Colegiata de San Pedro de Teverga (Asturias)
Introducción
En el histórico Camin Real de la Mesa y a una distancia
de aproximadamente de 40 kilómetros al suroeste de Oviedo
ya muy cerca de tierras de la provincia de León encontramos
la Colegiata de San Pedro de Teverga.
Este interesantísimo monumento medieval
asturiano se sitúa a las afueras de la población
de La Plaza, capital y localidad más populosa del Concejo
de Teverga, en un estratégico enclave justo al borde
de una de las principales vías de comunicación
entre Asturias y la Meseta.
La Colegiata de Teverga es Monumento Histórico
Artístico de carácter Nacional desde una fecha
tan temprana como es la de 1921, reconociendo que es una de
las construcciones más interesantes, a la par que controvertidas,
del arte altomedieval asturiano. Como veremos es un monumento
paradigmático de la confluencia de formas románicas
plenas con elementos característicos del prerrománico
asturiano, razón por la cual, varios especialistas coinciden
en identificar San Pedro de Teverga como la primera construcción
románica del Principado de Asturias pero no pura, sino
hibridada con el Prerrománico Astur.
Historia
Probablemente, el actual edificio de San Pedro
de Teverga está construido en el solar que ocupaba un
templo prerrománico anterior del siglo X. La primera
noticia documental fidedigna sobre San Pedro de Teverga se remontaría
al año 1069, apareciendo de nuevo referenciada en 1076
sobre un epitafio hoy desaparecido pero perfectamente documentado
por historiadores de la segunda mitad del siglo XIX.
Su etapa como monasterio
Durante la última década del siglo
XI aparece mencionada de manera reiterada, destacando en 1092
la donación reflejada en el Libro de los Testamentos
por parte de la Condesa Aldonza que cede el "Monasterium
Sancti Petri in Valle Teberga" a la iglesia de San Salvador
de Oviedo; donación confirmada en 1100 y 1106 por el
rey Alfonso VI y su hermana Urraca respectivamente.
Su transformación en colegiata
A mediados del siglo XII perdería su rango
monacal para detentar el de colegiata, quedando sujeta a la
regla agustiniana y dependiente de la mitra de Oviedo, de la
que, por su aislada situación, mantuvo cierta autonomía
a la par que fue creciendo en importancia gracias a las numerosas
donaciones de las que fue objeto por parte de las principales
familias nobiliarias asturianas e incluso de la propia corona.
Su funcionamiento como canónica se mantuvo,
con sus altos y sus bajos, hasta la primera mitad del siglo
XIX, cuando por motivo de las leyes desamortizadoras, la comunidad
quedó extinguida y las dependencias monacales semiabandonadas,
pasando a funcionar la iglesia como templo parroquial.
Arquitectura de la colegiata de San Pedro de
Teverga
Proceso constructivo
Como ha quedado dicho, la colegiata de San Pedro
de Teverga es una de las construcciones más particulares
y controvertidas del románico astur, pudiendo explicarse
esa singularidad, además de por su primitivismo, por
su vinculación durante los primeros siglos de su historia
con la monarquía leonesa, de modo que se darían
en ella ciertas concomitancias formales y decorativas con la
primigenia basílica de San Isidoro.
Del primitivo conjunto altomedieval tan solo ha
llegado a nuestros días la iglesia, a cuyo costado se
acomodaría el palacio abacial y un claustro dieciochesco
que sustituyó a otro anterior del siglo XV perdido tras
un incendio. También del siglo XVIII vendrían
a ser la torre y el pórtico de acceso.
En cuanto a la iglesia se refiere, la mayoría
de especialistas coinciden en identificar dos fases constructivas
muy próximas entre sí: una primera protorrománica
de mediados del siglo XI, y una segunda ya de un románico
pleno de hacia finales de la misma centuria.
Interior
El espacio eclesial queda dividido en dos partes
claramente diferenciadas aunque contemporáneas: una especie
de pórtico o nártex con función de panteón
a los pies, y el cuerpo de la iglesia propiamente dicho.
