Guía
monumental (arte e historia) de Sangüesa, Navarra
|
|
Sangüesa |
|
|
Navarra |
|
Comarca
de Sangüesa |
|
5.000 |
|
404 |
Introducción
a la guía de arte (monumentos y rutas)
Introducción histórica
Sangüesa, o Zangoza en Eusekera, es la capital
de la merindad homónima desde mediados del siglo XIII. Es
una pequeña localidad de unos 5000 habitantes, localizada
a orillas del río Aragón, a unos 45 km. de Pamplona.
El emplazamiento medieval de Sanguesa "la Vieja" se situaba
en un pequeño altozano, que en la actualidad se corresponde
con la vecina localidad de Rocaforte, poblada desde época
romana.
En el año 882 fue tomada por los musulmanes,
aunque poco tiempo después Sancho Garcés I de Pamplona
(905-925) la recuperó anexionándola a las tenencias
navarras. Ya en estos años hay noticias de una fortaleza
en la parte más alta, al abrigo de la cual se extendería
la población.
En el año 1063 Sancho IV (1054-1076) cedió
la villa al reino de Aragón, aunque apenas diez años
después volvió a pasar a la protección de los
reyes de Pamplona. Poco tiempo después, en torno al 1090,
Sancho Ramírez, rey de Aragón (1063-1094) y de Pamplona
(1076-1094), concedió a Sangüesa "la Vieja"
el fuero de Jaca, produciéndose en este momento un importante
aumento demográfico, que propició la construcción
de nuevos edificios religiosos.
A lo largo del siglo XII esta situación continuó,
debido a la sucesión de privilegios que los diferentes reyes
le fueron concediendo.
Los nuevos pobladores se fueron asentando en la llanura,
dando lugar al burgo nuevo o Sanguesa "la Nueva", cuya
población aumentó a raíz de que Alfonso I (1104-1174)
extendiera a esta zona en 1122 el fuero de Jaca.
A lo largo de los siglos siguientes la localidad fue
creciendo en número de habitantes, multiplicándose
su importancia, en parte, debido a su cercanía con la frontera
del reino de Aragón, lo que la convirtió en un lugar
estratégico, y a la protección de los sucesivos reyes,
que confirmaron los fueros de la localidad y reforzaron los lazos
comerciales mediante nuevos privilegios.
Hay que considerar también que esta villa se
encontraba en la ruta de peregrinación a Santiago, y fue
residencia habitual de los primeros reyes de Navarra, todo lo cual
llevó a convertir a Sangüesa en una de las poblaciones
más importantes del Reino durante los siglos de la baja Edad
Media.
Iglesia de Santa María la Real
La iglesia de Santa María se sitúa al
sur de la villa, rematando la calle mayor, y justo a orillas del
río. Su construcción debió de llevarse a cabo
en un prolongado proceso desde el siglo XII al XIII. En el exterior
la portada monumental, la cabecera, y la gran torre de estilo gótico,
llamarán poderosamente la atención del visitante.
La cabecera se estructura por medio de tres ábsides
semicirculares, el mayor de mayores dimensiones que los laterales,
y flanqueados por contrafuertes que dividen el espacio, y un friso
de ventanas, todas con idéntica decoración.
La portada, de factura románica, se sitúa
al sur, permitiendo el acceso a la nave de la epístola. Está
formada por medio de un arco apuntado, bordeado por cinco arquivoltas
que se sostienen sobre tres columnas, y que acogen al tímpano.
La iconografía establece todo un programa teológivo
en torno a la Salvación y el Juicio Final.
Sobre el arco de acceso se sitúan dos niveles
de arquerías ciegas de medio punto con columnas dobles, que
acogen en su interior a los doce apóstoles y a dos ángeles
y, en el centro, a Cristo salvador.
La torre, de planta octogonal, se levanta sobre el
crucero. Presenta tres cuerpos realizados en diferentes etapas constructivas.
El último tramo se remata con almenas, lo que dota al edificio
de un carácter de fortificación que recuerda el uso
primigenio de baluarte junto a la muralla que tuvo el edificio.
El interior del edificio se divide en tres naves, la
central de mayores dimensiones y ligeramente más alta, que
rematan en sus correspondientes ábsides, con crucero sobre
el que se eleva la torre-cimborrio.
Se cubren por medio de bóvedas de arcos entrecruzados,
divididas en dos tramos desiguales, irregularidad que puede explicarse
debido a las murallas de la ciudad. La capilla mayor tiene un anteábside
recto y el ábside semicircular, oculto por un retablo de
factura renacentista. En los dos ábsides laterales no existe
ese tramo recto, y en ellos se traduce la misma decoración
del exterior.
Más
información de la Iglesia
de Santa María la Real, Sangüesa
Iglesia de Santiago
La iglesia de Santiago se sitúa en el sureste
de la villa y, al igual que Santa María la Real, en sus orígenes
se concibió a modo de bastión junto al perímetro
de la muralla, como revela su torre almenada. No son muchos los
datos que se conocen del origen de esta iglesia, construida seguramente
a mediados del siglo XII.
El templo de Santa María la Real debió
de quedarse pequeño cuando aumentó la población
de Sangüesa y el flujo de peregrinos a Santiago de Compostela.
La primera noticia que se tiene de ella aparece en
un documento de 1144, cuando el papa Celestino II (1143-1144) confirmó
las propiedades y los usufructos de la iglesia pamplonesa, entre
las que se encontraba la parroquia que nos ocupa. Sin embargo, la
etapa románica primigenia ha quedado enmascarada por las
reformas que se emprendieron durante el gótico, cuando se
remodelaron las naves del templo.
El
elemento más destacado del exterior del edificio es la fachada
occidental, con la gran portada de acceso, que revela el origen
románico. Se abre sobre un paramento adelantado al muro perimetral,
enmarcado por cuatro columnas que actúan a modo de contrafuertes.
El arco de acceso, ligeramente apuntado, se rodea de seis arquivoltas
molduradas con baquetones, que apean sobre tres jambas y tres columnas
con fustes monolíticos, con capiteles decorados con formas
vegetales. El tímpano se sostiene sobre dos modillones con
representaciones de bestias. Éste es completamente liso,
y acoge en su interior una figura de Santiago y dos peregrinos pintados,
realizados muchos años más tarde.
Sobre la portada, un rosetón de grandes dimensiones,
protegido por un arco de medio punto, evidencia las reformas realizadas
en el edificio en el siglo XIV. El otro elemento destacado del exterior
es la gran torre almenada, también construida durante los
siglos del gótico, sobre la parte recta del ábside
central.
El interior tiene una planta basilical, con tres naves
y sus correspondientes ábsides, el central y el meridional
semicirculares, y el situado en el norte, recto. Como es habitual,
la nave central destaca en anchura y altura sobre las dos laterales.
Las tres se dividen a su vez en cuatro tramos, que se cubren con
bóvedas de crucería simple, y bóvedas de horno
en los ábsides.
Las naves se separan por medio de grandes pilares circulares
que sostienen los arcos formeros de medio punto, y sobre los cuales
se encuentran unas pequeñas ventanas que permiten iluminar
el interior. A ambos lados de las naves hay capillas devocionales,
que fueron abriéndose en diferentes épocas.
El elemento más interesante del interior del
edificio es su cabecera. En el ábside norte es donde mejor
se puede ver el pasado románico de esta construcción.
Al igual que el central, está estructurado por medio de un
tramo recto, y otro curvo. La decoración se concentra en
la ventana que se encuentra en el semicilindro. Se articula por
medio de una imposta sobre la que arranca una ventana abocinada
en donde se concentra el aparato decorativo. Está formada
por un arco de medio punto que se sostiene sobre dos columnas acodilladas,
por encima de las cuáles hay una rosca decorada con zig-zag,
y, sobre ella, un guardapolvo con puntas de diamante. Una segunda
imposta con decoración de ajedrezado recorre el ábside,
a la altura de los riñones del arco de la ventana.
