El
Camino del Cid en Zaragoza
Introducción
a la Guía monumental del Camino del Cid en Zaragoza
El
Camino del Cid en Zaragoza recorre las tierras suroccidentales
de esta extensa provincia aragonesa; concretamente los valles
de los ríos Jalón y Jiloca.
El Camino
ingresa en Zaragoza procedente de tierras sorianas tras superar
los importantes enclaves cidianos de Medinaceli y Santa María
de Huerta. A partir de la raya fronteriza castellano-aragonesa,
el trayecto discurre paralelo a la vega del río Jalón
atravesando localidades de relevancia como Ariza, Alhama de Aragón
y Ateca hasta llegar a Calatayud, donde emprende dirección
sur para, al amparo ahora del río Jiloca, continuar hasta
la villa de Daroca, muy cerca de los límites provinciales
de Teruel.
Son tierras
que, durante los siglos medievales, fueron escenario de encarnizadas
batallas tanto entre cristianos y musulmanes inmersos de lleno
en el proceso de Reconquista; como entre las coronas castellana
y aragonesa por distintas disputas y conflictos de carácter
fronterizo, de ahí que a lo largo del Camino, sean numerosas
las fortalezas y torres defensivas que vamos a encontrar.
En cuanto
a la arquitectura religiosa se refiere, el Camino del Cid por
tierras de Zaragoza se caracterizará por el predominio
de la arquitectura mudéjar: un estilo autóctono
español marcado por sus esbeltísimas torres de ladrillo,
y por los minuciosos repertorios ornamentales desplegados en sus
muros gracias a la particular disposición del material.
Igualmente,
casi al final de la ruta, la villa de Daroca sorprende al visitante
por la armónica combinación de fórmulas mudéjares
con elementos de la más pura tradición románica.
La primera
parte del trazado zaragozano coincide con el Camino del Destierro,
donde Rodrigo, no sin sobresaltos, va fortaleciendo sus huestes
a medida que va tomando distintas plazas. A partir de Ateca y
tras la legendaria Batalla de Alcocer, el Cid ingresa en territorio
entonces musulmán para, en su camino hacia Valencia, recorrer
la Taifa de Zaragoza antes de penetrar en Tierras de Albarracín,
ya en la actual provincia de Teruel.
El
Camino del Cid por la provincia de Zaragoza
Torrehermosa
Recién
superada la frontera soriana, la primera localidad que sale al
encuentro del Camino del Cid en Zaragoza es Torrehermosa, de cuya
torre defensiva medieval evocada en el propio topónimo,
se conservan escasos vestigios.
En la misma
localidad y entre las numerosas bodegas dispuestas a lo largo
de la ladera, sorprende un curioso amontonamiento de oscuros bloques
pétreos, identificados como una antigua nevera comunal
de origen medieval destinada al almacenaje de nieve con el fin
de conservar en ella los alimentos.
Monreal
de Ariza
Los orígenes
de esta población se remontan a principios del siglo XIII
cuando el rey aragonés, Alfonso el Batallador, decide levantar,
a escasos kilómetros de la frontera castellana, un potente
complejo defensivo con el fin de proteger el fértil Valle
del Jalón.
Del primitivo
conjunto militar, subsisten a duras penas los restos de lo que
sería un monumental castillo, cuyo recinto amurallado,
además, se proyectaba hacia la población abrazando
el ábside de su iglesia parroquial como si de un baluarte
más de la misma se tratase.
El citado
templo, coetáneo por lo tanto al castillo, conserva además
de la cabecera, una interesante portada tardorrománica
en cuyos capiteles fueron representadas toscas figuraciones de
carácter zoomórfico como serpientes que parecen
engullir inocentes rostros humanos. Conserva también esta
iglesia una pila bautismal en cuya cara exterior, aparecen varias
cruces como única licencia decorativa.
Embid
de Ariza
Al otro lado
del eje hoy convertido en carretera N-II, principal vía
de comunicación entre Castilla y Aragón desde tiempos
remotos como atestiguan los cercanos restos de la ciudad romana
de Arcóbriga, se eleva la modesta población de Embid
de Ariza, dominada en su momento por un enriscado y casi inaccesible
castillo del que apenas se conservan vestigios.
En el centro
del casco urbano, sin embargo, si ha llegado a nuestros días
la portada principal de su templo románico, la cual, voltea
en tres arquivoltas de medio punto coronadas por un guardapolvo
en puntas de diamante y en cuyos capiteles, fueron representados
motivos vegetales de inspiración cisterciense semejantes
a los vistos en la vecina población de Monreal.
