Partimos puntualmente
de Plaza de Castilla a las 10 de la mañana. Aunque el cielo
estaba nuboso, algunos claros evidenciaban que podríamos
tener un día meteorológicamente aceptable, como
así fue: bueno de temperatura, momentos soleados y sólo
un ratito de lluvia.
Durante el viaje, tratamos
de contextualizar históricamente la aparición del
románico en la Extremadura Castellana y más concretamente
en la Comunidad de Villa y Tierra de Sepúlveda, en relación
a los avatares guerreros entre los reinos cristianos y las Taifas
musulmanes, primero y los almorávides más tarde.
La llegada a Sotillo nos
permitió contemplar la belleza de una pequeña iglesia
rural segoviana, con una cabecera muy armoniosa y una colección
de canecillos y capiteles que atrajo la atención de todos
y nos permitió debatir sobre el posible origen de los escultores,
que también trabajaron en la vecina iglesia de Duratón.
Tras pocos minutos de
viaje, nos detuvimos para contemplar con detenimiento la extraordinaria
iglesia de la Asunción de Duratón, uno de los mejores
ejemplos del románico rural castellanoleonés.
Pudimos comprobar la riqueza
y exhuberancia escultórica de esta iglesia, que junto a
episodios bíblicos y de carácter simbólico,
nos regala una serie de escenas costumbristas de oficios y actividades
medievales.
También saboreamos
la vanguardista arquitectura del interior de la cabecera y distinguimos
las distintas manos que trabajaron en sus capiteles.
De camino a San Pedro
de Gaíllos atravesamos el pueblecito de Perorrubio con
su preciosa iglesita, ejemplo de la densidad de románico
de estas tierras.
Ya en San Pedro contemplamos
las relaciones entre la iconografía neotestamentaria de
su galería porticada y la de Duratón, además
de la de sus arcos de entrada con otras iglesias de origen inglés.
En el Mesón Señorío
de Sepúlveda pudimos recuperar fuerzas gracias al lechazo
asado y otras ricas viandas regadas con Ribera del Duero. Fue
una comida sumamente agradable.
Tras la breve sobremesa,
nos reunimos con Isabel, guía oficial de Sepúlveda,
que nos explicó interesantes aspectos de historia de la
villa al mismo tiempo que visitamos la iglesia de El Salvador,
la Virgen de la Peña y la iglesia musealizada de los Santos
Justo y Pastor.
En nuestro recorrido por
Sepúlveda, el debate y las anécdotas surgieron en
numerosas ocasiones. La más simpática fue cuando
pudimos comprobar la función de refugio de las galerías
porticadas, ya que tuvimos que cobijarnos en la del Salvador al
iniciarse una breve tormenta cuando llegábamos a ella.
También tuvimos
ocasión de debatir sobre la controvertida datación
de este pórtico, la exquisita arquitectura del templo o
sobre la influencia prerrománica o árabe de sus
capiteles.
En el Santuario de la
Virgen de la Peña analizamos la iconografía de su
interesantísima puerta e intentamos descifrar las fases
evolutivas del templo.
Aunque un poco retrasados,
logramos llegar a tiempo al Museo de los Fueros (Iglesia de santos
Justo y Pastor), donde Ana, su amable guía, nos desmenuzó
la historia del templo e iconografía de los capiteles de
la cabecera y naves.
Al
salir, nos dimos cuenta de que se nos había pasado la tarde
disfrutando del rico románico sepulvedano y del paseo por
sus calles repletas de historia y hechos memorables, por lo que
decidimos partir de regreso Madrid sin pasar por El Arenal. Otra
vez será.
Desde Arteguias queremos
agradecer a nuestros viajeros su buena disposición y colaboración
en todo momento, lo que permitió no sólo aprender
e intercambiar opiniones sobre el motivo del viaje, sino pasar
un día realmente agradable.