Una
de las ciudades monumentales por excelencia de España que
es Salamanca no podía carecer de una magnífica catedral
románica.
Iniciada en la primera
mitad del siglo XII y finalizada en el XIII este templo se libró
de ser demolido cuando se construyó la catedral nueva en
el siglo XVI que sólo arruinó el brazo norte del
crucero y parte de la nave septentrional.
El conocido inconformismo
español ha acabado con magníficos monumentos al
edificarse nuevos templos sobre los ya existentes.
Afortunadamente se hicieron
las cosas de otra manera en Salamanca (algo parecido sucedió
en Plasencia), probablemente porque se tardó demasiado
tiempo en levantar catedral nueva y era necesario contar con un
templo para las misas.
De haberse tomado la decisión
de su destrucción nuestro románico se habría
empobrecido de manera infame. Este fenómeno permite intuir
que de conservar las grandes catedrales románicas lamentablemente
derribadas, el panorama del románico español sería
de una brillantez inimaginable.
En efecto, esta construcción
es de las más hermosas de Europa -especialmente en el plano
escultórico-en la que debieron trabajar hasta seis maestros
de la mayor sabiduría.
Fases
constructivas de la Catedral Vieja
Presentaba
originalmente tres naves de cinco tramos rematadas en sendos ábsides
de planta semicircular. Sobresale acusadamente el crucero del
que sólo pervive el brazo meridional. En el transepto se
encuentra el famoso cimborrio gallonado, del que luego nos ocuparemos.
Hay dos torres a los pies,
la torre mocha y otra recubierta por aditamentos barrocos.
Se ha debatido mucho sobre el proceso constructivo de esta catedral.
La mayoría de los autores coinciden en que las obras se
iniciaron a mitad del siglo XII y los trabajos se desarrollaron
durante la segunda mitad de ese siglo y las primeras décadas
del XIII.
En
el plano arquitectónico se suelen establecer tres etapas
o fases.
La primera correspondería
a un planteamiento plenamente románico y se iniciaría
con la cabecera triabsidal, así como los muros perimetrales
del templo hasta una altura moderada.
La segunda fase vendría
en el último cuarto del siglo, coincidiendo con el arranque
de los trabajos en el claustro.
Por último se remataría
la iglesia con el cierre del crucero mediante el archiconocido
cimborrio gallonado.
Es obvio que un edificio
planificado en románico puro, lo que se aprecia en la planta,
fue rematado con bóvedas de crucería (nave central)
y vaídas (naves laterales) por lo que hubo replanteamientos
a lo largo de la dilatada construcción. Esto se aprecia
en las ménsulas decoradas que se interponen entre los nervios
cruceros y las columnas de los pilares.
Interior
de la iglesia
En el interior nos encontramos
con las citadas amplias naves separadas por arquerías apuntadas
que apoyan en pilares cruciformes con semicolumnas embebidas,
más otras finas en los codillos. Las cubiertas, como hemos
citado, son bóvedas de crucería, que no estuvieron
previstas en el momento de proyectar la catedral a mitad del XII.
Esta estructura columnaria
ofrece gran número de capiteles tallados con magníficas
esculturas y pertenecientes a varios maestros. Arios estudiosos
han llegado a identificar hasta seis talleres o maestros distintos
que trabajaron en distintas fases y puntos de la catedral.
Sin poder aquí
precisar más sobre esta magnífica colección
de capitales y ménsulas, sí diremos que existe un
denominador común en su temática, que no es otra
que la lucha entre el bien y el mal representa por el combate
entre guerreros, animales y bestias y también entre diversos
animales entre sí.
Exterior
de la iglesia
La
catedral nueva, así como otras dependencias como el claustro
envuelven casi completamente la catedral vieja, por lo que únicamente
es apreciable la cabecera y la Torre del Gallo desde el llamado
Patio Chico.
A pesar de los aditamentos
góticos y el agobio de la catedral nueva, se puede apreciar
en los perfectos semicilindros absidales, columnas y ventanales
la hermosura y elegancia que debió impregnar a toda la
construcción.
La
Torre del Gallo
Lo más celebrado de la catedral de Salamanca es su famosísima
"Torre del Gallo" así denominado el cimborrio
que se eleva majestuoso sobre el transepto, que es deudor del
de la catedral de Zamora pero más elegante y perfecto y
que a su vez sirvió de modelo para el cimborrio de la Colegiata
de Toro y la cúpula de la sala capitular de la Catedral
de Plasencia (Torre del Melón).
Desde el interior de la
iglesia se aprecia cómo este cimborrio se levanta sobre
pechinas y se desarrolla mediante un cilindro de dos pisos en
cada uno de los cuales se abren dieciséis arcos separados
por columnas. Estas columnas se encargan de recibir los nervios
de refuerzo de la cúpula semiesférica.
Exteriormente esta estructura
es de una gracia sorprendente gracias a si verticalidad, rítmica
disposición de los arcos superpuestas, las cuatro torrecillas
de las esquinas y la cubierta casi cónica con lajas de
piedra.
Mucho se ha debatido del
origen de este tipo de estructuras, muy comunes en la arquitectura
bizantina, aunque más probablemente la relación
más probable deberemos buscarla en los cimborrios y torres
de las iglesias francesas de la región de Poitou.
Claustro
y Capillas
El claustro románico
casi desapareció en el siglo XVIII tras el terremoto de
Lisboa siendo sustituido por otro neoclásico, aunque se
han rescatado algunos capiteles.
La afamada Capilla de
Talavera o del Salvador, empleada como antigua Sala Capitular
es una original estancia con piso alto de ventanales de medio
punto entre los que se ubicaron columnas que apoyan sobre mascarones
y a su vez soportan los dieciséis nervios paralelos dos
a dos que refuerzan la bóveda esquifada sin coincidir en
la clave de ésta sino que forman una estrella de ocho puntas
en la clave. Este tipo de cúpulas son de tipología
musulmana califal.
Pinche
para ver nuestro Vídeo sobre el
Arte Románico en la ciudad de Salamanca