Castillo
de Loarre
Introducción
El castillo de Loarre, se
encuentra en la sierra del mismo nombre, en la provincia de Huesca.
Es uno de los ejemplos mejor conservados de fortificaciones románicas
de toda la Península Ibérica. Se construyó
en un territorio ganado a los musulmanes, en un emplazamiento estratégico
para controlar su avance.

Está situado en las faldas
del Pusilibro, en la llanura de la Hoya, en los Prepirineo, cerca
del importante núcleo urbano de Jaca. En el año 1906
fue declarado Monumento Nacional, y en el año 2006 Bien de
Interés Cultural. En la actualidad las administraciones públicas
se encuentran trabajando para que el castillo sea declarado Patrimonio
de la Humanidad por la Unesco.

Durante muchos años se ha
defendido que en Loarre existió un núcleo urbano ya
desde época romana, denominado Calagurris Fibulariensis.
Sin embargo, lo inaccesible del lugar ha hecho dudar de la veracidad
de esta afirmación, pues no hay ninguna certeza para relacionar
Loarre con esta ciudad. No obstante, parece razonable pensar en
un posible asentamiento de época antigua, aunque no se han
localizado restos arquitectónicos anteriores al siglo XI.

Durante el periodo musulmán
tampoco hay demasiadas noticias sobre Loarre, aunque todo parece
indicar que esta zona no se llegó a controlar de forma exhaustiva.

Algunos historiadores sitúan
el origen del castillo de Loarre en una fecha tan temprana como
es el siglo X, cuando se construiría una torre como símbolo
del terreno ganado a los musulmanes. Sin embargo, la conquista definitiva
de todas estas tierras tuvo lugar bajo el reinado de Sancho III
el Mayor (1004-1035). El 8 de enero de 1033 ya había un teniente
aquí, Lope Sánchez, con lo cual debía de existir,
o quizás se estaba construyendo, un castillo. Tras la muerte
del rey, algunos autores piensan que Loarre fue heredado por su
hijo Gonzalo.

Durante el periodo de 1035 a 1042
parece que estuvo abandonado, pero a partir de este año,
pasó al poder de Ramiro I (1035-1063) y adquirió una
gran importancia. En esta época se construyó la Torre
del Homenaje, y parece que se creó un núcleo de población
en su entorno.

En general, las partes del castillo de
Loarre de esta etapa que comprende los dos primeros tercios del
siglo XI se reconocen (atención a las reformas y restauraciones
recientes) por sus formas lombardas, en especial a sus muros realizados
con sillarejos.

Durante el reinado de Sancho Ramírez
(1069-1094) es cuando el castillo alcanzó el máximo
esplendor, y fue en estos años cuando se realizo la ampliación
que dio lugar a la configuración actual. En la década
de los 70 el rey fundó en el castillo un monasterio con una
comunidad de canónigos de la orden de San Agustín
puesto bajo la autoridad directa del papa, con lo que al carácter
militar de la fortaleza se unió un aspecto religioso.

De este monasterio se han conservado
algunas estancias, adscritas a la estética del románico
pleno jaqués, como la espléndida iglesia de San Pedro
y la cripta de Santa Quiteria.

Las estancias desarrolladas en esta nueva
etapa de finales del siglo XI y parte del XII se pueden reconocer
porque aquí ya se utilizó el aparejo del románico
internacional procedente de Jaca, que no es otro que la sillería
bien cortada, escuadrada y pulida. Además del empleo de la
columna, los guardapolvos e impostas de tacos y las arquivoltas
baquetonadas.

A
lo largo del siglo XII el castillo se secularizó y se redujo
a la categoría de parroquia. El carácter militar también
perdió importancia tras las conquistas de Huesca (1096) y
Bolea (1101) y poco a poco quedó abandonado. Desde 1263 hasta
1285 estuvo bajo la protección de la Orden de San Juan. En
el siglo XVI el núcleo de población se trasladó
a su emplazamiento actual, en una zona más baja y accesible,
y para ello se construyó una iglesia y nuevas casas, cuyas
piedras salieron de los muros del castillo, quedando éste
completamente abandonado y semiderruido.
Las murallas

La interpretación de las
diferentes fases constructivas del castillo de Loarre ha dado lugar
a grandes debates entre los historiadores de la arquitectura, y
muchos de los frentes que se han abierto continúan siendo
objeto de estudio, sin que se hayan podido alcanzar unas conclusiones
definitivas.

