasada la
Edad Moderna, marcada en Manresa por la estancia de San Ignacio
de Loyola, la Edad Contemporánea traerá consigo un
sobresaliente proceso de industrialización y crecimiento
demográfico hasta convertirse en una de las ciudades más
importantes de Cataluña.
Monumentos
La
"Seu" de Manresa
Coronando el
cerro Puigcardener, punto más alto de Manresa y germen de
la primitiva ciudad, la basílica-colegiata de Santa María,
conocida popularmente como "la Seu", es, sin duda, el
monumento más emblemático de Manresa. Declarada Monumento
Histórico-Artístico desde 1931, en la actualidad detenta
también el rango de concatedral dentro del histórico
obispado de Vic.
Documentada
desde finales del siglo IX (año 890), el primitivo templo
prerrománico de Santa María de Manresa sería
totalmente destruido hacia el año 999 dentro del contexto
de las devastadoras "razzias" del caudillo árabe
Almanzor por tierras catalanas, siendo inmediatamente reconstruido
por Berenguer Ramón I y su madre Ermesenda de Carcasona contando
con el apoyo del abad Oliba.
Entre finales
del siglo XI y la primera mitad del XII, como consecuencia de las
lógicas necesidades motivadas por el crecimiento socioeconómico
y demográfico de la Manresa medieval, la iglesia sería
reedificada en estilo románico, conservándose aún
algunos restos que a continuación detallaremos.
El edificio
actual, tal y como lo contemplamos hoy en día, data del siglo
XIV, coincidiendo su construcción con la ya referida "edad
de oro" manresana. Concretamente, está documentado que,
en 1322, el maestro Berenguer de Montagut es contratado para la
dirigir el proyecto de una nueva basílica que habría
de sustituir a la primitiva iglesia románica allí
existente.
Este Berenguer
de Montagut, a quien se le debe también los proyectos de
la iglesia barcelonesa de Santa María del Mar y de la catedral
de Palma de Mallorca, iniciaría las obras en 1328, comenzándose
las mismas, concretamente, por la zona de la cabecera.
Tras un breve
parón, los trabajos continuarían por los primeros
tramos del cuerpo de naves entre 1353 y 1423 bajo planos del maestro
Arnau de Vallers, sufriendo un segundo periodo de inactividad que
finalizaría en 1480, año en el que Martí d'Ibar
asume el reto de finalizar la obra terminando los últimos
dos tramos de las naves y cerrando el hastial de los pies.
Ya durante la
Edad Moderna, se acometerían los trabajos de erección
de la esbeltísima torre campanario (1529) y de las distintas
capillas laterales, siendo ya obra contemporánea (s. XX)
el pórtico de los pies bajo el gran rosetón.
Al interior,
presenta una planta de salón conformada por una amplísima
nave principal a la cual, a cada uno de sus lados y mediante arcos
apuntados sobre pilares octogonales, abre una nave lateral mucho
más angosta que, para muchos, ni tan siquiera tendrían
valor de nave colateral, sino de capillas entre contrafuertes comunicadas
entre sí al estilo del gótico mediterráneo.
Sobre la nave
mayor, cubierta con bóvedas de crucería, abren interesantes
ventanales ojivales cuajados de vidrieras. Tras el transepto, apenas
manifestado en planta, se habilita su suntuosa cabecera heptagonal
a la que, a su vez, abren siete capillas radiales.
En cuanto a
los vestigios románicos conservados, destaca un sector de
una de sus crujías claustrales compuesta por arcos de medio
punto sobre dobles columnas y capiteles vegetales y geométricos
de gran esquematismo; y una portada situada al norte en la que se
despliega una réplica de su primitivo tímpano, cuyo
original, en la actualidad y debido a su maltrecho estado, se custodia
y expone en el interior.
Dicho tímpano
presenta a la Virgen con el Niño rodeados por cuatro ángeles
adaptándose al espacio semicircular. Por sus características,
los especialistas tienden a relacionarlo con la escultura del Monasterio
de Sant Cugat del Vallés.
El
Pont Vell
El Pont Vell
(en castellano "Puente Viejo") es otro de los principales
iconos de la Manresa medieval, el cual, con la imagen de la Seu
tras él, configuran una de las estampas más recurrentes
de la ciudad.
