Catedral
de Toledo
La
Catedral de Toledo es un edificio del periodo gótico clásico,
iniciado en 1226.
Forma
parte de la gran trilogía de catedrales del gótico
clásico de la Corona de Castilla derivadas de la arquitectura
del norte de Francia del siglo XIII.
Toledo, capital
del reino visigodo, tenía en este lugar su correspondiente
templo visigodo que fue destruido para construirse una mezquita
tras la invasión musulmana.
Se especula
con que la superficie de dicha mezquita tuviera la anchura de las
cinco naves actuales. Mínimos restos han quedado de esta
mezquita toledana.
El rey de León
y Castilla Alfonso VI toma Toledo en 1085 prometiendo tolerancia
a las gentes y creencias de los conquistados, respetando inicialmente
esta mezquita mayor.
Sin embargo,
la sensibilidad del monarca hispano, acostumbrado a negociar con
los también españoles musulmanes era completamente
ajena a su mujer Constanza y al nuevo obispo Bernard de Sedirac,
ambos franceses, que aprovecharon la ausencia del monarca dos años
después para tomarla y consagrarla por la fuerza.
Aunque el enfado
de Alfonso VI fue mayúsculo, las circunstancias no permitían
marcha atrás y desde 1087 la mezquita mayor de Toledo se
convirtió en la nueva catedral de Santa María.
Transcurrió
siglo y medio para que se acometiera la gran obra gótica
actual. La decisión de la construcción de este edificio
fue tomada en tiempos de Fernando III por el arzobispo toledano
Rodrigo Jiménez de Rada.
Jiménez
de Rada, que tanto había viajado por Francia, debió
querer iniciar un templo grandilocuente y a la moda europea y dejar
atrás la mezquita consagrada que debía parecerle "poco
cristiana" con su intrincada y oscura estructura a base de
columnas y arcos.
El
interior del templo
El
primer maestro -Martín- se ocupó del inicio de la
girola. Luego el maestro Petrus Petri lo releva ocupándose
de las partes altas de la girola, creando los arcos angrelados de
tipo árabe tan famosos. La girola estaría terminada
definitivamente alrededor del año 1289.
Durante
el siglo XIV se avanza en la construcción de las naves y
se realizan las portadas.
Las
últimas fases de la construcción de la catedral corresponden
a un estilo gótico flamígero traído por Hanequín
de Bruselas y sus sucesores.
El
resultado definitivo es una amplio templo con planta de salón
de cinco naves, más ancha la central y crucero no saliente
pero de gran anchura, rematadas en cabecera con un magnífica
doble girola, continuación de las naves laterales.
Cabecera
y girola
Esta
compleja cabecera es lo más sobresaliente, por lo original
de la solución, para abovedar los tramos irregulares consecuencia
de la curva de la girola. Esta solución se basa en la creación
de tramos triangulares y rectangulares. Los tramos exteriores rectangulares
se rematan en muros semicirculares y el resto en muro plano, creando
un gran número de capillas.
También
son destacables los arcos polilobulados y del triforio de la girola
de origen musulmán y que a pesar de realizarse en una ciudad
de gran tradición musulmana ponen una nota de exotismo en
esta catedral gótica de tradición europea.
Las
naves y el transepto
Como
ya se indicó, la catedral de Toledo tiene otra particularidad
que es la de disponer de cinco naves, en lugar de las tres que son
más habituales. Tienen altura escalonada, desde la central
hasta llegar a las colaterales más extremas. Ello permite
la abertura de ventanales en la parte alta de la central y las colaterales
más próximas.
Los pilares
de separación de naves son cilíndricos con ocho semicolumnas
adosadas con el fin de recoger los arcos fajones, perpiaños
y cruceros. Las bóvedas de dichas naves son de crucería
cuatripartita.
Aunque
en la girola y el transepto se respetó los tres pisos de
alzado del gótico clásico francés: arcos, triforio
y claristorio, a partir del cuerpo principal de las naves, se suprime
el triforio, probablemente para agrandar los enormes ventanales
del claristorio.
A
pesar de que la catedral de Toledo es el edifico gótico más
grande iniciada en el siglo XIII en la Península y tener
precedentes franceses en muchas de sus soluciones, no deja de notarse
cierta horizontalidad más propio de la tradición española.
Este
hecho se aprecia perfectamente en la menor altura de la nave principal
con relación a otras catedrales contemporáneas y a
la mencionada supresión del triforio en la nave principal
que le habría prestado mayor altura y esbeltez. Ello no es
óbice para que, quien dé un tranquilo paseo po la
catedral primada toledana, pueda empaparse de la gran perfección
con que está construida y saborearla como una de las obras
maestras del gótico en España.
