Castillo
de Monterrey (castelo de Monterrei), Ourense
El conjunto monumental de Monterrey
(Ourense)
Introducción
El
conjunto monumental de Monterrey se encuentra en una colina
que domina el valle del río Támega, en la hermosa
localidad de Verín, provincia de Ourense, a unos 70 kilómetros
de la capital y a escasos 30 kilómetros de Portugal. El conjunto
fortificado se construyó, en su mayor parte entre los siglos
XIV y XV, llegando a convertirse, a finales del XV, en una de las
residencias señoriales más importantes de toda Galicia.
Esto se debió, en parte, a su situación estratégica
y al control que ejercía sobre las comunicaciones terrestres
de Portugal con la meseta.

Su fortaleza señorial mostraba con orgullo
la riqueza de la que disfrutaban sus ocupantes al tener dos torres
del homenaje, un símbolo de poder del que carecían
el resto de castillos de las familias rivales. Otra prueba de la
riqueza y la importancia que llegó a alcanzar Monterrey es
que fue aquí donde se instaló la primera imprenta
de toda Galicia, ya a finales del siglo XV, y en donde se imprimió
el famoso Misal Auriense (1494). Se trata del más antiguo
libro datado impreso en Galicia, y del que tan sólo se han
conservado dos ejemplares, uno en pergamino, custodiado en el Archivo
de la Catedral de Ourense, y el otro en papel, en la Biblioteca Nacional
de España.

La historia del conjunto monumental
No se conoce la fecha exacta de la fundación
de Monterrey. El Castro de Baronceli, sobre cuyos restos se levanta
el castillo, ya aparece mencionado en documentos del siglo X, como
parte de las propiedades del cercano y poderoso monasterio de Celanova.
A lo largo del siglo XI el lugar ya debía de estar poblado,
pero el hecho de que existiese un núcleo poblacional no significa
que hubiese aquí una fortaleza, aunque tampoco hay que descartarlo.
En el siglo XII hay varias referencias documentales del castillo
de Lobarzana, que se encontraba a unos seis kilómetros de
Monterrey, y al de Cabreira, dos fortalezas que pertenecían
al rey y cuyo papel en la defensa de la comarca tuvo que ser determinante.

Durante el reinado de Sancho IV (1284-1295) se
impulsó un plan militar para defender la parte meridional
de Galicia, cuya situación para proteger las tierras zamoranas
era estratégica, a través de una línea defensiva
que comprendería las pueblas de Monterrey, Viladerrey y Friol
de Rey, y los castillos de Canderrey y Abavides. De todos ellos,
muy pronto Monterrey se alzó como el más importante,
y fue ahora cuando el castro de Baronceli cambió su denominación
por el de Monterrey.

Ya en el siglo XIV los documentos mencionan claramente
la existencia de un castillo militar, bajo la custodia del rey,
aunque en varias ocasiones su gobierno cayó en manos de poderosas
familias de la nobleza que disputaban el poder real, e incluso de
los portugueses, que ocuparon el castillo entre 1369 y 1372. En
1432 Juan II de Castilla (1405-1454) concedió la fortaleza
a Diego López de Zúñiga, siendo éste
el final de la larga etapa en la que Monterrey estuvo bajo la protección
real. Posteriormente, ya en época de los Reyes Católicos,
Sancho Sánchez de Ulloa y Monterroso recibió el título
de primer conde de Monterrey (1465-1505), tras heredar su patrimonio
en 1461, debido al matrimonio con Teresa de Zúñiga.

A comienzos del siglo XVI tuvo lugar otro pleito,
entre las dos ramas familiares nacidas de los Ulloa y los Zúñiga,
que se prolongó hasta comienzos del siglo XVII. Debido a
los conflictos con Portugal durante este siglo, el castillo se vio
obligado a modernizar sus defensas, volviendo a cobrar un importante
papel como fortaleza de la frontera del Reino. A finales del siglo
XVIII se trasladó a Monterrey un regimiento militar, y fue
aquí cuando comenzó la decadencia del castillo.

Debido a la desamortización, el conjunto
cayó en el más absoluto abandono. En 1931 fue declarado
Monumento Nacional, pero esto no lo salvo de su proceso de degradación,
pues no será hasta la década de los 60 del pasado
siglo cuando se llevaron a cabo algunas obras de restauración,
que en realidad tampoco tuvieron los efectos deseados.

