Ermita
de San Miguel de Gormaz (Soria)
Introducción
e historia
La
ermita de San Miguel de Gormaz, asentada en la ladera de
la famosa fortaleza califal, ha pasado en pocos años de ser
uno de lo templos medievales sorianos menos conocidos a convertirse
en un referente absoluto de su patrimonio. No en vano fue uno de
los lugares elegidos para la celebración de la exposición
"Las Edades del Hombre" del año 2009.

Todo ello ha
sido causado por el descubrimiento de un magnífico conjunto
de frescos románicos y su posterior restauración que
ha descubierto otros interesantes secretos de este casi milenario
templo.

Se trata de
un edificio que podríamos considerar prerrománico,
construido en fecha posterior pero cercana al año 1060, cuando
Fernando I conquista la fortaleza de Gormaz y repuebla el lugar.
Para esta fecha todavía el románico internacional
no había llegado a suelo hispano por lo que su construcción
se realiza con formas prerrománicas que algunos autores llaman
mozárabe y otros de "Repoblación".

La planta de
la iglesia es sencilla. Tiene una nave rectangular unida a una cabecera
que aparente ser cuadrada pero realmente tiene una ligera forma
trapezoidal. El testero es plano como corresponde a la arquitectura
prerrománica hispana.
Dos
puertas de ingreso a la ermita

San Miguel debió
tener originalmente dos puertas en muro meridional. Se ha conservado
la situada en el extremo oeste del muro. Se trata de un valioso
vano rematado por un arco de herradura muy cerrado con los salmeres
redondeados y el dovelaje típico de lo califal del siglo
X. Esta puerta estuvo cegada hasta la restauración acometida
recientemente.

Otra puerta
mozárabe debió tener en el centro del muro, pero en
fecha indeterminada se adosó una románica procedente
de la desaparecida parroquia de Santiago, hoy ruinas, que albergan
el cementerio no muy lejos de la de San Miguel, en lo alto de la
ladera que sube a la la alcazaba califal.

Esta portada
tiene bastantes errores y carencias en su reconstrucción,
pues falta gran parte del arimez o cuerpo saliente; tiene capiteles
reutilizados como basas, fustes de madera, etc. también tiene
un sillar reaprovechado con una inscripción romana o visigoda.

Interior
En el interior
se ha comprobado que el suelo que a pesar de los pavimentos añadidos
en sucesivas reformas durante siglos, se estableció directamente
sobre la roca, como en el caso de San Baudelio.
El arco triunfal
de comunicación entre nave y cabecera tenía, tras
las reformas del siglo XV un arco carpanel que sustituyó
el de herradura que le era original. Dicho arco ha sido reconstruido
actualmente.

En el hastial occidental se aprecia un arco tardorrománico
apuntado sobre columnas adosadas a los muros laterales, cuya utilidad
se desconoce. Los capiteles son de gran rudeza. En uno de ellos
se aprecia a un personaje humano de perfil con la cara vuelta hacia
el espectador.

El suelo original
fue la roca como sencillo basamento. Es precisamente aquí
donde la Ermita de San Miguel de Gormaz nos vuelve a ofrecer otra
sorpresa. Estamos refiriéndonos a un hueco de forma aproximadamente
rectangular -con las esquinas redondeadas- que se interpreta como
una pila de baustismo por inmersión.

Ciertamente,
otra de las curiosidades que ofrece la Ermita de San Miguel de Gormaz
es la sensación al entrar en el templo puesto que desde fuera
parece de pequeñas dimensiones, mientras que una vez dentro
la espaciosidad sorprende.
El
Pórtico
Se piensa que
alrededor del año 1100 se construye el pórtico meridional,
siguiendo la estela de otras galerías porticadas segovianas
y sorianas, algunas de las cuales se construyeron con machones en
lugar de columnas como en San Miguel de Gormaz. No obstante hay
quien niega que el pórtico sea románico, ni siquiera
medieval y lo retrasa hasta siglos modernos.

Este pórtico
tiene tres entradas, dos en el muro meridional enfrentadas a sendas
puertas de la iglesia y la tercera en el muro oriental. Además
tiene tres ventanas. Se ha comprobado que los arcos de estos de
vanos son semicirculares, no de herradura, como se especulaba antes
de la restauración, ya que el pobre material de que estaban
hechos se había deformado hasta insinuar arcos ultrasemicirculares.