La fortaleza se encuentra rodeada
por una gran muralla que recorre todo su perímetro en los
costados norte, este y sur, mientras que en el oeste el castillo
se protege por la propia montaña. El muro se refuerza con
un torreón cuadrangular y otros nueve semicirculares.

La entrada principal al recinto
se encuentra en el flanco este, y está compuesta por un sencillo
arco de medio punto, flanqueado por dos torreones semicirculares.
El castillo tiene una segunda puerta, más antigua, ubicada
en el único torreón cuadrangular de la muralla, compuesto
también por un sencillo arco de medio punto que se sitúa
en un ángulo recto con respecto al lienzo de la muralla,
para proteger el acceso.
La torre albarrana
Frente a esta puerta, en el espacio
que se encuentra entre las murallas y el edificio se encontraba
la primitiva población de Loarre, que en el siglo XVI se
trasladó a su emplazamiento actual. En este espacio hay una
pequeña torre a la que tradicionalmente se ha denominado
albarrana que quizás se comunicase con la muralla por medio
de una estructura de madera, aunque en realidad su función
defensiva no está nada clara, ya que su construcción
es bastante anterior a la de la muralla.

Se trata de una estructura de planta
cuadrangular, y una pequeña bóveda que corona la estructura.
Los lienzos son completamente lisos, y tan sólo hay ventanas
en la parte superior, pero si la construcción tenía
un carácter defensivo, su perímetro es demasiado grande.

Las ventanas se encuentran enfrentadas
dos a dos en la parte superior, dos de ellas, las situadas en los
costados norte y sur, ajimezadas, y las otras dos, en forma de arco
de medio punto.

Alrededor de la torre pueden verse
algunos restos de escaleras, así como sepulcros de piedra
y los cimientos de algunas construcciones. También hay otro
pequeño torreón, de planta circular, destinado a servir
de depósito de agua.
El exterior

Desde esta zona se puede ver una
magnífica perspectiva del ábside de la iglesia. Éste
tiene forma semicircular, y se encuentra dividido horizontalmente
por medio de dos líneas de imposta con la característica
decoración del ajedrezado jaqués, que lo dividen en
tres cuerpos de tamaño desigual correspondientes, el inferior
a la cripta y los dos superiores a la iglesia.

En el cuerpo horizontal inferior
se pueden ver tres pequeños vanos ciegos, flanqueados por
columnas con capiteles decorados con formas vegetales, que sostienen
arcos de medio punto. El segundo cuerpo es liso y no presenta decoración
ninguna. En la parte superior se pueden ver otras tres ventanas,
esta vez horadadas, similares a las del cuerpo bajo. A su vez, el
ábside se divide verticalmente en tres, por medio de dos
contrafuertes en el cuerpo inferior, que se convierten en estilizadas
columnillas en los dos cuerpos superiores.

La fachada sur de la iglesia del
monasterio puede dividirse en dos tramos. El primero, situado en
la zona más cercana al ábside y separado de éste
por medio de un contrafuerte, se remata por la cúpula del
crucero de la iglesia, formado por un cuerpo inferior de planta
cuadrada y uno superior, octogonal. En el lienzo de este tramo del
muro se abren tres vanos que forman un triángulo, dos en
la parte inferior, y uno en la superior, con unas formas similares
a las ventanas del ábside. Las dos ventanas situadas mas
abajo se encuentran unidas, a la altura de los capiteles, por medio
de una línea de impostas con ajedrezado jaqués, que
forman una continuidad con la imposta superior del ábside.

Con un buen teleobjetivo pueden fotografiarse
los capiteles de las columnas , donde veremos aves, leones, sirenas,
etc.

En la parte inferior de este tramo
se encuentra el único acceso con el que contaba el castillo.
Se trata de una estructura que sobresale ligeramente del lienzo
del muro, compuesta por tres arcos de medio punto, los dos de los
extremos de arista viva, y el central, semiesférico.

El arco exterior remata en una imposta
semicircular decorada con ajedrezado. El arco central, descansa
sobre dos capiteles con personajes en combate y cuadrumanos, bajo
los cuales hay dos columnas que flanquean el acceso.

Sobre los tres arcos se pueden ver
los restos de un relieve que representaba un Cristo en Majestad
rodeado de un Tetramorfos. En la parte derecha, junto a las jambas
del arco, se puede ver una inscripción de carácter
funerario.

En el segundo tramo de la fachada,
de una altura algo inferior, tan sólo hay una ventana, comunicada
con las otras dos por medio de la imposta con decoración
de ajedrezado, y, en la parte inferior, un arco de medio punto cuya
función es desconocida.

