Monasterio
de Santa María de Obarra
Intoducción
La iglesia del antiguo Monasterio de Santa María
de Obarra es una de las construcciones románicas
más primitivas e importantes de todo el patrimonio español
puesto que se trata de uno de los monumentos de mayor antigüedad,
monumentalidad y perfección del Románico Lombardo
construido en los territorios cristianos peninsulares. Fue declarado
Monumento Nacional en 1931.
El monasterio benedictino de Santa María
de Obarra fue uno de los grandes centros monásticos y
espirituales de La Ribagorza junto a Santa María de Alaón.
Se sitúa en un valle del prepirineo aragonés regado
por las aguas del Isábena.
Los orígenes de este cenobio son inciertos.
La primera vez que aparece documentado es en el último
cuarto del siglo IX (año 874) en que el Cartulario de
Alaón cita a los "monjes de Uvarra".
No
obstante para no pocos historiadores el origen del cenobio sería
aún más antiguo, de época del Reino Hispanovisigodo,
del que pudieron reaprovecharse algunos de los elementos arquitectónicos,
como luego veremos.
En el siglo X el conde de Ribagorza Bernardo I
(920-955) junto a su esposa Toda Galíndez otorgó
su protección al monasterio, y realizó una reforma
en las dependencias monásticas, que se acompaño
de importantes donaciones económicas, lo que contribuyó
a su reactivación. Dichos condes eligieron este lugar
para ser enterrados.
El Monasterio de Obarra como otros edificios
religiosos del Sobrarbe y La Ribagorza probablemente fue destruido
en la razzia de Abd al-Málik al-Muzáffar, hijo
de Almanzor, en el año 1006. Se dice que en aquella destrucción
murieron la mitad de sus monjes.
Inmediatamente
después del ataque y ruina, el abad Galindo se dedicó
a reconstruir el cenobio de Santa María e inició
las obras de la iglesia románico lombarda que vemos en
la actualidad y que de desarrollaría a lo largo del primer
tercio del siglo XI.
La reforma cluniacense se extendió por todos
los monasterios de Aragón, con el apoyo de Sancho III.
Obarra que había mantenido una independencia absoluta
fue relegado en 1076 a la condición de priorato del monasterio
sobrarbense de San Victorián de Asán por decisión
de Sancho Ramírez. Éste desapareció al
restablecerse el obispado de Barbastro en 1571, durante el papado
de Pío V.
A finales del siglo XIX, tras haber sido abandonado
tras la Desamortización de Mendizábal, comenzó
un periodo de decadencia que produjo la ruina del edificio.
La situación de abandono continuó durante los
primeros años del siglo XX y se agravó durante
la Guerra Civil, cuando sufrió un incendio y se expolió
parte de su patrimonio. En la década de los sesenta se
realizó una restauración, y desde entonces se
han sucedido los estudios han puesto en valor la importancia
del edificio.
Lo que se conserva del primitivo conjunto monasterial
son las iglesias de Santa María, la de San Pablo, y algunos
restos de la antigua casa prioral.
La iglesia monástica
de Santa María
El templo monacal de Santa María de Obarra es de estilo
románico lombardo, posiblemente el más antiguo
e importante que se construyó en Aragón. La iglesia
que podemos ver hoy se edificó en las primeras décadas
del XI en un estilo lombardo muy primitivo e inicial. A ello
se debe la tendencia a la horizontalidad.
Como veremos, la única animación
mural es la de las lesenas y arquillos lombardos, que en los
ábsides se convierten en nichos muy atractivos estéticamente
por su efecto de claro oscuro.
Exterior
Es de planta basilical, de tres larguísimas
naves de desigual altura (la central es más alta y más
ancha). La cabecera tiene tres ábsides de planta semicircular
sin presbiterios donde se abren ventanas a media altura. El
edificio se cubre con un tejado central a dos aguas, y por debajo
otros dos a un agua que cubren cada una de las naves laterales.
El exterior se encuentra decorado con bandas de
decoración en esquinilla, celdas romboidales, arquillos
ciegos, y unas lesenas que pretenden verticalizar un edificio
donde prima el carácter completamente horizontal debido
a su acusada longitud y modesta altura. En el ábside
central la franja de arcos presenta un abocinamiento muy marcado.
