Guía de la Abadía de Conques, Francia
Introducción
Conques
es una pequeña localidad del Departamento de Aveyron perteneciente
a la región de Occitania. En ella se encuentra la archiconocida
abadía de Santa Fe (Abbaye de Sainte-Foy de Conques),
declarada monumento nacional francés en el primer grupo
privilegiado que alcanzó esta consideración en el
año 1840.
Además, la UNESCO, en el contexto de
los Caminos a Santiago, la ha declarado Patrimonio de la Humanidad
en 1998.

Es uno de los templos románicos más
importantes no sólo de Occitania y Francia, sino de toda
Europa, por su antigüedad (se inició a mediados del
siglo XI), la escultura monumental de los capiteles interiores,
el famosísimo tímpano de su portada y su tesoro
sacro donde destaca la estatua-relicario de Santa Fe de Agen.

Su fama viene dada en parte como consecuencia
de ser la primera de las iglesias románicas franceses dentro
de la categoría de "Iglesias de Peregrinación".

Tradicionalmente, se ha considerado que estas
iglesias de peregrinación eran originalmente Saint-Martial
de Lim, Saint-Martin de Tours, Saint-Sernin de Toulouse y la catedral
de Santiago de Compostela. Estos templos guardan características
comunes como concentrarse en la principales vías de peregrinación
a Santiago de Compostela, muy frecuentadas por peregrinos durante
los siglos XI y XII, contar con planta e cruz latina, disponer
de tres o cinco naves principales más el correspondiente
transepto de tres naves, girola alrededor del altar mayor con
capillas radiales, además de tribunas sobre las naves laterales
con fines básicamente arquitectónicos (como veremos
posteriormente) aunque podían tener otros usos como albergar
peregrinos.

Breve recorrido histórico
La historia de la abadía de Conques
es compleja. Pudo existir aquí un pequeño santuario
o ermita en el siglo IV d.C. si bien las noticias que tenemos
de ello parecen legendarias.
A finales del siglo VIII probablemente se construyó aquí
una ermita convertida después en monasterio (Conques I)
que pasaría regirse por la regla de San Benito de Nursia
en el año 817 como todos los cenobios del reino franco.
Este primitivo monasterio estaba dedicado a Saint-Sauveur.
Se cuenta que este monasterio de Conques I
no disponía de reliquias por lo que uno de sus monjes -Ariviscus-
se trasladó durante diez años a Agen, donde descansaban
las reliquias de la mártir Santa Fe, ejecutada en el siglo
IV durante el gobierno del emperador Maximiano, para evitar sospechas
hasta que pudo robar dichas reliquias llevándolas a Conques.
Otro relato apunta a que el monasterio guardó los restos
de Santa Fe durante las devastaciones vikingas sufridas a comienzos
del siglo IX.
El caso es que, a partir del siglo IX, en la
abadía de Conques descansaban las reliquias de la santa,
lo cual, junto a su ubicación en una de las cuatro principales
rutas francas de peregrinación a Compostela (concretamente
la Via Podiensis) activó un gran flujo de peregrinos que,
teniendo como objetivo final, llegar a Santiago, hacían
escala en Conques con el fin de venerar las reliquias de Santa
Fe.
Tiempo después, su cráneo fue
alojado en una estatua de madera, oro, plata y gemas que es el
centro de la veneración de la abadía.
Durante el abadiato de Etienne I y ante el
aumento de la llegada de peregrino, se comenzó un edificio
más grande, conocido como Conques II.
Ya a mediados del siglo XI el abad Odolric
va a reconstruir la iglesia abacial en estilo románico
(Conques III) aunque sus obras van a progresar durante la segunda
mitad de dicha centuria hasta entrado el siglo XII.

Conques permaneció como monasterio benedictino
hasta el año 1537. Después pasó a ser colegiata
(regido por canónigos seculares) durante varios siglos.
Por desgracia, Conques no se libró de
las destrucciones provocadas por las llamadas "Guerras de
Religión en Francia " del tercer cuarto del siglo
XVI entre los hugonotes (luteranos calvinistas) y los católicos,
siendo saqueada e incendiada.

La abacial de Conques gozaría de un
nuevo momento de prosperidad durante el siglo XVII pero volvió
a sufrir ataques y daños durante la Revolución Francesa,
motivo por el que los canónigos tuvieron que abandonarla.
Fue el momento en que las gentes de la aldea van a aprovechar
para expoliar las piedras del claustro para emplearlas como cantera.

