Monasterio
cisterciense de Santa María de Bonaval
(Retiendas - Guadalajara)
Evidentemente,
el Monasterio de Bonaval no es una pequeña ermita desconocida
o un resto menor de una iglesia parroquial en una aldea perdida
que necesite ser dada a conocer. Se trata, obviamente, de un monumento
capital en la historia de la arquitectura medieval de España.
Aparece en esta sección de "Monumentos por descubrir"
para dar publicidad a su ruina y al desamparo que sufre insensiblemente,
transcurriendo en su contra el tiempo sin ninguna intervención.
Es evidente que cada visita que realizamos, el deterioro se acrecienta
y el futuro del edificio se acerca más a la desaparición
definitiva.
Como
sabemos, la fundación de los monasterios cistercienses se
llevaba a cabo en lugares recónditos, alejados del mundanal
ruido y en parajes que invitaran a la meditación y el rezo.
Todo ello
está reflejado en el Monasterio de Bonaval, hoy en acusado
estado de ruina, situado en el frondoso valle del río Jarama,
a la entrada de la sierra Negra del Ocejón y a 3 Km. del
pueblo de Retiendas.
Para llegar
a él, una vez en la población citada hay que seguir
a pie un camino en mal estado rodeado de una idílica arboleda.
Sólo por esta excursión merecería la pena visitar
estas ruinas.
Su
fundación data de mediados del siglo XII -probablemente en
1164 por monjes procedentes de Valbuena- impulsada por Alfonso VIII,
pero la iglesia actual, o lo que queda de ella, no debió
iniciarse antes de bien entrado el siglo XIII. Más tarde,
en el siglo XVII, sufrió severas reformas. En 1821 los monjes
abandonaron el cenobio trasladándose a Toledo, pasando a
manos privadas que nada hicieron por conservar el edificio.
Del
conjunto monasterial perdura parte de la iglesia, principalmente
la cabecera, crucero y nave meridional, además de una sacristía
adosada al ábside del Evangelio (posible capilla románica
usada provisionalmente para los ritos religiosos antes de la construcción
del edificio definitivo) y otros paredones de lo que debieron ser
el resto de dependencias monacales.
Inicialmente,
la iglesia, de sillería caliza bien concertada, debió
tener tres naves de dos tramos, crucero acusado en planta y cabecera
con tres ábsides, como cualquier monasterio masculino, siendo
los laterales rectangulares y el central de forma semihexagonal.
En general se aprecian replanteamientos en el edificio que finalizaron
en una estructura bastante heterogénea. Una de estas modificaciones
es la reutilización del tramo de los pies para uso conventual,
dejando en la iglesia sólo un tramo útil de las naves
para usos litúrgicos.
Exteriormente,
la parte mejor conservada es la cabecera y el brazo sur del crucero.
El ábside central cuenta con un grueso contrafuerte escalonado
en cada vértice del polígono, y cada uno de los tres
muros rectos se adorna con un ventanal apuntado de arista achaflanada
rodeado por arquivolta de baquetón y guardapolvos con puntas
de diamante. El soporte de esta arquivolta es una pareja de esbeltísimas
columnillas de capiteles vegetales flanqueadas por la arista del
muro, también con puntas de diamante. Similar ventanal ilumina
el muro oriental del absidiolo del Evangelio. La corona de canecillos
presenta diversos motivos vegetales.
No dudamos
en calificar como espectacular el hastial meridional del crucero,
en el que se abre la gran portada de acceso, muy maltratada, pero
de gran belleza plástica y un hermoso ventanal. La portada
dispone de cuatro arquivoltas muy apuntadas de triples bandas paralelas,
rodeadas por guardapolvos con puntas de diamante. Cuatro pares de
columnas servían de apoyo, con capiteles de flora naturalista,
ya casi góticos. Los fustes de dichas columnas han desaparecido.
Por encima, aunque descentrado con respecto al eje de la puerta,
hay un impresionante ventanal ajimezado. Tiene arco apuntado con
las aristas achaflanadas, que cobija dos arquillos también
achaflanados que rodean sendos vanos. A modo de guardapolvos, el
conjunto es rodeado por una banda de arquillos ciegos.
En
el interior se combinan diferentes soluciones para cubiertas y apoyos.
Todos los arcos son apuntados y se apoyan en pilares y columnas
diferentes. El tramo recto del ábside central se cubre con
bóveda de crucería con nervío espinazo longitudinal
y la parte poligonal con bóveda nervada. También es
de crucería el tramo conservado de la nave meridional. Como
elemento arcaizante el brazo sur del crucero es de medio cañón
apuntado.
La ornamentación de los capiteles es típicamente cisterciense,
con todo tipo de motivos vegetales (sobre todo crochets).
Por último,
la sacristía es un compartimento de planta rectangular, adosada
al ábside norte, con bóveda de medio cañón
apuntado.
