Biografía
de San Isidoro de Sevilla
Los
orígenes familiares de Isidoro
Isidoro nace
en torno al año 550, siendo su padre Severiano, un funcionario
de origen romano radicado en Cartagena que, ante la ocupación
bizantina de 554, huiría con su familia para instalarse en
la ciudad de Sevilla. No mucho después, en torno al 562,
murieron los padres de Isidoro, por lo que su hermano mayor, Leandro,
se encargará del cuidado y formación de sus hermanos,
decidiendo fundar dos monasterios, uno para hombres, -a cuyo frente
se pondría él mismo como abad- , y otro para mujeres,
en el que ingresaría su hermana Florentina, fundando además
una escuela monacal donde se enseñaría el trivium
y el cuadrivium, y donde el joven Isidoro se formaría.
En
torno a los años setenta, Leandro sería aclamado como
obispo de Sevilla, precisamente en el momento en que Hermenegildo,
hijo de Leovigildo, es enviado a esta ciudad, donde habría
de convertirse al catolicismo por mediación de su esposa
Ingunda, católica y franca, y del obispo hispalense, que
a raíz de éste acontecimiento se vería obligado
a abandonar su sede metropolitana en dos ocasiones, exilio que permitirá
a Isidoro desarrollar su vocación divulgativa y doctrinal.
Sin embargo,
Leovigildo es consciente de que para conseguir la unidad y la fortaleza
del reino, era necesario homogeneizar ideológicamente a sus
súbditos romanos y germanos, homogeneización que no
podría producirse desde el arrianismo, sino a través
del mayoritario catolicismo, especialmente arraigado en las más
pobladas y ricas regiones meridionales, y entre la culta y todavía
poderosa aristocracia territorial y de servicio de origen hispano-romano.
Así, el monarca godo, decidido a fortalecer al reino, acabará
por designar a Leandro como consejero de su hijo Recaredo, el cual
procederá a proclamar la unidad religiosa al convocar en
598 el III Concilio de Toledo, al que asistiría el joven
sacerdote Isidoro acompañando a su hermano.
La designación
de Leandro como consejero del rey será fundamental para Isidoro,
dado que su hermano se veía obligado a pasar la mayor parte
del tiempo en la corte de Toledo, lejos por tanto de Sevilla, lo
que permitiría a Isidoro darse a conocer, tanto en la propia
Sevilla, donde había permanecido eclipsado por su hermano
hasta ese momento, como en una corte en la que su hermano gozaba
de una alta posición y gran influencia.
No obstante,
Isidoro se preocupará especialmente de desarrollar una intensa
y destacada actividad intelectual: Como abad del monasterio fundado
por su hermano, manifestará una profunda preocupación
por la formación y la cultura. Así, escribirá
De officiis eclesiasticis, con el objeto de mejorar la
formación de los clérigos, ocupándose también
de redactar algunos libros de texto para los alumnos, organizar
adecuadamente la educación y los planes de estudio de la
escuela monacal y, en fin, de recopilar y copiar textos y códices
de autores clásicos y cristianos. Redactaría, además,
una Regla inspirada en autores como San Benito, San Agustín,
San Jerónimo o San Cesáreo de Arlés, regla
que dedicaría al conocido como monasterio Honorianense.
Isidoro,
obispo de Sevilla
Al morir su
hermano Leandro en 599, Isidoro le sucederá tanto en la silla
episcopal hispalense, como en su función de consejero del
rey Recaredo, si bien el violento acceso al poder del tirano
Witerico, parecen llevar a Isidoro a un prudente segundo plano,
replegándose a su sede y desarrollando una actividad política
mucho más limitada, lo cual resulta lógico si tenemos
en cuenta la estrecha relación existente entre el padre del
depuesto Liuva II y el obispo sevillano.
Será
con la llegada al trono de Sisebuto, el «carísimo
hijo» del que había sido preceptor, cuando San
Isidoro emprenda una febril actividad intelectual que se proyectará
en obras como el Chronicon (escrito en 615), Las Historias
de los godos, vándalos y suevos, escritas durante los
reinados de Sisebuto y Suintila, las Sententias y, por
supuesto, las Etimologías, compuestas al final de
su vida, obras todas éstas cuya finalidad sería fundamentalmente
educativa y divulgativa. Precisamente, esta última
obra, las Etimologías o Los Orígenes, habría
de tener una gran influencia en los intelectuales de la Edad Media.
El prestigio
intelectual y religioso que había ido adquiriendo el obispo
hispalense en la Hispania visigoda, le sirvió para equilibrar
las acciones políticas de los monarcas, incluyendo la de
reyes tan vinculados a su persona, como el rey Sisebuto, del que
rechazó sus métodos de conversión forzosa al
cristianismo de la población judía del Reino de Toledo.
Si bien presidió
el IV Concilio de Toledo en el que, entre otras resoluciones, se
recogen cánones referentes a los judíos y judeo-conversos,
el prestigio intelectual y religioso que había ido adquiriendo
el obispo hispalense en la Hispania visigoda, le sirvió para
moderar las acciones de un monarca como Sisebuto, al cual, a pesar
de los especiales lazos de afecto que le ligaban al mismo, censuró
sus métodos de conversión forzosa al cristianismo
de la población judía del Reino de Toledo, dado que
"obligó por la fuerza a los que debió atraer
por la razón de la fe".
En este IV
Concilio, que constituyó una de las últimas actuaciones
de carácter religioso, político o intelectual de relieve
que protagonizó el santo obispo, también se dispuso
el carácter electivo de la monarquía visigoda, estableciéndose,
a la par, duras condenas para aquellos que intentaran usurpar o
se levantaran contra el monarca elegido, en un intento de conciliar
las ambiciones de la nobleza, con la necesidad de un poder estable
y sólido.
Al poco de
volver de Toledo, San Isidoro de Sevilla moría en su sede
hispalense - el 4 de abril de 633 - no sin antes dejar escritas
las Sinonimias, en lo que constituye un ejemplo de su vocación
intelectual y pedagógica.
(Autor
del texto del artículo/colaborador de ARTEGUIAS:
Jorge Martín Quintana)