Nártex
Cuenta el pórtico o nártex con tres
naves separadas entre sí por arcos de medio punto sobre
potentes columnas; cubriéndose el espacio de las naves
laterales mediante bóvedas de cañón corrido,
mientras que la central, ligeramente más ancha, con una
solución posterior que reemplazaría a la original,
presumiblemente, de idéntica factura que las laterales.
Esta controvertida estructura a los pies del templo
y en paralelo al cuerpo de naves ha dado mucho que hablar entre
especialistas e historiadores, llegándose a la conclusión
de que podría tratarse de un espacio de funcionalidad
funeraria análogo al que existiría en otros templos
contemporáneos ovetenses y leoneses hoy desaparecidos.
Los capiteles presentan una apariencia de gran
primitivismo, plasmándose esquemáticas hojas lanceoladas
que evocan a Leyre en convivencia con motivos antropomorfos
y animales que conformarían un mensaje iconográfico
de confrontación entre el bien y el mal.
Así, en los capiteles se aprecia un orante
entre palmas flanqueado por peces y un cordero, enfrentándose
a ellos en sus cestas opuestas dos seres de aspecto monstruoso,
uno de los cuales, de rictus felino, pisotea una cruz. Recurrente
también en este ambiente es la existencia de caballos,
animal de connotaciones funerarias, así como la aparición
de motivos decorativos sogueados tan reiterativos en el prerrománico
astur.
Cuerpo principal de la iglesia
El acceso al cuerpo principal del templo se acomete
hoy desde el propio espacio funerario de los pies, aunque en
origen con total seguridad serían espacios separados
y contaría con su entrada independiente.
Consta de tres naves -la central más alta
y ancha- separadas por dos arcos de medio punto sustentados
por pilares cuadrangulares a los pies, columnas cilíndricas
en el centro, y pilares cruciformes hacia la cabecera; quedando
cubierta la central mediante bóveda de cañón
corrido y las laterales con idéntica solución
aunque reforzada por fajones.
En cuanto a la escultura se refiere, de nuevo encontramos
capiteles decorados con la característica técnica
del bajorrelieve biselado similar a la existente en el cuerpo
funerario, todos ellos de marcado arcaísmo y de compleja
lectura iconográfica que, según los especialistas,
vendría otra vez a poner en relieve el conflicto entre
el bien y el mal a través de representaciones de fuerte
carga simbólica inspirada quizás en ancestrales
rituales mistéricos de origen pagano que, aún
entonces, gozarían de cierto acervo popular en los montañosos
parajes teverganos, aunque siempre sincretizados por la teología
cristiana.
Las cestas más interesantes son las que
rematan las columnas centrales de separación entre naves,
apareciendo en el del lado del evangelio entre representaciones
zoomorfas varios personajes que parecen flotar por el espacio
en actitudes orantes y ataviados con largas túnicas.
En su capitel equivalente al costado de la epístola
se identifican varios personajes a pie y a caballo que, por
sus vestiduras, podrían identificarse con campesinos
de la época y nobles guerreros armados, destacando una
curiosísima figura híbrida con cuerpo de hombre
y cabeza de oso.
Exterior
Al exterior, profundamente modificado en siglos
posteriores y recientemente restaurado, se aprecian aún
sus volúmenes primitivos, conservando una sencilla puerta
original de vano adintelado bajo arco de descarga abrazado por
una chambrana taqueada.
Por último, cabe ser destacada también
la interesante colección de canecillos figurados desplegados
a lo largo de las cornisas laterales del templo, conservándose
un interesante y variado muestrario de animales (perros o lobos,
osos, ciervos, cabras, etc.) que suele vincularse con el bestiario
de San Isidoro de León.
Igualmente, en un pequeño espacio musealizado,
se expone un modesto lapidario con interesantes piezas como
capiteles y fustes románicos.