En el costado meridional, entre el tercer y el cuarto tramo,
se encuentran los restos de la torre campanario.
En el último tramo de este lado, junto a
la torre, se encuentra la portada original, que se estructura
en torno a un arco de medio punto con una arquivolta, que se
apoya en columnas de capiteles de tradición prerrománica,
decorados con formas geométricas (vástagos cruzados
con terminación en volutas). La aparición de columnas
flanqueando el vano de entrada sorprende pues no es propia de
la arquitectura lombarda. Podría tratarse de capiteles
reaprovechados de la ruina del edificio hispanovisigodo (si
realmente Obarra llegó a existir en fechas tan tempranas)
o, por lo menos, prerrománicos del siglo IX en que sabemos
con certeza que existió. La mera observación de
estas columnas de la puerta nos hace relacionarlas con algunas
del claustro de la antigua catedral de Roda de Isábena.
Para otros autores, sin embargo, la relación sería
la inversa.
Por encima se encuentra una ventana abocinada con
un arco de medio punto. Junto a esta portada encontramos otra,
situada en el tramo de los pies, que fue abierta en el siglo
XX, y que tiene el escudo del monasterio en su clave.
Interior
En el interior es un espacio de gran altura, con
las formas sencillas y armónicas que caracterizan el
románico lombardo. Las naves se separan por medio de
pilares cruciformes sin columnas adosadas, de donde arrancan
los arcos fajones y formeros.
La nave meridional se cubre con bóveda de
arista en toda su extensión. La central sólo lo
hace en sus tres primeros tramos, siendo los cuatro restantes
de bóveda de cañón. La nave norte tiene
bóveda de arista en los cuatro tramos más cercanos
al ábside.
El ábside central presenta la particularidad
de que lleva una arquería mural de cinco arcos de medio
punto asimétricos puesto que tres de ellos son grandes
y reposan sobre columnas mientras que los dos restantes son
mucho más pequeños y se apoyan sobre un capitel
ménsula. Es posible que los citados capiteles -al igual
que lo ya citados de la puerta- pertenezcan al arruinado templo
hispanovisigodo o prerrománico anterior a la destrucción
de los musulmanes.
Entre las piezas de arte mueble que se conservan
en el interior de la iglesia destaca una pila bautismal, situada
en el último tramo de la nave occidental, y que podría
proceder de un edificio visigodo. Es una estructura muy sencilla,
formada por una gran piedra hueca sin decorar, con un pequeño
agujero para drenar el agua.
Otra de las obras sobre las que hay que llamar
la atención es la figura de la Virgen de Obarra. Se trata
de una talla gótica realizada en piedra policromada,
que se sitúa en el altar mayor. La Virgen se encuentra
de pie, sustentando al niño con el brazo zurdo, y portando
una flor de lis en el diestro.
Fenómeno solar durante los solsticios
en el año 1977 Juan Francisco Esteban descubrió
un fenómeno lumínico comparable a los que se conocen
en San Juan de Ortega (Burgos) y Santa Marta de Tera (Zamora).
en el caso de Obarra sucede que durante el Solsticio de verano,
un rayo de luz matinal logra pasar entre dos montañas
-cuando el valle se encuentra todavía en penumbra- y
cruzando la ventana absidal ilumina el centro del altar. Este
rayo que ilumina la iglesia que se hallaba en general en la
oscuridad de incipiente amanecer coincidía con la llamada
"hora tercia" comienzo del oficio divino - la Misa-
de los monjes benedictinos.
Es probable que este fenómeno lumínico
se de en otras muchas iglesias románicas porque, ciertamente,
la orientación al este -hacia el amanecer- de los templos
tiene un claro fin simbólico: el que los primero rayos
de luz del amanecer que vencen a las tinieblas nocturnas incidan
sobre la cabecera (el Sancta Sanctorum) de la iglesia donde
se encuentran el altar y el sagrario con las formas consagradas.
La luz en el Cristianismo es símbolo de la Vida y la
Divinidad. Sólo hay que leer los primeros versículos
del Prólogo del Evangelio de San Juan en relación
a la encarnación del Verbo y su vinculación a
la Luz: