Encajada entre dos pequeños barrancos que
tributan en el río Gállego a pocos metros del caserío,
la minúscula población de Lárrede se sitúa
a unos 10 kilómetros al noreste de la ciudad de Sabiñánigo,
capital de la comarca del Alto Gállego y por ende, de la
subcomarca conocida como "el Serrablo".
Es
precisamente el topónimo Serrablo el que ha servido a historiadores
y especialistas para catalogar bajo una misma denominación
a un conjunto de iglesias que, en torno a Sabíñanigo,
presentan una serie de particularidades estilísticas homogéneas
y que tienen a San Pedro de Lárrede como su ejemplo
más icónico y señero, de ahí que incluso
a este grupo de "iglesias del Serrablo" se las conozca
también como del "círculo larredense".
Más allá de la interminable y compleja
polémica que entre estudiosos aún hoy sigue suscitando
el origen, las influencias, la contextualización temporal
o la propia nomenclatura de este grupo de templos y sobre la que
ya nos hemos extendido en el articulo general, lo cierto es que
tanto San Pedro de Lárrede como varias construcciones hermanas
del entorno se han convertido por méritos propios en uno
de los destinos turísticos más recurrentes del Alto
Aragón en los últimos años.
Al abrigo de un cerro coronado por una torre defensiva
de origen musulmán aunque reedificada en época bajomedieval
conocida como "La Torraza", la iglesia de San Pedro
de Lárrede conforma junto a su vecina "Casa Isábal"
con su típica chimenea altoaragonesa un binomio monumental
de lo más encantador.
Frente a ambas construcciones, desde fechas muy recientes
y aprovechando la antigua herrería del pueblo ha sido habilitado
un modesto centro interpretación abierto al público
en el que, a base de paneles ilustrados y mapas, se muestran al
visitante las claves de este grupo de iglesias serrablesas.
San Pedro de Lárrede
Declarada Monumento Nacional desde 1931, fue sometida
durante el siglo XX a dos acertadas restauraciones -la última
de ellas en los años sesenta- que nos permiten admirarla
en su espléndido estado actual como ejemplo paradigmático
y más sobresaliente del grupo serrablés.
Presenta una estructura de una sola nave de cuatro
tramos que, tras un crucero conformado por sendas capillas abiertas
a cada lado de la nave, desemboca en un espacio presbiterial compuesto
por un breve tramo recto y un ábside semicircular.
Cabecera
Es precisamente ese crucero resultado de la adición
de una capilla a cada lado de la nave la que hace que San Pedro
de Lárrede se distinga respecto al resto de templos del
grupo, que limitan su planta a una nave rematada en su correspondiente
ábside semicircular.
Dicho ábside, aparejado a soga y tizón,
se eleva sobre un pronunciado basamento moldurado, articulándose
la mayor parte de la superficie mural mediante siete arcos ciegos
de medio punto que descansan sobre pilastrillas que vienen a recordar
la morfología de las lesenas lombardas.
Rematando el hemiciclo, justo bajo la cornisa se
despliega una sucesión de baquetones en posición
vertical enmarcados por sendas molduras aboceladas y que constituye
otra de las señas de identidad inconfundibles de las iglesias
serrablesas.
La Torre Campanario
Aunque quizás el icono más reconocibles
de los templos de este grupo y muy particularmente de la iglesia
de Lárrede es su torre campanario, levantada sobre la capilla
lateral norte y que se eleva nada menos que 17 metros sobre el
nivel del suelo constituyendo por su esbeltez un auténtico
faro de referencia desde considerable distancia.
Cuajada de mechinales a lo largo y ancho de los cuatro
lienzos, sus únicas aperturas se limitan al cuerpo superior,
disponiéndose en cada uno de los cuatro lados un ventanal
conformado por una especie de casetón cuadrangular que
enmarca series de tres arquillos de falsa herradura que descansan
sobre columnillas configuradas a base de piezas cilíndricas
superpuestas.
El cierre de la torre fue resuelto mediante una falsa
bovedilla esquifada de aproximación de hiladas. Esta morfología
de torre-campanario ha sido puesta en relación por varios
especialistas con alminares sirios.
Las puertas
El acceso principal se habilita al costado sur, sin
duda, el más vistoso y fotogénico del templo. La
portada, ligeramente rehundida en el muro y enmarcada en un doble
alfiz, se configura mediante un arco de medio punto dovelado que
descansa sobre impostas biseladas que dan al vano aspecto de herradura.
Otras dos puertas de acceso versión simplificada
de la principal fueron habilitadas en el hastial occidental de
cada una de las dos capillas del crucero; unas capillas que, al
exterior, repiten la misma articulación mural a base de
arcos ciegos de la cabecera.
Los ventanales
Continuando con el muro sur y en un segundo cuerpo
en altura sobre la portada se abren hasta cuatro ventanales por
las que se dota de iluminación natural al espacio interior.
De ellos, los tres más occidentales repiten idéntico
esquema de aspillera abrazada por doble arco de medio punto dovelado
que, a su vez, queda rehundido en una especie de marco rectangular
a modo de falso alfiz.
Mucha mayor personalidad presenta el más oriental
de los ventanales, conformado por un alfiz doble que enmarca un
arco de medio punto dovelado que, a su vez, abraza un par de arquillos
de falsa herradura; un modelo apreciable en otros templos serrableses
cercanos como Susín.
El muro occidental, por su parte, se articula mediante
cuatro pilastras a modo de lesenas gruesas y, en el imafronte,
un nuevo ventanal casi idéntico a otro existente en la
cercana ermita de San Juan de Busa conformado por dos arquillos
de herraduras enmarcados por la recurrente moldura cuadrangular.
El interior
Una vez en el interior del templo rápidamente
reconocemos otra característica que hace de San Pedro de
Lárrede la más noble y valiosa de las iglesias serrablesas
ya que, a diferencia del resto de construcciones del grupo que
cubren su nave con cubiertas de madera limitando el abovedamientos
pétreo al espacio cabecero, aquí el arquitecto fue
capaz de abovedar con piedra la totalidad del espacio eclesial.
Las bóvedas que contemplamos a día
de hoy son el resultado de las obras de restauración de
1933 ya que las originales no soportaron el paso de los siglos
y acabaron desplomándose.
Así, la nave queda dividida en cuatro tramos
cubiertos con bóveda de cañón reforzada por
tres arcos fajones de medio punto que descansan sobre parejas
de columnas cuya morfología, al igual que las columnillas
de las ventanas de la torre, se logra mediante la superposición
de sillares cilíndricos o, como tan expresivamente describe
Antonio García Omedes, tipo "rodajas".
Además del ya descrito desde el exterior,
el acceso a las capillas laterales desde el interior del templo
se acomete a través de sendos arcos dovelados de falsa
herradura, cubriéndose las mismas mediante abovedamientos
de cañón longitudinales. Junto al arco de acceso
a la capilla norte y a una altura superior, se conserva también
el pequeño vano por el que se accedía a la torre.
En definitiva y a modo de resumen, en San Pedro de
Lárrede nos encontramos ante el más notable ejemplo
de la llamada escuela del Gállego, del Serrablo o del círculo
laredense; un templo que si bien carece de cualquier tipo de concesión
a lo decorativo, por su belleza, por el entorno en que se encuentra,
así como por ese halo de misterio que ha rodeado el origen
de este grupo de iglesias, se ha convertido en uno de los monumentos
medievales más conocidos y que más interés
ha despertado de todo el Alto Aragón.
(Autor del texto del artículo/colaborador
de ARTEGUIAS:
José Manuel Tomé)