La recuperación y puesta en valor del
templo va a llegar entre la década de los años treinta
a los cincuenta del siglo XIX.
En 1873 el obispado va a impulsar de nuevo
la vida religiosa poniendo a Conques en manos de la Orden Premostratense
y en la actualidad es un priorato de la Abadía de Saint-Martin-de-Mondaye.

Arquitectura
Iglesia
La Abadía de Santa Fe de Conques que
nos ha llegado hasta nuestros días (Conques III) es un
edificio románico de los siglos XI y XII construido con
piedra caliza además de arenisca roja de Nauviale.

Su planta está condicionada por el solar
montañoso en que fue construida, con una gran pendiente
en la ladera de un monte. De hecho la carretera que llega a este
concurrido lugar es de lo más tortuoso. Este factor determinó
muy probablemente que las naves del templo no sean de demasiada
longitud.

Podemos resumir dicha planta en un cuerpo de
tres naves de cinco tramos tras un nártex, transepto muy
desarrollado también de tres naves que se abren a dos ábsides
de desigual profundidad en cada uno de sus brazos, crucero con
cimborrio y una cabecera con altar mayor rodeado por una girola
con tres capillas radiales.

Si bien la iglesia de Conques no tiene la extensión
superficial de otros grandes templos románicos europeos,
sí se aprecia una búsqueda de la verticalidad, pues
la bóveda de medio cañón de la nave central
supera los 22 metros de altura. Dicha verticalidad es consecuencia
del doble nivel del alzado: altos arcos formeros de medio punto
y por encima los vanos que comunican la tribuna con la nave central.

Dicha tribuna se aboveda con cuarto de cañón
y es necesaria para contrarrestar los potentes empujes oblicuos
de la bóveda de medio cañón de la nave central.

El claustro
El claustro monástico se construyó
alrededor del año 1100 al sur de la iglesia pero fue muy
destruido a comienzos del siglo XIX y sus piezas aprovechadas
por los lugareños para emplearlas en sus construcciones
domésticas.

Por fortuna, se ha conservado la pila central
y parte de una las pandas con sus arcos y co-lumnas pareadas con
19 capiteles originales. Otra colección de capiteles se
guarda en el museo lapidario.

Escultura de la iglesia
Desde el punto de vista escultórico,
importan los casi 250 capiteles de las columnas interiores del
templo donde se combinan motivos vegetales con otros historiados
de muy diversa iconografía y cuyo taller -o alguno de sus
miembros- trabajó también en la catedral de Santiago
de Compostela (cabecera y fachada de las Platerías).

En el fondo del brazo izquierdo del transepto
existe un relieve que representa el pasaje neotestamentario de
la Anunciación, del mismo taller que trabajó en
el conocido tímpano del Juicio Final.

El tímpano de la puerta occidental
Pero obviamente, lo más importante desde
el punto de vista escultórico es el tímpano de la
puerta de la fachada occidental que está flanqueada por
dos torres neorrománicas -con remates apiramidados- construidas
a finales del siglo XIX (1881).

Dicho tímpano semicircular, de generosas
dimensiones, está dividido en tres registros. Juntos conforman
el pasaje apocalíptico de la Parusía (Venida en
Gloria de Cristo al final de los tiempos) con el consiguiente
Juicio Final. La calidad de la escultura y su buena conservación
hacen de este conjuntos de relieves una de las obras maestras
de la escultura románica universal que, además,
conserva parte de la policromía.

Cristo aparece en el centro, entronizado y
bendiciendo. Aparecen los muertos resucitando y saliendo de sus
sepulcros. A la izquierda del espectador aparecen los bienaventurados,
serenos y ordenados, bajo arquerías donde aparece Abraham
bajo una arquería.

Mientras que en el lado opuesto, los condenados
están en toda suerte de escorzos y castigos. Muy interesante
es el bloque central del registro inferior, con las puertas de
ambos ámbitos opuestos: el Cielo y el infierno representado
por una gran boca de Leviatán que engulle a los condenados
azuzados por un demonio de gran nariz y cabellos en forma de llamas
que irónicamente -quizás nostálgicamente-
vuelve su cabeza hacia atrás.

Son numerosas las inscripciones talladas en
la piedra que hacen alusiones aclaratorias de lo que obviamente
representa este conjunto pétreo del máximo interés.

El tesoro
El tesoro sacro de la abadía de Conques
se guarda y exhibe en el que fuera refectorio de la abadía.
Es una colección de piezas de mucho valor histórico
y artístico donde destaca especialmente la estatua relicario
de Santa Fe, realizada en madera y recubierta por planchas de
oro y plata además de contener numerosas gemas en forma
de cabujones.