En los años 90 se ejecutaron los primeros
intentos de musealizar el espacio, y desde entonces han sido varias
las campañas que se han emprendido en este sentido, la más
reciente, del año 2015, cuando se inauguró, en el
mes de agosto, un Parador de Turismo dentro del conjunto monumental.

Los tres recintos amurallados
El conjunto monumental está formado por
tres recintos amurallados, que se levantan en la parte superior
de una pequeña colina. En el primer recinto, el mejor conservado,
se encuentra el castillo, la iglesia de Santa María de Gracia
y el Palacio de los Condes de Monterrey, un edificio construido
en la Edad Moderna siguiendo ya una estética renacentista

En el segundo recinto hay varios restos de edificios
de diferentes épocas, que se han conservado parcialmente,
entre los cuales destaca el Hospital de la Santísima Trinidad,
recientemente restaurado. Por último, en el recinto más
alejado se encuentra el Colegio de los Jesuitas y el convento de
San Francisco, que en la actualidad se han reformado para adaptarlos
al uso hotelero del Parador.
El patio de armas
Del Castillo de Monterrey se conserva
el patio de armas, la Torre del Homenaje y la Torre de las Damas.
Su acceso se realiza por medio de un arco de piedra de medio punto
abierto en la muralla, en cuya parte superior se encuentra el escudo
de los condes de Monterrey. Todavía pueden verse restos de
los dos torreones cilíndricos que flanqueaban el acceso.

El patio de armas es una amplia explanada, flanqueada
por la Torre del Homenaje, la Torre de las Damas y el Palacio de
los Condes. En el patio se pueden ver todavía los restos
del aljibe del castillo, el pozo, y algunos restos de los hornos
de piedra, situados en el lado occidental, junto a la muralla.

La Torre del Homenaje
La Torre del Homenaje, también conocida
como Torre Nueva o Torre de Don Sancho, se encuentra junto a la
puerta de acceso al patio de armas.

Es una imponente construcción de 12 metros
de lado y más de 22 metros de altura, con muros de gran grosor,
que apenas tienen ventanas. Fue mandada construir por don Sancho
Sánchez de Ulloa, primer conde de Monterrey, en 1482, tal
y como puede leerse en la inscripción que se encuentra sobre
la puerta de acceso, junto al escudo de los Ulloa y los Zúñiga.

Es una construcción de planta cuadrangular,
realizada con sillares de piedra. Su carácter defensivo se
demuestra en su puerta de acceso, situada en el primer piso y a
la que se accedía por medio de unas escaleras de madera voladizas,
aunque en la actualidad éstas se han sustituido por otras
fijas y de hierro.

El interior tiene cuatro alturas, aunque a la
más baja de ellas no es posible acceder en la actualidad.

La terraza está rodeada de un muro con
ocho torreones circulares, cuatro en los ángulos y otros
cuatro en el centro de cada lado.

La Torre de las Damas
La Torre de las Damas se encuentra en un costado
del patio de armas. Al igual que la Torre del Homenaje, tiene una
planta cuadrangular, realizada con gruesos sillares de cantería,
aunque sus dimensiones son más reducidas.

Su construcción es un poco anterior y
debió de ser la primitiva torre defensiva del castillo. Cuando
a finales del siglo XVI se construyó el Palacio de los Condes,
quedo integrada dentro de este conjunto.
El Palacio de los Condes
Este edificio fue construido entre los siglos
XVI y XVII, siguiendo las directrices estéticas del renacimiento.
Se sitúa en uno de los lados del patio de armas, junto a
la Torre de las Damas. Se trata de un edificio de planta cuadrangular,
con dos logias en sus fachadas este y sur. La primera tiene dos
pisos, con arcos carpaneles sostenidos por columnas poligonales,
en cuyas enjutas pueden verse los escudos los linajes que ocuparon
el edificio.

El piso superior presenta una logia formada por
columnas similares a las del piso bajo, pero que directamente sostienen
una estructura adintelada. La otra logia, situada en la fachada
sur, tiene tres pisos, para adaptarse al desnivel del terreno.

Está formada por un piso bajo de arcos
ligeramente apuntados, un piso intermedio con arcos carpaneles,
y una última altura adintelada.

