Real
Colegiata de Roncesvalles
El
contexto histórico
El
Camino de Santiago es, sin duda, la vía de comunicación
medieval más conocida y estudiada de las que existieron en
la Península Ibérica. Es impresionante el patrimonio
artístico y cultural que nació a su abrigo.
La
localidad de Roncesvalles, situada en la vertiente sur de la cordillera
pirenaica, no puede entenderse sin dicho Camino, aunque en realidad,
ya desde época prehistórica, Roncesvalles fue un lugar de paso entre
la Península Ibérica y los territorios ultrapirenaicos.
A partir del año 813, cuando se
descubrió la tumba del Apóstol, fue cuando Roncesvalles
cobró importancia dentro de la ruta de peregrinación.
Una vez iniciado el Camino de Santiago, en su recorrido francés,
los peregrinos francos y de otros territorios europeos, avistaban
el primer paso pirenaico hacia España. Fue entre los siglos XII
y XIII cuando Roncesvalles acogió un mayor número de viajeros coincidiendo
con el auge de la peregrinación jacobea.
Es necesario recordar que en Roncesvalles
confluían tres de las principales rutas a Santiago, las procedentes
de Vezelay, la de Le Puy-en-Velay y la de París, y fue por
aquí por donde cabalgó Aymeric Picaud, el monje benedictino
autor del famoso Codex Calixtinus, que en su quinto libro (ca. 1140)
incluye una guía llena de consejos para los peregrinos que
decidían ir a Santiago.
Abruma pensar como tuvo que ser esta
tierra en la Edad Media para los peregrinos, con el peligro de los
bandoleros y los lobos acechando en cada recodo del Camino, además
del clima inhóspito que hay en esta zona durante gran parte
del año.
A lo largo de los siglos se ha conservado
este interés por alcanzar la tumba de uno de los tres apóstoles
predilectos de Jesucristo, Santiago el Mayor, y tras la reactivación
de las peregrinaciones a Compostela en el último tercio del
siglo XX, en la actualidad muchos peregrinos se trasladan hasta
aquí para comenzar su andadura hasta la seo compostelana.
Roncesvalles y el Cantar de Roland
El paso
del Reino Franco a la Península Ibérica ya lo había
hecho el emperador Carlomagno en el año 778 aunque sus objetivos
no eran piadosos sino militares. Su objetivo era conquistar la rica
ciudad musulmana de Zaragoza. La aventura no fue exitosa para el
monarca francés pues aquí encontrará la derrota
y la muerte su principal paladín, Roland.
En efecto, la leyenda sitúa en
Roncesvalles la famosa batalla narrada en "El cantar de Roldan",
en la que la retaguardia del ejército de Carlomagno, de regreso
a su reino tras su fracasada campaña conquistadora, fue derrotada
por los vascones, en el año 778. Como toda leyenda, tiene
una base de verdad, pues efectivamente la batalla es un hecho histórico,
pero no parece que tuviese lugar en Roncesvalles, aunque tampoco
hay un consenso claro entre todos los historiadores.
Roland, el sobrino de Carlomagno, describe así
el paso fronterizo de Roncesvalles:
La historia
guerrera no ha hecho obviar la historia mística de Roncesvalles
o Rencesvals y aunque hoy es un pequeño caserío agrupado
en torno al monasterio de los padres Agustinos, la localidad continúa
mostrándose orgullosa de su pasado y de su patrimonio histórico-artístico.
Los
orígenes de la Colegiata de Santa María de Roncesvalles
Considerada
paso natural entre España y Francia y recorrida por celtas,
romanos y todos aquellos pueblos que anduvieron entre ambos territorios,
Roncesvalles es uno de los puntos más importantes del Camino
de Santiago y aún más, un lugar donde los peregrinos
encontraron su refugio y su lugar de descanso.
Precisamente
comienza a afianzarse esta población debido a esas peregrinaciones
y a la construcción de uno de los albergues más antiguos:
el albergue de San Agustín, fundado por el obispo
de Pamplona Sancho de Larrosa hacia 1127, debido a las necesidades
que tenían los personas que realizaban la ruta a pie o en cabalgadura,
y junto al mismo se construyó una iglesia.
Durante
el reinado de García Ramírez (1134-1150), en 1135, pasó de
ser un pequeño hospital a un grandioso reposo para el que
caminaba en pro del Apóstol.
