La
Catedral de Santa María de Mediavilla de Teruel fue, en
origen, un edificio románico de tres naves construido a
mediados del siglo XII, en 1171.
Inicialmente fue una simple iglesia parroquial, pero
en 1342 pasó a ser colegiata. Cuando en 1587 se creó
el obispado de Teruel, el templo adquirió la dignidad de
catedral de la diócesis.

La singularidad del edificio motivó que en
1931 fuera declarado Monumento Histórico-Artístico,
y en 2004 Bien de Interés Cultural. Pero sin duda el mayor
orgullo para los turolenses es la mención de Patrimonio
de la Humanidad, con el que la UNESCO declaró la torre,
el cimborrio, la techumbre, y el resto del patrimonio mudéjar
de la ciudad en el año 1986.

Introducción histórica al mudéjar
aragonés
La definición del reino de Aragón tras
la caída del califato de Córdoba se encuadra en
el periodo cronológico comprendido entre las últimas
décadas del siglo XI y la primera mitad del XII. En 1096
se reconquista Huesca, en 1118 Zaragoza, al año siguiente
Tarazona y Tudela y en 1120 se anexiona Calatayud y Daroca. Sin
embargo, pasará algún tiempo hasta que se construyan
los primeros edificios mudéjares. Los monarcas aragoneses
muestran una clara voluntad de implantar en estos territorios
recién ganados al Islam el arte occidental del momento.
Pero van a chocar con dos carencias: la escasez de piedra en la
zona del Valle del Ebro, y el hecho de que no tienen mano de obra
cualificada para el trabajo de cantería. Los primeros monumentos
mudéjares datan de mediados del s. XIII y se encuentran
en Daroca y en Teruel.

El papel de Teruel es capital en los primeros momentos
del mudéjar aragonés. Desde tiempo atrás
en Teruel había una especie de castillo que venía
a controlar el camino entre Córdoba y Zaragoza, pero no
existía un núcleo de población. Teruel se
fundó en 1171, es una ciudad de nueva creación,
y la repoblación de la zona se debe a la Corona de Aragón
y a los insólitos privilegios con que se dotó a
sus habitantes, gracias a que la ciudad poseía un fuero
propio, específico para sus ciudadanos. El esplendor de
Teruel tiene lugar entre finales del s. XIII y mediados del s.
XIV. Esta riqueza contribuye y explica el esplendor arquitectónico
que la ciudad conoce en estos tiempos. El título de ciudad
le fue concedido en 1347 por Pedro IV el Ceremonioso (1336-1384).
La reconstrucción como edificio mudéjar
En los
siglos XIII y XIV se procede a la reconstrucción del templo.
Se sustituyen los ábsides románicos por otros tantos
de estilo gótico-mudéjar (Alrededor de 1335), de
los que se conserva el correspondiente a la nave principal. Se
reduce el número de soportes, eliminando uno de cada dos,
posibilitando una comunicación entre naves de mayor luz,
a través de arcos apuntados. También los
muros fueron recrecidos.
A
finales del siglo XIII se realiza la armadura de par y nudillo
que cubre la nave con sus excelentes pinturas gótico-mudéjares
de 32 metros de longitud con motivos decorativos, religiosos y
subhistóricos de las que luego nos ocuparemos.
El cimborrio sobre el
crucero (obra de Martín de Montalbán en 1538) es
de estilo mudéjar, construido con ladrillo y apegado a
las formas desarrolladas por el arte hispano-musulmán en
la mezquita de Córdoba. Forma un octógono sobre
trompas y exteriormente presenta ventanas ajimezadas con decoraciones
platerescas renacentistas (VER FOTO LATERAL).
Alrededor
del año 1700, la cabecera gótica se modifica para
realizar una girola.
Por último, en
1909 se construye la enorme portada meridional historicista, con
estructura neorrománica de arquivoltas de medio punto sobre
columnas y decoración neomudéjar (VER FOTO LATERAL).
Además de las pinturas
del siglo XIII de la techumbre, el elemento más importante
es, sin duda, el campanario mudéjar, considerado como uno
de los primeros monumentos del mudéjar aragonés.
Tiene
planta cuadrada y tres cuerpos. Es de estructura cristiana, es
decir organizada como una torre única y estancias superpuestas.
Se diferencia
de la de San Pedro -prácticamente gemela a la de la catedral,
(como se aprecia en la foto inferior)- por estar rematada con
una linterna octogonal del siglo XVII.
Su decoración
es elegante y sobria, a base de arcos entrecruzados murales, ventanas
inferiores muy abocinadas y ajimeces en la parte superior, frisos
de baquetones de cerámica vidriada verde y blanca, esquinillas,
etc.
Este campanario
-como el de San Pedro- no se ha despojado del sabor románico
traído por los conquistadores, dado su equilibrio de volúmenes
y la decoración morisca más contenida que en otras
torres turolenses posteriores.

