El Monasterio
de Santa María de Huerta es uno de los más importantes
monumentos de toda la provincia de Soria.
A
pesar
de que su carácter románico es muy tardío evolucionando
hacia el pleno gótico, la buena conservación de varias
de las dependencias del Monasterio de Huerta permiten al visitante,
como en pocos lugares, hacerse una idea de lo que supuso un complejo
monástico cisterciense de finales del siglo XII y el XIII.
Se
trata de un monasterio fundado en 1162, cuya edificación
se inició en las últimas décadas del siglo
XII, pero a sus dependencias fueron añadiéndose otras
más modernas de transición o ya plenamente góticas.
Un
poco de Historia
A
mitad del siglo XII, una primitiva comunidad de monjes cistercienses
se instaló en Cántavos, a 15 kilómetros del
actual monasterio. En Huerta tenían una granja a la que se
trasladaron en 1162. A partir de estas fechas debió iniciarse
el conjunto constructivo.
Si bien la colocación
de la primera piedra por Alfonso VIII fuera dos décadas después,
podría ser más un acto protocolario que efectivo.
Hay varios personajes destacados
ligados especialmente a las primeras décadas de vida de este
monasterio, como son el rey Alfonso VIII de Castilla, el abad San
Martín de Hinojosa y el arzobispo Rodrigo Ximénez
de Rada.
Alfonso VIII, rey de Castilla
es uno de los grandes impulsores de la orden del Císter en
su reino y hace importantes donaciones a Huerta.
Martín de Finojosa
impulsó la construcción medieval de Huerta en el siglo
XII y llegó a ser obispo de Sigüenza.
Por su parte, Rodrigo Ximénez
de Rada, una de las figuras políticas y religiosas del siglo
XIII en la España cristiana (fue arzobispo de Toledo) hizo
donaciones al monasterio y eligió ser enterrado aquí.
Huerta, posiblemente por
la incidencia de estos personajes que también estuvieron
relacionados con la construcción de la catedrales de Sigüenza
y Cuenca y la introducción del primer gótico del norte
de Francia, muestran algunas relaciones estilísticas puntuales,
especialmente con la seo conquense y que iremos citando cuando surjan.
Acceso
al recinto
Antes de ocuparnos de la
iglesia del Monasterio de Santa María de Huerta haremos una
muy breve referencia al recinto del monasterio. Todo cenobio medieval
se encontraba rodeado de una cerca o muralla que lo aislaba del
mundo y lo defendía de ataques. Éste es el caso también
del monasterio que nos ocupa y todavía se pueden ver gran
parte de los muros e incluso cubos cilíndricos de su vieja
muralla medieval.
La puerta monumental del
recinto monacal se encuentra alineada con la del templo, en el costado
occidental y es un ejemplar renacentista del siglo XVI de estructura
similar a un arco de triunfo romano, con arco de medio punto flanqueado
por estructura de columnas toscanas y hornacinas. Por encima, hay
un frontón triangular con la imagen de La Virgen y dos columnas
jónicas en los extremos.
Interior
de la iglesia
Una vez en la iglesia, apreciamos
que se trata de un espacioso templo de planta de cruz latina con
tres naves de
cinco tramos, transepto
resaltado en planta y alzado, y cabecera formada por ábside
principal semicircular y dos capillas rectangulares a ambos lados
a las que se unen otras dos iguales ya abiertas en los costados
orientales del transepto.
El interior muestra la clásica
estructura de pilares que soportan los arcos formeros y las bóvedas
de crucería del edificio. La particularidad está en
la ausencia de columnas de apoyo en los pilares. Menos en la cebecera
y transepto, todo está resuelto mediante pilastras y mensulones
de rollos adosados a los pilares, lo que aumenta la sensación
de austeridad por un lado y ese carácter anguloso cisterciense
que se aleja de las redondeces románicas puras.
Junto a la verja está
el magnífico sepulcro vacío de Rodrigo Ximénez
de Rada con su escultura yacente vestido de arzobispo soportada
por tres leones.
