Guía monumental (arte e historia)
de El Frago, Zaragoza
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El
Frago |
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Zaragoza |
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Cinco
Villas |
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Introducción a la guía de arte (monumentos
y rutas) de El Frago, Zaragoza
En
el extremo oriental de la comarca de las Cinco Villas y asentada
sobre una colina a orillas del río Arba de Biel, la pequeña
población de El Frago ha sabido conservar buena parte de
su antiguo encanto medieval, puesto de manifiesto principalmente
en sus estrechas callejuelas (algunas de ellas dotadas de pasadizos
de gran tipismo), en los restos de la modesta judería con
la que contó, así como en su rico patrimonio religioso,
llamativo hoy en día al tratarse de una población
considerablemente modesta.
Iglesia de San Nicolás de Bari
Situada en la parte más elevada del núcleo
y de eminente carácter defensivo, la iglesia de San Nicolás
es una construcción de una sola nave cubierta con bóveda
de cañón apuntado que desemboca en un potente ábside
semicircular que, por su fisionomía, casi da la apariencia
de un cubo de muralla.
Como en varias iglesias de las Cinco Villas, bajo el
presbiterio, el cual fue dispuesto a mayor altura que el espacio
destinado a los fieles, fue habilitada una pequeña cripta
de carácter funcional con el fin de salvar el desnivel existente.
Los elementos más interesantes del templo parroquial
de El Frago son, sin duda, sus dos portadas de acceso, habilitadas
en los costados sur y oeste del edificio y cuya escultura delata
la presencia del Maestro de Agüero.
La occidental, llamativamente descentrada respecto
al eje de la nave debido al condicionamiento que supone la presencia
de torre campanario, dispone dos arquivoltas de medio punto: la
exterior dovelada sobre pilastras; y la interna, baquetonada y apeada
sobre sendas columnas rematadas en capiteles vegetales.
El elemento más destacable de dicha portada
de los pies es su tímpano, sustentado por sencillos modillones
y en el que se representa una versión de carácter
popular del existente en la puerta occidental de El Salvador de
Ejea de los Caballeros, es decir, un crismón trinitario flanqueado
y sostenido por dos ángeles genuflexos cuyas alas desplegadas
de adaptan perfectamente al marco.
Más interesante aún pese a su deficiente
estado de conservación como consecuencia de la erosión
y de la baja calidad del material pétreo es la portada sur,
dispuesta entre contrafuertes y que consta de cinco arquivoltas
de medio punto sobre columnas acodilladas culminadas en capiteles
figurados.
De las cinco arquivoltas que trasdosan el vano de entrada,
las cuatro exteriores son lisas, mientras que la más interna
despliega un interesantísimo calendario agrícola prácticamente
único en el románico aragonés.
Los meses se plasman siguiendo el aparente giro del
sol y comienza desde la derecha del espectador hasta su izquierda.
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Enero: hombre con bulto a la
espalda (empezando camino) o bien con la idea de representar la
recogida de leña para contrarrestar los duros fríos
invernales.
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Febrero: El campesino aparece
calentándose al fuego.
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Marzo: es el mes de la poda
de las viñas. El labriego aparece con la podadera cortando
las ramas viejas de las plantas.
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Abril: una mujer porta una gran
planta en su mano. Se están representando las fiestas mayales,
viejo ritos precristianos de bienvenida a la primavera y propiciación
de buenas cosechas.
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Mayo: Infante con halcón
en su mano (cetrería)
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Junio: Siega de malas hierbas
y cardos
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Julio: Siega de los cereales
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Agosto: Separación del
grano de la paja mediante un instrumento de golpeo llamado mayal
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Septiembre: es la escena más
difícil de descifrar, dado el acusado estado de erosión
en el que se halla. Aparece un hombre frente a vegetación.
Puede ser la recogida de bellotas para el cebo del cerdo de cara
a la matanza o la vendimia. Nosotros nos inclinamos más
por esta segunda opción.
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Octubre: trasiego del vino al
barril
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Noviembre: matanza del cerdo
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Diciembre: banquete navideño,
en este caso con la mesa repleta de comidas pero sin nadie a la
mesa lo que resulta cuando menos curioso.
En los capiteles, pese a su deficiente estado de conservación,
se adivinan escenas de luchas entre caballeros, un combate entre
un hombre y una arpía, grifos enfrentados, un cantero tallando
un bloque pétreo, dos danzarinas bastante recurrentes en
el repertorio del Maestro de Agüero, y una difícilmente
identificable escena en la que aparecen la Virgen y San Joseé
junto a un ángel que algunos especialistas han interpretado
como la revelación que motiva la Huída a Egipto, aunque
nos parece que más se trataría de la Anunciación.
En el tímpano, prácticamente gemelo al
de la portada de los pies de Biota aunque muy desfigurado, fue esculpido
el tema de la Epifanía, apareciendo la estrella en el centro,
los tres Magos (uno de ellos postrado en actitud de adoración),
la Virgen con el Niño en el eje y, en un extremo y casi ajeno
a la escena, San José sosteniendo su cayado.
Ermita de San Miguel
Situada al sur del caserío y justo al pie de
la carretera que a base de cerradas revueltas trepa hasta el casco
urbano de El Frago, la no hace mucho restaurada ermita de San Miguel
es una modesta construcción románica de nave única
abovedada en cañón apuntado y rematada en una cabecera
cuadrangular.
Su elemento más apreciable es la portada sur,
de cuatro arquivoltas de medio punto que apeaban alternativamente
en pilastras y columnas acodilladas, estas últimas hoy desaparecidas.
Sostenido por sendos modillones de sencilla decoración incisa,
el tímpano queda presidido en exclusiva por un crismón
trinitario.
Al norte del caserío y prácticamente
inaccesible se encuentran los ruinas de la ermita de San Miguel
de las Chuelas, que a tenor de los restos conservados, se trataría
de una construcción similar a la anterior, conservando a
duras penas su portada occidental, perfilada por un guardapolvo
a base de puntas de diamante y en cuyo resquebrajado tímpano
de nuevo hallamos un crismón de tipo trinitario.
(Autor del texto del artículo/colaborador
de ARTEGUIAS:
José Manuel Tomé)