En la
base hay abierto un pasadizo con arco agudo cubierto con bóveda
de cañón apuntado.
Por
último, comentamos que la torre, techumbre y cimborrio
de la Catedral de Teruel fueron declarados Patrimonio de la Humanidad
por la UNESCO en 1986.
La torre
La torre es la parte más antigua de la catedral.
Es muy similar al campanario de la iglesia de San Pedro, siendo
las dos primeras que se construyeron en la ciudad. Ambas constituyen
un modelo que se imitó en otras torres posteriores. Su
construcción se puede datar con precisión en los
años 1257-1258, durante la judicatura de don Juan de Montón,
tal y como se menciona en la "Relación de los jueces
de Teruel", insertada en el Libro Verde de la ciudad, que
dio a conocer el historiador Jaime Caurana Gómez de Barreda.
La catedral se encuentra en una zona de la ciudad
un poco elevada, lo que permite contemplar la monumentalidad de
la torre desde lejos. Esto debía de llenar de orgullo cívico
a los turolenses, en una época donde las casas eran mucho
más bajas, y la gente hacía gran parte de su vida
en la calle. Hay que destacar de esta torre el extraordinario
trabajo de ladrillo, con muy poca argamasa y unos tendeles muy
finos. La cerámica crece en protagonismo, con platos que
rodean todo su perímetro, y con fustes y azulejos de color
verde y morado. Esto integración de la cerámica
en la arquitectura es otra de las características del mudéjar
aragonés, que también se encuentra en el foco de
Toledo, aunque su uso allí es más minoritario. Merece
la pena contemplar esta torre tranquilamente, a diferentes horas
del día, para observar como pueden variar los colores en
función de cómo incide la luz del sol, lo que permite
apreciar la riqueza de esta arquitectura.

La torre se sitúa a los pies del edificio.
Se trata de una construcción de planta cuadrada, dividida
exteriormente en tres cuerpos, separados por impostas. Una de
sus características más llamativas es que la parte
inferior se encuentra horadada con un arco apuntado que se prolonga
en una bóveda, permitiendo atravesar la torre por debajo.
Esto ocurre también en la torre de la iglesia de San Pedro,
y en realidad es una de las características de las torres
turolenses, muchas de las cuales se usaron con carácter
defensivo para controlar la entrada y salida de la ciudad. En
realidad, este paso inferior es un reflejo de las ciudades islámicas,
donde es habitual que las viviendas se levanten ocupando la calle,
como puede verse todavía en algunas calles de Toledo.

El segundo cuerpo presenta una decoración
de arcos de medio punto entrecruzados, que también se aprecian
en la torre de la iglesia de San Pedro, y que constituyen uno
de los motivos más característicos del primer mudéjar
aragonés. Seguramente el origen de este motivo haya que
buscarlo en la Aljafería de Zaragoza, en cuyo oratorio
se aprecia una decoración similar. Sobre estos arcos se
encuentra un friso de ladrillos en esquinilla, que sirven para
proteger los fustes de cerámica verde insertados entre
los mismos. Por encima hay dos vanos con arcos de medio punto,
y jambas que presentan una estructura abocinada, con fustes de
cerámica del mismo color que también quedan protegidos
debido al derrame de la ventana. Toda esta estructura se enmarca
en un alfiz, elemento característico de la arquitectura
califal.