Ariza
Importante
villa cuyos orígenes se remontarían a los tiempos
de la dominación romana, como demuestra un restaurado puente
que salva el curso del río Jalón. De los siglos
medievales, y como la mayoría de las localidades del entorno
por su carácter fronterizo, se conservan en el punto más
alto del núcleo urbano los menguados restos de su fortaleza
defensiva, de época taifa.
Citada en
el Cantar como lugar en el que acampó el de Vivar, cuenta
la población además de con una bien conservada judería,
con dos iglesias parroquiales: una dedicada a San Pedro construida
en estilo herreriano; y otra bajo la advocación de Santa
María, de estilo tardogótico y que sería,
muy probablemente, erigida sobre una construcción anterior
de la que ha pervivido su sencilla pila bautismal.
Cetina
Mencionada
también en el Poema como su vecina Ariza; la localidad
de Cetina fue beneficiada en el siglo XII con un fuero otorgado
por los Condes Catalanes con el fin de facilitar la repoblación
en la conflictiva y siempre peligrosa zona fronteriza.
El omnipresente
castillo defensivo con que contó, fue rehabilitado y reaprovechado
en siglos posteriores para ser transformado en vivienda palaciega,
conservándose una interesante torre gótica llamada
"del Volantín", y una capilla-oratorio mudéjar
en la cual, contrajo matrimonio el célebre escritor Francisco
de Quevedo.
Alhama
de Aragón
Modesta población
cuyo topónimo, de origen árabe, hace referencia
a sus aguas termales cuyas propiedades curativas, fueron ya conocidas
y explotadas durante la época romana, siendo denominadas
"Aquae Bilbilitanorum". El Alhama actual aparece mentado
en el Cantar como lugar de paso de Rodrigo, quien, siguiendo el
curso del Jalón en su camino hacia el destierro, hubo de
atravesar la angosta hoz que traza el río en su término.
Precisamente
dominando esa hoz aludida expresamente en el Poema, se yergue
el monumento más singular de la localidad alhameña:
un torreón defensivo de origen árabe que, tras pasar
a manos cristianas, fue remodelado en el siglo XIV hasta otorgarle
su actual configuración.
Bubierca
También
explícitamente mencionada en el Cantar del Mío Cid
como lugar de paso de Rodrigo en su camino hacia Valencia, en
la actualidad Bubierca es una pequeña población
carretereña que no alcanza el centenar de habitantes.
Fue precisamente
esa carretera Madrid-Barcelona, hoy desdoblada fuera de su casco
urbano, la que obligó en la década de los 60 a demoler
su antigua iglesia parroquial, ya que, los sucesivos ensanchamientos
a los que fue sometido el vial, debilitaron sus cimientos hasta
hacer desafortunadamente recomendable su derribo ante la imposibilidad
de ser consolidada.
El templo,
dedicado a San Miguel, a juzgar por la documentación gráfica
de ella conservada, debió ser una magnífica construcción
mudéjar del siglo XIV enriquecida con elegantes labores
decorativas en ladrillo tanto en sus fachadas como en su torre
campanario.
Ateca
La villa de
Ateca, de origen romano según diversos testimonios que
la identifican con la "Attacum" nombrada por Ptolomeo,
es uno de los enclaves más importantes aludidos en el Cantar
ya que, en su término, emplazó Rodrigo su campamento
con el fin de cobrar una serie de parias y tributos en varios
asentamientos musulmanes de la zona.
Conserva la
población, como tantas otras de la línea del Jalón,
vestigios de su fortaleza defensiva de frontera, así como
diversos restos del cinturón amurallado que protegía
el caserío.
En
cuanto a arquitectura religiosa se refiere, llama la atención,
incluso desde la lejanía, el esbeltísimo y agudo
perfil del campanario de la iglesia parroquial de Santa María,
el cual, al igual que muchas torres de la zona, responde a los
cánones del mudéjar aragonés, constituyéndose
a la manera de un alminar almohade a partir de un núcleo
central delimitado por una escalera abovedada que queda, a su
vez, revestida por un cuerpo externo decorado con varios registros
de arquillos y plato cerámicos. También de tradición
mudéjar, aunque cronológicamente más tardía,
es la llamada Torre del Reloj.
Alcocer
A escasos
kilómetros de Ateca se erigiría la población
de Alcocer, mencionada en el Cantar como escenario de una de las
más cruentas batallas a las que se enfrentó y salió
victorioso Rodrigo de Vivar en su camnio hacia el destierro. En
la actualidad, Alcocer no es sino un despoblado sólo reconocible
gracias a las distintas catas arqueológicas allí
practicadas, que parecen confirmar la existencia del castillo
asediado por las mesnadas cidianas según los textos del
Poema.
