Uno de los monumentos esenciales que se ha de visitar
en la ciudad de Valladolid es el conjunto formado por el antiguo
convento dominico de San Pablo y el anejo Colegio de San Gregorio.
Convento de San Pablo
Junto a los Palacios de Pimentel y Real, hallamos
la iglesia de San Pablo, templo del convento homónimo dominico
fundado en el año 1276 por la esposa de Alfonso X el Sabio,
Doña Violante de Aragón. Ya en la segunda mitad del siglo XV
(1463), Juan de Torquemada lo mandó reconstruir para
dotarlo de mayor relevancia y tamaño. Su sucesor, Alonso
de Burgos, finalizó las obras de la iglesia y acometió
la de otras estancias conventuales.
El templo es un gran edificio del gótico
final, de una sola y alta nave, transepto y tres ábsides.
Las bóvedas son de crucería estrellada.
La
fachada es lo más relevante del edificio gracias a su
espectacularidad. Aquí trabajó Simón de
Colonia y su estilo es gótico flamígero, aunque
con una ampliación en la parte superior plateresca impulsada
en 1600 por el duque de Lerma, que incluyó la adición
de las torres colaterales.
Además del escudo de los Reyes Católicos
sujeto por dos leones importa la propia puerta con arcos mixtilíneos,
cobijada por un gran arco carpanel. En el espacio intermedio
se esculpió y colocó la Coronación de la Virgen,
en presencia numerosos ángeles, así como el propio
Fray Alonso de Burgos y San Juan Bautista.
Colegio de San Gregorio
El Colegio de San Gregorio de Valladolid es una
de las obras más importantes del gótico tardío
español. Fue construido a finales del siglo XV (entre
1485 y 1499). Su edificación fue por iniciativa del entonces
obispo de Palencia, Fray Alonso de Burgos, quien fue confesor
de la reina Isabel la Católica, así como Canciller
Mayor del Reino y obispo de varias sedes (Córdoba, Cuenca
y Palencia). Se trata de un personaje que estaba muy vinculado
al convento dominico de San Pablo, ya que había sido
su prior, por lo que decidió construir en un lugar cercano
(prácticamente adosado a éste) a esta institución
el Colegio de San Gregorio. Así, su fundación
fue aprobada el 15 de diciembre de 1487 por medio de una bula
concedida por el papa Inocencio VIII.
Las obras del edificio se iniciaron en 1488, realizándose
su construcción desde el interior hacia el exterior.
De esta manera, fue la extraordinaria fachada el último
elemento en ser levantado. Se desconoce la fecha exacta de finalización
del edificio, si bien la decoración nos aporta algunas
pistas, como que la ausencia de Granada en los escudos reales
que se localizan en el patio hace pensar que esa parte del edificio
estaría terminada antes de 1492 (año de la toma
de Granada). Por otra parte, se sabe que, tras la muerte de
Alonso de Burgos, su fundador, el Colegio fue aceptado por la
reina Isabel la Católica en 1500 como patronato real.
En cuanto a la autoría del Colegio, se desconoce
quién fue el arquitecto encargado de llevar a cabo el
proyecto, ya que la documentación de la que se dispone
sobre su construcción es muy escasa y no nos permite
saber a ciencia cierta quién o quienes lo llevaron a
cabo. Sin embargo, algunos investigadores han encontrado paralelos
en obras de Juan Guas, cuya participación está
atestiguada en la capilla anexa, que darían a dicho arquitecto
la autoría del proyecto.
Parece que quizás este arquitecto se haría
con el proyecto en un segundo momento, siendo los encargados
del proyecto inicial arquitectos procedentes del norte de Francia
o Países Bajos. Lo cierto es que el resultado es un ejemplo
de la combinación de varias tendencias de cantería
castellana a finales del siglo XV.
El Colegio fue concebido como un centro de estudios
teológicos a cargo de la orden dominica, formando a los
citados personajes que, posteriormente, serían los encargados
de la fundación de universidades en América. Desde
su fundación, el Colegio se alzó con una gran
fama como centro educativo en formación teológica
para la Orden de los dominicos. De esta manera, y durante más
de tres siglos, fue uno de los centros más prestigiosos
de Castilla, saliendo de él los grandes intelectuales
de la época, como Bartolomé Carranza, Melchor
Cano o Bartolomé de las Casas. Sin embargo, a partir
del siglo XVIII, el Colegio fue perdiendo la influencia y el
esplendor del que gozó en sus primeros tiempos, siendo
el siglo XIX el que marca el final del mismo con la ocupación
de las tropas.