Estas instalaciones debieron de atender
a decenas de miles de peregrinos durante siglos, aunque, por desgracia,
apenas han sobrevivido algunos vestigios de este antiguo edificio.
De la iglesia no se ha conservado nada, y de época plenomedieval
tan sólo se conserva en buen estado la capilla del Espíritu
Santo. El resto de las construcciones son de época gótica.
Con
el apoyo del monarca citado, este albergue comienza a tomar la forma
de un gran centro de recepción de peregrinos convirtiéndose
en una Colegiata, a la que se anexa la Iglesia de Santa
María, una de las primeras iglesias góticas de
España y capricho personal del Rey Sancho el Fuerte (1194-1234)
y sus obras finalizaron durante el reinado de su sobrino, Teobaldo
el Trovador (1234-1253).
Construida
en los primeros años del siglo XIII y consagrada en 1219, es uno
de los mejores ejemplos del gótico temprano francés
ya que concurren en ella, todas las características de la
nueva arquitectura de la Edad Media: tendencia a la apertura de
grandes vanos, bóvedas de crucería sexpartitas, columnas
como soportes, triforio, etc.
Este
nuevo templo sustituyó a la primitiva iglesia románica que narra
Aymeric Picaud, de la que nada se ha conservado.
El templo de la Colegiata de Roncesvalles
La iglesia
El interior
Su planta basilical está dividida
en tres naves con cinco tramos. La central, más ancha y alta que
las laterales, se cubre con bóvedas sexpartitas y las laterales
con una crucería simple.
Parece que originalmente las bóvedas
laterales se cubrían con cubiertas de madera, pero éstas
ardieron en un terrible incendio que asoló a la iglesia en
el año 1445, y las bóvedas actuales fueron realizadas
en la segunda mitad del siglo XV.
Las tres naves se separan por medio de
pilares circulares, con basa y un capitel decorado con formas vegetales
y geométricas, sobre los que se apoyan los arcos formeros
apuntados. Sobre ellos una imposta sirve de apoyo a un triforio,
conformado por columnas y arcos apuntados, en donde descansan los
nervios de la bóveda de la nave central.
Sobre este triforio, en cada tramo de
la nave se abre un óculo, que permitía la iluminación
del interior, si bien en la actualidad las cubiertas modernas laterales
están por encima de estos ventanales y de los correspondientes
arbotantes.
La nave central remata en un ábside
poligonal, y las laterales en un testero recto.
En la cabecera se mantiene la radiante
luz de los vanos enmarcados en arcos alancetados filtrando la luz
del exterior. Las vidrieras, que se intuyen de la misma belleza
que la Saint-Chapelle francesa, se perdieron con el paso de los
años por lo que las actuales son del siglo XIX.
Los vitrales de colores originales debían
de crear una atmósfera especial de serenidad y recogimiento,
formando un microcosmos dentro del edificio que emularía
la Jerusalén Celestial descrita en el Apocalipsis, según
una compleja teoría de la luz que definió el abad
Suger, tal y como ha estudiado la profesora Ruiz Mateos.
El edificio sobresale por la pureza de
su arquitectura y apenas tiene decoración escultórica. Más allá
de los capiteles de los pilares que separan las naves, destaca la
clave de bóveda del presbiterio, donde está representada la escena
de la Coronación.
La Virgen de Roncesvalles
En
el presbiterio del templo se conserva intacta la imagen de Santa
María, conocida como la Virgen de Roncesvalles, una talla
gótica del siglo XIV de madera recubierta de plata que, sin
duda, es de las piezas más valiosas de la colegiata.
Esta
imagen rompe, escultóricamente hablando, con la tradición
románica de la Virgen hierática y simbólica
como Trono de la Sabiduría. Ahora estamos ante el nuevo concepto
gótico más naturalista y humanista, por lo que María
mira cariñosa al niño al que se le intuye en actitud
juguetona con su madre quien muestra la dulce y natural sonrisa
gótica con los ojos almendrados, típicos rasgos de
la escultura gótica francesa.
La portada principal
La portada principal se sitúa en el lado occidental,
a los pies del templo, y no tiene especial relevancia, dado que
se ha reformado y reconstruido en exceso a lo largo de los siglos.
Se trata de una portada sencilla, formada por un arco apuntado,
con un parteluz y cuatro columnas en cada lado, que sostienen otras
tantas arquivoltas. En el tímpano hay un relieve de la Virgen
con el niño. Sobre esta portada se abre un gran rosetón
cuyos vitrales son de principios del siglo XX.
