La pequeña población de Hormaza,
con sus apenas 70 habitantes censados, se sitúa a unos
25 kilómetros al oeste de Burgos, a cuyo Alfoz pertenece
aunque ya limítrofe con la histórica y muy densa
en cuanto a monumentos románicos conservados Merindad de
Candemuñó.

Lo primero que llama la atención al visitante
que llega a Hormaza son los restos del castillo-palacio bajomedieval
situados a la entrada misma de la población, aunque por
su singularidad, es la iglesia parroquial de San Esteban Protomártir
y más concretamente su portada románica la que ha
hecho al lugar digno de aparecer en la mayoría de guías
turísticas y artísticas.

La iglesia de Hormaza
Pese a su carácter parroquial actual, diversos
documentos altomedievales apuntan al templo (o por lo menos a
la localidad) como primitivo solar de una modesta y antiquísima
fundación monacal donada en el año 975 por el Conde
García Fernández al abad del desaparecido Monasterio
de Valeránica (filial a su vez de San Pedro de Arlanza).

Posteriormente de la mano de Álvar Díez
y su esposa Teresa, pasaría a formar parte de la amplia
nómina de posesiones del también desaparecido cenobio
de San Cristóbal de Ibeas (1107), del que también
dependió en su momento Bugedo de Candepajares.

La actual iglesia de San Esteban es una construcción
de origen románico de la que queda la puerta de la que
nos ocuparemos detenidamente. Sin embargo, a finales del siglo
XV y principios del XVI fue casi completamente reedificada como
templo tardogótico y comienzos del Renacimiento.

Finalmente,
la iglesia de San Esteban de Hormaza fue rematada en la decimoctava
centuria por una potentísima torre a los pies.
La portada románica
La iglesia de Hormaza sería un templo
como tantos otros de la provincia de Burgos y de toda Castilla
de no ser por la extraordinaria singularidad de su portada románica;
única heredera de una construcción anterior y que
ha llegado a nuestros días en relativo buen estado gracias
a estar protegida por un pórtico moderno.

Se trata de una portada abocinada de cuatro arquivoltas
de medio punto que descansan sobre una alternancia de columnas
gruesas y otras más finas y que rematan en capiteles figurados.
Aquí se muestra un abundante bestiario fantástico.
De izquierda a derecha, en las cestas podemos apreciar
la lucha de un ser alado contra un león entre decoración
vegetal, dos arpías afrontadas, dos grifos y lo que parece
ser un combate entre un centauro y un guerrero a caballo. Al lado
contrario del vano se distinguen un busto femenino, dos aves también
afrontadas, un busto masculino y un cuadrúpedo alado.

De las cuatro arquivoltas, la segunda y la cuarta
limitan su decoración a boceles y medias cañas,
animándose la segunda también con pequeñas
puntas de diamante.
La primera de las roscas -la más interna- despliega a lo
largo de toda su longitud una su-cesión de figuras en disposición
radial sin aparente orden ni concierto narrativo. De izquierda
a derecha, distinguimos un animal, un ave devorando a un cuadrúpedo,
un busto masculino, un ave picoteándose sus patas, un mascarón,
un personaje sedente en actitud de lectura, dos combates entre
guerreros y seres monstruosos, el tema de Sansón desquija-rando
al león, un labriego que impúdicamente se alza la
túnica para mostrar sus atributos, una lucha entre animales,
un busto femenino y, por último, sendos dragones afrontados
con sus cuellos entrelazados.

Escenas del calendario agrícola
La tercera de las arquivoltas es, sin duda, la que
ha dado su fama a la iglesia de Hormaza, desplegándose
en el sector izquierdo de la rosca un mensario o calendario
agrícola completo, y a la derecha la escena de la Última
Cena presidida por Cristo y acompañado a la mesa por once
de sus apóstoles, faltando tan solo Judas.

El calendario agrícola representa figuradamente
los meses en función de las actividades domésticas
y campestres que se llevaban a cabo en cada época del año;
un tema que, en escultura, se repite en escasísimas iglesias
del románico español como son por ejemplo Beleña
de Sorbe y Campisábalos (Guadalajara) o El Frago (Huesca)
y en los que no siempre coincide cada mes con la actividad representada.

En el caso que nos ocupa de Hormaza, aparece representado
de la siguiente manera:
Han sido identificados en la portada de Hormaza los
trabajos de al menos dos talleres; uno de raigambre silense y
un segundo que trata de emular al primero y que presenta palpables
concomitancias estilísticas con el existente en otras portadas
burgalesas señeras como Soto de Bureba, Jaramillo de la
Fuente o Ahedo de Butrón.

El resto de la iglesia
Como ya se dijo al comienzo de esta guía,
el primitivo edificio románico fue reconstruido tres siglos
después. Ello se aprecia fácilmente cuando penetramos
en su interior pues nos encontramos con un edificio de una nave
cubierto con un fino y elegante sistema de bóvedas estrelladas.


El Castillo de Hormaza
A la entrada del pueblo aparecen antes nuestros ojos
las ruinas del castillo palacio de Hormaza. Lamentablemente se
encuentra, en la fecha de redacción de este artículo,
en estado de ruina progresiva.
Perteneció en sus orígenes a la familia
de los Carrillo. Es una fortificación señorial de
planta cuadrada con almenas y matacanes. Buena parte de sus muros
se han caído ya, aunque uno de sus lienzos -el oeste- se
conserva perfectamente.

(Autor del texto del artículo/colaborador
de ARTEGUIAS:
José Manuel Tomé)