La escalera principal, la sala del
cuerpo de guardia y la cripta
Atravesando la puerta de acceso al castillo, el visitante se encuentra
con una gran escalera, situada bajo la iglesia, que asciende hacia
la parte superior. Es un gran pasadizo con una bóveda de
medio cañón en la parte superior, que arranca de dos
franjas con decoración de ajedrezado situadas en los dos
lienzos.

Hacia la mitad de la escalera, en
el muro occidental, un pequeño arco de medio punto comunica
con una estancia de reducidas dimensiones, abovedada, que seguramente
era el lugar donde se situaba el cuerpo de guardia. Frente a ella,
hay otra puerta, con un arco bajo un crismón que, además
de las iniciales de Cristo, incluye varias letras cuya interpretación
resulta problemática. Este acceso comunica la escalera con
la cripta de la iglesia, dedicada a Santa Quiteria.

La cripta tiene una planta semicircular,
y se encuentra situada bajo el ábside de la iglesia. Se cubre
por medio de una bóveda de horno, que arrancan de una línea
de imposta ajedrezada.

En la parte inferior hay cinco arcos
de medio punto, cada uno de los cuáles se sostiene por medio
de dos columnas con capiteles decorados con formas vegetales. En
los tres arcos centrales se abren pequeñas aspilleras que
permiten iluminar el espacio con luz natural, mientras que los otros
dos son completamente ciegos. Junto a la puerta de acceso a la cripta
dos escaleras permiten subir a la iglesia.

La iglesia de San Pedro
La escalera principal se bifurca en dos en la parte
superior, girando hacia el este y el oeste.

Si se continúa por la bifurcación occidental,
se accede a la iglesia de San Pedro, por medio de una pequeña
galería con bóveda de cañón, que termina
en un patio frente al que se encuentra la portada de la iglesia.
Ésta vuelve a tener las características del románico
pleno de Jaca, con alternancia de arquivoltas planas y de baquetón
sobre jambas y columnas. Los capiteles son vegetales, muy bien labrados.

La iglesia, levantada en época de Sancho Ramírez,
tiene una sola nave, dividida en dos tramos, y rematada en un ábside
semicircular.

El tramo de los pies se cubre con bóveda de
cañón, y en sus lienzos hay una franja de ajedrezado
jaqués con una ventana en el lado sur. El segundo tramo está
concebido como un crucero, enmarcado por cuatro grandes arcos, que
se sostienen sobre capiteles y pequeñas columnas adosadas.

Sobre este tramo se levanta la joya de la corona de
la iglesia: una maravillosa bóveda semiesférica realizada
en sillería, con cuatro pechinas en los ángulos que
facilitan el paso del espacio cuadrangular al circular. En el lienzo
sur de este tramo de la iglesia se abren otras tres ventanas.

El ábside se divide horizontalmente en dos cuerpos.
En la parte inferior hay una arquería ciega de medio punto,
con columnas y capiteles tallados con decoración vegetal
y otros temas de los que nos ocuparemos posteriormente.

En la parte superior hay cinco grandes vanos en forma
de arcos de medio punto, dos de ellos ciegos, y los otros dos con
ventanas para iluminar el interior de la iglesia.

La escultura interior y exterior de la iglesia de San
Pedro del Castillo de Loarre e la propia del Románico Pleno,
muy vinculada a la de la catedral de Jaca. Muchos de estos capiteles,
pero ello no debe impedir una cuidadosa mirada pues algunos son
realmente magníficos.

Sin embargo, mucho más interesantes son los
capiteles figurados. En ellos, los temas simbólicos predominan
decisivamente sobre los bíblicos.

Son frecuentes las representaciones de hombres interactuando
o luchando con animales de una gran carga simbólica, aunque
hay que advertir que el significado simbólico de estas bestias
es polisémico.

Gran protagonismo alcanzan animales como leones, serpientes,
aves y monos. En menor medida pequeños mamíferos como
liebres o conejos, generalmente apresados. Dentro del bestiario
fantástico todo se limita a anfisbenas, grifos y sirenas
ave.

Jaime Cobreros, excelente especialista en simbolismo
románico, nos habla así de los capiteles figurados
de San Pedro de Loarre:


Una de las excepciones a esta iconografía simbólica
no bíblica es uno de los capiteles del arco triunfal donde
se esculpió el Pecado Original.

La oscuridad de la iglesia y su enorme volumen, incluyendo
la cúpula del cimborrio, no suele permitir contemplar demasiados
detalles, pero es recomendable alzar la vista para contemplar los
capiteles de los ventanales, con numerosas representaciones zoomorfas.

