Biografía
de Ramiro I, rey de Asturias
Biografía
del rey Ramiro I
Ramiro
I protagonizó un breve pero intenso reinado, en el que tuvo
que hacer frente a una rebelión interna, a los ataques de
los normandos y a las aceifas musulmanas, que seguían realizando
incursiones por zonas recientemente repobladas.
A todo ello hay que sumar
su impulso constructor, que dio como fruto dos de las perlas del
arte prerrománico asturiano, nada menos que los edificios
palatinos de Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo,
hasta el punto de dar nombre al llamado estilo Ramirense.
La
llegada al poder de Ramiro I
La muerte sin descendencia
de Alfonso II "El Casto" en el año 842, provocó
un nuevo enfrentamiento entre aspirantes al solio regio astur. Según
nos relata la Crónica Najerense, Ramiro se encontraba en
las Bardulias para contraer matrimonio cuando fue elegido sucesor
de la corona. Un conde próximo a la corte, de nombre Nepociano,
cuñado del rey fallecido, aprovechó la ausencia del
futuro monarca para acceder al trono de forma ilegítima.
La
noticia llegó rápidamente a Ramiro, que se refugió
en los alrededores de Lugo para formar un ejército que le
permitiese dirigirse a Oviedo para recuperar su reino. Nepociano
salió a su encuentro a orillas del Narcea, pero fue derrotado
en la batalla de Cornellana. Según nos relata la Crónica
Najerense, el conde rebelde fue abandonado por sus hombres, por
lo que se dio a la fuga. Lamentablemente para él, los condes
Escipión y Sommán lo encontraron y se lo entregaron
al vencedor, que le aplicó la pena de ceguera con reclusión
de por vida en un monasterio.
Este episodio nos recuerda
la llegada al poder de su predecesor, Alfonso II, quien también
fue obligado a recluirse en Galicia en dos ocasiones, en el 783,
cuando tuvo que ver cómo Mauregato le arrebataba el trono
y en el 801, cuando una rebelión le obligó a recluirse
en el monasterio de Ablaña. En ambos casos, se observa como
a la muerte de un monarca astur se suceden corrientes enfrentadas
por llegar al poder, que denotan un conflicto en el sistema de sucesión
al que pondrá fin la imposición de la línea
patrilineal a raíz del reinado de Ramiro I, que se consolidará
con la sucesión de su hijo, Ordoño I.
Pese a todo, aún
tuvo Ramiro I que enfrentarse a más rebeliones internas.
La Crónica Najerense nos relata cómo dos nobles, de
nombres Alvito y Piniolo, se levantaron sucesivamente contra el
monarca, que sofocó de forma radical ambos intentos. Su severidad
en la administración de la justicia contra rebeldes, ladrones,
salteadores, magos y adivinos, le valió el apelativo de "vara
de la justicia", como nos señala la Crónica Albeldense.
Los
normandos y la batalla de Clavijo
Pero los problemas no le
venían a Ramiro I solamente del interior de su reino. En
el año 843, un grupo de 70 naves normandas capitaneadas por
Wittingur, penetró en el Cantábrico hasta asomarse
a las costas de la ciudad de Gijón. Al verla tan fuertemente
defendida, los incursores se alejaron hasta desembarcar en el faro
de Brigantium (La Coruña), en el 844.
Ramiro I envió un
contingente de soldados para hacerles frente y consiguió
expulsarlos, causando buen número de víctimas entre
los invasores, que siguieron rodeando la península hasta
introducirse en Sevilla a través del Guadalquivir, donde
fueron repelidos por las tropas emirales.
Ramiro I no se prodigó
en exceso contra los musulmanes, con quienes la Crónica Najerense
asegura que hizo la guerra dos veces, quedando siempre vencedor.
Sánchez Albornoz asegura que realizó una incursión
por León, ciudad que repobló, y por el Bierzo, pero
una aceifa en el año 846 dio al traste con esta tarea expansiva.
La otra incursión
a la que hace referencia la Najerense podría ser la mítica
batalla de Clavijo, pero las referencias históricas nublan
de nubarrones la legendaria contienda, donde la tradición
popular asegura que el Apóstol Santiago se presentó
en sueños al rey Ramiro I mientras estaba cercado por el
enemigo para decirle: "...ten valor, pues yo he de venir en
tu ayuda y mañana, con el poder de Dios, vencerás
a toda esta muchedumbre de enemigos, por quienes te ves cercado..."
