Introducción
La Basílica de
El Pilar de Zaragoza es, sin duda, el emblema de la ciudad
y una de las construcciones más conocidas de España
en el extranjero. Tiene categoría de concatedral.
El origen
hay que buscarlo en la devoción secular y creciente por
la Virgen María que nace en su aparición en carne
mortal en el año 40 de nuestra era sobre un pilar o columna,
durante la estancia de Santiago el Mayor en la ciudad.
Se construyó
sobre un solar de un valor histórico impresionante, junto
al río Ebro, ya que a muy poca distancia estuvo el foro
de la ciudad romana. En la actualidad forma junto a otros notabilísimos
edificios el las cogollo monumental de la capital aragonesa.
En
efecto, el la Plaza del Pilar, conocida como la Plaza de las Catedrales,
hay edificios tan importantes como, además del Pilar, los
cubos de la muralla romana, la torre de la Zuda, la iglesia de
San Juan de los Panetes, la Lonja renacentista, edificio construido
en la mitad del siglo XVI, el Ayuntamiento, el Museo del Foro
de Caesaraugusta y en el extremo oriental la Seo, auténtica
catedral de Zaragoza cuyos muros tiene la impronta de un sinfín
de estilos artísticos, entre lo que hay que citar restos
de la mezquita árabe y la cabecera románico y mudéjar.
Secuencia histórica de este
santuario mariano
El primer
edificio debió ser un templo altomedieval que permaneció
con culto durante la dominación musulmana y empleada por
los mozárabes zaragozanos.
Tras la reconquista
aragonesa por parte de Alfonso I el Batallador se construyó
una nueva iglesia románica de la que se conserva el tímpano
de una puerta con un bello crismón. Al parecer, este edificio
fue asolado por un incendio en 1434.
A la iglesia románica le sucedió
otra de estilo gótico mudéjar, construida mayoritariamente
durante el siglo XV y rematada en el año 1515.
A pesar de que la iglesia mudéjar de la Asunción
de la Virgen debió ser un edificio amplio, debió
parecer pequeña ante la creciente importancia que fue recibiendo
el culto a la Virgen del Pilar, especialmente en el siglo XVI,
fruto del movimiento de la Contrarreforma.
Así, el cabildo zaragozano promovió
un nuevo edificio de dimensiones colosales, a partir de 1681,
que tendría como lejana referencia la Basílica de
San Pedro de Roma, siguiendo las pautas de Felipe Herrera el Mozo,
aunque intervinieron otros muchos arquitectos.
Importante fue la contribución posterior de
Ventura Rodríguez que aligeró los barroquismos del
proyecto inicial y contribuyó a dotar a la Basílica
del Pilar de un aire más neoclásico en el interior.
Progesivamente y, durante siglos (hasta el
XX), este gigantesco templo mariano fue engalanándose con
profusión de cúpulas y sus cuatro torres esquineras.

Se trata
de un enorme edificio de planta rectangular enmarcado por cuatro
torres. Tiene planta de tipo basilical, con tres naves de igual
altura y separadas por pilares con pilastras adosadas de tipo
clasicista. Mide 130 metros de longitud y 67 de anchura. Las bóvedas
son de medio cañón aunque interrumpidas por 11 cúpulas
y 10 linternas.

Varias de las cúpulas
y bóvedas tienen frescos pintados por los Bayeu y Francisco
de Goya, entre otros.
Pero, el
interior de El Pilar de Zaragoza tiene un foco de la máxima
atención para el visitante. Y no es otro que la Santa Capilla
donde se expone la escultura de la Virgen sobre su pilar. Esta
capilla, construida por Ventura Rodríguez en 1754, tiene
forma de templete elíptico y muestra una estructura y decoración
barrocas.