Monasterio
de Santa María de la Sierra (Collado Hermoso, Segovia)
La
iglesia monástica cisterciense de Santa María de la
Sierra, situada a media ladera de la Sierra de Guadarrama, entre
Collado Hermoso y Sotosalbos, fue hasta muy pocos años un
desolado conjunto de ruinas de propiedad particular. Por fortuna
la empresa Ábbatte -propietaria de la finca- hace unos pocos
años ha restaurado y acondicionado perfectamente las ruinas,
admitiendo visitas guiadas al cenobio así como a los talleres
donde elaboran ar-tesanalmente textiles con fibras de alta calidad
y la recuperación del cultivo de plantas tintóreas.
(¡Nuestra más sincera felicitación y agradecimiento
por ello!).
Antiguamente, la visita era una pequeña aventura porque las
ruinas estaban inundadas de vegetación y de las abejas de
los panales existente junto a la puerta de la iglesia.
De Collado Hermoso, junto a su iglesia parroquial,
sale un camino hacia la falda de la sierra en dirección norte
sur. A unos cuantos cientos de metros, llegando a un pinar, se ha
de abandonar este camino y tomar otro más estrecho y casi
oculto que sale a la izquierda.
Ya
en 1931 estas ruinas fueron declaradas Monumento Histórico
Artístico.
El primitivo monasterio
tiene su origen a principios del siglo XII, en 1133, cuando Pedro
de Agén, obispo de Segovia, permite la fundación benedictina,
hecho que hay que encuadrarlo en el esfuerzo que reyes y alto clero
de la época dedicaron a la repoblación de la cuenca
sur del Duero. Sin embargo el actual edificio, no inicia su construcción
hasta su nueva afiliación por la orden cisterciense, en la
segunda década del siglo XIII y probablemente las obras continuarían
hasta la siguiente centuria.
La iglesia, única
parte del monasterio que se conserva con la suficiente integridad
para ser estudiada, tiene tres naves sin crucero que todavía
se mantienen en pie. Están divididas en cinco tramos y alcanzan
la misma altura aunque tienen diferente anchura, siendo la central
la más amplia y, de las laterales, la meridional es más
grande. Su separación se llevaba a cabo por arcos apuntados
y doblados que cargan sobre pilares cruciformes con columnas adosadas
a sus cuatro costados. Sólo permanece abovedada la meridional,
y el presbiterio del ábside principal.
El conjunto de cabecera
y muros periféricos, edificda en mampostería, debió
ser lo primero en levantarse a comienzos del siglo XIII y es la
parte más deteriorada, casi desaparecida. La escasa calidad
arquitectónica denota que la construcción se inició
sumida en una acusada escasez de medios económicos. Más
tarde, se levantaría la estructura de soportes del interior
de mucha mayor calidad, construido en perfecta sillería.
Arcos formeros doblados y apuntados cabalgan sobre pilares cruciformes
con semicolumnas apoyadas en todos sus costados.
Los primeros tramos de la
nave central, por la escultura de capiteles de temática animalística
muy sencilla, sobre todo aves, pertenecen a una tradición
plenamente románica y se construirían aún durante
el siglo XIII. Aunque de manos diferentes, algunas aves entrelazando
sus cuellos se representan en varias construcciones del taller de
Fuentidueña y el águila atrapando a un conejo se ve
en la portada de Cerezo de Abajo y en Sequera del Fresno.
Aunque puede resultar extraña la presencia de
estas esculturas figurativas en una iglesia cisterciense, algo que
prohibió taxativamente San Barnardo de Claraval, lo cierto
es que son frecuentes las excepciones en numerosos monasterios del
Císter en España, sobre todo si su edificación
es tardía y lejana en el tiempo a las normas impuestos por
el santo abad borgoñón.
Los capitales más
abundantes son, sin embargo, los fitomórficos, aunque no
pertenecen a una estilística homogénea. A medida que
se avanza hacia los pies del templo y sobre todo en la nave septentrional
se estilizan para dar motivos de estética gótica con
profusión de crochets. También aparecen columnas que,
en lugar de apoyarse en el piso, surgen de ménsulas. Estas
dos características apuntan a que los tramos finales de las
naves y, principalmente la septentrional pertenecen a una época
que podría trasladarse a finales del XIII o comienzos del
XIV.
La fachada de poniente tiene
una rica portada apuntada de arquivoltas con dientes de sierra y
puntas de diamante sobre jamabas y sin columnas, con un gran rosetón
sobre ella, rodeado de un par de contrafuertes. No cabe duda del
parecido que esta fachada tiene con la de Santa María de
la Huerta en Soria, no sólo por la disposición de
los elementos sino por el parecido juego de formas de molduras de
las arquivoltas.