Durante los días 15 y 16
de octubre tuvo lugar un nuevo Viaje Guiado de ARTEGUIAS que nos
llevó en esta ocasión al extremo norte de la provincia
de Burgos, concretamente al Valle de Mena y a varias localidades
más que, si bien no están geográficamente
en el propio valle, sí se encuentran muy próximas
y sus iglesias presentan una clara filiación estilística
con el románico menés.
Con una puntualidad digna de agradecer a todos nuestros
amigos, partió la expedición desde la Plaza de Castilla
para, tras las dos paradas reglamentarias para viajes de este
kilometraje, llegar pasado el mediodía a nuestra primera
etapa de la ruta, la localidad de Almendres.
Situada en la histórica Merindad de Cuesta-Urria,
Almendres es hoy una minúscula localidad en la que, fuera
de periodos estivales, tan solo reside de manera permanente una
familia, la cual nos recibió con los brazos abiertos y
en cuya compañía pudimos visitar su preciosa iglesia
de San Millán Abad.
Como no podía ser de otra manera, todos los
objetivos de las cámaras se concentraron en su portada
principal, íntimamente relacionada con la visitada por
la tarde de Bercedo y cuya iconografía tuvimos la ocasión
de desgranar al detalle frente a ella.
Desde Almendres nos dirigimos a la vecina localidad
de Medina de Pomar, cabecera comarcal y en uno de cuyos mesones
degustamos una deliciosa comida que sirvió para cargar
motores de cara a la interesante jornada de tarde que estaba por
venir.
Dicha jornada de tarde la iniciamos visitando la
iglesia de Nuestra Señora de la Antigua de Butrera, para
lo cual, dada la enorme estrechez del puente sobre el río
Trema imprescindible para acceder a la localidad, llegamos tras
un breve y agradabilísimo paseo a través de un encantador
entorno de praderías, sotos y campos de labor.
La iglesia de Butrera no dejó indiferente
a nadie tanto por su fotogenia como por su innegable interés
arquitectónico y escultórico. Sobre el mismo terreno,
pudimos distinguir perfectamente los dos talleres que trabajaron
en ella: uno vinculado con lo silense que talló bellísimos
animales fantásticos en su cabecera, y otro de carácter
más expresionista y claramente emparentado con los que
dejaron su impronta en el Valle de Mena, como tuvimos ocasión
de comprobar la jornada siguiente.
Al interior, además de sus dos capillas laterales
no manifestadas en planta y también arquitectónicamente
emparentadas con la iglesia de Santa María de Siones, el
interés se concentró en el bellísimo frontal
de altar con la Adoración de los Magos recolocado hoy en
el muro norte de la iglesia, pieza hermana de otra existente en
Villasana de Mena que también tuvimos ocasión de
visitar en la segunda jornada de nuestro viaje.
Tras una breve parada técnica, la ruta de
sábado culminó con la visita a Bercedo, localidad
adscrita a la Merindad de Montija pero situada a las mismas puertas
del Valle de Mena y cuya iglesia parroquial de San Miguel presume
de contar con otra interesantísima portada románica
cuyas concomitancias estilísticas e iconográficas
con la antes visitada de Almendres pudimos constatar de primera
mano.
Ya anocheciendo y aprovechando su cercanía
y fácil accesibilidad desde el Valle de Mena, llegamos
en apenas media hora a nuestro hotel de Bilbao, donde tras la
cena, un buen número de viajeros no quisieron perder la
oportunidad de dar un paseo por la zona del Museo Guggenheim y
disfrutar de la tradición de tomar unos "pintxos"
y "potear" por las tabernas del Casco Viejo bilbaíno.
A la mañana del domingo y con una temperatura
excelente, salimos temprano de nuestro hotel de Bilbao para adentrarnos
ya sí de lleno en el corazón temático de
nuestra ruta: el Valle de Mena.
Para empezar nos dirigimos a Villasana de Mena, capital
y localidad más populosa del valle con el fin de recoger
a Jorge, un joven de la localidad designado por su amabilísimo
párroco Don Javier para acompañarnos durante nuestra
visita.
Desde Villasana, retrocedimos unos pocos kilómetros
para acceder a la iglesia de San Pelayo de Ayega, la gran desconocida
del románico del Valle de Mena y que, tras años
en ruina y en un estado de total abandono, ha sido felizmente
restaurada, pudiéndose admirar en ella un armónico
ábside y, sobretodo, una portada sur dotada de un singular
tímpano esculpido.
A continuación regresamos de nuevo a Villasana,
en cuya moderna iglesia parroquial se conservan algunas interesantes
piezas medievales, siendo digno de destacar un maravilloso frontal
de altar gemelo del visitado en Butrera en la jornada anterior.
Tras ello, nos repartimos por los diferentes bares
de su plaza principal para tomar un refrigerio antes de continuar
con nuestra ruta.
En apenas cinco minutos desde Villasana nos plantamos
en la localidad de Vallejo de Mena, cuya iglesia, bajo la advocación
de San Lorenzo, es junto a su vecina de Siones el auténtico
santo y seña del románico menés. Frente a
ella, además de sus nada menos que tres portadas dotadas
de interesantes programas escultóricos, llamó la
atención de todos nuestros acompañantes la enorme
rotundidad de su ábside.
También al interior, además de en sus
capiteles, las miradas se concentraron en su singular articulación
a base de potentísimos soportes que probablemente se concibieron
con el fin de sustentar una típicamente burgalesa estructura
torreada que, por un cambio de planes, nunca llegó a ser
ejecutada.
También a escasos minutos de Vallejo, nos
dirigimos a Siones, donde justo el sol se animó a salir
dando a la iglesia una luz que acrecentó aún más
si cabe su encanto, circunstancia que aprovechamos para hacernos
nuestra tradicional foto de familia.
En Siones, tras explicar su ábside, sus particularidades
arquitectónicas y sus portadas; accedimos al interior,
donde además de exponer la funcionalidad de esos dos singulares
edículos dispuestos a cada lado de la nave a modo de falso
crucero, tuvimos la oportunidad de analizar uno a uno cada uno
de sus capiteles figurados exponiendo las diferentes versiones
que se han dado sobre ellos e, incluso, tratando de construir
un posible programa unitario.
Maravillados aún por la belleza de Santa María
de Siones, nos quedaba aún un último reducto románico
en el Valle de Mena que, pese a sus complicaciones de acceso,
no quisimos dejar de visitar. Nos referimos a la modesta iglesia
de la aldea de El Vigo, donde ha llegado a nuestros días
un encantador tímpano románico narrativo con el
Ciclo de la Pasión de Cristo como protagonista, una pieza
que fue un dignísimo colofón a dos jornadas inolvidables.
Desde El Vigo, regresamos a Villasana de Mena para
comer en uno de sus restaurantes y, desde allí, también
haciendo las dos paradas reglamentarias, regresar a Madrid dentro
del horario previsto.
Muchas gracias a todos los asistentes y, para quien
no pudo acompañarnos en estas fechas, tenemos programada
y abierta la inscripción para repetir esta misma ruta en
la primavera del 2017, concretamente los días 29 y 30 de
abril.