Quedará prácticamente sin utilización
fija (pues tuvo muy variados usos a lo largo de más de
un siglo: colegio, instituto, cochera, etc.) hasta 1935, año
en el que el edificio pasa a convertirse en la sede del Museo
Nacional de Escultura.
En cuanto a su estructura, el edificio, al interior,
ha conservado fundamentalmente su disposición original,
articulándose en torno a un gran patio central, si bien
hay que señalar que ha sufrido algunas modificaciones
fruto de la desamortización y de su posterior reconversión
en Museo de escultura. Se accede al edificio a través
del Patio de Estudios.
Al interior, un gran patio central de planta cuadrada
con dos alturas unidas por una escalera de amplios tramos cuya
caja está profusamente decorada a base de una mezcla
de estilos: gótico tardío, mudéjar y renacentista,
que le confieren un estilo ecléctico de gran detallismo.
El patio lo analizaremos en profundidad en las líneas
posteriores ya que destaca por su riqueza decorativa (es uno
de los tesoros de la denominada arquitectura de los Reyes Católicos).
Tanto el patio central, como la escalera y la fachada
del Colegio son los lugares elegidos para la exquisita ornamentación
escultórica, en la que se repite con énfasis,
por un lado del motivo de la flor de lis, ya que ésta
era el emblema de Alonso de Burgos y, por otro, los símbolos
de los Reyes Católicos, ya que ellos eran los patronos
de la institución educativa.
En el extremo izquierdo del Colegio se localiza
la capilla funeraria de fray Alonso, la cual adosada a la iglesia
conventual de San Pablo, concretamente al muro de la Epístola.
Este edificio fue construido por los arquitectos
Juan Guas y Juan de Talavera a finales del siglo XV, y se estructura
en dos tramos rectangulares rematados en un ábside poligonal,
todo ello cubierto por una bóveda de crucería.
Son dos elementos del edificio en los que vamos
a centrar nuestra atención: el patio y la fachada, destacando
ambos por su singularidad y calidad artística, siendo
dos de los mejores ejemplos del gótico tardío
en España. Este estilo final se caracteriza por el empleo
de gran cantidad de decoración en los espacios más
representativos de los edificios (se trata de cubrir la superficie
como si fuese un cuadro pero a base de escultura). Dado el contexto
histórico de la Península Ibérica en este
momento, este último periodo del gótico guarda
cierta relación con el arte mudéjar, sobre todo
en el uso de los motivos decorativos. Así, vamos a encontrar
que un mismo motivo de fondo se repite varias veces para crear
las ornamentaciones finales.
El patio
Comenzando por el patio, éste presenta planta
cuadrada, estando dividido en dos plantas o alturas. La inferior
es más esbelta y se levanta sobre columnas helicoidales,
las cuales presentan una muy escasa decoración, ya que
tan sólo presentan cruces dominicas y flores de lis en
los capiteles así como escudos en las esquinas. Este
patio se ha relacionado con el del palacio del Infantado de
Guadalajara, el cual parece obra del arquitecto Juan Guas, si
bien no es posible afirmarlo con rotundidad.
Por su parte, si bien presenta una estructura similar
al primer nivel, es el segundo nivel del patio en el que encontramos
la ornamentación más interesante. En esta planta
localizamos arcos rebajados que descansan sobre vanos geminados
unidos entre sí con antepechos a los que se adosan pequeñas
columnas sobre cuyos capiteles descansan tímpanos decorados
con flores de lis y angelitos.
Sobre ellos, encontramos un friso decorativo que
hace referencia a los Reyes Católicos, ya que presenta
los símbolos de éstos, el yugo y las flechas,
además de los escudos de éstos.
Como ya hemos señalado al inicio del texto,
en el patio encontramos una pista sobre su construcción
y es que la no presencia de Granada en los escudos de los Reyes
Católicos ubicados en el mismo, confirma que su finalización
es anterior a 1492, año en el que se reconquistó.
La principal variación que encontramos en el segundo
nivel del patio con respecto al primero, es que los vanos están
geminados. El patio se remata con un conjunto de gárgolas
(de seres fantásticos) en la parte superior.
En torno a este gran patio central se articulaban
la mayor parte de las dependencias necesarias para el desarrollo
de la vida en el Colegio, como son la biblioteca, las celdas
de los estudiantes o las aulas.
