Introducción a la historia
antigua y medieval de Atienza
Atienza antigua
La población de Atienza, actual
Conjunto Histórico-Artístico de carácter
nacional, fue poblada primero por razas celtíberas, siendo
denominada Tihita y más tarde por los romanos, según
atestiguan restos encontrados. La presencia goda queda en interrogante
por no haberse hallado rastro alguno de esta época.
Atienza
musulmana
Con la llegada de los musulmanes a
la Península, Atienza debió constituir un pequeño
núcleo defensivo. Aunque fue tomada inicialmente por
Alfonso II hacia el año 870, la mayor parte de los siglos
iniciales de la reconquista estuvo en manos musulmanes, aprovechando
la infranqueable peña que queda a su lado a 1.200 metros
de altitud. En esta época de fuertes beligerancias con
castellanos y leoneses los musulmanes debieron apoyarse en esta
fortaleza y la de Medinaceli, hoy en la provincia de Soria,
para rechazar las incursiones cristianas.
Atienza medieval
cristiana
La reconquista cristiana definitiva
llegó en 1085 ó 1086 tras la caída de Toledo
a manos de Alfonso VI y la consiguiente incursión almorávide.
Atienza, de este modo, forma con otras poblaciones fronterizas
como Sepúlveda, Segovia, Ávila y Salamanca una
línea de contención contra el peligro africano.
Probablemente se abandonó en 1109 ante las derrotas castellanas
contra los almorávides de finales del siglo XI y comienzos
del XII. Es en el siglo XII cuando Atienza y Medinaceli con
reconquistadas definitivamente por Alfonso I el Batallador,
rey de Aragón y consorte de Castilla. De esta época
datan el castillo actual y las murallas.
Más tarde llegó el famoso
fuero y su constitución en poderosa cabeza de Villa y
Tierra, alcanzando su jurisdicción hasta el Tajo.
Atienza y el románico
El auge definitivo de la villa llega
con los reinados de Alfonso VII y VIII, en que se afirma que
ya existían catorce templos románicos. De este
elevado número sólo perduran restos de este estilo
en cinco y sorprendentemente son de gran heterogeneidad, probablemente
porque se construyeron en diferentes fechas de los siglos XII
y XIII, recibiendo dispares influencias. Nos referimos a las
antiguas iglesias de la Santísima Trinidad, San Gil,
Santa María del Rey, San Bartolomé y Santa María
del Val.
El Museo de Arte Sacro y la iglesia
de San Gil
En este apartado nos ocuparemos monográficamente
de la iglesia de San Gil, uno de los monumentos románicos
más relevantes de la villa atencina, que desde hace unos
años alberga el Museo de Arte Sacro de Atienza.
Este templo debió tener en
su origen, a comienzos del siglo XIII, una nave unida a la tradicional
cabecera con tramo recto presbiterial y ábside de planta
semicircular. Sirvió de parroquia hasta el siglo XIX
y a partir de 1939 fue abandonada para el culto. Afortunadamente,
esta olvidada parroquia de San Gil se convirtió en el
Museo de Arte Religioso de la villa el 14 de julio de 1990.
Este ejemplo demuestra que muchos templos arruinados o abandonados
pueden ser reaprovechados como lugar de uso para otras actividades
culturales.
La más importante transformación
sufrida en la iglesia románica aconteció cuando
en el siglo XVI se derribó la nave para ampliarla hasta
tres naves separadas por tres parejas de grandes arcos apuntados,
cubiertas por techo de madera.
Exterior
Consecuencia de las reformas del siglo
XVI tenemos la puerta plateresca ubicada en el muro meridional
y formada por un arco de medio punto con dovelas rehundidas
con relieves de florones, flanqueado por dos pilastras de fustes
y capiteles con relieves de guirnaldas renacentistas.
Por tanto, lo único que queda
románico es la cabecera, de sillería perfectamente
escuadrada y aparejada, donde destaca la clásica articulación
románica de dos columnas que dividen el hemiciclo en
tres paños, y en cada uno un ventanal que se muestra
alto y estrecho, con arquivolta de medio punto y guardapolvos
de puntas de diamante, sobre columnas esbeltas de elegantes
capiteles vegetales. Los cimacios se impostan en el muro recorriendo
todo el semicilindro.
Interior
En el interior, el arco triunfal es
apuntado y de triple arquivolta apoyado sobre columnas colgadas.
La bóveda del presbiterio es de cañón apuntado.
La entrada al ábside propiamente dicha también
tiene arquivoltas apuntadas sobre columnas cortadas y apoyadas
en ménsulas. La bóveda es de cuarto de esfera
reforzada por dos grandes nervios que vuelven a apoyar en columnas
incompletas.
Interesantes son los capiteles de
estas columnas. Las cestas las ocupan sendas cabezas de ensortijados
cabellos de similar estampa, pero una observación más
detenida demuestran que se trata de muy distintas representaciones.
La cabeza del capitel derecho según
el observador parece disponer de dos enormes alas junto a sus
orejas, lo que, posiblemente, nos indica que se trata de un
ángel.
Por su parte la cabeza
del capital derecho tiene en sus costados animales de aspecto
maléfico.
Es muy posible que
la policromía original mostrase al derecho con tez pálida
y cabellos rubios (ángel) y el izquierdo con rostro oscuro
y pelo negro (rasgos negroides) en representación de
la maldad y el pecado.
Los tres ventanales estrechos externos
se hacen más amplios y con derrame interior, teniendo
todos ellos una arquivolta plana sobre una pareja de columnas.
Esta disposición interior de la cabecera con arcos apuntado
y columnas apoyadas en ménsulas con nervios de refuerzo
en la bóveda constituye una solución tardía,
que aleja esta construcción del siglo XII y la traslada
probablemente al XIII.
El Museo de Arte
Sacro
La colección
museística del Museo de Arte Sacro cuenta con piezas
que podríamos clasificar en: