Concatedral
de Soria. San Pedro
Introducción histórica
La actual Concatedral de San Pedro de Soria fue,
en origen, una colegiata (comunidad de canónigos regulares
de San Agustín).

Se piensa que puedo haber una primera construcción
de uso parroquial de tiempos de la primera repoblación aragonesa
efectuada por Alfonso I el Batallador a partir de 1119 en Soria.
Este templo se renovaría en la segunda mitad
del siglo XII -por tanto cuando Soria ya pertenecía a Castilla
y dependía de la Diócesis de Osma- cuando se convirtió
en colegiata. También se construyó un claustro y las
dependencias para la vida de la nueva comunidad de canónigos
agustinos como la sala capitular, el refectorio, etc.

Muy lamentablemente, la iglesia de este nuevo complejo
románico de la Colegiata de San Pedro de Soria se hundió
en 1522. Se dice que un canónigo quiso abrir una capilla
en honor a la Virgen y mandó eliminar, para ello, uno de
los pilares de sustentación. También se cuenta que
el resultado de esa intervención fue la ruina de gran parte
del edificio medieval.

Pocos años después se decidiría
sustituir la arruinada iglesia románica por otra de gusto
renacentista.
Finalmente, en el siglo XX (año de 1959) y como
consecuencia de la mayor vitalidad de Soria como capital de provincia,
la antigua colegiata fue elevada a categoría de concatedral.

Este monumento soriano, como veremos, es conocido y
admirado por su magnífico claustro románico que será
el principal centro de atención de este artículo.
La iglesia románica desaparecida
Todos
los autores que se han ocupado del desaparecido templo románico
de la segunda mitad del siglo XII destacan sus impresionantes dimensiones.
Tendría tres amplias y largas naves atravesadas por un prominente
transepto marcado en planta, además de cabecera tripartita
de ábsides escalonados. En el crucero probablemente se alzaría
un cimborrio o una torre campanario. Sería, por lógica,
el edificio románico más importante de la ciudad y
sólo rivalizaría con ella la también desaparecida
catedral de El Burgo de Osma. Precisamente sería de la seo
osmense de donde procederían los talleres que dejaron su
huella en los mejores capiteles del claustro que luego veremos,
de clara pervivencia silense.
De esta gran iglesia románica sólo nos
ha llegado parte de los brazos del transepto, tanto norte como sur,
con algunos de sus ventanales de arcos de medio punto sobre columnas
y que se ven perfectamente desde el interior.
La iglesia actual
Como ya indicamos anteriormente, el templo que nos
ha llegado a la actualidad es el resultado de la reconstrucción
que se llevó a cabo en el siglo XVI.

De trazas similares a la Colegiata de Berlanga de Duero,
es un edificio columnario de cinco naves separadas por enormes columnas
cilíndricas de donde parten numerosos nervios correspondientes
a las bóvedas estrelladas.
Su longitud es algo más corta que la del templo
del siglo XII mientras que su anchura es la misma, llegando a los
hastiales de los brazos del crucero.
En el interior destaca el retablo mayor, obra clasicista
de Francisco del Río del siglo XVI.

