Vic
conserva un importante conjunto monumental e histórico
que abarca desde la época romana hasta nuestros días.
El monumento más antiguo es el templo romano pero, sin
duda, el más destacado es su catedral. Ésta, consagrada
a San Pedro, fue el centro alrededor del cual se desarrolló
el núcleo urbano a finales del siglo IX, Vicus Ausonae,
de donde proviene el nombre de Vic.
La catedral es, actualmente,
un edificio neoclásico de gran valor, pero sus orígenes
son altomedievales, y en 1931 fue declarado monumento nacional.
Una primera catedral existía
ya en 516, cuando se tienen noticias del primer obispo de Vic,
Cinidio; ésta fue destruida por los sarracenos durante
el siglo IX, y consagrada de nuevo en 890 tras la dotación
realizada por el rey Otón I; en 985 fue ampliada la construcción,
y sobre ella erigió el abad Oliba en 1038 la obra románica,
de la que se sabe que poseía un baptisterio o iglesia de
planta central similar a los italianos contemporáneos,
una nave de amplio transepto con cinco ábsides y un esbelto
campanario. Mención especial merece el edificio circular,
conocido popularmente como la "Redonda", y que estaba
consagrado a Santa María.
La
iglesia catedral
Del
edificio románico se conservan la cripta y la torre, de
planta cuadrada y multitud de pisos con ventanas, con decoración
de arcos y bandas lombardas separados por frisos de esquinillas.
Acabada en 1068, sus 40 metros de altura y 8 de anchura sirvieron
de modelo a otras torres similares de la comarca.
En cuanto a la cripta,
es el elemento más antiguo del conjunto, con tres naves
separadas por columnas que sustentan las bóvedas de crucería
y en la que se han reutilizado capiteles anteriores de tipo califal,
fechados hacia 975.
Este elemento fue ampliado
en la segunda mitad del siglo XII con la incorporación
de tres tramos occidentales; cegada en 1782, la cripta fue descubierta
tras unas excavaciones llevadas a cabo en 1943. Su pavimento también
es el original del siglo XII, con tres círculos concéntricos
alrededor de un disco central.
El
edificio catedralicio, por su parte, es bastante posterior, obra
de Josep Moretó i Codina, que lo levantó en estilo
neoclásico entre 1781 y 1803, integrando en la construcción
la capilla de San Bernardo Calbó, junto al campanario,
y el muro septentrional del siglo XVII; la mencionada capilla,
de época barroca, había sido levantada entre 1633
y 1728. En el interior, de tres naves y sobrias líneas,
destacan los esbeltos pilares de planta cuadrada y con decoración
de estrías en los fustes, rematados con grandes capiteles
corintios sobre los que se levantan las estructuras que soportan
las bóvedas. Para el pavimento se aprovecharon algunos
elementos de la antigua fachada románica, a la vez que
otros desaparecieron en manos de particulares y se encuentran
actualmente dispersos, algunos conservados en el Museo Episcopal.
Este interior se vio enriquecido durante el siglo XX con un monumental
conjunto de pinturas murales realizadas por José María
Sert entre 1940 y 1945; la decoración se centra en los
temas evangélicos, con una impresionante combinación
de tonos dorados y cortinajes rojos. En el interior se conservan
también importantes obras, como el retablo mayor de alabastro,
realizado por Pere Oller entre 1420 y 1427. En la capilla de San
Bernardo Calbó, además, se guarda una valiosa pieza
de orfebrería, una urna de plata obra de Joan Matons.
El
Claustro y otras dependencias
Adosado a la iglesia se
levanta el claustro, inicialmente construido entre 1318 y 1400
sobre el anterior románico. Sus grandes arcadas góticas
en grupos de tres arcos sobre columnillas, presentan valiosos
capiteles esculpidos con temas bíblicos y hagiográficos,
amén de otros con decoración vegetal. Con la construcción
de la nueva catedral, fue desmontado y en gran parte modificado
para hacerlo de unas dimensiones algo más reducidas; con
las arcadas sobrantes se realizó una galería en
el ala meridional, frente al río Mèder.
Pero el conjunto de obras
más importantes de la catedral de Vic reside en otras dependencias:
por un lado, sobre el claustro, se había construido un
segundo piso que alberga actualmente los Archivos Diocesanos y
la Biblioteca Episcopal. En esta última se guardan algunos
de los más valiosos manuscritos miniados procedentes del
scriptorium, activo en Vic desde la época carolingia
y que jugó un papel destacado durante la época románica.
Además, en los últimos años se ha llevado
a cabo la remodelación del Museo Episcopal, levantado al
lado de la catedral. Aunque no se trate de un elemento catedralicio
propiamente dicho, su visita es inexcusable, pues conserva una
de las más importantes muestras de arte religioso medieval
del país, enriquecido por colecciones arqueológicas,
de orfebrería, numismática y cerámica, entre
otras.
El
Museo Episcopal de Vic
Fundado en 1861 por el
obispo José Morgades inicialmente en las dependencias levantadas
sobre en claustro, en 1962 el Museo Episcopal fue declarado monumento
histórico-artístico. Entre todas sus piezas, destacan
las formidables series de obras pictóricas y escultóricas
góticas, con retablos, cruces e imágenes, así
como, por encima de todas ellas, su colección de conjuntos
murales románicos procedentes de las iglesias de la diócesis,
elementos de escultura en piedra, tallas en madera y pinturas
sobre tabla. Algunas de esas piezas corresponden a la primitiva
catedral, como elementos procedentes de la fachada o elementos
procedentes del ajuar funerario de San Bernardo Calbó (1180-1243),
como vestidos, un cáliz y una patena; monje cisterciense,
fue obispo de Vic desde 1233 y participó en la conquista
de Valencia acompañando a Jaime I.
La escultura aparece magníficamente
representada por la portada de la iglesia de San Vicente de Malla,
elementos procedentes de la catedral románica o los formidables
descendimientos en madera de Erill-la-Vall y Durró (este
último repartido con el museo de Barcelona), así
como diversas Vírgenes con el Niño y majestades
de los siglos XII-XIII.
Entre las pinturas murales
figuran las procedentes de Sant Sadurní de Osormort (emparentadas
con las de Saint-Savin-sur-Gartempe, en Francia), la Seu d"Urgell,
el Brull o Sant Martí de Sescorts. Finalmente, el conjunto
de obras pictóricas sobre tabla lo convierten, junto con
el de Barcelona, en el museo más importante del mundo en
este campo; entre los frontales más importantes podemos
citar los de Santa Margarida Sescorts, El Coll, Lluçà,
Dosmunts, Vidrá, Espinelves, Puigbó, Sant Sadurní
de Rotgers...