En efecto, a pesar de la altura, dichas cestas son
las más iluminadas, aunque lateralmente, por su exposición
a la luz exterior.


En ellos hallaremos grifos, leones vigilantes, exóticas
nereidas con peces en sus manos y alguna escena más compleja
como la que muestra a dos águilas apresando una liebre mientras
un hombre sujeta una serpiente.

Torre del Homenaje o primitiva torre albarrana
Si se continúa por la bifurcación de
la escalera hacia el este se accede a las dependencias militares
y a la torre del homenaje. Su altura hace que su perfil sobresalga
de la estructura del castillo.

Esta torre se construyó en época de Ramiro
I, y originalmente era una albarrana, exenta, pero cuando en época
de Sancho Ramírez se edificó la iglesia, la construcción
quedódentro del recinto monástico, perdiendo en gran
parte su función defensiva. La torre tiene planta rectangular.

En el exterior sus muros son lisos, y tan sólo
se interrumpen por estrechas ventanas saeteras. Originalmente se
articulaba en cinco pisos con pequeñas y claustrofóbicas
estancias, aunque en la actualidad la estructura interna se ha modificado
mucho.

Se accede por la tercera planta, que se ha unido a
la cuarta creando un único espacio de dos alturas. Lo primero
que llama la atención al entrar es la enorme chimenea que
tan necesaria debía ser para combatir los duros inviernos.
Desde aquí se puede bajar al segundo nivel. Allí hay
una gran sala rectangular, donde hay un pequeño retrete y
un vano de ventilación en uno de sus extremos.
Torre de la Reina
Desde la torre del homenaje se puede acceder a la torre
de la Reina por medio de una pasarela metálica. Es una elegante
construcción, cuyo rasgo más distintivo es la galería
de ventanas de la parte superior. Se estructura en tres pisos, visibles
desde fuera por las tres filas de ventanas.

En el primer nivel hay tres estrechas saeteras, en
el segundo piso dos ventanas doveladas, y en el tercero, una galería
formada por tres vanos ajimezados. La torre se remata por unas almenas,
que originalmente eran escalonadas. El interior es pequeño
y estrecho, pues en realidad esta torre nunca sirvió de domicilio
a una dama noble, sino que, al igual que la Torre del Homenaje,
era una estructura defensiva.

Patio de armas
El patio de armas no tiene grandes dimensiones, aunque
seguramente fuese suficiente para acoger la guarnición que
habitó en el castillo construido por Sancho III. Seguramente
en época de Sancho Ramírez este espacio se modificó.
Torre norte
Situada en la esquina noroeste del castillo, esta torre
lombarda pertenece a la campaña constructiva de comienzos
del siglo XI

Dependencias monacales
En la zona norte del castillo de Loarre, entre la torre
norte y la del homenaje hay una serie de dependencias comunicadas
por pasillos y escaleras que se piensa serían las dependencias
monacales.
La más amplia es la conocida como sala de los
arcos, que bien pudiera haber sido el dormitorio de los monjes.

Iglesia de Santa María de Valverde
La iglesia de Santa María de Valverde fue la
primera capilla de la fortaleza construida por Sancho III. El primitivo
ábside quedó oculto cuando se construyó la
iglesia de San Pedro.

Se accede desde el patio de armas. La portada es un
sencillo arco de medio punto anovelado, típicamente lombardo.
El interior tiene una sola nave, cubierta con bóveda de medio
cañón, aunque seguramente ésta se añadió
en época de Sancho Ramírez, pues la primitiva cubierta
seguramente fuese de madera. En los muros norte y sur se abre una
pareja de ventanas con arcos de medio punto, que iluminan el espacio.
La cabecera también es muy sencilla. Es algo más estrecha
que la nave, con un solo ábside semicircular, cubierto con
bóveda de horno, y una pequeña ventana en el extremo.
Su pequeño tamaño seguramente estuviese acorde al
reducido número de hombres que acogió el primer recinto
militar.

Mirador de la reina
El mirador o ventanal de la reina no es más
que los restos de una gran sala construida por Sancho Ramírez,
con dos pisos de altura, cuya función es desconocida. En
la actualidad tan sólo ha sobrevivido el piso inferior. Lo
más llamativo es el magnífico ventanal del muro sur,
con una arquivolta y una imposta semicircular con el característico
ajedrezado, que se apoyaba sobre dos columnas de las cuáles
tan sólo han sobrevivido sus capiteles, con decoración
vegetal.