Del exterior es destacable la puerta plateresca
de la fachada meridional, constituida por arquivoltas semicirculares,
una solemne estatua del apóstol San Pedro y decoración
de variados grutescos.
No se puede dejar de admirar
las puertas y arcos que adornan la panda este que comunicaba con
la sala capitular, de excepcional elegancia.
El Claustro
Introducción
El
claustro románico de la Concatedral de San Pedro se construyó
al costado norte. De las cuatro pandas del cuadrilátero sólo
se conservan tres pues la meridional, la más próxima
al cuerpo de la iglesia, fue también suprimida en el siglo
XVI para ampliar la anchura del edificio renacentista.
Todo hace indicar que su obra fue posterior a la iglesia,
lo cual es de toda lógica, siendo probable que se trabajara
en él durante los primeros años del siglo XIII.
Lo primero que llama la atención al entrar en
este fabuloso recinto son sus importantísimas dimensiones,
pues las pandas miden unos treinta metros, medidas propias de los
claustros cistercienses de fundaciones como San Andrés de
Arroyo. También las columnas pareadas pero separadas entre
si y de largos y finos fustes recuerdan a los claustros cistercienses
del citado cenobio palentino o el de Las Claustrillas de Burgos
o el de Villamayor de los Montes. Muchos de los capiteles vegetales
parece que se inspiran también en la estética del
Císter.
Pero el claustro de una colegiata no estaba sujeto
a los criterios anicónicos del Císter, por lo que
en el claustro de San Pedro, conviven los citados temas vegetales
con numerosas cestas figuradas e historiadas, como animales del
bestiario y escenas bíblicas de las que luego nos ocuparemos.
Arquitectura
En definitiva, del claustro románico tenemos
la mayor parte de las pandas occidental y oriental, además
de la septentrional que se encuentra íntegra.
Como indicamos, todos los arcos son de medio punto
con guardapolvos de entrelazos romboidales en zigzag o puntas de
diamante (los de la panda oeste). Las columnas son dobles con de
fustes cilíndricos separados pero con capitel común,
apoyándose el en el habitual podium.
Una de sus peculiaridades de este claustro son los
machones centrales de refuerzo que se colocaron en cada panda. Para
evitar que estos gruesos y masivos pilares rompieran la elegancia
y gracilidad de las arquerías, se decoraron exteriormente
con tríos de columnillas apoyadas sobre parejas de fustes
más largos.
En la crujía
oriental, la separación exterior de los arcos está
decorada con columnillas que emergen a la altura de los cimacios
de los capiteles de las columnas principales.
Los muros del claustro están horadados por numerosos
arcosolios de uso funerario, perteneciente a canónigos de
la colegiata. También hay diversas puertas que comunicaban
con las dependencias claustrales, tales como el refectorio o la
sala capitular.
Uno de las curiosidades del claustro de la concatedral
de San Pedro de Soria es que las paredes de sus pandas está
repletas de marcas gliptográficas, como marcas de cantero,
cruces patadas y flordelisadas, signos astrales y siluetas de herramientas
gremiales como tijeras, sierras o zapatos.
Escultura
La escultura monumental del claustro de la concatedral
no sólo se esparce en los capiteles de las arquerías,
sino también en las columnillas decorativas exteriores e
interiores, canecillos (también los hay en el interior de
los muros) y las diversas puertas de acceso a las dependencias claustrales.
En este amplísimo repertorio se adivinan diferentes
autorías de diversa cualificación. Nos parece que
los mejores relieves son los de la panda este, que es por donde
se iniciaría la obra, para ir perdiendo calidad -por intervención
de otros artesanos- a medida que nos alejamos de este arranque oriental.
Además, los relieves de la panda occidental están
especialmente meteorizados por las filtraciones de agua.
En general se aprecia con claridad que quienes trabajaron
en este claustro pertenecen a la filiación silense del monasterio
burgalés y de la Catedral de El Burgo de Osma (como casi
todo el románico de la capital soriana), aunque dicha relación
no es ni directa ni inmediata, habiéndose perdido buena parte
de su calidad plástica por el camino.
La larga lista de capiteles muestra un variado repertorio.
Con todo, lo más habitual es encontrar cestas vegetales de diversa
composición. Algunos de estos muestran dos órdenes de hojas
muy abiertas y de aspecto bastante horizontal. No faltan, entre
ellas las que muestran plantas de la flor de aro (arum italicum)
con su característico racimo de frutos arracimados, que muchas veces
se pueden confundir con piñas. Estas flores de aro constituyen uno
de los elementos más característicos del segundo taller silense,
lo que refrenda la relación entre San Pedro de Soria y el monasterio
burgalés.
Tras los relieves fitomórficos, el protagonismo
recae sobre el bestiario medieval. Abundan los animales reales y
fantásticos enredados en tallos vegetales -de nuevo al modo silense-
como dragones, grifos, arpías, aves zancudas, leones, etc. En algunos
de los casos hay personajes humanos que agarran a estas bestias
o luchan contra ellas.
Llama poderosamente la atención por su peculiar
iconografía un capitel que plasma una escena de caza en la
que un ciervo es acosado por un cazador con su perro además
de un centauro sagitario que hace lo propio.
También hay capiteles historiados que se centran en
episodios bíblicos como el Ciclo de la Natividad con el Nacimiento
y la Adoración de los Reyes Magos.
En otro encontramos el Pesaje de las Almas o "Psicostasis"
donde San Miguel pesa las buenas y malas obras de un difunto mientras
el diablo intenta hacer trampas tirando de su platillo hacia abajo.
A la postre, el alma es bienaventurada y camina hacia el Seno de
Abraham.
No faltan los temas moralizadores como el castigo de
la lujuria o del adulterio: dos parejas de dragones muerden los
pechos de sendas mujeres.
En la panda norte del claustro se ha habilitado
un pequeño museo con interesantes piezas. De todas ellas
destaca el frontal de altar que se halló en una de las restauraciones
de la vecina iglesia de San Nicolás. Se trata de un relieve
que relata la entrada triunfal de Cristo en Jerusalén sobre
el asno, acompañado por los apóstoles (San Pedro queda
identificado por las llaves).
La Sala Capitular
Como era preceptivo, la sala capitular se comunicaba
con el claustro en una posición próxima a la iglesia.
Aunque el interior de dicha sala ha sido también alterada
completamente para convertirla en la Capilla de San Saturio, encontramos
su puerta de entrada primitiva en la panda este del claustro.
La puerta de entrada propiamente dicha tiene arquivoltas
semicirculares y el intradós polilobulado. Los apoyos son dos parejas
de columnas de capiteles con representaciones del bestiario fantástico
silense, siendo de los de mayor calidad de todo el conjunto del
claustro. Dos ventanales flanquean esta puerta. Son especialmente
hermosos y están compuestas por un ajimez con parteluz en la parte
inferior y, por encima, un óculo polilobulado. Todo ello es rodeado
por arcos semicirculares sobre columnas.
Además de la rica estructura arquitectónica
de la puerta y los ventanales de la sala capitular, hay que fijarse
bien en sus capiteles pues pertenecen a los más cualificados
autores que trabajaron en el claustro, de cara progenie silense
y que tienen evidente relación con la escultura de iglesias
burgalesas de La Bureba y La Sierra.