Terrer
La
pequeña población de Terrer, enclavada en una fértil
vega muy cerca de Calatayud, aparece citada en el Cantar no como
lugar específico de paso de las huestes castellanas, sino
como una de las numerosas poblaciones del entorno que hubieron
de pagar tributo al Caballero burgalés tras su victoria
en la Batalla de Alcocer.
Cuenta Terrer
con una de las iglesias más notables del mudéjar
aragonés, en la cual, destaca su torre campanario de estructura
almohade, decorada en su primer cuerpo a base de arcos mixtilíneos
y redes de sebqa.
Calatayud
Desde Terrer
se alcanza Calatayud gracias a un vial habilitado exclusivamente
para recrear el Camino del Cid, el cual, desde la capital bilbilitana,
puede proseguirse tanto a pie por los ondulados senderos que atraviesan
localidades como Munébrega, Alarba o Acered; como por la
carretera Nacional 234 que, siguiendo el curso del Jiloca, comunica
Calatayud con Daroca.
La población,
que ha experimentado una enorme expansión desde el siglo
XX, se extiende en la provechosa vega que crean los ríos
Jalón y Jiloca justo en su confluencia, quedando protegida
en su retaguardia por una escarpada cadena montañosa en
la que han proliferado los restos arqueológicos de distintas
épocas.
Pese a conservarse
restos de la dominación romana, Calatayud fue fundada como
tal en la segunda década del siglo VIII, gozando de notable
pujanza durante las centurias venideras como así lo demuestran
dotaciones defensivas como el Castillo de Ayub, el de La Peña,
la Torre Mocha, el Castillo de Doña Martina o el conocido
como Del Reloj; los cuales, conformaban una red fortificada casi
inexpugnable unida entre sí por potentes lienzos amurallados.
No sería hasta 1120 cuando la ciudad cayese en manos cristianas
gracias al Rey aragonés Alfonso I el Batallador
De
su patrimonio religioso, sobresale la Colegiata de Santa María
la Mayor, edificada sobre los restos de la antigua mezquita mayor
de la ciudad. Destaca en ella además de su cabecera, la
esbeltísima torre campanario de planta octogonal y cuajada
de minuciosas fórmulas decorativas geométricas.
De similares
características es la torre de la Iglesia de San Andrés,
también octogonal y ornada con motivos geométricos
de sebqa. Digno de mención es, por último, el templo
de San Pedro de los Francos, construcción de estilo gótico
mediterráneo probablemente levantada sobre una obra anterior
ya que, en ella, ha aparecido un crismón de la más
pura tradición románica.
Camino
del Cid a pie: eje Valtorres - Daroca
La alternativa
pedestre de la Ruta del Cid desde Calatayud hasta Daroca se inicia
en la localidad de Valtorres; atravesando unos kilómetros
más adelante la población de Munébrega, dominada
por la esbelta silueta de las torres mudéjares de su iglesia
parroquial, dedicada a la Asunción de Nuestra Señora.
Desde esta
localidad se accede al célebre Monasterio de Piedra, en
cuyo idílico entorno propiciado por el vergel y la red
de cascadas que traza el río Piedra, encontraron los monjes
de Poblet un lugar idóneo para fundar, en 1164, un cenobio
cisterciense. Del conjunto original, conservado en un estado muy
deficiente, resiste aún la iglesia de tres naves y la magnífica
sala capitular.
No lejos del
Monasterio y de la Ruta del Cid, la población de Godojos
aparece dominada por la silueta gótica de la torre de su
castillo, erigido sobre una atalaya islámica anterior.
Antes de llegar
a Calatayud, el sendero atraviesa los núcleos rurales de
Alarba, Castejón de Alarba, Acered, Atea, Manchones y Murero,
conservándose en esta última localidad una modesta
parroquia mudéjar muy reformada.
Camino
del Cid por carretera: eje Calatayud - Daroca
La segunda
de las opciones para completar el Camino del Cid en sus últimas
etapas por la provincia de Zaragoza, consiste en seguir la carretera
nacional que, siguiendo el curso del Jiloca, une las localidades
de Calatayud y Daroca pasando por las poblaciones de Paracuellos,
Maluenda, Velilla, Morata, Montón y Villafeliche.