La fachada oeste de este edificio se integra
en la muralla defensiva, que continúa por el patio trasero
cerrándolo por uno de sus costados. Justo enfrente de la
muralla, en el patio, se encuentra la iglesia de Santa María
de Gracia. El interior del edificio alberga una parte del Parador
de Turismo.
La iglesia de Santa María de Gracia
La iglesia de Santa María de Gracia es
un magnífico ejemplo de arquitectura de transición
del románico al gótico. Fue levantada entre finales
del siglo XIII y principios del XIV gracias a un privilegio que
Alfonso X (1252-1284) concedió al monasterio de Celanova.
Aunque en época moderna se hicieron algunas reformas que
modificaron sustancialmente el espacio, todavía conserva
su esencia medieval.

Se trata de un edificio sencillo, de una sola
nave con cubierta de madera rematada en un ábside rectangular
que se cubre con una bóveda de crucería cuyos nervios
resultan un tanto toscos en su labra, pero que son de gran belleza.
En el muro sur sobresale la Capilla de los Condes, cubierta también
con bóveda de crucería sostenida por medio de cuatro
columnas con capiteles que conservan su policromía original.

Del exterior, nos interesa la ventana situada en el
centro del ábside. Todavía presenta hechuras románicas
arcaizantes. Pero más llamativa es la colección de
canecillos figurados (algunas metopas también son historiadas).

Estos canecillos se centran en temas tratados en el
románico de un siglo antes: cabezas de bóvidos, carneros,
leones, humanos. No podría faltar esos temas escatológicos
y sexuales tan propios de la arquitectura medieval: hombre y mujer
mostrando sus genitales, hombre defecando, etc.

La fachada de los pies se rehizo por completo
en el siglo XVII, momento en el que también se levantó
también la torre campanario.

En la fachada septentrional, la que se asoma
al patio del Palacio de los Condes, hay una interesante portada
románica, con un arco apuntado rodeado de tres arquivoltas
decoradas con formas geométricas, las dos interiores sostenidas
por capiteles con formas vegetales que se apoyan en sus correspondientes
columnas, y la exterior sobre las jambas, que presentan relieves
con representaciones del bestiario románico.

En el tímpano está representado
un Cristo Varón de Dolores, mostrando las manos, pies y costado,
y junto a él el Agnus Dei, un buey, y un ave que devora a
otro animal (parece una mala interpretación del autor del
habitual Tetramorfos).
Junto a la portada hay dos arcosolios que sirvieron
de lugar de enterramiento privilegiado, decorados con formas geométricas.

En el interior de la iglesia destaca podemos
ver el monumental arco triunfal del templo con arquivoltas todavía
de medio punto al modo románico.

La Capilla de los Condes es un espacio del máximo
interés por haber conservado una buena colección de
relieves pétreos e imaginería en madera.

En el costado oriental se encuentra un retablo
de piedra de factura gótica, realizado a comienzos del siglo
XIV, con una representación de Cristo coronado mostrando
las cinco llagas, rodeado de las escenas de la Pasión. Conserva
evidentes restos de policromía.

En esta misma capilla hay otro retablo de piedra,
en el muro sur, realizado en la misma época y con una representación
ingenua -casi naif- del Crucificado.

En este mismo muro, en lo alto, hay un magnífico
Calvario gótico, con un buen Cristo esculpido de tres clavos.

También hay que fijarse en las estatuas de ángeles
que hay adosados a lo alto de los muros.

La Puerta del Sol
Al segundo recinto amurallado se accede por medio
de la conocida como Puerta del Sol. Se trata de una puerta abierta
en la muralla, con un arco apuntado formado por gruesas dovelas,
sobre el que se levanta el escudo de armas de los Condes de Monterrey.

El Hospital de Peregrinos o de la Santísima
Trinidad
Tras atravesar la Puerta del Sol se llega al
segundo de los recintos fortificados, en donde se sitúa el
Hospital de Peregrinos, la construcción más importante
de este recinto. El flujo de peregrinos a Santiago obligó
a los reyes, nobles, y órdenes monásticas a crear
una infraestructura básica a lo largo de todo el Camino,
que explica la creación de un hospital en Monterrey, situado
justo en el cruce del camino portugués con el de Castilla.

Al menos desde el año 1327 ya había
un albergue en Monterrey, aunque el actual hospital se construyó
casi un siglo después. En el saledizo que enmarca la fachada
hay una inscripción en donde se dice: