Entre el miércoles día
7 y el domingo 11 de septiembre tuvo lugar el esperadísimo
Viaje Guiado ARTEGUIAS "Ruta del Románico en el Camino
de Tours en Aquitania (Francia)", un viaje planificado desde
hace dos años pero que, por las bien conocidas circunstancias
sanitarias, hubo de ser aplazado hasta en dos ocasiones a la espera
de poder ser realizado con plenas garantías.
Así, tal y como estaba previsto,
la expedición partió desde la madrileña Plaza
de Castilla para, tras la parada técnica reglamentaria,
llegar hasta la localidad de Elgóibar para comer, muy cerca
ya de la frontera francesa para comer y así afrontar la
jornada de tarde.
Nuestra primera parada programática
tuvo como escenario la ciudad de Bayona (Bayonne), donde, pasando
por delante del Chateau Vieux, llegamos a su espectacular catedral
gótica de Santa María, una versión meridional
de las famosísimas catedrales del gótico de L'Isle
de France y del centro del país.
Tras comentar su monumental cabecera,
accedimos al claustro, donde además tuvimos la ocasión
de visitar las fantásticas puertas del crucero sur, generalmente
cerradas a visitas al encontrarse dentro de la sacristía
y de las dependencias privadas del cabildo.
Posteriormente accedimos al espacio
eclesial propiamente dicho, donde pudimos comentar la forma y
funcionalidad de los diferentes registros que confirman los alzados
típicos del gran gótico francés.
Finalizada la visita a la catedral dispusimos
de una hora de libre disposición para recorrer y admirar
las pintorescas y coloridas callejuelas del centro histórico
de la ciudad así como la ribera del río Adour.
Desde allí regresamos al autobús
para dirigirnos a nuestro hotel, emplazado en la cercana localidad
de Biarritz.
A la mañana siguiente, jueves,
continuamos nuestra ruta en dirección norte para dirigirnos
a la capital histórica de la gran región de Aquitania,
la populosa y monumental Burdeos, llamada popularmente "La
Bella Durmiente" por su riqueza monumental aún por
descubrir.
Tras descargar el autobús en
la muy céntrica Plaza de la República y ser recibidos
por nuestra guía oficial, nos encaminamos a su Catedral
de Saint André, donde comenzamos la visita explicando la
mejor de sus portadas así como su interior. A continuación,
tras pasar frente a su campanario exento, llamado Pey Berland,
nos acercamos a un cercano restaurante para comer.
La jornada de tarde la iniciamos visitando
la antigua iglesia abacial de Sainte Croix (Santa Cruz), una auténtica
maravilla del románico aquitano que suele pasar desapercibida
al ubicarse en una zona algo más periférica y menos
frecuentada por el turismo convencional. Frente a ella, nos deleitamos
ante su magnífica fachada principal, en la cual comentamos
un sinfín de detalles.
Desde Sainte Croix, ya acercándonos
a un barrio más céntrico visitamos la iglesia de
Saint Michel, monumental obra gótica que, de no haber sido
porque la catedral la visitamos a la mañana, hubiera pasado
perfectamente como la catedral de Burdeos, dadas sus dimensiones.
A continuación nos recogió
el autobús frente a la Puerta de Borgoña para conducirnos
al norte, hacia el núcleo más turístico de
la urbe.
Allí pasemos viendo el Monumento
aux Girondins ubicado en la Plaza de Quincoces, la Gran Opera
Nacional con su monumental edificio clascista.
Uno de los momentos más esperados
por nuestros acompañantes fue el de la llegada hasta el
borde del inmendo río Garona para admirar la Plaza de la
Bolsa con su "Miroir d'eau" (espejo de agua) y, por
supuesto, el famoso Puente de Napoleón.
Desde allí, retomamos el autobús
para aproximarnos a nuestro hotel para cenar y descansar.
La jornada de viernes tuvo como protagonista
al románico del norte de Burdeos, concretamente de las
provincias (siempre dentro de Aquitania) del Charente, la Gironde
y la comarca histórica de la Santonja (Saintonge).
Comenzamos nuestra ruta por el monumento
más septentrional del itinerario, concretamente la iglesia
de Saint Pierre d'Aulnay. Pero de inmediato comprendimos que merecía
la pena llegar hasta ella ya que causó auténtica
sensación y admiración entre todos los viajeros.
Belleza y fotogenia exterior, monumentalidad,
un entorno de lo más agradable y, sobre todo, un auténtico
derroche de iconografía y escultura de calidad que hizo
las delicias de todos los asistentes. Realmente costó marcharnos
de allí una vez finalizada la visita.
Pero la tarde aún deparaba varias
sorpresas más, ya que tras una agradable comida en un restaurante
de la histórica ciudad de Saintes, visitamos en la propia
localidad la basílica de Saint Eutrope, que en realidad
son dos iglesias en una: la mal llamada cripta (iglesia baja),
y la basílica propiamente dicha, ambas con una escultura
de calidad.
Y por supuesto, antes de abandonar Saintes
y ya en un área más periférica, nos aguardaba
la Abadia de las Damas (Abbaye aux Dammes), cuya también
espectacular fachada reúne todas las características
que definen el románico de esta región.
Y ya de camino de regreso a Burdeos,
no podíamos dejar de visitar la preciosa población
de Talmont-sur-Gironde, levantada en una península sobre
el descomunal estuario que engendran los ríos Garona y
Dordoña en su desembocadura y que desde la Edad Media los
peregrinos cruzaban en barcazas para evitar casi 100 kilómetros
extra en caso de tener que sortearlo a pie o en cabalgadura.
En Talmont, considerada una de las poblaciones
más bonitas de Francia, recorrimos sus floreadas calles
con ese aroma a pueblo pesquero y, por supuesto, no podíamos
dejar de acercarnos a su iglesia románica de Sainte Radegonde,
cuyo ábside y muro norte literalmente colgados sobre el
espolón que precipita al estuario, es una de las postales
más recurrentes de la región de Aquitania. Ya desde
Talmont en aproximadamente una hora regresamos al hotel.
La jornada de sábado se planteó
como un epílogo al románico francés y ya
como avanzadilla de regreso a la frontera española con
el fin de ganar kilómetros y que el viaje de vuelta resultase
más llevadero.
Así, ya al sur de Burdeos, visitamos
otra preciosa villa medieval como es Saint Macaire, coronada en
su parte más alta por la abacial de Saint Saveur (San Salvador),
una joya muy poco conocida y que al interior custodia magníficos
capiteles así como un repertorio de pinturas murales ya
góticas de interesantísima iconografía apocalíptica.
Bastante más al sur y ya en la
provincia de las Landas, nos aproximamos justo antes de comer
en Dax a la iglesia de San Pablo de Saint-Paul-les-Dax, en cuya
cabecera se conserva una interesantísima colección
de paneles marmóreos románicos labrados con diferentes
temas que no permitieron dar tregua a nuestras cámaras
fotográficas.
Ya por la tarde y muy cerca de la frontera
española, aún nos quedaban dos visitas en forma
de antiguas abadías románicas exclaustradas: la
de Sorde y la de Arthous.
En Sorde accedimos a la iglesia abacial
en la que, además de cuatro soberbios capiteles, pudimos
admirar una de las escasísimas muestras de mosaicos románicos
en Francia y en Europa.
Muy cerca, en Arthous, una magnífica
cabecera triabsidial que, en lo visual y tras varios días
impregnándonos de la escuela aquitana, ya nos resultó
mucho más familiar respecto al románico hispano
que estamos más acostumbrados a contemplar.
Desde Arthous, cruzamos la frontera
en unos pocos kilómetros hasta llegar a nuestro hotel en
Pamplona, punto de partida más que propicio para nuestra
última etapa de la ruta, ya en suelo español.
Con el fin de aligerar y hacer más
llevadero el trayecto de vuelta, la jornada de domingo, siempre
con la inercia del camino de regreso a Madrid a nuestro favor,
visitamos tres hitos emblemáticos del Camino de Santiago
en Navarra:
En primer lugar, la ermita de Santa
María de Eunate, solitaria en medio de la campiña
con su forma octogonal que tantos ríos de tinta ha hecho
correr.
A continuación, la histórica
ciudad de Estella con sus principales joyas románicas:
la iglesia de San Pedro de la Rua y su precioso claustro, el llamado
Palacio de los Reyes de Navarra y, por fin, la iglesia de San
Miguel, cuya portada norte es indiscutiblemente una de las grandes
fachadas del románico de nuestro país.
Por la tarde, tras la comida en Ayegui,
nos quedaba un precioso epílogo en Torres del Río,
con su iglesia también octogonal en una localidad que nos
recibió en plenas fiestas patronales. Desde allí,
con la parada técnica de rigor, regresamos a Madrid despidiéndonos
hasta próximos viajes.
Muchas gracias por vuestra compañía.