El cuerpo de campanas presenta un doble piso de arcos,
que se multiplican en el nivel superior. Los vanos que acogen
a las campanas tienen, en la parte inferior, azulejos colocados
en forma de rombo, que alternan los colores verde y morado. Todo
el conjunto queda rematado por una decoración de platos
cerámicos.

En el siglo XVII, cuando el templo ya funcionaba
como catedral, la torre se remató con un añadido
barroco.

La iglesia
El edificio original se construyó en el siglo
XII, en la misma época que la torre. Inicialmente era una
iglesia de tres naves, con las características propias
de la arquitectura románica. En el siglo XIII esta construcción
se amplió siguiendo la estética del gótico,
pero en lugar de una bóveda, su nave central se cubrió
con una excepcional armadura de madera, y las laterales con techumbres
planas, lo que permitió reaprovechar los muros. En esta
reforma se ampliarían los muros de la iglesia, dotándola
de mayor altura en las naves, pero respetando la diferencia entre
la central y las laterales. Asimismo se abrirían nuevos
vanos, cegando los anteriores, y los primitivos pilares quedaron
incrustados dentro de los actuales, más gruesos y robustos.
Se ha planteado la posibilidad de que el número de arcos
que había entre las naves laterales y la central fuese
el doble que el actual. Cuando en 1342 la iglesia pasó
a tener la dignidad de colegiata, se hicieron más reformas,
abriéndose el crucero, que se cubrió con un cimborrio,
y se sustituyeron los ábsides.

El edificio presenta una planta basilical con tres
naves, la central más ancha y alta que las laterales, separadas
por cuatro arcos formeros apuntados. En el muro que marca la diferencia
de altura se abren ventanas que permiten la iluminación
del templo. En el lado de la Epístola hay tres capillas,
mientras que en el del Evangelio son cuatro, la mayoría
de las cuales fueron abiertas en el siglo XVIII. En la cabecera
hay un presbiterio heptagonal, que constituye el antiguo ábside
del edificio gótico, y que se cubre con una bóveda
nervada.

La cubierta de madera
El elemento más destacado del interior de
la iglesia es la impresionante cubierta de madera que cubre la
nave central, que no tiene precedentes en Aragón, y apenas
tendrá consecuencias posteriores. Se trata de una armadura
de par y nudillo con tirantes de vigas dobles, que descansan sobre
canes. Es una techumbre de tradición almohade, que cuenta
con antecedentes en los edificios de Santiago del Arrabal y Santa
María la Blanca, ambas en Toledo. La estructura tiene 32
metros de largo y 7,76 de ancho, y está policromada con
pinturas de estilo gótico lineal realizadas al temple sobre
tabla. Esta solución permitió que no se tuvieran
que reforzar los muros cuando se construyó el edificio
actual, tan solo elevar su altura y la de los pilares, evitando
construir un sistema de contrafuertes, que sí que hubiera
sido necesario en el caso de una estructura abovedada.

Don Leopoldo Torres Balbas fijó la fecha de
construcción de esta armadura en torno a la segunda mitad
del siglo XIII, apoyándose en elementos iconográficos
de las pinturas. Otros autores, como Ángel Novella, o Joaquín
Yarza, han concretado más, datándola en el último
tercio de este siglo. Gonzalo Borrás afirma que fue realizada
hacia 1270, basándose en los análisis que se han
realizado sobre las maderas, que han permitido saber que éstas
fueron cortadas en 1261.
Las armaduras de par y nudillo tienen forma trapecial,
debido a que los nudillos cierran horizontalmente la estructura,
conformada por los maderos oblicuos, que reciben el nombre de
pares, y que se apoyan en una viga superior, denominada hilera.
La parte arquitrabada de la techumbre es el almizate, y está
formado por los nudillos. Toda la estructura se refuerza por diez
vigas o tirantes dobles.

