Catedral de Roda de Isábena (Huesca)
Introducción
Curioso pueblecito el de Roda de Isábena
que desde hace muchos siglos cuenta con una catedral, si bien
luego perdió tal condición. Se encuentra en el
valle del Isábena, muy cerca de las aguas del río
homónimo, en la comarca oscense de La Ribagorza.
El edificio actual se comenzó a levantar
a comienzos del siglo XI por la cabecera en estilo románico
lombardo, siendo una de las obras más perfectas, junto
al cercano monasterio de Obarra del Primer Románico en
Aragón. Como veremos a continuación, décadas
más tarde se reiniciaron las obras construyendo un gran
edificio gracias a sus tres naves y la portada en un estilo
mucho más tardío.
Lo
más interesante, además de la cabecera y la puerta
meridional de grandes arquivoltas sobre amplio juego de columnas
es el precioso claustro. Es de pequeñas proporciones,
quizás de ahí venga su encanto. Los arcos son
de medio punto y apoyan sobre columnas únicas de capiteles
sencillos en su decoración.
Pero Roda de Isábena es mucho más
que su antigua catedral, se trata de un núcleo de población
de antiquísima historia, muy cuidado, repleto de casas
de piedra de gran encanto, con restos de edificios históricos,
murallas y otros restos arqueológicos y salpicado de
miradores desde donde se aprecia el valle del río Isábena,
el Prepirineo de Huesca y algunas de las montañas del
Pirineo Central.
Historia
Su historia se haya indisolublemente unida a los
inicios del reino de Aragón. La importancia que llegó
a alcanzar en el siglo X, como capital del condado, se manifiesta
en su imponente catedral.
Historia
La
primera iglesia mayor de Roda de Isábena se consagró
en el año 819, pero hasta el 956 Roda de Isábena
no se convirtió en sede episcopal, separándose
de la de Urgel. Sin embargo la vida de esta primera catedral
fue efímera, pues entre el 1003 y el 1006 las tropas
de Abd el Malik, el hijo de Almanzor, la destruyeron por completo.
Muy poco tiempo después, en el 1010, la villa volvió
a ser tomada por los cristianos, quienes emprendieron rápidamente
la construcción de una nueva iglesia, que se consagró
en el primer tercio del siglo XI, y que es el edificio que ha
pervivido hasta nuestros días. La catedral funcionó
como sede episcopal hasta 1149, cuando se integro con la de
Lleida, que había sido ganada a los musulmanes ese mismo
año.

El exterior
El templo de la antigua catedral de Roda de
Isábena tiene planta basilical con tres naves, la
central de mayor anchura y altura que las laterales, y que rematan
en otros tantos ábsides semicirculares, precedidos de
un pequeño presbiterio.

En el exterior, se aprecia una modélica
cabecera lombarda cuyos ábsides se encuentran decorados
con una franja de arquillos ciegos en la parte superior, y se
dividen mediante lesenas, que acentúan su verticalidad.
Por debajo se abren pequeñas ventanas abocinadas con
arcos de medio punto que filtran al interior la luz natural.
El ábside norte es una reconstrucción, dado que
en época moderna se destruyó para edificar una
sacristía. Junto a ese último se encuentra la
capilla de San Agustín, que es una de las partes más
antiguas del templo catedralicio.

En el lado sur se encuentra la torre campanario
y un pequeño atrio abierto con una arcada de medio punto,
y al que se accede mediante una escalinata. Tanto el atrio como
la torre fueron añadidos en el siglo XVIII. La torre
se edificó en el mismo lugar en el que se levantaba el
campanario románico. Tiene planta poligonal, y se articula
mediante tres cuerpos separados con cornisas, y remata con un
chapitel piramidal.

El elemento más significativo del lienzo
meridional es la monumental portada de acceso, que fue construida
en el siglo XIII, y presenta algunas semejanzas con la portada
principal de la Seu Vella de Lleida, que se abre al claustro
gótico. Está formada por un gran arco de medio
punto enmarcado por seis arquivoltas con baquetones, y un guardapolvos
decorado con puntas de diamante.

Estas apoyan en tres pares de columnas, y otras
tres medias columnas que cumplen una función decorativa,
con capiteles en donde se representan escenas del Ciclo de la
Natividad y la historia del plan de salvación de Dios
para hombre.

El espacio interior
El interior del templo se encuentra articulado
en torno a dos espacios claramente definidos, la cabecera y
el cuerpo de las naves. Esta división tan clara se debe
a que el presbiterio y el altar se encuentran elevados del nivel
del suelo, debido a tres criptas que se sitúan a diferente
altura. La nave central se cubre con bóveda de cañón
apuntado, y las laterales con bóvedas de arista. El presbiterio
se cubre con una bóveda de cañón apuntado,
y los ábsides con bóvedas de cuarto de esfera.

Las criptas
La cripta más destacada es la central, conocida
como cripta de San Ramón, en cuyo episcopado (1104-1126)
se edificó, en torno a 1125. Se encuentra al mismo nivel
que el suelo de la nave, y se comunica con esta por medio de
tres arcos de medio punto, que desembocan en tres naves cubiertas
con bóvedas de arista, y que se rematan con una cabecera
semicircular.

Las naves están separadas mediante pilastras,
con capiteles de formas muy sencillas. El interior se ilumina
por medio de dos ventanas saeteras que se encuentran en la cabecera.
Esta cripta acoge el sepulcro del obispo San Ramón.