Paracuellos
de Jiloca
Pequeña
población dominada por su iglesia parroquial dedicada a
San Miguel, ubicada sobre una elevada loma que preside un caserío
de claro sabor medieval.
Sobre el mismo
promontorio sobre el que se emplaza el templo, se aprecian aún
los restos de su fortaleza medieval, la cual, formaría
parte de una red de dotaciones militares concebidas para la defensa
de la preciada ciudad de Calatayud.
Maluenda
Importante
plaza asentada en la fértil vega del Jiloca cuyo nombre,
aparece varias veces mencionado en distintas crónicas árabes
como bastión defensivo en el contexto de las luchas territoriales
entre musulmanes y cristianos en tiempos de Reconquista.
Cuenta Maluenda
con un interesante patrimonio artístico del que merece
ser destacada la monumental iglesia de Santa Justa y Santa Rufina,
obra mudéjar de notables dimensiones estructurada en una
única nave con capillas laterales entre contrafuertes sobre
las cuales, discurre la prototípica y genuinamente aragonesa
galería defensiva de arquillos. En el hastial occidental,
abre su portada principal, cobijada bajo un arco apuntado que,
a su vez, queda enmarcado por un registro de arcos ciegos de ladrillo
también apuntados.
Interesante
igualmente es la Iglesia de la Asunción, siendo de destacar
su elegante portada ojival así como la torre campanario
mudéjar, la cual, fue enriquecida con diferentes fórmulas
geométricas tantas veces repetidas por la Comarca de Calatayud.
En la misma
ladera en la que se asienta el hoy arruinado castillo y sobre
los cimientos de la primitiva mezquita mayor de la localidad,
se conservan en precario estado los restos de la Iglesia de San
Miguel, otro magnífico ejemplar mudéjar cuya estructura
respondería a cánones similares a los apreciables
en la parroquia de Santa Justa y Santa Rufina.
Velilla
de Jiloca
Se
asienta Velilla de Jiloca en lo que fue un cinturón fortificado
formado por tres bastiones defensivos de los cuales, aún
se conservan escasos vestigios. En el centro del casco urbano
ha llegado a nuestros días la torre campanario de la Iglesia
de San Juan Bautista, prototípico ejemplar mudéjar
aragonés decorado con motivos geométricos en forma
de cruces.
No lejos de
Velilla se ubica la localidad de Belmonte de Gracián, cuya
iglesia, bajo la advocación de San Miguel, es uno de los
más bellos y más desconocidos ejemplares del mudéjar
aragonés.
Morata
de Jiloca
La iglesia
de San Martín de Tours de Morata de Jiloca, declarada Monumento
Nacional, es un sobrio y compacto edificio de tres naves cuyo
origen podría remontarse al siglo XIV, aunque con posterioridad,
concretamente durante la decimosexta centuria, el templo fue sometido
a una serie de reformas que afectaron a su configuración
primitiva al ser reordenada, incluso, su orientación litúrgica.
Pese a su
aspecto de iglesia-fortaleza y a su interesante torre campanario
que, como otras, responde al modelo almohade de núcleo
central abrazado por una escalera y un revestimiento murario externo;
la pieza más sobresaliente del conjunto es su fachada principal,
la cual, queda delimitada en su cuerpo superior por la típicamente
aragonesa galería de arquillos.
La portada
abre mediante un vano rebajado que, a su vez, queda enmarcado
por tres arquivoltas baquetonadas de ladrillo que adoptan la fórmula
almohade de herradura apuntada, quedando cobijada en el tímpano
una efigie ecuestre del santo titular. En torno al ingreso principal,
fue desplegada una minuciosa decoración de tracería
en ladrillo magníficamente enriquecida con la incrustación
de diversos elementos como fustes y platos de cerámica
vidriada en tonalidades blancas y azul cobalto.
Fuentes
de Jiloca
Al amparo
como tantas otras localidades del entorno de un espolón
rocoso sobre el que se asentaba una fortificación, hoy
prácticamente desaparecida; la pequeña población
de Fuentes de Jiloca cuenta con otra de las muchas manifestaciones
mudéjares de la comarca de Calatayud.
El templo
parroquial de La Asunción es un edificio de tres naves
cubierto con bóvedas de crucería en cuyo ángulo
noroeste, se eleva una torre de planta cuadrangular que, a partir
del tercer cuerpo y merced a una intervención posterior,
adopta forma octogonal y queda enriquecida mediante remaches cerámicos
de gran luminosidad.
Villafeliche
En los límites
meridionales de la Comarca de Calatayud y también regada
por el río Jiloca, la población de Villafeliche
conserva, aunque muy reformados, elementos de tradición
mudéjar aragonés en la torre de su iglesia parroquial
de San Miguel.
