Guía monumental (arte e historia) de Montañana
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Montañana |
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Introducción a la guía
de arte (monumentos y rutas) de Montañana, Huesca
La pequeña población de
Montañana se encuentra en el extremo oriental de la
provincia de Huesca, a escasos kilómetros de la frontera
catalana y en pleno corazón de la actual comarca de la Ribagorza,
la cual, constituyó durante la Alta Edad Media uno de los
tres condados embrionarios de la Corona de Aragón.

Encajonada en la confluencia de dos barrancos que tributan
al cercano río Noguera Ribagorzana, la localidad de Montañana,
como tantas otras aldeas altoaragonesas, sufrió los estragos
del éxodo rural hasta quedar prácticamente deshabitada
durante la segunda mitad del siglo XX, trasladándose su población
y sus servicios básicos al mucho más moderno, accesible
y funcional núcleo de El Puente de Montañana, hoy
cabecera municipal.

Sin
embargo, desde fechas recientes, varias de sus viviendas han reabierto
sus puertas tras ponerse en marcha un plan de rehabilitación
tan acertado como necesario que ha devuelto a la vida a Montañana,
convirtiéndose desde entonces, por méritos propios,
en uno de los destinos turísticos más auténticos
y con más encanto de todo Aragón.
Breve aproximación histórica
Los primeros testimonios fehacientes que prueban la
existencia de Montañana se remontan a finales del siglo X,
apareciendo su topónimo en el Cartulario de Alaón
como una de las fortalezas donadas al no lejano cenobio del mismo
nombre. En aquellos tiempos, Montañana formaría parte
del cinturón de fortificaciones que protegían las
tierras ribagorzanas más meridionales de la entonces no lejana
frontera musulmana.
Sin ir más lejos, en 1017 la población
sufriría los embates de las huestes musulmanas al mando del
caudillo Abdelmalik, quedando parcialmente destruida. Hay que esperar
a 1026 para volver a encontrar una nueva referencia sobre Montañana
con motivo de la ceremonia de consagración de su iglesia
de San Martín, apareciendo en ese momento bajo el poder de
Ramón III, Conde de Pallars.
Durante todo el siglo XI son escasas las referencias
sobre el lugar más allá de la identidad de algunos
de sus señores y tenentes, figurando vinculado en ocasiones
tanto a al propio condado pallarés, como a la Corona de Aragón,
a la cual, es definitivamente anexionada en 1190 por obra del rey
Alfonso II.

A partir de ese momento, Montañana se convertiría
en una plaza predilecta para distintas órdenes militares,
existiendo quien afirma una supuesta presencia templaria en la población,
y estando probado incluso el asentamiento en ella de los Caballeros
Hospitalarios de San Juan. Ya en el siglo XIV, concretamente en
el año 1322, Jaime II dotaría a la población
de importantes privilegios, siendo además anexionada al Condado
de Ribagorza, recién restituido por e propio monarca.
Durante las últimas décadas de la Edad
Media y a lo largo de toda la Edad Moderna, la entonces clave plaza
de Montañana iría perdiendo su importancia, sobre
todo a raíz de la erección del puente sobre el Noguera
Ribagorzana que dio nombre y vida a la nueva población de
El Puente de Montañana, cuyo emplazamiento, mucho más
cómodo, atrajo a numerosos habitantes de la primitiva puebla
altomedieval.
Aún así, entre la segunda mitad del siglo
XIX y la primera del XX, la vetusta Montañana mantuvo algunos
cientos de habitantes estables, iniciándose, sobre todo a
partir de los años cincuenta de la pasada centuria, un progresivo
y dramático declive demográfico hasta dejar la localidad
prácticamente despoblada y sumida en el más profundo
olvido y abandono.
Declarada Conjunto Histórico Artístico
en 1974, distinción luego refrendada en 1984, en los últimos
años Montañana ha vivido un lento resurgir que ha
tenido su culminación en la acertadísima rehabilitación
de su casco urbano y en la restauración de varios de sus
monumentos más señeros.
Montañana: el conjunto histórico-artístico
Llegar a Montañana supone trasladarse de inmediato
a la Edad Media, y es que, quizás debido a su secular aislamiento
y la nula acción de un progreso que hasta fechas reciente
jamás conoció, esta minúscula población
ribagorzana poco ha cambiado a día de hoy respecto a su concepción
original.

La población de Montañana es, en sí
misma, un museo al aire libre: dos meritorias iglesias románicas,
los testimonios documentales de una tercera, las ruinas de una torre
defensiva junto a varias más de su recinto fortificado, un
puente medieval, varias casas fuertes y un intrincado trazado urbano
marcado por estrechos callejones dotados de pasadizos abovedados
dibujan uno de los conjuntos monumentales más interesantes
de Aragón, el cual, pasamos a detallar.
Iglesia de Santa María de Baldós
La iglesia parroquial de Santa María de Baldós
se sitúa en el punto más alto de la población,
componiendo originalmente junto a su castillo un binomio al estilo
de los primitivos conjuntos religiosos-militares que jalonan la
geografía altoaragonesa, como los de Samitier, Muro de Roda,
Fantova, El Mon de Perarrúa, etcétera).
Los orígenes de la actual construcción
habría que remontarlos a una primitiva iglesia bajo la advocación
de San Martín y San Ponce cuya consagración está
documentada en el año 1026. Sobre ella, y sin que nada quede
de la anterior, fue levantada ya entre finales del siglo XII y principios
del XIII el edificio que en la actualidad podemos admirar.

