Iglesia de los Santos Justo y Pastor de Segovia
Introducción
La iglesia de los Santos Justo
y Pastor es familiarmente conocida por la forma abreviada
de Iglesia de San Justo. Fue declarada Monumento
Histórico Artístico en los años 90 del pasado
siglo y ha pasado de ser una de las muchas construcciones románicas
ignoradas de Segovia a uno de lo lugares más señalados
por la totalidad de las guías turísticas, gracias
al descubrimiento de sus pinturas románicas.
Ubicada
junto a la Avenida del Padre Claret que conduce a la salida de Madrid,
en uno de los barrios extramuros de la ciudad, señala su
existencia mediante su torre, sin duda la más notable de
las segovianas, después de la de San Esteban.
Arquitectura de la iglesia
De de su estructura románica cabe
mencionar que, antes de reformas modernas, era una humilde iglesia
de una nave y cabecera de tramo presbiterial rectangular y ábside
semicilíndrico. El material que predomina es mampostería
granítica con hiladas de ladrillo.
La cabecera y la nave
El ábside es la austeridad hecha
románico pues sólo cuenta con un ventanal en el centro
del tambor absidal y algunos canecillos en las cornisas laterales.
Puesto que esta cabecera es bastante más baja que la nave,
pudo abrirse en el muro oriental de ésta un ventanal con
arquivolta sobre columnas.
En el hastial occidental de la citada
nave hay una portada de tres arquivoltas de estructura típicamente
segoviana con profusa decoración vegetal, sobre la que se
sitúa un elegante ventanal de medio punto sobre columnas
encapiteladas flanqueada por dos óculos redondos modernos.
La iglesia tiene otra entrada de tres
arquivoltas en su fachada del mediodía que hoy sólo
puede verse desde el interior, al haberse tapado por un porche moderno
que, a buen seguro, sustituyó una galería porticada
meridional que también rodearía la fachada de poniente
(se aprecian los mensulones de apoyo de la techumbre).
La torre campanario
La torre de San Justo, junto con la no
muy lejana de El Salvador, el acueducto romano, algunos lienzos
de la muralla y las plazas de la Artillería y el Azoguejo,
forma parte de una de las estampas más sugerentes de la ciudad,
soberbia, sobre todo, si se contempla desde la cuesta de San Juan.
Esta torre forma parte de una tripleta
de parecida factura con Santa Eulalia y El Salvador, pero es la
más completa y mejor conservada de todas.
Tiene tres cuerpos, macizo el inferior
y construido con mampostería berroqueña, el segundo
con dos arcos ciegos que apoyan sobre columnas, en cada cara y el
último cuerpo románico -ya que tiene aún otro
superior y más tardío- tiene vanos de traza semejante
al inferior.
Los capiteles, como es norma general en
la ciudad de Segovia, se encuentras bastante erosionados, como disueltos
por el agua y la contaminación. No obstante se aprecian en
algunos de ellos las bestias habituales del románico segoviano,
los combates y hasta un rostro misteriosos de un personaje que parece
tener serpientes alrededor de su cabeza.
Las Pinturas
Pero esta modesta iglesia de calicanto y ladrillo,
levantada por artesanos locales (bien cristianos o mudéjares
del arrabal), debe su reconocida fama a las pinturas románicas.
Fueron halladas hace medio siglo (1963)
cuando se procedió a la limpieza y restauración del
ábside. La decoración pictórica cubre parte
de los tramos rectos presbiteriales, el hemiciclo y la bóveda
de cuarto de esfera y cañón.
El cascarón absidal está
ocupado por la escena del Apocalipsis de San Juan donde se representa
a Cristo en Majestad -al modo siriaco, es decir, con pelo largo
y barba- que bendice con su mano derecha mientras lleva el Libro
de la Vida en la izquierda. La mandorla que rodea a Jesús
está flanqueada por los veinticuatro ancianos del Apocalipsis
que portan redomas y fídulas. En las cuatro esquinas tenemos
los símbolos del Tetramorfos: San Mateo (ángel), San
Juan (águila), San Lucas (buey) y San Marcos (león).
En el muro del ábside, justo debajo
de la escena anterior y a ambos lados del ventanal absidal se pintaron
las escenas de la Crucifixión y el Descendimiento. Aunque
esta parte está peor conservada y con algunos espacios prácticamente
perdidos, aún podemos apreciar el detallismo expresivo con
el que el artista quiso dotar a estos momentos dramáticos
del Cristianismo. En concreto, en la secuencia de la crucifixión,
además de María y el apóstol San Juan Evangelista
aparece Longinos clavando la lanza en el costado de Cristo, mientras
que otro soldado le acerca con una rama de árbol la esponja
con vinagre y hiel.
En la parte superior de la bóveda
de cañón del presbiterio aparece un Agnus Dei dentro
de un círculo sujeto por dos ángeles pintados en extraordinarios
escorzos. Flanquean al Cordero dos escenas confusas que han sido
interpretadas de muy diversas formas por los especialistas, aunque
en absoluto se ha llegado a conclusiones determinantes. En una de
ellas podría contarse el llamado Milagro de San Egidio (o
San Gil). En este legendario suceso, el emperador Carlomagno dejó
bajo un cáliz eucarístico una nota escrita con la
confesión de un pecado de incesto. Durante la misa celebrada
por San Gil aconteció el milagro de que el escrito fue borrado
y el papel quedó en blanco, señal de que la falta
regia había sido perdonada por Dios.
Pero son, sin duda, los episodios de la
Última Cena y el Prendimiento de Cristo, con todo lujo de
detalles, las partes más sobresalientes del conjunto. De
nuevo, más que la perfección técnica, lo que
sobresale de de estos episodios pintados es la fuerza expresiva
y el ánimo divulgativo de los detalles, donde falta el momento
en que San Pedro corta la oreja de Malco y Jesús que ya está
a punto de ser arrestado dirige la mano al soldado romano mutilado
en señal del milagro que le restituye su integridad física.
Sin llegar a la excelencia de otros conjuntos
como San Isidoro de León, Tahull, etc. no cabe duda de que
San Justo está, gracias a su potente expresividad, entre
las obras maestras del arte pictórico español, tan
escaso en ejemplos conservados.
Hay que reseñar también
que delante del ventanal del absidal hay una talla gótica
de Cristo crucificado. Pasa un tanto desapercibido por su color
poco contrastado y porque la mirad del observador se fijan inmediatamente
en los colores de las pinturas. No obstante, se trata de una escultura
lígnea de los siglos XIII o XIV.
El tímpano de la puerta
a la torre
Otro aspecto sobresaliente de la iglesia de los
Santos Justo y Pastor de Segovia es la pequeña portada que
comunicaba el muro septentrional de la nave con una capilla en el
hueco de la torre. El tímpano de la puerta constituye un
hito excepcional gracias a su profusión escultórica.
En él está tallado
un ángel incensando un sepulcro, una reina y dos damas, además
de un obispo sentado. Se ha interpretado como una escena contaminada
entre las Tres Marías y el sepulcro vacío y con el
hallazgo del sepulcro de Cristo por parte de Santa Elena -madre
del emperador Constantino el Grande- y el judío Judas.
Es destacable el hecho de que se
conservan importantes restos de policromía que cubría
primitivamente la piedra.
El Cristo de los Gascones
En cuanto al arte mueble de este templo, no cabe
duda que el gran protagonista es la imagen de madera del Cristo
de los Gascones. Existe una leyenda donde se relata que un grupo
de gascones portaban esta imagen de Jesús en una mula sin
saber el lugar idóneo donde depositarla. El animal, tras
un largo recorrido por la ciudad quedó muerto a los pies
de esta iglesia, señal que éste debía ser el
lugar elegido para su conservación.
Se trata de una escultura lígnea
del siglo XII que se halla articulada por los codos de Cristo, de
modo que pudiera ser colgada con los brazos en cruz (mostrando la
crucifixión) y también colocar los antebrazos sobre
el pecho como Cristo muerta yacente en el sepulcro.
Se cree que fue empleado para representaciones
teatralizadas de la Pasión durante la Semana Santa.