Introducción
al origen de las Órdenes Militares en la Edad Media europea
Las primeras órdenes
militares se fundaron en Palestina después de la Primera
Cruzada (1099). Estas órdenes, a la vez militares y religiosas
actuaron como protectoras de los peregrinos a Tierra Santa y,
al mismo tiempo, como protectores de los Santos Lugares y del
reino de Jerusalén. Dependían directamente del Papa
y organizaban su regla comunitaria según una regla monástica
que fuese compatible con la condición seglar y las actividades
guerreras.

Órdenes
Militares de origen no hispano: hospitalarios y templarios
Las órdenes más
importantes nacidas en Tierra Santa fueron las de los Caballeros
Hospitalarios y el Temple. La primera nació en 1048 como
un albergue para peregrinos, que una vez finalizada la Primera
Cruzada, aceptó obligaciones militares para la protección
y defensa de los peregrinos. En 1160 codificó su regla
y se transformó en una verdadera orden militar bajo el
nombre de Orden de los Caballeros de San Juan de Jerusalén.

La Orden del Temple
se fundó en 1118, teniendo desde un principio un carácter
marcadamente militar. Ambas órdenes alcanzaron un inmenso
poder y riqueza en los siglos XII y XIII.
La organización
interna era muy semejante, las dirigía un Gran Maestre,
con su corte y su consejo, y la reunión o capítulo
general de sus cargos directivos. Las posesiones se dividían
por reinos, y dentro de éstos por prioratos. Bajo los priores
vivían los bailíos y los comendadores que tenían
a su cargo grupos más o menos extensos de caballeros y
escuderos de cada orden

Tanto la Orden de San
Juan, como la de los Templarios, tuvieron grandes posesiones en
España. Colaboraron con los reyes en la reconquista y posterior
repoblación, por lo que recibieron numerosos privilegios
y donaciones (un quinto de las tierras conquistadas, el diezmo
eclesiástico, parte de las parias cobradas a los reinos
taifas, etc.).

Exentos de toda jurisdicción
adquirieron una gran fuerza política, económica
y social. En 1134, en su testamento, Alfonso I el Batallador,
rey de Aragón, les cedía su reino, y aunque el testamento
fue revocado y los nobles aragoneses entregaron la corona a Ramiro
II, hubieron de hacer numerosas concesiones, tanto de tierras
como de derechos comerciales, a las órdenes, para que renunciaran.
En Castilla destacó su ayuda frente a la invasión
almohade y su participación en la batalla de Las Navas
de Tolosa (1212).
A imagen y semejanza de
estas dos primeras órdenes, se fundaron en España
otras de similar naturaleza y organización. La causa principal
de la aparición de estas órdenes propias fue la
acción militar cristiana contra los musulmanes. Todas ellas
jugaron un importante papel en la lucha y conquista del Islam
peninsular.

La
Orden de Montesa
En Aragón, Alfonso
I el Batallador fundó tras la conquista de Zaragoza (1118)
nuevas órdenes con fines defensivos como Monreal y Belchite,
pero las grandes órdenes constituidas por monjes-caballeros
bajo el mando de un maestre, no aparecerían hasta el siglo
XII. Pedro II el Católico fundó en 1201, en agradecimiento
por la asistencia de San Jorge a sus ejércitos, la Orden
de San Jorge de Alfama.
La Orden fue aprobada
por el Papado en 1363 y tuvo una vida relativamente breve, ya
que en 1399 se unió a la Orden de Montesa. Esta Orden fue
instituida en 1317 por el Papa Juan XXII, a petición de
Jaime II, para hacerse con los bienes de la disuelta Orden del
Temple en el Reino de Valencia.