Concebida como un templo de nave única cubierta
con bóveda de cañón apuntada y rematada por
su correspondiente ábside semicircular, en una segunda fase
le serían añadidas las dos capillas laterales que,
en la actualidad, la confieren su presente apariencia de cruz latina.

Precisamente sobre la capilla lateral sur se yergue
su monumental torre campanario, cuyo cuerpo bajo parece contemporáneo
al resto de la fábrica pero que, ya en los siglos del gótico,
le serían añadidos los tres cuerpos superiores marcados
por líneas de imposta a base de arquillos trilobulados entre
los cuales, abren huecos de campana ojivales.

Sin lugar a dudas, la pieza más relevante del
templo es su portada principal, orientada al sur bajo una cornisa
de arquillos ciegos de inspiración lombarda interrumpida
bruscamente por una hornacina o ventanal ciego añadido posteriormente.
Protegida por un guardapolvo animado por puntas de diamante, despliega
el portal cinco arquivoltas de medio punto abocinadas que descansan
en columnas acodilladas de prominente basa y capiteles historiados.
Preside el conjunto un magnífico tímpano
labrado en el que dos ángeles, con sus alas desplegadas adaptándose
al marco, sostienen una mandarla con la figura de Cristo en Majestad
bendiciendo con su mano derecha y portando el Libro de la Vida en
la izquierda.

El programa iconográfico de los capiteles parece
pretender confrontar la idea de Pecado y la de Redención.
De izquierda a derecha, comienza la "narratio" con un
mascarón trifacial que aludiría a la Trinidad. Tras
él, se sucede en varios capiteles el ciclo del Pecado Original
y la Expulsión del Paraíso de Adán y Eva.

A continuación se reconocen varias alegorías
de los pecados capitales, entre ellos, la avaricia personificada
por un avaro acechado por cuatro demonios de naturaleza zoomorfa
y, ya en la mocheta opuesta, dos leones flanqueando a un personaje
cuya significado se presta a diversas interpretaciones.
En confrontación al Pecado, la idea de Redención
queda presentada en los capiteles del lado derecho de la portada
mediante los episodios del Sacrificio de Isaac, la Anunciación
a la Virgen María por parte del Arcángel San Gabriel
y, por último, el "Noli me Tangere".

En las inmediaciones de la iglesia, casi actuando como
una antesala de la misma, se conservan los restos de la conocida
como "Abadía"; un enigmático edificio de
finales del siglo XV y principios del XVI dotado de arcos de medio
punto, blasones y estancias abovedadas cuya finalidad no ha podido
definirse de manera categórica.

Iglesia de San Juan
Situada al otro lado del barranco a las afueras del
pequeño caserío, la iglesia de San Juan constituye
un mirador privilegiado hacia el primitivo núcleo defensivo
de Montañana, compuesto por los restos del castillo y la
ya referida iglesia de Nuestra Señora de Baldós. Durante
décadas, permaneció en el más absoluto estado
de ruina y abandono hasta que, en fechas muy recientes, fue oportunamente
restaurada, despojada de aditamentos tardíos y puesta en
valor.

Su construcción ha venido tradicionalmente siendo
puesta en relación con la ya aludida presencia de órdenes
militares en Montañana, concretamente, con el dominio que
ejercieron sobre el lugar los caballeros Hospitalarios de San Juan
a finales del siglo XII, fechas en las que podría datarse
la construcción del templo.
De gran sencillez constructiva, consta de una única
nave cubierta con bóveda de cañón rematada
en un ábside semicircular solventado mediante un cerramiento
en cuarto de esfera. En tiempos posteriores, al igual que su vecina
de Santa María, contaría con sendas capillas laterales
a modo de crucero que, en este caso, fueron desmanteladas durante
su reciente rehabilitación.

Es la fachada de los pies la que concentra el mayor
interés del conjunto, presentando una interesante portada
principal bajo un noble ventanal aspillerado de doble derrame y
una altiva espadaña de triple hueco de campanas rematada
en piñón triangular. Al costado sur, abre una segunda
portada románica de gran sencillez que, tras años
cegada, ha sido recientemente habilitada de nuevo.