El sepulcro solo está decorado en su frente
y en sus dos laterales, dado que se concibió para situarse
junto al muro absidial de la cripta, y no en el centro de la
misma como se encuentra en la actualidad.

En el costado derecho se encuentra representada
la Huida a Egipto. En el frente hay escenas del nacimiento de
Cristo: de derecha a izquierda, la Anunciación, la Visitación,
el Nacimiento y la Adoración de los Magos. En el lateral
izquierdo se encuentra una representación de San Ramón
como obispo.

Bajo los dos primeros tramos de la nave norte,
y el presbiterio y el ábside norte hay otra cripta, conocida
como "Sala del Tesoro". Tiene unas dimensiones reducidas,
con una única nave cubierta con una bóveda de
medio cañón y una cabecera semicircular. En su
interior se expone una arqueta con esmaltes de Limoges, que
alberga los restos del san Valero. Pero lo más imponente
de este espacio son las pinturas murales del siglo XIII, que
se encuentran extraordinariamente bien conservadas.

En la bóveda se aprecia un Cristo en Majestad
rodeado del Tetramorfos. Por debajo hay un calendario agrícola
en donde diferentes individuos representan las faenas más
características de cada uno de los meses del año.

En los muros laterales de la cripta hay una representación
del Bautismo de Cristo, en el costado norte, y enfrente una
representación de San Miguel pesando las almas, con un
diablo intenta hacer fuerza en la balanza para que se incline
a su favor, pero no lo consigue puesto que -como sucede en todas
las psicostasis románicas- el alma se salva gracias a
sus buenas obras.

En el subsuelo del ábside meridional y del
primer tramo de la nave, se sitúa una tercera cripta,
de menores dimensiones, que en la actualidad funciona como sacristía.
La cabecera
Se accede a la zona alta de la cabecera por medio
de una escalera situada en la cabecera de la nave de la epístola.
Lo más significativo de este espacio es
el ara de altar tiene en su frente cuatro representaciones de
ángeles que portan en sus manos los prótomos del
Tetramorfos.

En el costado meridional del ábside hay
una talla de San Juan, que era parte de un magnífico
Calvario románico que se destruyo en el incendio provocado
en la Guerra Civil.

Las naves
Cada nave se divide en cuatro tramos, separados
mediante arcos formeros de medio punto. Las tres naves se separan
mediante pilares cruciformes
En el segundo tramo de la nave del evangelio se
abre una portada que comunica la iglesia con el claustro. Tiene
formas sencillas, con un arco de medio punto y dos arquivoltas,
que acogen a un tímpano sin decoración.
En el muro de la nave de la epístola se
expone la mazonería de un gran retablo renacentista,
único resto conservado de la obra original, que ardió
en la Guerra Civil. A los pies de esta nave también pueden
verse algunos restos del obispo San Ramón, como una silla
de tijera del siglo IX, la mitra episcopal, las sandalias y
un guante.

En la nave del evangelio se encuentran los restos
del sudario. Tanto la silla como el sudario están muy
fragmentados, ya que fueron víctimas del espectacular
robo que en 1979 perpetró en la catedral Erik el Belga.

El claustro
El claustro tiene planta cuadrangular, y arcadas
de medio punto en todas sus pandas. Debió ser construido
en el segundo cuarto del siglo XII.

Sobre las arquerías hay una pequeña
franja con taqueado jaqués. La mayoría de los
capiteles están decorados con motivos geométricos
y vegetales, y dos de ellos con formas animales, tallados de
una forma un tanto tosca. En los ángulos de las galerías
hay arcos dobles de medio punto, que ayudan a descargar los
empujes. En el centro se encuentra un aljibe.

Uno de los hechos más característicos
de este claustro en inmenso número de inscripciones funerarias
de los siglos XII al XV que se encuentran grabadas en los cimacios
y salmeres.

El espacio articulaba diferentes estancias catedralicias,
como el refectorio y la sala capitular, en cuyo interior hay
algunos restos pictóricos.
La sala capitular
Desde la panda oriental se accede a la sala capitular,
que fue construida ganando espacio a la capilla de San Agustín.
Se abre al claustro mediante cinco arcos de medio punto, en
cuyos intradoses hay laudas funerarias. Los capiteles sobre
los que apoyan estos arcos tienen formas vegetales.

La capilla de San Agustín
El acceso a la capilla de San Agustín se
realiza desde la sala capitular, y también desde la calle.
Seguramente sea el espacio que ocupaba el oratorio del antiguo
castillo de los condes de Ribagorza, cuyos orígenes podrían
remontarse a época romana. Es un espacio de dimensiones
reducidas, con una sola nave cubierta con bóveda de medio
cañón, y cabecera semicircular con bóveda
de cuarto de esfera. En su interior conserva unas interesantes
pinturas murales del siglo XII, entre las que se identifica
un Pantocrátor rodeado por el Tetramorfos, así
como algunas escenas hagiográficas relacionadas seguramente
con el santo titular de la capilla.

El refectorio
En la panda septentrional del claustro se
encuentra el antiguo refectorio, que en la actualidad ha sido
recuperado como restaurante. Es un espacio de planta rectangular,
cubierto con una bóveda de medio cañón
apuntado dividida en cuatro tramos por medio de arcos de medio
punto, que apoyan en ménsulas de gran tamaño.
En uno de sus muros laterales se pueden apreciar algunos restos
pictóricos, entre los cuáles se distingue un Descendimiento.