La residencia de los reyes de Navarra
se encuentra enclavada en el corazón del antiguo Reino,
a unos 40 km. de Pamplona, en la localidad de Olite, cabeza de
la merindad homónima. Se trata de una construcción
de carácter residencial, levantada fundamentalmente en
las primeras décadas del siglo XV, cuando la corte se asentó
de forma definitiva en el palacio.
Con la anexión del reino
de Navarra a las Coronas de Castilla y de Aragón en 1512
el palacio comenzó una etapa de decadencia. Durante la
Guerra de la Independencia Espoz y Mina incendió todo el
edificio, en el año 1813, provocando daños irreparables
que a punto estuvieron de terminar definitivamente con el conjunto.
En el año 1925 fue declarado Monumento Nacional, y durante
las primeras décadas del siglo XX comenzaron los trabajos
de reconstrucción, que no siempre fueron fieles a la realidad
del edificio original.
Secuencia constructiva
El Palacio Real de Olite fue una de las empresas
constructivas a las que el rey Carlos III el Noble (1387-1425)
prestó mayor atención durante su reinado. La población
de Olite contaba, desde tiempo atrás, con una residencia
palaciega vinculada a los reyes de Navarra, situada en el conocido
Palacio Viejo. Pero de forma paulatina Olite se fue imponiendo
sobre el resto de las casas del rey, debido, en parte, a su privilegiado
emplazamiento en el centro del Reino y las bondades del clima.
El
complejo responde a una sucesión de torres y patios edificados
de forma irregular, cuya secuencia constructiva no es fácil
de definir, debido a que no responde a un proyecto inicial concebido
desde un principio de forma cerrada.
En su construcción pueden distinguirse tres
fases. La primera se correspondería con unas pequeñas
obras de ampliación del Palacio Viejo. A los pocos años
de llegar al trono el Rey decidió adquirir las casas que
se encontraban frente a este edificio, con el objetivo de derruirlas
y abrir un espacio amplio frente a la fachada que lo dotase de
una mayor dignidad. En torno a 1396 o 1398 se realizaron más
obras, con el objetivo de ampliar las estancias de y dotar de
mayor dignidad las dependencias destinadas a la residencia de
la reina doña Leonor (1387-1415).
En un segundo momento, en torno a 1402, se inició
la construcción de un nuevo edificio de grandes dimensiones,
que aglutina muchas de las novedades que en este momento se estaban
desarrollando en las diferentes palacios del rey Carlos V de Francia,
como Vincennes, el Louvre, o el conjunto residencial de Aviñón,
tal y como ha destacado el profesor Javier Martínez de
Aguirre. Estas nuevas construcciones se levantaron al otro de
la iglesia de Santa María, en donde el espacio era mucho
mayor. Fue en este momento cuando se construyeron la torre Mayor,
la torre Nueva y la torre de la Vit.
Por último, hacia 1410, coincidiendo con el
regreso del Rey de su tercer viaje al país galo, se volvió
a realizar una ampliación del palacio, edificándose
todos los patios y las torres que se encuentran más alejados
del núcleo principal: la torre Ochavada, la torre de las
Tres Finestras, la torre de la Joyosa Guarda, la torre del Portal
del Fenero y el Claustrillo, conocido también como Galería
de la Reina. Estas construcciones responden, en gran medida, al
gusto personal del Rey, que desarrolló en ellas formas
caprichosas de las que no se han podido localizar modelos en el
territorio galo.
El Palacio Viejo
El Palacio Viejo es el edificio más antiguo
de todo el conjunto real de Olite. Los historiadores no se ponen
de acuerdo sobre el origen de esta construcción, hay quien
indica que fue levantado sobre una fortaleza romana, aunque otros
autores hablan de un edificio de época visigoda o musulmana.