Exterior
de la iglesia
De la cabecera sobresale
especialmente el ábside principal con grandes arcuaciones
semicirculares ciegas en cuyos paños rehundidos se abren
ventanales. Los canecillos de la cabecera y transepto son todos
de finos rollos en degradación. Este motivo de antiguo origen
califal se va a dar en numerosas iglesias sorianas (por ejemplo
Almazán) y alcarreñas.
La fachada occidental es
de una extraordinaria hermosura y verdadero emblema, junto al refectorio
gótico del que luego nos ocuparemos, del Monasterio de Santa
María de Huerta.
Los dos elementos fundamentales
de que consta son la hermosa portada que se abre en el muro correspondiente
a la nave central y el inmenso rosetón de más de ocho
metros de diámetro.
La puerta tiene seis amplias
arquivoltas de perfil apuntado y de distinta decoración geométrica,
la mayoría basada en finos boceles, aunque hay una con dientes
de sierra y otra angrelada. El guardapolvos lleva puntas de diamante.
El conjunto columnario tiene capiteles de hojarasca vegetal gótica.
Por su parte, el rosetón
es fruto de una reconstrucción de 1965 pues se hallaba cegado
y alterado, pero se respetó la estructura original.
Tiene una fisonomía
muy frecuente basada en dos círculos concéntricos
(el interior con forma de sol) unidos por columnas y en el intradós
del círculo exterior se muestran arcos de medio punto que
cobijan trilóbulos y rombos en las enjutas. De nuevo, se
aprecian similitudes con el rosetón del hastial norte de
la catedral de Cuenca.
Según excavaciones
recientes, se sabe que delante de esta fachada existió un
nártex porticado, estructura que ha dejado algunas huellas
en el muro del hastial, como un arco y una fila de sillares alterados
entre la clave superior de la puerta y el rosetón. Estas
estructuras debieron pertenecer al abovedamiento de crucería
del citado nártex.
Ocultando
la parte norte de este muro occidental hay un edificio que data
del siglo XVI y que fue promovido tras la entrada en la Congregación
de Castilla. Se trata de antiguas dependencias nobles del Monasterio
(incluyendo el palacio abacial) hoy convertida en Hospedería
y cuenta con puerta y ventanales clasicistas.
Otra puerta tiene esta iglesia
que la comunica con el claustro y da a su costado septentrional.
Se trata de una portada
extremadamente apuntada con arquivoltas de finos boceles y escocias.
Claustro
Herreriano
Una vez entramos al conjunto
monástico por la puerta antes citada de la Hospedería,
el primer espacio abierto que encontramos es el cuadrado perfecto
del claustro herreriano, construido a partir de 1583.
De aspecto radicalmente
austero, tiene dos pisos con arquerías de medio punto cuyos
arcos están separados por pilastras toscanas. En medio aparecen
dos estatuas de San Martín de Finojosa y Rodrigo Ximénez
de Rada.
Principales
dependencias medievales
Dentro del apartado de dependencias
medievales nos ocuparemos de las correspondientes a los legos: cilla
y refectorio de conversos, y la de los monjes: claustro, restos
de la sala capitular, cocina y refectorio gótico.
Cilla
Al este del claustro herreriano
nos encontramos con la cilla o almacén del monasterio. Es
una estancia rectangular románica que ha sido alterada en
bastantes aspectos. Por ejemplo, el suelo está recrecido
con respeto al original y el largo de la estancia fue reducido para
comunicar mediante un pasillo los dos claustros.
Está constituida
por una serie de arcos diafragma de medio punto cuyos muros tienen
ventanales de medio punto abocinados entre los mismos. Elemento
de gran valor es la techumbre de madera que servía de techo
de la cilla y suelo del dormitorio de los legos o conversos. Se
considera original y está sostenido por ménsulas de
rollos como los canecillos de la iglesia.
Refectorio
de los Conversos
El Refectorio de Conversos
es el lugar donde los hermanos legos comían y realizaban
reuniones. Junto a la cilla es una de las partes más antiguas
del monasterio, quizás del siglo XII o muy principios del
XIII. Incluso hay quien piensa que estas dos dependencias son anteriores
a la construcción del monasterio y serían parte de
la Granja de Huerta anterior al traslado definitivo hasta aquí
por los monjes de Cántavos.