Una espléndida escalera une los dos pisos
del patio. Ésta recubre su caja con una abundante decoración
en la que se mezclan influencias y motivos de las tres corrientes
artísticas que convivían en ese momento en la
Península Ibérica (mudéjar, gótico
y renacentista). De esta manera, encontramos tracerías
góticas en la balaustrada y en la parte inferior de los
muros, mientras que en las paredes encontramos un almohadillado
típicamente renacentista. Finaliza la decoración
una cubierta con un extraordinario artesonado de estilo mudéjar.
Fachada
Pero sin duda, es la fachada la que destaca por
su grandiosidad con su abundante decoración, centrada
ésta sobre todo en la portada, la cual destaca por el
preciosismo de su abundante ornamentación. Tanto es así
que ha sido calificada como un retablo de piedra al aire libre.
Al igual que el edificio, fue encargada por Fray
Alonso de Burgos, y parece que fue concluida hacia el año
1499. Si bien se desconoce quién fue el autor de la fachada,
ya que apenas hay documentación, pero todo apunta a que
sería el escultor castellano Gil de Siloé, siendo
suyo el diseño de la fachada y la ejecución de
la obra fruto de los trabajadores de su taller.
Se trata de una fachada de tipo telón, también
denominada de estructura de retablo, y se trata de uno de los
mejores ejemplos del gótico isabelino. Se compartimenta
a base de elementos vegetales que recuerdan a arcos triunfales.
Parece que todos los motivos que componen la fachada tienen
una gran carga simbólica, pero su explicación
entraña una gran dificultad, ya que hay que realizar
su estudio de manera individual pero a su vez tratar de encontrar
una significación en su conjunto.
La fachada queda enmarcada por dos contrafuertes,
divididos a su vez en tres alturas que permiten la articulación
de la misma, distribuyéndose todos los elementos de forma
simétrica. Los tres niveles en los que se dividen los
contrafuertes se decoran de la siguiente manera: en el cuerpo
bajo encontramos una decoración a base de figuras míticas
de los salvajes armados con el cuerpo velludo, en el segundo
una serie de soldados, mientras que en el tercer nivel se representan
de nuevo a los salvajes armados y vestidos. ¿Cuál
es la significación de estos salvajes? Hay varias teorías
para tratar de averiguar su simbolismo; por una parte, es posible
que se trate de escuderos disfrazados con motivo de una fiesta
cortesana o se trata de una imagen mítica del hombre
natural.
La portada presenta un arco carpanel sobre
el que se localiza un arco conopial trilobulado, mientras que
la parte superior de la fachada queda dividida en tres calles
(de dos alturas en las dos calles laterales y de una sola en
la calle central). La puerta presenta en las jambas y en el
dintel el motivo de la flor de lis, tan repetido en el programa
ornamental de todo el edificio. En el tímpano se representa
la ofrenda del fundador, fray Alonso de Burgos, realizando una
ofrenda a San Gregorio, acompañado de otros dos personajes:
santo Domingo de Guzmán (quien era el fundador de la
Orden del obispo de Burgos) y San Pablo (quien era el titular
del convento vecino que hemos citado al inicio del texto y al
que estaba estrechamente ligado el fundador).
En cuanto a las calles de la fachada, las
dos laterales presentan dos figuras simétricas que están
abriendo las fauces de un león, situándose sobre
estos dos personajes una serie de ángeles con la flor
de lis y heraldos. Por su parte, en la calle central encontramos
una fuente con un pilón hexagonal alrededor de la cual
juegan una serie de niños de la que emerge un árbol,
concretamente un granado.
Posiblemente estemos ante una representación
de la Fuente de la Vida y el Árbol de la Ciencia, dos
de los símbolos del Paraíso. Completa la fachada
un gran escudo de los Reyes católicos, emblema de exaltación
monárquica. Éste está sostenido por leones
y por el águila de San Juan y es posible que se trate
de una alusión a la dedicación de la construcción
a la Monarquía.
Sin duda, la fachada del Colegio es una de
las creaciones más extraordinarias y originales de finales
del siglo XV, siendo una tipología cuyos antecedentes
sean posiblemente islámicos.
Podemos concluir señalando que el
Colegio de San Gregorio de Valladolid es uno de los mejores
ejemplos del gótico tardío de la Península,
ofreciéndonos una extraordinaria fachada de estilo gótico
isabelino en la que se muestran las influencias de las corrientes
artísticas del momento: el gótico, el mudéjar
y el renacentista.
(Autora del texto del artículo/colaboradora
de ARTEGUIAS:
Leticia Tobalina)