Desde la segunda mitad del siglo XIII en la documentación
comienza a mencionarse le celebración de actos cortesanos
en la villa, lo que no significa necesariamente la existencia
de una residencia real que, sin embargo, ya debía de existir
en el XIV, cuando se mencionan estancias de los diferentes reyes
en Olite. Es imposible acercase más a la cronología
de la construcción, debido a la ausencia de documentos
y al hecho de que durante el siglo XIX el edificio estuvo prácticamente
a punto de desaparecer.
Se trata de una construcción de planta rectangular,
con cuatro torres en los ángulos, y rodeado de almenas
en todo su perímetro. Se articula en torno a un patio,
al que se abren las diferentes salas. En la actualidad el edificio
alberga un Parador de Turismo y, como tal, dispone de una zona
semipública de libre acceso.
El primer conjunto constructivo del Palacio Nuevo
La torre Mayor y la galería del Rey
Si nos atenemos a la documentación, lo primero
que debió de construirse del conocido como Palacio Nuevo
fue la conocida como torre Mayor o Gran Torre, aneja a uno de
los muros de la villa. En su interior se encuentra una de las
salas de mayor dignidad de todo el palacio, la conocida como Sala
del Rey aunque la documentación se refiere a ella en realidad
como sala los Lazos. Se trata de una estancia de grandes dimensiones
con una chimenea de gran tamaño, y dos pequeños
miradores, a cuyos lados se encuentran asientos afrontados.
A esta sala se abre la Galería Dorada, también
conocida como Galería del Rey, que constituye uno de los
espacios de mayor riqueza decorativa de todo el edificio. Mediante
dos arquerías superpuestas, un balaustre se asoma al Patio
de los Naranjos, llamado en la actualidad de las Moreras. Las
arquerías se dividen en tres tramos con cinco arcos los
laterales y cuatro el central, apuntados y trilobulados, separados
por medio de pilares romboidales, siendo el nivel inferior más
alto que el superior.
La torre nueva y la torre de la Vit
A continuación, debió de acometerse
la construcción de la torre Nueva y la torre de la Vit.
La primera se sitúa al sureste de la Torre Mayor. La gran
sala que se encuentra en el piso noble es conocida como sala de
la Reina. Al igual que la sala de los Lazos de la Gran Torre,
tiene una chimenea y un mirador, lo que evidencia su uso residencial.
Originalmente el suelo se debía de encontrar cubierto de
ladrillos esmaltados, las ventanas cerradas con vidrieras, y las
paredes cubiertas con tapices, dotando al espacio de un aspecto
muy diferente del actual.
Otra de las funciones de la sala de la Reina fue
la de distribución del espacio, debido a las cinco puertas
que la comunican con la torre Mayor, la Galería Dorada,
la escalera, el claustrillo, y hacia las dependencias situadas
al sur. Una de las novedades que alberga este conjunto, y que
se importó de los palacios franceses contemporáneos
que las diferentes cortes estaban construyendo en estos años
es el sistema de circulación entre las diferentes estancias.
Todas se encuentran comunicadas entre sí, pero para acceder
a cualquiera de ellas no es necesario entrar a una sala, interrumpiendo
por tanto la actividad que se desarrollaba en ella.
Las funciones de todas estas construcciones debieron
de ser eminentemente residenciales, aunque no se tiene certeza
del uso cotidiano que se hizo de estos espacios. Aunque en la
actualidad a las salas nobles de las dos grandes torres se las
conoce con las denominaciones de sala del Rey y sala de la Reina,
estos nombres no convencen a los historiadores, que se inclinan
a pensar más bien en diferentes ámbitos diferenciados
por el grado de privacidad, y no a estancias separadas del rey
y la reina, que significaría la celebración de actos
cortesanos diferenciados de los que no se tiene constancia.
La Torre de la Vit, situada también hacia
el noreste, tiene una función práctica, pues alberga
en su interior la escalera que comunica los diferentes pisos de
la Torre Nueva. Es la construcción más alta de todo
el palacio.
