Catedral
de Zamora
Introducción
La Catedral
de Zamora fue construida en las décadas centrales del
siglo XII y patrocinada por el rey Alfonso VII el Emperador y su
hermana Doña Sancha sobre lo que sería un modesto
edificio prerrománico.
Las
obras se iniciaron a mitad del siglo XII y la consagración
se realizó en el año 1174. Pero no hay que pensar
que en esta fecha el edifico catedralicio estaría concluido.
Es de suponer que tan sólo se habría terminado la
cabecera, parte del transepto y los primeros metros de los muros
perimetrales. Hay que recordar que las consagraciones medievales
se llevaban a cabo cuando los templos, aunque inacabados, podían
albergar ya liturgias.
Las
obras continuarían durante el último tercio del siglo
XII, rematando el transepto, elevando los pilares de separación
de las naves y abovedándolas, además de construir
el célebre cimborrio gallonado. Ya en el siglo XIII se construiría
la torre de poniente y el claustro.
Con
todo, se trata de una catedral que se edificó en poco más
de medio siglo, lo que se puede considerar casi un récord.
Esta cierta celeridad de su construcción permitió
una gran unidad de estilo, dentro de los cánones borgoñones
clásicos, aunque se introdujeron sustanciales novedades en
la cubrición por influencia cisterciense y oriental.

Originalmente,
era una gran construcción de tres naves de cuatro tramos,
transepto señalado en planta y tres ábsides semicirculares
escalonados. De las torres previstas, sólo se llegó
a levantar la septentrional, a los pies del templo, de porte robusto
y ciertamente poco esbelta, con numerosos ventanales. La cabecera
se sustituyó en el siglo XV por otra gótica y el claustro
románico se reemplazó por otro frío y clasicista
en los siglos XVI y XVII.
En
el interior, al margen de las capillas añadidas durante siglos,
apreciamos un espacio bastante diáfano, separado por arquerías
apuntadas que gravitan sobre pilares con tres columnas en cada cara.
Todos los
capiteles -salvo un grupo de tres- son lisos con remates almenados,
por posible influencia cisterciense. Las basas tienen garras de
decoración vegetal, geométrica, cabezas, etc. En algunas
columnas todavía quedan restos de la policromía que
cubría sus superficies.
Las naves
laterales se cubren con bóvedas de arista, mientras que la
central, lo hace con una primitiva crucería, considerada
por muchos la primera de este tipo construida en solar hispano.
Por su parte, los brazos del transepto lo hacen con un más
conservador cañón apuntado.

El
cimborrio gallonado
Aunque todo
el interior es digno de ser contemplado con cuidado, seguramente
la parte más destacable de la catedral es el cimborrio que
se erigió sobre el crucero para la iluminación interna
del mismo (Además de su simbolización como esfera
celeste), aunque el origen de estas estructuras es de origen bizantino,
su morfología y decoración a base de arquerías,
columnas y frontones es francés, concretamente del románico
de las regiones atlánticas francesas de Aquitania y Poitou.
Al exterior,
este cimborrio presenta ventanales con arquivoltas sobre columnas,
frontones triangulares clasicistas sobre columnas y una cubierta
gallonada con lajas de piedra en forma de escamas.
Un aspecto
que añade mayor personalidad a esta estructura son las cuatro
torrecillas cilíndricas y también cupuladas de sus
ángulos que le confieren un especial juego de volúmenes.
Su construcción es un truco arquitectónico dirigido
a estabilizar el conjunto y disminuir los empujes laterales pues
gravita sobre las pechinas y los pilares del crucero.
En el interior, apreciamos que este cimborrio se elevó
sobre pechinas cuyos sillares se labraron una vez colocados, de
ahí su aspecto liso y homogéneo. Dichas pechinas surgen
de la altura de los capiteles, a la forma aquitana.
Hallamos un total de dieciséis ventanas entre
columnas que sujetan los nervios del cascarón formado por
ese mismo número de gallones o tramos cóncavos. Las
pinturas doradas que lo decoran en la actualidad data del siglo
XVII.
La Puerta del Obispo
además del cimborrio, la parte mejor conservada
y vistosa del exterior de la catedral de Zamora es el hastial del
brazo sur del crucero, con su respectiva portada (la del Obispo)
que constituye uno de los conjuntos más interesantes del
románico español. Se llama así porque enfrente
se encontraba el Palacio Episcopal y una puerta de la muralla, así
llamada, que venía de Mérida siguiendo la Vía
de la Plata en su camino a Astorga.
Además
de la puerta propiamente dicha moldurada con varias arquivoltas
lobuladas, es reseñable el juego de arquerías ciegas
y la articulación muraria mediante columnas estriadas y cornisas
con arquillos. Estas características dejaron su influencia
en numerosos templos románicos de la ciudad de Zamora.

Se ha relacionado
esta estructura con las del románico francés de Poiteau,
Angulema y Santogne.

La elegante
articulación de arquerías, impostas, esculturas, etc.,
nos invita a pensar en lo que sería el templo original románico
de esta catedral de Zamora antes de las reformas y la edificación
de estancias parásitas que le agobian por todas partes.
Otro aspecto interesante de la Puerta del Obispo de
la Catedral de Zamora es la presencia de dos tímpanos situados
en las calles laterales y que contiene grupos escultóricos
considerados como los más excelsos del románico zamorano.
El izquierdo u occidental está formado por los las estatuas
de San Pablo y San Juan Evangelista, portando dos libros. Al fondo,
aparecen inscripciones con la identidad de los personajes.
El tímpano derecho u oriental está presidido
por una Virgen con el Niño a modo de Trono de Sabiduría,
entronizada bajo un baldaquino y flanqueada por dos ángeles
turiferarios. Todo ello bajo plantas con frutos de alcachofas.
No cabe duda que la galanura de estas esculturas, la
delicadeza de las vestimentas, adornos de los libros y trono, etc.
nos hablan de un taller, seguramente de filiación francesa
que conoce las obras del primer gótico francés.
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información del Museo
Catedralicio de Zamora
