Biografía
de Ordoño II. Rey de León
Ordoño
II y la Crónica Najerense
La
Crónica Najerense es pródiga en alabanzas a Ordoño
II, de quien dice que "tras vencer a los bárbaros de
toda España después de una guerra generalizada, todas
sus ciudades las hizo tributarias suyas.
Era, en efecto, previsor
en toda guerra, justo con los ciudadanos, misericordioso con desvalidos
y pobres y destacado en el conjunto de los deberes de gobierno del
reino".
Hijo de Alfonso III, el
monarca leonés, guerrero y enérgico, intercambió
grandes victorias y sonadas derrotas frente a su gran enemigo, Abd
al-Rahmán III; trasladó definitivamente la sede regia
a la ciudad de León y consolidó la estrecha relación
que su padre había comenzado a trabar con el reino pamplonés,
clave para unificar el frente cristiano frente al enemigo musulmán.
El
comienzo de su reinado
Alfonso
III muere en el año 910 en Zamora, provocando la división
de su reino entre sus hijos, quienes según Sampiro se habrían
rebelado en vida de su padre obligándole a retirarse a Boides.
Sea como fuere, el reino astur se fracciona en tres partes tras
el gobierno del Rey Magno. El primogénito, García,
gobierna en León y los territorios recientemente anexionados;
Fruela, hereda el núcleo astur y Ordoño, Galicia.
La Crónica Najerense
nos dice que todavía en vida de su padre, Ordoño "atacó
la Bética con un ejército. Luego, tras devastar los
campos por doquier e incendiar las aldeas de la primera acometida,
tomó luchando la ciudad de Beja que, de entre las ciudades
occidentales de los bárbaros parecía la más
fuerte y la más rica. Y liquidando con la espada a todos
los guerreros caldeos, volvió vencedor a la ciudad de Viseo,
con un gran número de cautivos y de despojos".
Vemos así como, antes
de alcanzar la corona, Ordoño aparece ya como un hombre guerrero,
fama que se consolidará en agosto del año 913, cuando,
como rey de Galicia, dirige una expedición contra Ébora,
dando muerte al gobernador de la ciudad. Las crónicas ismaelitas
aseguran que "nunca habían sufrido los musulmanes de
Al-Ándalus desde su establecimiento derrota más espantosa
y horrible de ver a manos del enemigo".
El
año siguiente será clave para el devenir del reino
leonés. Tras una campaña en La Rioja, García
vuelve a Zamora, probablemente enfermo, donde muere en el año
914. Su hermano acude desde Galicia para ser ungido y coronado,
según la Crónica Silense, siguiendo la costumbre visigoda,
por una asamblea de obispos y magnates. Es entonces cuando Ordoño
se convierte en rey de León, situándose al frente
de una nueva unidad política, puesto que Fruela, que había
quedado al frente de Asturias, reconoce la superioridad de su hermano.
El nuevo monarca consolida
León como sede regia, confirmando la decisión tomada
por su hermano García. Reconstruye sus murallas, edificando
nuevos templos y palacios. A pesar de que la tradición apunta
a que cedió parte de su residencia real como solar para la
edificación de la catedral, sólo puede afirmarse que
donó algunas posesiones para engrandecer la sede leonesa,
que había sido instaurada por Ordoño I en el año
874, cuando junto al obispo Fruminio, erigió la iglesia de
Santa María y San Cipriano, ubicada en el mismo solar que
la actual, como catedral.
Las
campañas militares de Ordoño II
En el año 915, Ordoño
II reemprende ya como monarca leonés las campañas
contra el enemigo musulmán. Aprovechándose de la despoblación
de grandes zonas del interior de Al-Ándalus, concentra un
gran ejército en Zamora, desde donde parte cruzando el Duero
hacia Mérida. La expedición pasa por Medellín,
atraviesa el Guadiana y penetra en La Serena con el propósito
de atacar por sorpresa Miknasa, cuya localización exacta
aún se desconoce.
Sin embargo, las crónicas
cuentan cómo los guías musulmanes del rey leonés,
para salvar las vidas de sus compatriotas, le condujeron por intrincados
caminos, lo que acabó con las fuerzas de los cristianos.