El claustro
En el interior, desde el altar mayor se continúa el
recorrido por el claustro.
Este espacio claustral de la colegiata se construyó
en el siglo XIII, en las mismas fechas que la iglesia. Sin embargo,
en el año 1600 las cubiertas se vinieron abajo debido a una
nevada más violenta de lo habitual, y tuvo que ser reconstruido
a lo largo de la primera mitad del siglo XVII. En estos años
la iglesia también fue reformada, para adaptarla a los gustos
barrocos, quizás porque el incendio que se había producido
en 1445 la había deteriorado en exceso. En esta intervención
los pilares que separan las naves fueron cubiertos de mampostería
para enmascararlos, también se cerraron con yeso las ventanas
del triforio, y en el ábside central se instaló un
gran retablo que lo cubría por completo. Restauraciones posteriores
han devuelto su estado original al edificio.
No sabemos hasta que punto la reforma del siglo XVII
respetó la estética original del claustro. Se trata
de un espacio de planta cuadrada, con galerías de arcos apuntados
en las cuatro pandas, separados por poderosos contrafuertes. Destaca
su total ausencia de elementos decorativos, algo que no debía
de ser así en origen, tal y como puede observarse en los
restos de escultura arquitectónica y de nichos sepulcrales
empotrados en los muros que sobrevivieron a la nevada y la reconstrucción.
Quizás lo más destacado de este espacio sea la pila
bautismal que se encuentra en el centro, y que actúa a modo
de fuente. Se trata de una pieza del siglo XIII, que debió
de ser trasladada aquí desde alguna iglesia cercana.
La capilla de San Agustín
Desde la panda oriental del claustro se abre la capilla
de San Agustín. De su pasado gótico queda su férrea estructura que
la hizo, durante siglos, sala capitular.
Se trata de una construcción de la primera mitad del
siglo XIV, a la que se abre por medio de un gran vano con dos arcos
a cada lado.
A finales del siglo XVII dejó de usarse como
sala capitular, y fue entonces cuando se convirtió en capilla.
Sin duda, es uno de los espacios más destacados de la colegiata.
Su planta cuadrada soporta unos muros alzados por una
bóveda estrellada de terceletes con ligaduras de nervios.
En el centro del muro oriental se abre un pequeño
ábside donde se conmemora mediante la presencia de unas viejas
cadenas la victoria de Sancho el Fuerte en la batalla de Las Navas
de Tolosa (1212). A este monarca navarro se le atribuye el haber
despojado al rey moro Muhámmad an-Násir (m. 1213), más conocido
como Miramamolín las cadenas que protegían su tienda de campaña
en esta decisiva contienda y traerlas como trofeo.
Tradicionalmente -hoy se cuestiona- se ha interpretado
que estas cadenas son el origen del escudo de de Navarra y que se
pueden ver sobre un almohadón bajo el altar de esta capilla.
En esta capilla de San Agustín también
se encuentra el sepulcro del prior García Ibáñez
de Viguria (1346), responsable de la construcción de este
espacio. Pero sin duda lo más llamativo es el sepulcro del
rey Sancho el Fuerte (1194-1234). Originalmente, este sepulcro y
el de su esposa Clemence se encontraban en el presbiterio de la
iglesia, pero en el siglo XVII se destruyeron, y tan sólo
se conservaron restos de la lápida funeraria del rey
A comienzos del siglo XX se reconstruyó, En
1912 se realizó la caja del sepulcro y se instaló
en la capilla de San Agustín. Se trata de una gran lápida
de más de dos metros de largo, con una imagen yacente del
gobernante representado como rey y a la vez como guerrero, con la
corona sobre la cabeza, una mano en el pecho y la otra, sobre la
espada.
En esta capilla se guardan algunos relieves en regular
estado de conservación que podrían haber pertenecido
al claustro gótico. Entre ellos, se hallan dos capiteles.
Uno parece aludir al Pecado Original, aunque está muy deteriorado.
El otro se encuentra en mejor estado y se ocupa del episodio de
la Expulsión del Paraíso.
El Museo
El pequeño museo de la colegiata de Roncesvalles
se encuentra situado junto a la casa prioral, aunque existe un proyecto
de construir un nuevo espacio, adaptado a las necesidades actuales
de la colección.
En este espacio se pueden disfrutar un buen número
de lienzos, tallas, y piezas de orfebrería y arte mueble.
Entre ellas, merece una especial atención el relicario conocido
como Ajedrez de Carlomagno. Se trata de una pieza del siglo XIV
de madera de nogal, recubierta con una placa de plata sobredorada
con decoración en forma de damero, con pequeños esmaltes
de colores, entre los cuáles se situaban las reliquias.
También hay que destacar la conocida como esmeralda
de Muhámmad an-Násir, que fue otro de los trofeos
que Sancho el Fuerte le ganó al califa almohade y que, junto
a las cadenas, se incorporó posteriormente al escudo de Navarra.
Por último, llamaremos la atención sobre
La pretiosa, el códice al que nos hemos referido antes, que
recoge el ceremonial con el que los canónigos acogían
al tercer oficio de Prima. Se trata de una fuente documental de
primer orden para comprender la importancia que Roncesvalles llegó
a tener en la Edad Media.
La colección del museo se completa con otras
piezas de indudable interés, como algunos relieves e imágenes
sueltas que formaban parte del altar barroco con el que se cubrió
el presbiterio de la iglesia en el siglo XVII, o la tabla de la
Sagrada Familia, del pintor renacentista Luis de Morales.
Otros edificios importantes de Roncesvalles
La capilla del Espíritu Santo
La capilla del Espíritu Santo también
es conocida como Silo de Carlomagno porque, según la leyenda,
lo mandó construir el emperador para enterrar los restos
de sus guerreros tras la batalla de Roncesvalles. En realidad fue
un espacio que formaba parte del complejo hospitalario, y estaba
destinado a albergar los restos óseos. Se encuentra a un
lado del camino, un poco separada de la colegiata, y actualmente
es el edificio más antiguo de todo el complejo artístico.
Aunque no puede descartarse que originariamente fuese
un edificio mandado construir por Carlomagno, su fisonomía
actual nos habla de una obra de las últimas décadas
del siglo XII. Se ha conservado un códice latino, conocido
como La pretiosa (La preciosa), conservado en el museo de la colegiata,
y fechado entre 1199 y 1215. En esta época la capilla del
Espíritu Santo ya estaba construida, y se describe de este
modo:
La traducción pertenece a don Leopoldo Torres
Balbás y, aunque es un tanto libre, da buena cuenta de las
características generales de este edificio a comienzos del
siglo XIII.
En su configuración actual, es un edificio de
planta cuadrada, dividido en dos partes que responden al mismo proyecto
constructivo. En primer lugar hay una cripta, cubierta con una bóveda
de cañón a base de bloques de piedra muy toscos y
apenas sin labrar, destinada a albergar los restos óseos.
Esta cripta sobresale aproximadamente un metro y medio sobre el
nivel del suelo y encima, se encuentra la capilla. Ésta tiene
unas formas muy sencillas, y su estructura responde a dos arcos
que arrancan de cuatro pilares situados en las esquinas, y se entrecruzan
en el centro.
Aunque en la actualidad este espacio está abierto
en sus frentes, esto obedece a una restauración moderna,
y no hay constancia de que originalmente estuviese así. Las
arcadas que rodean el conjunto también son posteriores, aunque
es posible que en época medieval ya existiese una estructura
similar.
La capilla de Santiago
Se sitúa al norte de la capilla del Espíritu
Santo. Es una construcción del siglo XIII, de estilo gótico.
En el interior hay una sola nave que remata en un testero
recto, y que se cubre con una bóveda de crucería simple,
dividida en dos tramos. Se trata de una construcción de formas
puras y sencillas, sin grandes alardes decorativos.
Quizás lo más interesante sea el crismón
situado en el tímpano de la portada, que seguramente sea
una pieza reaprovechada de una construcción anterior.
Los restos del antiguo hospital de peregrinos
Junto a la capilla de Santiago, es lo más antiguo
de todo el conjunto actual. En realidad, del edificio que vio Aymeric
Picaud sólo se ha conservado un muro, que evidencia una construcción
que tuvo una cierta monumentalidad. Está situado enfrente
de la puerta principal de la iglesia. Tan sólo es reconocible
una puerta, tapiada, aunque puede verse el arranque de ocho arcos
diafragma, que recorrerían el edificio en toda su anchura.
Actualmente sólo puede verse el costado meridional, aunque
hace unos años se realizaron unas excavaciones, y se pudo
ver que en el otro lado había restos de contrafuertes.
(Autores del texto del artículo:
Víctor López Lorente y David de la Garma)