Tenemos noticia de Clavijo
a través de un documento del siglo XII en el que Pedro Marcio,
un canónigo de Santiago, copia un original de privilegio
otorgado por el rey Ramiro I en el que establecía el voto
de Santiago, es decir, una serie de cuantiosas donaciones a la sede
compostelana en acción de gracias por la victoria en la famosa
batalla. Sin embargo, en la redacción de este documento encontramos
diferentes errores históricos y cronológicos que hacen
sospechar que pudo haber sido un invento de la época para
garantizar por escrito algún tipo de compromiso oral del
pasado, basado posiblemente en un hecho real, pero exagerado para
justificar la cuantía de los privilegios.
La leyenda crece cuando
en el Chronicón Mundi, del obispo Lucas de Tuy y en la Historia
de los Hechos de España, de Rodrigo Jiménez de Rada,
se identifica la batalla de Clavijo con el fin del tributo de las
cien doncellas, humillante castigo que, según la tradición
oral, los musulmanes imponían a los cristianos como símbolo
de su dominación.
Si acudimos a las fuentes
cronísticas oficiales, tanto asturleonesas como musulmanas,
no encontramos referencias directas a la batalla. Las norteñas,
al hacer balance del reinado de Ramiro, nos hablan de las rebeliones
internas, del ataque de los normandos y de la construcción
del conjunto palaciego del Naranco. Solamente la Najerense nos habla
de dos campañas contra los musulmanes, pero no especifica
cuáles. Las crónicas de época de Abd Al-Rahman
II, emir coetáneo del astur, son más desoladoras,
pues hacen referencia a dos aceifas, una contra León, la
ya mencionada en el año 846, y otra contra Álava,
pero no se hace eco de ninguna otra.
Sin embargo, ambas crónicas
sí que reflejan tensos combates en los alrededores de Clavijo
en época de Ordoño I. Concretamente, las fuentes asturleonesas
señalan como este rey cercó la ciudad de Albelda,
estableciendo su centro de operaciones en el monte Laturce, es decir,
el lugar donde se ha identificado el supuesto campo de batalla del
legendario enfrentamiento.
Todo parece indicar, por
tanto, que los hechos que acontecieron en Clavijo fueron engrandecidos
posteriormente con un fin netamente propagandístico, tal
y como ocurriera con la escaramuza de Covadonga. El esfuerzo reconquistador
de los siglos XII y XIII requería de un estímulo moral
que bebía de las fuentes legendarias que los cronistas contemporáneos
fueron construyendo sobre los retazos del pasado más inmediato.
Ramiro
y la arquitectura: El conjunto palaciego del Naranco
Si por algo ha pasado a
la posteridad el rey Ramiro I ha sido por la construcción
del conjunto palaciego del monte Naranco, cuyo estilo ha sido bautizado,
en honor a su promotor, como arte Ramirense, para significar su
valor único dentro del arte astur.
El conjunto se levantó
a unos tres kilómetros de Oviedo, en la ladera sur del monte
Naranco, situado en mitad de un rico coto de caza. Allí había
existido una estación termal romana e, incluso, un pequeño
santuario dedicado a San Miguel, obra rústica fechable en
época de su predecesor, Alfonso II. Sobre tales restos, el
rey ordenó la construcción de un complejo palacial
de recreo, de ciertas reminiscencias carolingias, que comprendía,
según Fernando de Olaguer-Feliú, un pabellón
real, una iglesia palatina y una serie de construcciones anejas,
como perreras, establos y dependencias serviciales.
Recientes interpretaciones,
fruto de un estudio elaborado por la Universidad de Oviedo, apuntan
a que el conjunto palaciego se construyó en el contexto del
enfrentamiento entre Ramiro I y Nepociano, convirtiéndose
el recinto del Naranco en una segunda residencia real frente a la
que ostentaba el conde rebelde.
Sea como fuere, la mayor
aportación de los edificios construidos, fue la capacidad
de unificar la herencia artística astur y visigoda con las
influencias carolingias y bizantinas, dando lugar a un estilo ecléctico
único en el mundo. De aquella construcción, podemos
observar aún hoy el pabellón real, transformado en
la iglesia de Santa María del Naranco, y la capilla palatina,
actual iglesia de San Miguel de Lillo.
Ramiro I, que probablemente
contrajo matrimonio en dos ocasiones, con Paterna y con Urraca,
murió en el año 850. Le sucedió al frente del
reino astur su hijo Ordoño I, estableciendo así una
línea de sucesión patrilineal que ponía fin
a los problemas derivados del tradicional sistema gentilicio indígena.