Catedral de Ciudad Rodrigo
Introducción
Ciudad Rodrigo
es una joya monumental no demasiado conocida por encontrase en el
extremo más oriental de la provincia de Salamanca, a sólo
una treintena de kilómetros de la frontera con Portugal.
El
casco antiguo de esta bella y monumental ciudad salmantina se encuentra
amurallado, estando salpicado de iglesias y palacios monumentales,
que hacen las delicias del visitante que se quiere perder por sus
calles de manera tranquila.
No obstante, son dos sus monumentos más emblemáticos:
el Castillo de Enrique II, convertido en Parador Nacional de Turismo
y la Catedral de Santa María, uno de los mejores complejos
románicos y góticos de la comunidad de Castilla y
León.
Tanto el templo catedralicio como su bello claustro
son los protagonistas de este artículo.
La Catedral de Ciudad Rodrigo
La
Catedral de Ciudad Rodrigo es una construcción iniciada en
estilo románico tardío, probablemente en el último
tercio del siglo XII durante el mandato del rey leonés Fernando
II. De ahí que su planta responda a lo previsible en esta
época: tres naves más una de transepto muy marcado
en planta y altura, además de una cabecera de tres ábsides
escalonados de perfil semicircular. La orientación es hacia
el sudeste.
Como veremos, el progreso de la obra que se dilató
durante más de un siglo provocó que todo el abovedamiento
sea gótico.
Por tanto, tenemos partes de la catedral del siglo
XII, aunque también del XIII, XIV, XVI e, incluso, del XVIII.
Exterior
Cabecera
De la cabecera románica, sólo quedan
los absidiolos laterales (el del Evangelio embutido en la Sacristía)
ya que el central fue reconstruido a mediados del siglo XVI por
Rodrigo Gil de Hontañón a instancias del Cardenal
Tovera, como un gran cuerpo abovedado por crucería estrellada.
El ábside sur se nos presenta en la actualidad
completamente liso y sin articulación alguna, salvos dos
contrafuertes laterales y una ventana moderna practicada en costado
sur.
Las portadas
Lo elementos más destacables del exterior de
la Catedral de Ciudad Rodrigo son, sin duda, los hastiales de los
brazos del crucero con sus respectivas portadas.
Puerta de las Cadenas
En el hastial meridional del transepto se abre la Puerta
de las Cadenas, cobijada bajo un arco rebajado. Tiene arquivoltas
de medio punto y tres pares de columnas con buenos capiteles labrados
con finos acantos y una serie de arpías con mechones en el
lomo y cola acaracolada.
Entre el guardapolvos y el citado arco de descarga
se empotraron cinco grandes tallas humanas, una de Cristo mostrando
sus manos acompañado de cuatro Apóstoles: San Pedro,
San Pablo, Santiago y San Juan. A pesar del hieratismo y simetría
de los cuerpos, se adivinan ya leves sonrisas propias de la incipiente
escultura gótica introducida por el Maestro Mateo en la Catedral
de Santiago de Compostela.
Por encima del arco de descarga corre un friso ya prácticamente
gótico (de mediados del siglo XIII) con una docena de arcos
apuntados muy decorados sobre columnas que cobijan otros tantos
personajes. Para el autor Sendín se trata de protagonistas
del Antiguo Testamento (menos uno de ellos: San Juan Bautista):
Abraham, Isaías, la reina de Saba, Salomón, Ezequiel,
Moisés, Melquisedec, Balaam, David, Elías, San Juan
Bautista y Jeremías.
No obstante, es difícil dar por válida
a pies juntillas esta interpretación, pues hay personajes
bastante dudosos. Sin ir más lejos, el interpretado como
Elías parece ser un fraile franciscano, más específicamente
San Francisco de Asís, que visitó Ciudad Rodrigo en
1214, pocos años de su muerte y canonización.
Si miramos con la ayuda de unos prismáticos
o hacemos uso de un potente teleobjetivo para observar los detalles,
nos percatamos de que los personajes están peor trabajados
que las estatuas inferiores aunque hay que reconocer que los rostros
de muchos de ellos son bastante expresivos dado la exageración
de sus rasgos y las arrugas de la frente para enfatizar la elevada
de edad de algunos, etc.
Ni que decir tiene que la Puerta de las Cadenas y
su espectacular friso escultórico se han convertido en el
emblema de la catedral y, en gran medida, de Ciudad Rodrigo.
Puerta de Amayuelas
En el hastial del brazo septentrional del crucero se
abre otra puerta románica (conocida como Puerta de Amayuelas).
Es una estructura bastante restaurada, de tres arquivoltas semicirculares
más la interior que es polilobulada.
Los apoyos son cuatro columnas cuyos capiteles llevan
bestias fabulosas como dragones, arpías, grifos y basiliscos.
Esta fachada, al igual que sucedía con la Puerta
de las Cadenas, resulta un tanto asimétrica al haberse construido
un rosetón descentrado en la parte alta del hastial, allá
por el siglo XIV.
Al lado de esta puerta hay un arco decorado por once
cabezas humanas.
En el muro oriental del brazo norte del transepto hay
encastrado un gran relieve donde un infante con cota de malla, espada
y escudo se enfrenta a un cuadrúpedo. El animal en cuestión
puede ser un león aunque hay quien dice que es un oso y que
la escena representa la leyenda en la que un guerrero venció
al diablo disfrazado de oso que arruinaba la erección de
la catedral cada noche.
Puerta del Perdón o de la Gloria
La puerta del Perdón está situada en
el hastial occidental. Es una obra ya gótica de mediados
o finales del siglo XIII aunque inspirada en portadas más
antiguas como la de San Vicente de Ávila, Colegiata de Toro
y el Pórtico de la Gloria. En el parteluz aparece una estatua
de María con el niño Jesús y el dintel ofrece
relieves con episodios neotestamentarios relacionados con la vida
de Cristo y la Virgen: Entrada en Jerusalén, Última
Cena, Prendimiento, Crucifixión, Dormición de María
y Asunción. Protagonizando el tímpano aparece Cristo
coronando a la Virgen con su propia mano.
Las arquivoltas apuntadas están repletas de
esculturas como ángeles que anuncian el Juicio Final a los
difuntos que salen de sus sepulcros, santos y santas, etc.
Las estatuas-columna corresponden a los doce apóstoles.
Esta puerta no es visible directamente desde el exterior
ya que en el siglo XVIII Juan de Sagarvinaga construyo una fachada
con una gran torre clasicista.
Los muros perimetrales y sus ventanales
Desde el exterior se aprecian con perfecta perspectiva
los cuatro ventanales de iluminación de la nave meridional
que guardan similar estructura que en el interior. Cada de uno de
estos ventanales está compuesto por un vano apuntado rodeado
de arquivoltas muy engalanadas con variado tipo de motivos geométricos
y vegetales, que se apoyan en cuatro pares de columnas.
Los capiteles de estos ventanales insisten en temas
vegetales, pero también los hay zoomorfos, con el habitual
repertorio de sirenas y dragones, además de dos con figuras
humanas de difícil interpretación.
Los ventanales de la nave principal ya son plenamente
góticos, con tracerías y óculos.
Interior
En el interior las naves se separan mediante cinco
pares de pilares cruciformes en cuyas caras se adosan tres semicolumnas,
la central más gruesa que las que la flanquean, como en la
Catedral de Zamora.
Pero estos soportes románicos no coinciden en
planteamiento con las bóvedas que, además, son muy
peculiares pues aunque son de crucería, tiene una elevación
casi cupuliforme (lo que se conoce como "bóveda angevina").
Los ocho nervios de dichas bóvedas no se corresponden con
la estructura inferior, razón por la que hubo de disponerse
de ménsulas figuradas en los arranques. Muchas de estas esculturas
son de gran calidad e interés y variada iconografía.
Otro elemento destacable del interior de la catedral
es la presencia de los ya citados ventanales de las naves laterales
con vanos rodeados por múltiples columnas que soportan arquivoltas
apuntadas muy decoradas.
En el hastial occidental corre una arquería
ciega muy elegante a base de arcos agudos angrelados sobre columnas.
El Claustro
El claustro se adosa al norte de la iglesia catedralicia.
Se comunica con ésta a través de una puerta románica
de arquivoltas semicirculares y cuatro columnas con minuciosos capiteles
vegetales con hojas de acanto.
Las galerías de las cuatro pandas y los vanos
de comunicación con el patio central son ya góticos
aunque de fechas bien distintas.
Las pandas sur y oeste son las más antiguas,
del siglo XIV. Cada ventanal tiene tres o cuatro arcos apuntados
rodeado por otro ojival más grande. En el medio aparecen
óculos y otras tracerías góticas. Los capiteles
son figurados con escenas de raigambre románica arcaizante,
como combates de hombres con cuadrúpedos, dragones, mascarones,
etc. aunque hay que estar alerta porque varios de ellos fueron muy
drásticamente restaurados o reconstruidos por José
Tarabella, siendo los originales los más erosionados por
los siglos.
También son ricamente historiadas las ménsulas
que recogen los nervios cruceros de las crujías.
Las dos restantes pandas se edificaron en el siglo
XVI -entre los años 1526 y 1539- por Pedro de Güemes
aunque no desentonan demasiado con las anteriores.
A lo largo de todo el claustro hay diferentes arcosolios
románicos y góticos para sepulcros, así como
diferentes estatuas. Hasta tres hay de la Virgen con el Niño.