Sin embargo,
el principal interés del conjunto se centra en su castillo,
ubicado sobre el promontorio que preside la población.
Se encuentra éste en estado de ruina progresiva, sin embargo,
es aún reconocible su primitiva configuración que,
adaptándose al espolón rocoso, parece evocar la
silueta de un navío con sendas torres en cada uno de sus
extremos.
A escasos
kilómetros de Villafeliche y también atravesada
por la legendaria ruta cidiana, la modesta población ribereña
de Montón conserva restos de su primitiva muralla urbana,
incluidas dos de sus puertas.
Daroca
La última
de las poblaciones zaragozanas del Camino del Cid antes de ingresar
en territorio turolense es Daroca, localidad de enorme relevancia
durante los siglos medievales y en la que, según la tradición,
estuvo acampado Rodrigo de Vivar recuperándose tras su
victoria contra el Conde barcelonés Berenguer Ramón
y el rey taifa leridano Al-Hayib en la Batalla de Pinar de Tévar,
tras la cual, el Conde catalán se vio obligado a ceder
al Caballero de Vivar diversas posesiones en la Costa Mediterránea
como Denia o Tortosa. Daroca fue, además, escenario de
diversos encuentros entre el propio Cid y su aliado Al-Mustain,
Rey Taifa de Zaragoza.
Conserva la
villa darocense numerosos restos de su esplendoroso pasado medieval,
como varias de las fortificaciones que protegían a la población
y una notablemente bien conservada muralla urbana, con puertas
monumentales de las que merecen ser destacadas las llamadas Puerta
Alta y Puerta Baja.
Tras su conquista
cristiana de la mano de Ramón Berenguer IV en 1134, fue
dotada de numerosos edificios religiosos, llegando a contar nada
menos que con 10 parroquias, en las cuales, se puede apreciar
una armónica convivencia entre las fórmulas mudéjares
de tradición musulmana, y el románico; siendo uno
de los enclaves más meridionales de Aragón en la
que es posible hallar edificios de éste estilo.
La más
sobresaliente de las iglesias conservadas de la Daroca medieval
es la dedicada a San Miguel, en el que llama la atención
la potente fábrica pétrea de su ábside semicircular,
articulado por haces de columnas verticales y rematado por una
elegante cornisa de arquillos de tradición altoaragonesa.
La Iglesia
de San Juan de La Cuesta centra su atención igualmente
en la cabecera, repitiéndose un fenómeno semejante
al que se dio en la iglesia leonesa de San Tirso de Sahagún
de Campos; ya que fue iniciada en un noble aparejo de sillería
hasta que, sin que se conozcan las razones, pasó a concluirse
en ladrillo, respetándose pese al distinto material, su
original articulación vertical a base de pilastras y su
remate en arquillos en la cornisa, semejante a la reseñada
en San Miguel.
Las ventanas
del hemiciclo absidal y del tramo recto presbiterial, llaman la
atención por la influencia inslámica de sus arcos
polilobulados.
La iglesia
de Santo Domingo presenta una interesante combinación de
estilos que van desde el románico más puro del ábside,
hasta el mudéjar de su torre campanario, el cual, además,
queda enriquecido mediante cornisas de arquillos ciegos en resalte.
Diversos restos románicos son apreciables también
en la parroquia de Santa María de los Corporales.
Anillo
de Gallocanta
Antes de ingresar
en la provincia de Teruel, ha sido recientemente creado, dentro
de la Ruta del Cid, un circuito anular con principio en final
en Daroca que ha venido siendo denominado "Anillo de Gallocanta".
Se trata de un recorrido de unos 45 kilómetros dividido
en dos etapas cuya razón de ser se basa en la hipótesis
que sitúa en Gallocanta el paraje de Alucad, citado en
el Cantar del Mío Cid.
Sea como sea,
el Anillo de Gallocanta es una ruta de enorme interés paisajístico
ya que, en buena parte, atraviesa el famoso humedal del mismo
nombre; una red de lagunas en las que es posible apreciar numerosas
especies de aves que eligen éste paraje para anidar en
sus rutas migratorias.
Además
del interés natural y ecológico, se conservan a
lo largo de esta ruta varias manifestaciones artísticas
de interés como son las torres mudéjares de las
iglesias de Valdehorna y Val de San Martín; o los restos
del encumbrado castillo de Santed.
(Autor
del texto del artículo/colaborador de ARTEGUIAS:
José Manuel Tomé)