En el extremo
occidental de este pórtico se conserva una pila bautismal
procedente de San Miguel. Durante mucho tiempo se guardó
en la iglesia parroquial de San Juan Bautista. Se trata de un ejemplar
único y espectacular por su morfología. Exteriormente,
tiene un pie cilíndrico y una copa cuadrada pero el vació
interior tiene forma de cruz griega. Dado las herramientas con que
se talló: trinchante de filo recto y azuela, se ha datado,
sin seguridad en las últimas décadas del siglo XI.

Pinturas
murales

El hecho más
transcendente sucede posiblemente en la cuarta década del
siglo XI cuando los muros de la ermita, provisionalmente pintados
con cruces, son revestidos por un magnífico repertorio e
frescos románicos del mismo taller que trabajó en
San Baudelio de Berlanga y también relacionado con los de
la vera Cruz de Maderuelo. Estas pinturas nos han llegado incompletas
y se esparcen por la cabecera y las partes altas de los muros meridional
y septentrional de la nave.

La técnica
fue mixta fresco-temple y los pigmentos empleados fueron mayoritariamente
amarillo, ocre, rojo y negro, aunque tampoco falta el azul. La pintura
se aplicó en tres registros superpuestos, estando las pinturas
del inferior completamente perdidas. Si bien es de imaginar que
aquí se representasen cortinajes, medallones con animales,
etc. como los que sí nos han quedado en la pirenaica iglesia
de Santa María de Taüll.

También
se aprecia que no se llegó a pintar el extremo occidental
del templo.
Pinturas
de la nave
Muro norte
En el muro norte
de la nave se aprecia en el registro más alto las escenas
del Ciclo de la Natividad: Anunciación, Visitación,
Anuncio a los Pastores y Nacimiento. De todas estas escenas son
las dos últimas las que mejor estado de conservación
ofrecen.

En la Natividad, la Virgen se encuentra tumbada en
posición diagonal -al modo bizantino- rodeada de una especie
de clípeo polilobulado entre siluetas que semejan rocas.
El Niño está a la derecha, en el interior de rectángulo
rojo que hace las veces de cuna.

En la parte
baja está visible un combate entre caballeros flanqueados
por un personaje con ballesta y otro con cuerno en una torre. A
su izquierda un personaje nimbado bajo un arco se nos presenta de
manera anónima. A la derecha aparecen las Tres Marías.

Muros sur
En el costado
meridional, en el registro alto se aprecian con magnífica
conservación los tres Reyes Magos dirigiéndose a caballo
al palacio de Herodes que se encuentra rodeado de otros personajes
muy mal conservados.

Debajo aparece
una espectacular escena del Peso de las Almas (Psicostasis) con
San Miguel y un diablo junto a la balanza. A la izquierda de San
Miguel, los justos descansan en la paz eterna en el Seno de Abraham.
Las almas de los salvados aparecen como cabecitas en los regazos
de Abraham, Isaac y Jacob.

El Paraíso
se representa como un lugar plagado de árboles (árbol
de la vida) y una torrecita, quizás como reflejo de la Jerusalén
Celestial.

Por contra,
los condenados se agolpan en el lado derecho junto al demonio que
pesaba las almas. Aquí el infierno es representado por una
gran serpiente de doble cabeza que devora a dos personas. Este monstruoso
ser tiene en su seno otro demonio y bestias demoniacas se aprecian
por doquier atormentando y mordiendo a otras almas condenadas. Es
ilustrativo el deliberado y eficaz sentido de movimiento y desorden
de esta representación en contraste con la serena armonía
de las almas que se han salvado.

Pinturas
de la cabecera

La bóveda
de medio cañón de la cabecera tiene pintado a un gran
Maiestas Domini rodeado por la mandorla y a su vez ésta por
numerosos personajes alados que se piensa pueden ser los cuatro
evangelistas y los arcángeles San Miguel y San Gabriel, además
de otros ángeles.

En los muros
de la cabecera, en su parte baja, está representados los
veinticuatro ancianos del Apocalipsis.

Muy interesante
son las pinturas del testero del ábside, pues su iconografía
y estilo son de clarísima relación con las pinturas
de San Baudelio y la Vera Cruz de Maderuelo. En el vano de iluminación
se dispone de una paloma blanca, símbolo del Espíritu
Santo, que se sitúa así porque en el arte medieval
la luz también representa a esta persona de la Santísima
Trinidad.

La diferencia
con relación a San Baudelio de Berlanga es simplemente la
orientación ascendente del ave en San Miguel de Gormaz.

Encima del vano
aparece un Cordero Místico (Agnus Dei) en un círculo
o clípeo sostenido por dos ángeles y a su vez flanqueados
por dos personajes, que podrían ser Abel y Melquisedec.
