Monasterio
de Santa María de Palazuelos (Valladolid)
El Monasterio
de Palazuelos es uno de los grandes desconocidos del románico
cisterciense español. No es de extrañar que así
sea pues, en general, el románico de Valladolid es el más
olvidado de todas las provincias de Castilla y León.

Si bien
es cierto que Valladolid no atesora, ni en número ni en calidad,
tantos restos románicos como otras provincias limítrofes
del estilo de Palencia, Burgos o Segovia, sin embargo, ofrece buenas
sorpresas a quienes se decidan a adentrarse en él.
Pues
bien, el Monasterio cisterciense de Santa María de Palazuelos
(en Corcos de Aguilarejo) es un buen ejemplo de estas agradables
sorpresas.
Palazuelos
se encuentra en la parte noreste de la provincia, junto al río
Pisuerga y no lejos de tierras palentinas.
Fue fundado
a comienzos del siglo XIII por monjes cistercienses procedentes
de San Andrés de Valbení en terrenos donados por Alfonso
Téllez de Meneses que a su vez los recibió de Alfonso
VIII por sus servicios en la batalla de las Navas de Tolosa.
Las
obras se iniciaron en 1216 y terminaron a mediados del siglo XIII.
El Monasterio de Palazuelos llegó a ser cabeza de la Orden
del Císter en Castilla.
Después
del abandono y las destrucciones sufridas tras la Desamortización
del siglo XIX, de las dependencias monásticas nada queda,
pero sí de su gran iglesia.
Se trata
de un templo de planta de tres naves, crucero no acusado en planta
pero sí en altura y cabecera de tres ábsides escalonados.
Sin embargo, la forma de su planta se complica al tener adosadas
la sacristía y capillas a ambos ábsides laterales,
más otra antigua -y horrorosa- sacristía abierta en
el ábside central.
El citado
ábside
principal es grande y sobrio, con planta poligonal, contrafuertes
escalonados y cinco ventanales de arcos de medio punto con dos pares
de columnillas cada uno.

Los ábsides
laterales son aún más austeros, mostrándose
casi lisos, menos por los preciosos ventanales que se abren en el
centro y su imposta corrida.
Observamos
en este juego de ventanas, que los capiteles son mayoritariamente
vegetales, como corresponde al aniconismo cisterciense. Sin embargo,
en uno de ellos, aparecen dragones y un ave con busto humano -quizá
una arpía- soplando un cuerno, de gran calidad plástica
y que extraña en un edifico del Císter.

Más
de tipo gótico son otros capiteles con hojas de parra y cabecitas
humanas entre ellas.
El interior
del templo sufrió una importante reforma renacentista en
los tramos de los pies, en el siglo XVI, tras su desplome, por lo
que de la hechura original quedan sólo el crucero y el primer
tramo.

Aquí,
los soportes de las bóvedas de crucería son pilares
cruciformes con dos columnas adosadas en las caras y una columna
en cada esquina.
La iglesia
del Monasterio de Palazuelos gozó de una parcial restauración
hace años, pero en el momento de visitarlo (enero de 2005)
continuaba en un estado de abandono y deterioro ilógico para
la importancia del monumento. Permanecían tapiadas las puertas
occidental y septentrional y muchos de sus muros se apreciaban erosionados.