Las
vidrieras
A pesar de
las graves pérdidas sufridas durante la Guerra Civil Española,
la Catedral de Toledo es uno de los edificios castellanos que más
vidrieras medievales ha conservado.
Hay algunas
vidrieras anónimas de principios del siglo XIV, especialmente
ubicadas en el rosetón del hastial norte del transepto (el
correspondiente a la Puerta del Reloj), y en algunas partes de la
girola.
A partir del
siglo XV, la catedral toledana cuenta con una gran colección
de vidrieras documentadas, realizadas por Jacobo Dolfin y Luys Coutin
(1418-1428), Enrique Alemán (1484-1492) y Pedro Bonifacio
y Pedro el Francés (ca. 1492-1495).
Las
tres puertas monumentales
La catedral
de Toledo cuenta con las puertas de la fachada norte del crucero,
la del costado sur y las tres de la fachada principal del oeste
(una correspondiente a cada nave).
Puerta del
reloj
De
las tres portadas, la más antigua es la del Reloj (fachada
norte del crucero) realizada alrededor del año 1300 e inspirada
en las puertas del crucero de Notre Dame de París.
En ella aparecen
los Magos, en el costado izquierdo con un sonriente paje.
El parteluz
está ocupado por una bella Virgen sonriente que sujeta con
su mano izquierda al Niño Jesús.
El Tímpano
está compuesto de varias bandas o frisos donde se esculpieron
con maestría las escenas de todo el Ciclo de la Natividad,
dispuestas de izquierda a derecha y de abajo a arriba.
Puertas
de la Fachada Principal: Perdón, Juicio Final y del Infierno
Poco
después, en la primera mitad del siglo XIV se acometieron
las tres grandes y monumentales portadas de la fachada principal.
En este caso,
lo lento de los trabajos de edificación de las naves, ha
hecho que sean las menos interesantes desde el punto de vista iconográfico,
aunque muy apreciables escultóricamente.
A pesar de
ser de comienzos de este siglo, la iconografía y estilo es
un tanto conservador y están relacionadas con las del siglo
XIII.
La puerta central
es denominada de El Perdón y lleva en su tímpano la
escena de la imposición de la casulla a San Ildefonso. Hay
que advertir la calidad con que están esculpidos los personajes
representados.
También
hay que fijarse en la estatua estilizadísima de Cristo que
ocupa el mainel.
La puerta de
la izquierda (correspondiente a la nave septentrional más
próxima a la central) se llama del Infierno y el tímpano
es ocupado por rostros entre hojarasca.
La puerta de
la derecha (correspondiente a la nave meridional más próxima
a la central), llamada del Juicio Final. En ella se representa el
habitual Maiestas Domini rodeado de ángeles con los instrumentos
de la pasión y junto a la Virgen y San Juan que ruegan por
los hombres. Debajo, en dos bandas superpuestas aparecen los salvados
resucitando y saliendo de sus sepulcros, mientras que abajo, los
condenados son arrastrados por diablos.
Relieves decorados
con los escudos de Castilla y León rodean sendos tímpanos
descritos.
Puerta de
los Leones
La puerta de
los Leones (también llamada Puerta Nueva o de la Alegría)
está en el brazo meridional del crucero y es la más
tardía de todas, de la segunda mitad del siglo XV. Se llama
así no por ningún elemento propio sino por las estatuas
que coronan las columnas de la verja exterior.
En ella participan
los mejores artistas del momento en España, como Hannequín
de Bruselas, Juan Alemán, Egas Cueman o Francisco de las
Cuevas. Además de su monumental estructura, son muy sobresalientes
las figuras de los Apoóstoles de las jambas y la Virgen del
parteluz.
Claustro
A
partir de 1389 se inicia el claustro (VER IMAGEN INFERIOR) adosado
al costado septentrional de la iglesia.
Su
promotor fue el arzobispo don Pedro Tenorio y para construcción
debió comprar un terreno que se empleaba como feria de comerciantes.
El
maestro que se ocupó de la construcción fue Rodrigo
Alfonso, que se alejó de cualquier intimismo en el proyecto
del claustro y buscó unas dimensiones y proporciones monumentales.
Porque
si monumental es el tamaño del cuadrilátero (tanto
que cada uno de sus lados es equivalente a la longitud de las naves
hasta el transepto), más lo es la luz de los enormes arcos
apuntados de sus crujías.
Las
bóvedas de las galerías siguen siendo cuatripartitas
sencillas, como sucede en las naves del templo.