En los capiteles de las columnas todavía puede
apreciarse decoración vegetal, como hojas, volutas y piñas;
y en las basas una voluta en cada uno de los ángulos. Todos
estos motivos decorativos se repiten en las dos grandes semicolumnas
que se encuentran a la entrada del ábside.
El ábside central se abre al crucero por medio
de un arco del triunfo que apea sobre dos columnas acodilladas.
Es de unas dimensiones excepcionales en el románico navarro,
aunque por desgracia no puede apreciarse en su totalidad, debido
a que en el interior un retablo barroco de gran tamaño lo
enmascara por completo, y el exterior queda oculto por las construcciones
que se realizaron alrededor para afianzar la torre construida sobre
el anteábside.
El ábside meridional es de unas dimensiones
más reducidas y remata en un hastial recto, aunque originalmente
también era semicircular. En el siglo XIV se modificó
la estructura, para instalar aquí la escalera de caracol
que permite acceder a la torre y a la parte superior de los muros.
En el exterior éstos quedan completamente ocultos. En él
puede verse una interesante talla de Santiago, realizada seguramente
en los primeros años del siglo XIV, y que debió de
presidir originariamente el ábside central.
Iglesia de San Salvador
La iglesia de San Salvador fue construida para atender
las necesidades de los vecinos del suroeste del burgo nuevo, cuya
población se había multiplicado a lo largo del siglo.
La primera vez que se menciona es en 1225, en un documento
de compra de tierras de Remiro, obispo de la diócesis de
Pamplona, en donde el capellán de esta parroquia aparece
como uno de los testigos, por lo que, al menos en ese momento, la
construcción de la iglesia ya debía de estar prevista,
si bien las características constructivas remiten a finales
de ese siglo. En la siguiente centuria hay abundantes datos en los
documentos de archivo, por lo que en esa centuria en la parroquia
ya debían realizarse oficios religiosos.
En el exterior lo primero que llamará la atención
del visitante es el atrio construido en la fachada de los pies,
que es una construcción tardogótica, seguramente del
siglo XVI, que cobija y dota de monumentalidad la portada de la
iglesia. En la actualidad, esta estructura se encuentra descontextualizada
debido a la desaparición de los edificios de alrededor. No
se tiene ninguna evidencia sobre el motivo por el que no se encuentra
alineado con la portada y el óculo que se encuentra sobre
ella.
El acceso principal de la iglesia se encuentra en la
fachada de los pies, y es el más interesante desde el punto
de vista de la escultura monumental. En él podemos ver un
arco de medio punto enmarcado por seis arquivoltas con molduras
baquetonadas y, a ambos lados, dos frisos de arquerías ciegas
apuntadas y trilobuladas distribuidas en dos niveles, cuyo esquema
recuerda al de la portada de la iglesia de Santa María la
Real de Olite.
La iconografía gira en torno al Juicio Final,
con Cristo entronizado en el tímpano, rodeado por la Virgen
y el Bautista arrodillados, y dos ángeles de menor tamaño.
En las arquivoltas pueden verse a los ángeles, que tocan
las trompetas llamando al Juicio. En la parte inferior del tímpano
están representados el infierno, los hombres esperando a
ser juzgados y suplicando el perdón del Salvador, y la resurrección
de los muertos.
Sobre el presbiterio se levanta un impresionante torreón,
de cuatro alturas y planta poligonal, y que se construyó
durante la segunda mitad del siglo XIV, en los mismos años
en los que se levantaron las torres de las parroquias de Santa María
y de Santiago, dotándolas de un carácter militar y
defensivo.
En la actualidad no es posible acceder al interior
del edificio, que se encuentra en un estado de deterioro muy avanzado
y amenaza ruina. Tiene una única nave rematada en un ábside
ligeramente más estrecho y de planta poligonal, que se divide
en seis tramos, cubiertos con bóveda de crucería simple,
y que se traducen al exterior por medio de contrafuertes. A los
pies, en los dos últimos tramos de la nave, se encuentra
un coro en alto, que se añadió en el siglo XVI. En
el XVII se construyeron en el lado del evangelio dos capillas dedicadas
a san Sebastián y a la conversión de san Pablo. Junto
a la cabecera, también en el lado del evangelio hay una sacristía
cubierta con una bóveda de crucería de dos tramos,
cuya construcción se acometió en el siglo XVI, en
los mismos años en los que se realizó el atrio en
la portada de los pies. Recientemente se han redescubierto las interesantes
pinturas murales góticas, milagrosamente conservadas gracias
a que los muros se blanquearon durante el siglo XVIII, y en la actualidad
esperan pacientes una restauración que, de producirse, sin
duda deparará agradables sorpresas.
