El Monasterio de
Santa María de la Murta es el principal monumento
de origen medieval de Alzira (Valencia) y su entorno,
además de uno de los lugares más frecuentados
por los visitantes a este importante localidad valenciana y
que no buscan el turismo convencional de la costa valenciana.

Todo ello a pesar
de su difícil acceso que puede disuadir a más
de uno en logra su objetivo.
Para llegar a este extraordinario
lugar hay que seguir las indicaciones que, desde el este de
la población de Alzira, indican "La Murta".
El problema es que, llegando a una urbanización, los
carteles desaparecen y por ello es recomendable preguntar.

Una
vez tomada la carretera correcta, comprobaremos que la misma
es estrecha y tortuosa.
Sin embargo al final
de la misma, el estrecho callejón por donde discurre
la citada carretera se abre a un magnífico aparcamiento
ajardinado donde es obligado dejar el coche para seguir a pie.
Junto a este parking hay una caseta donde indican los detalles
de la visita y se toman datos de los visitantes para llevar
un control.
Y es que este Paraje
Natural Municipal de La Murta tiene más alicientes
que los propiamente monumentales y es posible hacer multitud
de rutas de senderismo por las verdísimas montañas
y valles que lo conforman.
Desde la caseta de control,
hasta las ruinas del monasterio no hay más de uno o dos
kilómetros, por lo que el agradable paseo por la pista
forestal no nos llevará más de diez minutos o
un cuarto de hora, siempre que no paremos demasiado para tomar
fotografías de unos paisajes que nos recordarán
vivamente los valles cantábricos, más que unas
montañas del mediterráneo.

Las ruinas de
la iglesia del Monasterio de La Murta pertenecen a una fundación
jerónima del siglo XIV, pero que sufrió distintas
modificaciones y reconstrucciones artísticas y arquitectónicas
a lo largo de las siguientes centurias.
Como para la mayoría
de los monasterios, la desamortización y exclaustración
del siglo XIX fue un golpe casi definitivo para la supervivencia
de los edificios del cenobio, progresando su ruina hasta dejar,
en la actualidad, sólo algunas paredes del templo, arcos
interiores de medio punto, la portada barroca y una pila bautismal
de probable origen medieval (allí se indica que es románica
del siglo XIII).
Lo más destacado,
es, sin duda la gran torre aneja a la iglesia, de claras características
defensivas. Dicha fortaleza se conserva mucho mejor que el resto
de edificaciones y es un imponente prisma almenado, salpicado
de garitones. Todo ello parece obra del siglo XV ó XVI.