El engaño lo pagaron con sus vidas, pero cumplieron con su
cometido. Ordoño II prosiguió su avance hacia Magacela,
hasta llegar de nuevo a Medellín para iniciar el camino de
regreso. A su paso rindió algunos castillos, como el de Alanje.
Acampó frente a la ciudad fortificada de Mérida, a
la que no atacó, quizás por los agasajos de su gobernador,
y desde allí, regresó a León cargado de cautivos
y ganado, habiendo hecho tributarios a los marwanidas de Badajoz.
A partir del año
916, Abd al-Rahmán III pasa a la ofensiva, dirigiendo personalmente
cruentas aceifas con el objetivo de contener la frontera norteña,
infundir terror entre los cristianos y obtener el máximo
botín posible para dedicarse entonces a la pacificación
interior del emirato. Ese mismo año se dirige hacia León,
devastando todas las tierras a su paso. El año siguiente,
conduce al ejército omeya hacia San Esteban de Gormaz, pero
esta vez es derrotado por Ordoño II, aliado para la ocasión
con Sancho Garcés I, rey de Pamplona. La victoria anima a
los monarcas cristianos, que se lanzan a la ofensiva sobre La Rioja.
Saquean Nájera y Tudela, tomando Calahorra y Arnedo en el
año 918. Este mismo año, los cordobeses, de la mano
del hachib Badr, obtienen un gran éxito militar en Mitonia,
territorio situado probablemente al sur del río Duero, pero
cuyo emplazamiento exacto se ignora.
En el año 919, Ordoño
II canceló una campaña contra la Marca Central, por
temor a la respuesta de Abd al-Rahmán, lo que muestra que
los cristianos acusaron moralmente la última derrota. Esta
tendencia se ratificará en el año 920, cuando el califa
omeya pone en marcha la llamada campaña de Muez. Sigue la
ruta de Guadalajara y Medinaceli, hasta alcanzar la frontera del
Duero, donde toma las fortalezas de Osma, San Esteban de Gormaz
y Alcalá. Marcha después a Clunia, abandonada por
sus habitantes, para llegar hasta Tudela, en la Marca superior,
con el fin de socorrer a la población musulmana de los ataques
del monarca Sancho Garcés I. Conquista Calahorra, que había
sido evacuada en la campaña cristiana anterior y se encamina
hacia Pamplona. El monarca pamplonés une sus fuerzas a las
de Ordoño II para hacer frente a los musulmanes, pero sufren
una enorme derrota en Valdejunquera. Abd al-Rahmán III deja
tras de sí huellas evidentes de destrucción: campos
arrasados, pueblos incendiados y saqueados, fortalezas e iglesias
destruidas y, sobre todo, muchos muertos.
Sin embargo, estas escaramuzas
no son más que un intercambio de golpes, pues no se producen
movimientos significativos de la línea fronteriza. Cuentan
las crónicas que, a raíz de Valdejunquera, Ordoño
II apresó a los condes castellanos Nuño Fernández,
Fernando Ansúrez, Albomondar Albo y su hijo Diego, acusándoles
de no haber defendido como se esperaba sus posiciones, propiciando
la incursión omeya.
Poco después, recobraron
la libertad mediante pactos y promesas de fidelidad. Parece que
los castellanos temían que con la alianza de Ordoño
II y Sancho Garcés, el monarca pamplonés se asegurase
la carrera por La Rioja, aspiración territorial de éstos,
por lo que debieron de relajar su intensidad defensiva.
La derrota no amilanó
al monarca leonés, que en el año 921 realiza una incursión
por tierras de Medinaceli, Atienza y Sigüenza, en la que quema
varios castillos, saquea la región y obtiene un cuantioso
botín. En 923, aliado de nuevo con Sancho Garcés,
vuelve a dirigir sus miras hacia La Rioja. El pamplonés toma
Viguera y el leonés rinde Nájera.
En el año 924, Ordoño
II repudia a su mujer, la gallega Aragonta y toma como esposa a
Sancha, hija de Sancho Garcés. Sin embargo, no tuvo mucho
tiempo de disfrutar del matrimonio, ya que muere este mismo año.
Le sucede su hermano Fruela II, que al año de gobierno muere
de lepra provocando una enorme crisis sucesoria.
(Autor
del texto del artículo/colaborador de ARTEGUIAS: Mario Agudo)