Su primera residencia
fue el Castillo de Montesa, próximo a Játiva, en
la frontera del reino de Valencia con los musulmanes. Gozó
de importantes gracias y privilegios y se convirtió en
una de las principales fuerzas militares defensoras del trono.
A finales del siglo XV tenía jurisdicción sobre
90.000 almas y poseía 13 encomiendas, pero su poder e independencia
empezada a declinar por la cada vez mayor injerencia de la monarquía
en sus asuntos. Finalmente fue incorporada a la Corona en 1587.
En Castilla, destacaron
tres grandes órdenes: Calatrava, Santiago y Alcántara.
En la ideología de estas órdenes predominó
un ideal místico-religioso de cuño musulmán,
aunque con el tiempo perdieron carácter religioso y se
convirtieron en potencias económicas y militares, cuya
intervención en la política del reino castellano
fue en ocasiones decisiva. Llegaron a poseer grandes señoríos,
conocidos como Maestrazgos, participaron de los grandes beneficios
de la Mesta, y alcanzaron una gran riqueza que atraería
a numerosos nobles, lo que las dotaría de un carácter
aristocrático a partir del siglo XIV. En el último
tercio del siglo XV, los Reyes Católicos fueron incorporando
progresivamente a su hacienda la mayor parte de sus intereses
y beneficios, poniendo fin a su papel económico y político.
Por último, en 1522, el Papa Adriano VI concedió
a Carlos I los títulos de Gran Maestre de las tres órdenes
militares con carácter hereditario, lo que supuso su incorporación
permanente a la Corona, llegando hasta nuestros días como
instituciones de carácter honorífico y nobiliario.

La
Orden de Calatrava
La
Orden de Calatrava fue fundada en 1158 a instancia de Sancho III,
y aprobada por el Papa Alejandro III en 1164, para defender esta
plaza de los musulmanes, por su importancia estratégica
como baluarte avanzado de Toledo. La Orden alcanzó su afianzamiento
definitivo tras la batalla de las Navas de Tolosa (1212), cuando
fijó su sede en la nueva fortaleza de Calatrava la Nueva
(1218). en poco tiempo, sus grandes recursos humanos y económicos
dieron a la Orden un enorme poder político y militar, que
duró hasta el final de la reconquista.
Disponía de tierras
y castillos a lo largo de toda la frontera de Castilla, ejerciendo
un señorío feudal sobre miles de vasallos. Además,
disfrutaba de gran autonomía. En 1477 Fernando el Católico
logró ser elegido Maestre de la Orden, con lo que sus bienes
se incorporaron a la Corona de Castilla.
Orden
de Santiago
La Congregación
de los Fratres de Cáceres fue creada en 1170, y reconocida
por el Papa como Orden de Santiago en 1175. Colaboró activamente
en la reconquista y la repoblación de las comarcas de Teruel
y Castellón. Alfonso VIII le cedió Uclés
(1174) Moya y Mora (1211), a los que luego se sumaron Osa y Montiel.
Combatieron en las Navas de Tolosa (1212) y obtuvieron de los
sucesivos monarcas castellanos privilegios que les permitieron
repoblar extensas regiones en Andalucía y Murcia.

Ya en el siglo XV, trasladó
su radio de acción a Sierra Morena, pasando a convertirse
Llerena (Badajoz) en residencia habitual de sus maestres. Por
otro lado, se vio con frecuencia implicada en las luchas internas
del reino de Castilla, al mismo tiempo que sus inmensos bienes
la obligaron a sostener las pretensiones de la monarquía.
Finalmente los Reyes Católicos la unieron a la Corona en
1493.

Orden
de Alcántara
La Orden de Alcántara
surgió en León a mediados del siglo XII (1177) con
el nombre de San Julián de Pereiro, para oponerse al peligro
almohade. En 1218 recibió los bienes que poseía
en el reino de León la Orden de Calatrava, entre ellos
la población de Alcantara. A raíz del establecimiento
de su sede central en esta villa, el primitivo nombre de Orden
de San Julián fue desapareciendo hasta que en 1253 sus
maestres se titulaban "maestres de la orden de Alcántara".
La Órden de Alcántara
ejerció su actividad principalmente en la zona extremeña,
donde se concentraban la mayor parte de sus posesiones: Navasfrías,
Valencia de Alcántara, comarca de la Serena, Trujillo,
Zalamea, etc. Participó en las campañas andaluzas
de Fernando III, aunque apenas recibió donaciones en esta
región. Participó también en la lucha entre
Pedro I el Cruel y Enrique de Trastámara, aunque la potencia
militar de la Orden fue menor que la de sus hermanas de Santiago
y Calatrava debido a sus menores posesiones territoriales y, en
consecuencia, su menor poder económico. Finalizó
su actividad militar a comienzos del siglo XV, tras ser derrotada
en Granada. Será en 1494 cuando los Reyes Católicos
logren la administración de sus bienes.