Convento de San Francisco de Asís
San Francisco de Asis siempre fue un santo que gozó
de gran devoción en la villa debido a que, según la
leyenda, en 1213, en su peregrinaje de vuelta desde Santiago, había
realizado una parada en la localidad, y había fundado un
eremitorio, antecedente, quizás legendario, del convento
de San Francisco de Asís. En su origen fue una fundación
de Teobaldo II (1253-1270), como nos indica la lápida fundacional
que se encuentra en el muro sur de la iglesia, que además
nos aporta la fecha, el 18 de octubre de 1266. Posteriormente, entre
la segunda mitad del siglo XIII y las primeras décadas del
XIV, se construyeron el claustro y las estancias conventuales que
se estructuran en torno a él. Este cenobio es, junto con
el de El Carmen, los únicos que sobreviven en la actualidad,
en una villa que llegó a contar hasta con cuatro casas conventuales.
La portada que permite el acceso a la iglesia es sencilla,
apenas sin decoración, al igual que el interior del edificio,
en consonancia con el voto de pobreza que practicaba la orden, estructurada
en torno a un arco apuntado enmarcado por arquivoltas.
El interior, que acaba de ser restaurado, presenta
una nave única con cabecera recta, como es habitual en las
iglesias mendicantes en este momento, cubierta por una bóveda
estrellada tardogótica de cuatro tramos, realizada en el
siglo XVI, que remplazó a la cubierta original. Todavía
puede verse, en el coro situado a los pies de la iglesia, uno de
los arcos fajones apuntados sobre los que se apoyaría la
cubierta original.
Por medio de un arco apuntado abocinado se puede acceder
al claustro, de planta cuadrangular, y rodeado en sus cuatro pandas
por finos arcos apuntados trilobulados. En una de las pandas se
abre la sala capitular, que actúa en la actualidad como sacristía,
y que se abre al claustro por medio de tres arcos apuntados trilobulados.
En el centro puede verse una escultura del padre Joaquín
Mª de Llevaneras, fundador del colegio de Nuestra Señora
del Bueno Consejo en Lekaroz (Valle del Baztán), de los hermanos
menores capuchinos, que custodian el convento desde finales del
siglo XIX. Fue realizada por Jorge Oteiza en 1953. En el claustro
también puede verse la tumba de este sacerdote, y, en una
de las salas se expone una colección de pintura de los siglos
XVI-XIX de temática variada, que albergaba aquel colegio,
y que es propiedad de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Entre las obras destaca el ciclo de pinturas de la vida de san Francisco
de Asís, que se expone en el centro de la sala.
Otra exposición permanente que puede verse en
este convento es el museo de relojes de torre, que alberga maquinaria
de los relojes monumentales del entorno de Sangüesa de los
siglos XVIII, XIX y XX, junto a paneles y fotografías que
proponen al visitante un recorrido por la historia de la relojería
desde sus inicios hasta la actualidad.
Convento del Carmen
Menos conocido que el de San Francisco, el Convento
del Carmen fue edificado a partir del siglo XIV, conservándose
la iglesia de una nave y un claustro con dos plantas.
La puerta de la iglesia tiene arcos de medio punto
y en las columnillas todavía se aprecian representaciones
figuradas entre las que destaca un casi completo ciclo de la Natividad.
Del conjunto del claustro, el piso inferior es el más
interesante por sus arquerías tardogóticas de arcos
apuntados que cobijan tracerías trilobuladas.
Palacio Castillo Príncipe de Viana
El palacio real de Sangüesa siempre tuvo un carácter
militar y residencial. La primera fortaleza que hubo en este lugar
fue construida a finales del siglo XI por el rey Sancho Ramírez.
A raíz de la separación de los reinos de Aragón
y Navarra en 1134, Sangüesa quedó emplazada en una posición
estratégica, muy cerca de la frontera, por lo que se acentuó
su carácter defensivo, y el edificio se insertó en
el cerco de las murallas, para defender el flanco norte de la villa.
En la primera mitad del siglo XIII se habilitó
la torre oriental como residencia regia. Carlos II (1349-1387) mandó
construir otros dos flancos, situados uno al norte, el único
que se ha conservado, y otro al sur, en el lugar que hoy ocupa la
Casa Consistorial, y que fue derribado en 1570. En torno a estas
tres estructuras se creó un patio de armas, que ocuparía
aproximadamente el lugar de la actual plaza de los Arcos.
De todo esto, lo único que ha llegado a nuestros
días es el ala norte del edificio. Se trata de una construcción
de planta rectangular y dos alturas, flanqueado por dos torres almenadas.
La fachada que se abre al sur presenta dos tipos de paramentos pétreos,
sillar en el nivel inferior y sillarejo en el superior.
Se trata de una fachada sencilla, cuyo único
elemento ornamental es una imposta que la recorre en todo su perímetro,
siendo interrumpida a la altura de los riñones del arco de
acceso. Éste es un austero arco apuntado que no presenta
tampoco ningún alarde decorativo, al igual que el otro acceso
del edificio, situado en el costado izquierdo de la fachada. En
la siguiente altura hay seis ventanas geminadas y adinteladas. El
torreón situado al este presenta en este flanco, una ventana
con arco trilobulado y un pequeño óculo, mientras
que la torre occidental está parcialmente derruido.
En la fachada septentrional es donde más claramente
se ve el carácter defensivo del edificio, debido a los dos
fosos que protegen la entrada. Su estructura es muy similar a la
fachada sur. En el piso inferior hay cuatro ventanas geminadas y
un sencillo acceso por medio de una puerta adintelada, y en el superior
se abren otros cinco vanos.
El interior del edificio sufrió mucho debido
a los diferentes usos que se han hecho de él a lo largo de
la historia. En la década de los 70 se emprendió una
reforma que rehabilitó todo el conjunto, y permitió
instalar en su interior la biblioteca municipal y espacios multifuncionales
dedicados a la cultura. Se puede acceder a la torre oriental, que
fue la primera parte del edificio que se destinó a residencia
regia.
Iglesia de San Adrián de Vadoluengo
Para encontrar la iglesia de San Adrián de Vadoluengo
hay que tomar la carretera que lleva a Sos del Rey Católico
desde el centro de Sangüesa, estando muy cerca de ésta,
a tan sólo un par de kilómetros a la derecha.
Está en una propiedad privada pero si problemas
de acceso. Es un pequeño pero encantador templo románico
de una nave y cabecera de ábside de planta semicircular con
una curiosa -por poco frecuente- torre campanario en el tramo de
los pies.
La portada sur tiene su correspondiente tímpano
cuyo protagonista es un Crismón.
Más
información de la Ermita
de San Adrián de Vadoluengo
Otros edificios no medievales de Sangüesa
Otros edificios interesantes del patrimonio de Sangüesa
son el Ayuntamiento (Casa Consistorial) y el Palacio de Vallesantoro.
Ayuntamiento
Edificio del siglo XVI (1570) que da a la Plaza General
Los Arcos y la Calle Mayor. La fachada está compuesta de
dos pisos. El primero comunica los dos espacios urbanos antes mencionados
mediante dos grupos de cuatro arcos escarzanos sobre columnas toscanas.
El nivel superior tiene grandes ventanales y terraza.
Palacio de Ongay-Vallesantoro
Al sur del casco antiguo, encontramos el Palacio de
Ongay-Vallesantoro con su portada barroca de columnas salomónicas
cubierta por un impresionante alero de oscura madera tallada y gigantescas
figuras teriomorfas.
(Autores del texto del artículo
de ARTEGUIAS:
Víctor López Lorente y David de la Garma)