(julio
2002) En los
próximos meses se iniciará la restauración
del monasterio benedictino de Sant Pau del Camp, el único
románico existente en la ciudad de Barcelona. La obra contará
con el patrocinio de la Fundación Caja Madrid, que aportará
330.556 euros. Ayer se firmó el convenio que permitirá
la restauración entre la Generalitat de Catalunya, el arzobispado
de Barcelona y la mencionada fundación.
Durante el acto, el gerente
de la entidad cultural financiera, Carlos María Martínez
Martínez, declaró que "es un privilegio llegar
al corazón de la gente de Barcelona" a través
de la proyectada remodelación de la iglesia románica.
El conseller de Cultura, Jordi Vilajoana, alabó "la
sensibilidad, habilidad e inteligencia" de la fundación
al escoger los proyectos en los que ejercer el patrocinio. Esta
entidad ya participó en la restauración de Sant
Pere de Rodes (Girona) y en la de la Casa de Convalescència,
actual sede del Institut d'Estudis Catalans.
El proyecto de restauración,
redactado por los arquitectos Manel Gausa, Oleguer Gelpí
y Aureli Santos, tiene como objetivos, entre otros, la consolidación
estructural de las fábricas del claustro y la iglesia,
un nuevo sistema de evacuación de aguas, renovación
de pavimentos y medidas de conservación de los elementos
de valor artístico (esculturas, pinturas o vidrieras).
Fundado antes del 911
por el conde Gifré Borrell, el monasterio fue destruido
por Almanzor en el 985. Después de la restauración
de la comunidad en el siglo XI, la iglesia se convirtió
en parroquia en 1835 y sus dependencias albergaron primero una
escuela y más tarde un cuartel. Declarado monumento histórico-artístico
de Cataluña en 1879, ya fue objeto de otra restauración
entre 1896 y 1907.
Desperfectos
Sant Pau del Camp debe
su nombre a la zona en la que estaba situado, ocupada por huertos.
El monasterio consta de iglesia de planta griega y de un claustro
de pequeñas dimensiones y de planta cuadrada que data del
siglo XIII. La fachada tiene una portalada enmarcada por una columna
a cada lado con capiteles de mármol visigodos y un relieve
de Cristo Majestad. En 1927, el arquitecto Josep Goday proyectó
la destrucción de los anexos, de los que sólo se
conservó una sala capitular gótica del siglo XIV.
El monasterio padece actualmente los desperfectos ocasionados
por el efecto de las lluvias y las inundaciones, la acumulación
de polvo y suciedad y el desgaste de los fustes y las bases de
las columnas.
Al acto también
asistieron Josep Maria Martí Bonet, delegado de Patrimonio
Cultural del arzobispado; Joan Benito, delegado episcopal de Economía
del arzobispado, y Marc Mayer, director general de Patrimonio
Cultural.
(Noticia de La Vanguardia)