La ampliación de las estancias palaciegas
Todas estas edificaciones debieron terminarse hacia
1410, constituyendo la parte más antigua del Palacio Nuevo.
Pero en torno a esa fecha, coincidiendo con el regreso del rey
de su tercer viaje por el país galo, Carlos III decidió
volver a ampliar las estancias palatinas a extramuros de la villa.
La torre Ochavada
Fue en estos años cuando se edificó
la torre Ochavada, en el jardín situado a los pies de la
Torre Mayor, de planta octogonal. Se trata de una construcción
muy original, que responde seguramente a un capricho del Rey,
con tres estancias sucedidas en altura, y cuyo uso debió
de ser también residencial.
La torre de "Las tres grandes finestras"
A continuación se construyeron la torre de
"Las tres grandes finestras", y la Torre de la Joyosa
Guarda. La primera, llamada también torre de los Cuatro
Vientos, tiene una planta cuadrangular.
Como puede deducirse por su nombre, se utilizó
para servir de mirador privilegiado del palacio y de las fiestas
que se realizaban a los pies. Las "tres grandes finestras"
se corresponden con tres balcones que se abren a los diferentes
flancos de la torre. Adosada se encuentra otro torreón,
de menor altura y planta cuadrada, cuya función era servir
de atalaya para los vigías.
La torre de la "Joyosa Guarda"
La torre de la "Joyosa Guarda", es conocida
también como torre de la Atalaya. Su nombre evoca de forma
directa a "la Guardia Alegre" de la literatura artúrica,
nombre con el que se denominó el Castillo de la Dolorosa
Guarda cuando Lanzarote consiguió vencer a los guardianes
y liberar a la doncella.
Se trata de una construcción de planta cuadrangular
rematada en una terraza rodeada de almenas y con un pequeño
torreón circular, donde se situaría un vigía.
Junto a la torre hay otro torreón de planta circular, de
dimensiones más reducidas.
El interior de esta torre carece de chimeneas, por
lo que se ha supuesto un uso distinto al residencial, quizás
se utilizase para desarrollar en ella actos cortesanos. El elemento
más destacado es una monumental ventana con tracería
gótica con el lazo eterno, símbolo del Rey.
Aunque las torres de las "Tres grandes finestras"
y la de la Joyosa Guarda en la actualidad se encuentran comunicadas
por medio de una amplia terraza, originalmente no fue así.
Desde la torre del Portal de Fenero partía una galería
que en un momento determinado se dividía en dos, para permitir
el acceso a cada una de las dos construcciones.
La torre del portal de Fenero
La torre del portal del Fenero también fue
construida en estas fechas. Su construcción debió
de responder fundamentalmente a mejorar la comunicación
entre los dos extremos del palacio, aunque las salas de su interior
debieron de utilizarse para funciones residenciales.
El Claustrillo o galería de la Reina
En torno a 1418 se construyó el conocido
como Galería de la Reina, aunque en los documentos se denomina
como el claustrillo. Se sitúa al sureste de la Torre Nueva,
y en él se dispuso un jardín que se encontraba a
la misma altura que las salas nobles del palacio, para lo que
fue necesario construir unos enormes arcos fajones capaces de
soportar las enormes losas sobre las que se situaría la
tierra dando lugar a la sala de los Arcos, conocida de forma popular
como la Cueva de los Murciélagos.
El agua necesaria para regar las plantas del
jardín partiría desde el aljibe del palacio, situado
en la torre de la Fuent, por medio de una compleja red de tuberías.
La presencia de un jardín a esta altura debió de
impresionar a los contemporáneos. Esta parte del palacio
se encuentra muy reconstruida, y responde, prácticamente
en su totalidad, a las sucesivas restauraciones que se han acometido
en el conjunto.
(Autor del texto del artículo/colaborador
de ARTEGUIAS:
Víctor López Lorente)