Ermita
de San Frutos (Hoces del Duratón)
Las cuevas
y roquedos del río Duratón tienen una larga tradición
de asentamientos eremíticos, que nacen en época visigoda,
extendiéndose al siglo VIII, en vida de San Frutos y sus
hermanos. Dicha tradición debió persistir en esta
comarca durante siglos y ya en el siglo XI estaba fundado un pequeño
cenobio que Alfonso VI dona al Monasterio de Silos en el año
1076. Poco después, por orden del abad de Silos, se construye
la Iglesia en el año 1100, como reza una inscripción
de la nave.

Para acceder a la ermita
de San Frutos, hay que llegar a Villaseca, y desviarse por una pista
en buen estado que está señalizada.

Declarada
Monumento Histórico Artístico, la iglesia o "ermita"
de San Frutos de Duratón que hoy contemplamos es el resultado
de esa campaña constructiva primitiva, a la que se añadieron
posteriormente dos ábsides laterales, se sustituyó
el central, se abrió una puerta a los pies, y se alzó
una galería de la que sólo quedan restos; todo ello
a finales del XII.
La planta y su articulación
original es similar a la del Salvador de Sepúlveda, y, como
ésta, su fábrica es completamente de sillería.
Igualmente, tres arcos fajones sobre pilastras prismáticas
refuerzan la bóveda de cañón. De nuevo arcos
abocelados de medio punto en cada tramo apoyan sobre par de columnas.
La principal diferencia entre ambas estriba en la escasa altura
de la nave y demás elementos.

La nueva cabecera, mucho
más grande y desproporcionada, no respetó las medidas
de la original, como se aprecia en las impostas ajedrezadas que
no coinciden con la de dicha cabecera. Posee dos arcos triunfales,
el primero de los cuales tiene función de sustentación,
como otros arcos fajones, mientras que el segundo cumple con las
funciones propias de un arco triunfal.

Los canecillos exteriores
de la cabecera son geométricos y nada tiene que ver con los
de la nave, muy anteriores, lo que confirma la sustitución
de la original en fecha tardía
Los ingresos proceden de los distintos momentos de la edificación.
El pequeño ingreso de arco peraltado del muro del mediodía,
hoy cegado, pertenece a la construcción primitiva, con decoración
de sogueado y billetes. La puerta meridional, sin embargo, pertenece
a la remodelación de finales del XII. Se abrió sobre
el cuerpo resaltado de la original, y tiene cuatro arquivoltas lisas
sobre jambas, todo ello formando un conjunto de absoluta austeridad.
Por encima se abre un ventanal de la primera etapa, de idéntica
factura al del hastial oeste de El Salvador y de similar talla.

La escultura de canecillos
y capiteles del exterior de la nave muestran una relación
iconográfica y estilística prácticamente total
con el templo sepulvedano, mientras que en el interior la aparición
de capiteles con figuración humana y animalística,
además de capiteles vegetales de talla mucho más delicada,
muestran que algunos artífices no fueron los mismos que trabajaron
en ambas iglesias.

En cualquier caso, no se
puede dudar de la raíz común de San Frutos de Duratón
y El Salvador de Sepúlveda, en los que cada piedra nos habla
de la dureza de una misma época.
En
conclusión, la sobriedad de este templo no ofrece demasiadas
concesiones estéticas al visitante. Pero su valor es incuestionable
al tratarse de una de las construcciones románicas más
antiguas del sur de Castilla, levantada en una época de epopeyas
y en un paraje incomparable. La espiritualidad que emana de la belleza
salvaje del lugar permite comprender su elección para fundar
un monasterio. Pocos sitios como San Frutos, en el marco incomparable
de las Hoces del Duratón, causan mayores vibraciones transcendentes.
Imágenes
de gran formato de la Ermita de San Frutos (Hoces del Río
Duratón) |
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Hastial
de la Ermita de San Frutos |
Las
Hoces del Duratón y la Ermita de San Frutos |
Canecillos
de la Ermita de San Frutos de Duratón |