Construido para
superar el cauce del río Cardener, el Pont Vell fue levantado
en el siglo XII sustituyendo, muy probablemente, a uno anterior
de origen romano.
Como la gran
mayoría de puentes medievales, presenta la prototípica
estructura de "lomo de asno" con vertiente de subida y
bajada, constando en origen de 8 arcos de medio punto en degradación
simétrica desde su arco principal, de mayores dimensiones,
hasta los laterales, que van disminuyendo su tamaño cuánto
más al exterior.
Destruido parcialmente
en 1939, fue reconstruido fielmente según su apariencia original
entre los años 1960 y 1962.
El
Pont Nou
El Pont Nou
("Puente Nuevo" en castellano) es el segundo de los puentes
medievales que ha sabido conservar la ciudad de Manresa, distinguiéndose
además por ser uno de los más largos de Cataluña.
También
concebido para salvar las aguas del río Cardener a su paso
por el antiguo Camino Real entre Manresa y Lleida, fue levantado
en el siglo XIV siguiendo planos de Berenguer de Montagut, mismo
arquitecto de la propia "Seu" manresana de la que es contemporáneo.
Al igual que
el Pont Vell, presenta disposición de lomo de asno, contando
en la actualidad con ocho de los nueve arcos de medio punto en degradación
de tamaño que tenía en origen.
Otros
restos de interés de la Manresa medieval
Debido al importante
auge socioeconómico que vivió Manresa sobre todo entre
los siglos XIII y XIV, la ciudad experimentó un importante
crecimiento que se tradujo no solo en la erección de su imponente
basílica-colegiata, sino también en otro tipo de infraestructuras
tanto religiosas (parroquias), como civiles.
Así,
la primitiva muralla que cercaba y protegía el primitivo
burgo en torno a la loma del Puigcardener hubo de ser ampliada en
su perímetro varias veces con el fin de dar cobijo a los
nuevos barrios de expansión urbana. De su primitiva configuración,
han llegado a nuestros días escasos restos, siendo de destacar
la llamada Muralla del Carme, la de Sant Francesc, la Torre dels
Comtals, la Torre del Portal de Sobrerroca y la Torre de Santa Catalina.
Varias fueron
las parroquias medievales manresanas que, lamentablemente, fueron
perdiéndose a lo largo de los siglos, bien por las propias
necesidades urbanísticas o por la destrucción sufrida
durante la Guerra Civil. Ese fue el caso, por ejemplo, de la iglesia
de Sant Miquel, que a tenor de varios testimonios fotográficos
conservados, debió ser una obra magnífica.
Algunos vestigios
sí han quedado de la antigua parroquia del Carme, construida
por el propio Berenguer de Montagut contemporáneamente a
la Seu en la zona del Puigmercadal.
De origen románico
es el Monasterio de Santa Clara que, aunque considerablemente reformado,
conserva su portada de ingreso original, la nave de la iglesia,
así como varios capiteles historiados descontextualizados
y hoy reaprovechados como pilas aguabenditeras en el interior del
templo.
Por último,
no pueden dejar de ser mencionadas varias de las calles más
emblemáticas de la Manresa medieval, como es el populoso
Carrer del Balç, el Porxe del Botí, o la Baixada del
Jueus, esta última, inmejorable testimonio de la judería
que albergó la ciudad.
La
Manresa Barroca y Modernista
Tras la Baja
Edad Media, Manresa viviría un nuevo periodo de bonanza y
prosperidad durante los siglos del Barroco, un periodo que estuvo
marcado por la estancia en la ciudad de San Ignacio de Loyola, en
cuyo honor, se edificó una magnífica iglesia y la
llamada Santa Cova, un santuario neoclásico de grandes dimensiones
que constituye otra de las estampas más fotografiadas de
Manresa.
También
de este mismo periodo son el Palau de Justicia y el Ayuntamiento,
sobrio edificio clasicista porticado en su planta baja.
Por último,
Manresa puede presumir también de contar con una interesante
nómina de edificios modernistas como el Casino, Cal Jorbá
o la Casa Torrents (conocida también como Ca la Buresa).
(Autor
del texto del artículo/colaborador de ARTEGUIAS:
José Manuel Tomé)