Con respecto a la iconografía, el repertorio
temático es enorme. Las escenas con representación
figurativa se encuentran en el tablazón que hay entre los
pares, y en los aliceres laterales, ubicados entre los canes y
los tirantes. Aunque algunos autores han propuesto que toda la
iconografía conforma un programa unitario, en realidad
esta hipótesis nunca ha tenido mucha fuerza, debido a la
gran variedad de temas representados, que conforman tanto escenas
profanas como religiosas, junto a motivos vegetales, geométricos,
heráldicos y epigráficos. Hay muchos elementos iconográficos
que proceden del bestiario románico. A modo de curiosidad,
los carpinteros y artistas que trabajaron en esta techumbre, se
representaron realizando esta estructura. También hay representadas
escenas cotidianas, junto a caballeros, nobles, reyes, frailes,
músicos, escenas de la Pasión de los Evangelios
o santos.

Con respecto a las propuestas del significado iconográfico
de las pinturas, el profesor Rabanaque Martín, que sugirió
que todo el conjunto obedecía en su conjunto a una exaltación
de la fe cristiana. También el profesor Santiago Sebastián
ha defendido una iconografía de conjunto, según
la cual las pinturas obedecen a una representación de la
obra de Dios en la creación del mundo inspirada en el texto
de carácter enciclopédico del "Speculum Majus"
de Vicente Beauvais (s. XIII). Más prudente fue el historiador
Joaquín Yarza que, sin hacer una hipótesis sobre
el conjunto, si que ha interpretado algunas figuras, como las
representaciones alegóricas de la lujuria, la discordia
y la lascivia, así como algunos meses del año. Este
mismo autor sugirió algunos grandes temas iconográficos
en las diferentes secciones en que se divide la techumbre, como
la Pasión y Redención, oficios y técnicas,
o un ciclo de caballeros.
Se han establecido relaciones formales con motivos
represandos en piezas cerámicas realizadas en Teruel, lo
que ha permitido establecer el asentamiento de un taller especializado
en esta ciudad, quizás con artistas arcaizantes, ya que
los modelos representados, tanto en la techumbre como en las piezas
cerámicas, no se corresponden con los propios del último
tercio del siglo XIII. Gonzalo Borrás ha señalado
las relaciones de estas pinturas con las del taller de Sijena.
El cimborrio
El cimborrio fue construido en 1538, sustituyendo
a otro anterior, por el maestro Martín de Montalbán.
Es bastante similar al de la catedral de Zaragoza, construido
en los primeros años del siglo XVI. Se trata de una estructura
ochavada, que hace la transición desde el cuadrado por
medio de trompas, con parejas de nervios que se entrecruzan, formando
una estrella de ocho puntas, y con nervios secundarios. El exterior
tiene volúmenes escalonados, con dobles ventanas y medallones
que siguen la estética renacentista, y que se combinan
con algunos elementos propios del arte mudéjar, como los
ladrillos en esquinilla presentes en los contrafuertes.

Las reformas del siglo XVIII
En 1696 se construyó la portada Norte, realizada
en un estilo barroco clasicista. En torno al año 1700 se
modificó la primitiva cabecera del templo gótico,
para añadir una girola, cubierta con bóveda de arista,
a la que se abren diferentes capillas y altares. En este momento
el edificio sufrió una reforma, y la techumbre de madera
se cubrió con una falsa bóveda de estética
neoclásica, lo que favoreció que la conservación
de las pinturas. También fue en esta época cuando
se abrieron la mayoría de las capillas de las naves laterales,
la sacristía, y la sala capitular.
La portada meridional
La portada que se abre en el lado de la Epístola
es una construcción del siglo XX, y obedece al gusto historicista
(neomudéjar y neorrománico). Fue construida en 1909
por el arquitecto Pablo Monguió Segura.

(Autor del texto del artículo/colaborador
de ARTEGUIAS:
Víctor López Lorente)