Se trata de un magnífico
espacio románico rectangular dividida
en dos naves por una fila de grandes columnas exentas
centrales del que parten los nervios de las bóvedas que también
soportan mensulones de los muros. Los ventanales de este refectorio
son sencillos y muy abocinados, con perfil de medio punto. Tanto
las bóvedas como las propias de columnas dan a la sala una
sensación de reciedumbre y hermosura difícil de explicar.
Los capiteles de las columnas muestran decoración esculpido
en bajo relieve, que aunque se insiste en asociarlo a lo mudéjar,
más bien nos recuerda a motivos prerrománicos.
Claustro
gótico
El claustro es obra del
siglo XIII constituido pos galerías abiertas al patio central
mediante grandes arcos ojivales sobre columnas. Lamentablemente,
ha sufrido el parcial cegamiento de estos vanos, salvo algunos que
han sido restaurados.
El abovedamiento de las
pandas es de sobrias y perfectas bóvedas de crucería
sencilla.
Hay que fijarse en varios
arcosolios de sus muros correspondientes a antiguos enterramientos
de personajes de la nobleza. Muy interesantes son los de los Condes
de Molina y el de Don Pedro de Manrique. Es inevitable aquí
hacer una referencia a la similitud de la arquería de este
arcosolio con los del falso triforio de la catedral de Cuenca.
Este claustro tiene un segundo
piso superior de estilo plateresco construido en el siglo XVI y
que está constituido por columnas que soportan arcos carpaneles,
todo muy decorado como corresponde al estilo.
Sala
Capitular
La
Sala Capitular está muy alterada pero conserva la entrada
y los ventanales laterales aunque ambos cegados. Toda esta estructura
es de estilo románico y es obviamente anterior al claustro.
Tal extremo se aprecia en la irregular situación en la que
se encuentran las columnas truncadas que reciben los nervios de
la bóveda de crucería del claustro y que se disponen
asimétricamente en relación a los vanos de la sala.
A pesar de su sencillez,
son destacables los arcos de medio punto que cobijan otros dos más
pequeños con mainel central.
La antigua puerta de acceso
está presidida por una imagen gótica de la Virgen
y el Niño
Cocina
Las cocinas de los monasterios
cistercienses no por su prosaica función son carentes de
la monumentalidad propia de la orden. La de Huerta cumple con las
características habituales de los monasterios cistercienses
españoles. Tiene planta cuadrada, con ventanales en los muros
y bóvedas de crucería. En medio está la chimenea,
con forma de templete abierto a los cuatro lados mediante arcos
ojivales.
Refectorio
de los monjes
El refectorio de los monjes
es probablemente la estancia más célebre y valorada
del monasterio de Santa María de Huerta. Este refectorio
es uno de los primeros ejemplos y más perfectos del gótico
primitivo que comienza a aparecer en España en Cuenca y Sigüenza
procedente de Francia.
Al refectorio se accede
por una bonita puerta de arquivoltas apuntadas con zigzagueado desde
la panda oeste del claustro. Encima de esta puerta y visible desde
el interior del refectorio se abrió un hermoso rosetón
circular con doce columnillas radiales cobijado en el seno de un
arco de medio punto sobre columnillas.
Una vez ingresamos en este
magnífico refectorio observamos que se trata de un amplio
espacio rectangular de gran altura (comparable a la de la iglesia).
La altura de este edificio se acrecienta mediante los ventanales
rasgados de sus muros laterales. Por encima de este primer piso
surgen columnas truncadas que soportan los nervios de las extraordinarias
bóvedas sexpartitas que cubren el cielo de la construcción.
Estas bóvedas, de nuevo vinculan directa o indirectamente
Huerta con Cuenca y Sigüenza.
También es magnífica
la escalera que conduce al púlpito del lector y que está
embebida en uno de los muros mediante arcos de cuarto de circunferencia
sobre columnas exentas octogonales.
El hastial oeste del refectorio
se abre al exterior mediante cuatro amplios y sencillos vanos apuntados
en la parte inferior y dos preciosos ventanales superiores de arcos
apuntados que cobijan dos menores del mismo perfil sobre el que
hay sendos óculos hexalobulados.
Pinche
para ver nuestro Vídeo sobre el Monasterio de Santa
María de Huerta