Centrándonos en la portada occidental, consta
de cuatro arquivoltas que descansan sobre una imposta corrida decorada
con motivos vegetales bajo los cuales, las columnas acodilladas
rematan en interesantes capiteles figurados. Muy llamativos resultan
también los ingenuos motivos decorativos tallados en las
aristas de las pilastras de la portada, reconociéndose cabecitas
humanas y sencillas fórmulas vegetales.
Los capiteles, todos ellos historiados, representan,
al lado izquierdo según el espectador, una ceremonia en la
que un oficiante aparece flanqueado por dos acólitos portando
respectivamente un cirio y un incensario. A su lado, una escena
de difícil interpretación y, por último, en
la mocheta, un león andrófago hermano gemelo del existente
en la iglesia de Nuestra Señora de Baldós.

Al lado opuesto, inicia la narración en la mocheta
con el episodio del Bautismo de Cristo por San Juan Bautista (titular
del templo) en aguas del río Jordán. A continuación,
una nueva representación de carácter ceremonial en
la que un oficiante ataviado con ropajes litúrgicos alza
sus brazos al cielo en posición orante y, por fin, en el
último capitel, una escena sobre la que se han dado diferentes
versiones, siendo la más plausible la que la identifica como
la Degollación del Bautista.

Sobre las tres dovelas clave de la arquivolta interior
de la portada se conserva, en color blanco, una representación
de la cruz de Jerusalén flanqueada por sendas medias lunas,
lo que viene a corroborar el patrocinio del templo por parte de
la orden militar sanjuanista. Por último, conviene hacer
mención también a los restos de pinturas murales aparecidos
en el interior de la iglesia en el transcurso de su reciente restauración,
pudiendo ser datadas, pese a su aparente primitivismo, ya en los
años finales del gótico.
La fortaleza
En la parte más alta de la población
son reconocibles aún los restos de su histórica torre-fortaleza,
la cual, en sus orígenes, formaría un binomio religioso-militar
junto a la primitiva iglesia de San Martín, después
reedificada y renombrada como Santa María de Baldós.
Esta asociación iglesia - fortificación es, como ya
se aludió en líneas anteriores, bastante frecuente
tanto en tierras ribagorzanas en particular como altoaragonesas
en general (Samitier, Fantova, Perarrúa, Muro de Roda, etcétera).
De la primitiva torre, de planta circular y muy probablemente
de tres pisos, tan sólo ha llegado a nuestros días
un pequeño sector circular de su estructura original, el
cual, agoniza aún en pie en un tan precario como casi inexplicable
equilibrio.

Diversos testimonios fotográficos permiten comprobar
como, en los no lejanos años 80 de la pasada centuria, permanecía
aún en pié más de la mitad de su primitiva
estructura cilíndrica, aunque una enorme grieta que recorría
verticalmente el lienzo no hacía presagiar un futuro muy
halagüeño a su conservación.
Coronando una loma al otro lado del barranco, justo
a espaldas de la iglesia de San Juan y perfectamente visible desde
la de Nuestra Señora de Baldós, se conservan también
en precario estado los restos de una segunda torre defensiva de
planta circular que no hace sino confirmar la importancia estratégica
de Montañana durante los siglos medievales.
El puente medieval
A la misma entrada de la población y salvando
el cauce del barranco de San Juan, tributario del Noguera Ribagorzana,
el modesto puente medieval de Montañana constituye, al igual
que en el Medievo, un paso obligado para todo visitante que se adentra
en el conjunto urbano monumental.

Construido muy probablemente sobre los restos de uno
anterior contemporáneo a las dos iglesias, su estructura
actual es obra del siglo XV, conservando, pese a su carácter
tardío, el típico perfil medieval de "lomo de
asno" sobre sus dos ojos abiertos mediante arcos apuntados.
Del mismo modo, también ha sabido conservar su pavimento
empedrado original.

El de Montañana forma parte de la amplia nómina
de puentes medievales conservados en tierras ribagorzanas, entre
los que cabría destacar los de Herrerías de Calvera,
Serraduy, Besians, Capella, Olvena, Perarrúa, Sopeira y el
propio de la vecina y hermana localidad de El Puente.
Otros restos medievales
Contaba Montañana, además, con al menos
una tercera iglesia románica dedicada a San Miguel, cuyos
escasísimos restos se conservan prácticamente irreconocibles
a la entrada del barranco homónimo. Buena parte de sus sillares
fueron reutilizados en la construcción de la escuela del
pueblo, conservándose algunos de sus capiteles figurados
empotrados en una casona fuerte que, durante siglos, desempeñó
las funciones de ayuntamiento de la localidad.
Otra de las construcciones que a simple vista llaman
la atención en Montañana es una torre fortificada
a media ladera cuyo vertical perfil sobresale entre las humildes
viviendas del caserío compitiendo en altivez con la torre
de Nuestra Señora de Baldós.

Se trata de la conocida como Torre de la Cárcel,
recientemente restaurada y que formaría parte, a modo de
avanzadilla, del casi inexpugnable entramado de defensas de la población,
de cuya primitiva muralla se conservan igualmente algunos restos
fragmentarios y, casi en su parte más elevada, muy cerca
de la iglesia parroquial, una fotogénica portada de medio
punto dovelada.
(Autor del texto del artículo/colaborador
de ARTEGUIAS:
José Manuel Tomé)
