Guía del Convento de Santo Domingo de
Pontevedra y otros conventos mendicantes pontevedreses
La
pujanza de la villa de Potevedra en el siglo XIII propició
el establecimiento de tres conventos medicantes, el de San Francisco,
el de Santa Clara (rama femenina franciscana) y el de Santo Domingo
(dominico). Desde el punto de vista arquitectónico, los
tres edificios tiene mucho en común, obedeciendo al estilo
del gótico mendicante tan presente en tierras gallegas
durante la Baja Edad Media.

El más famoso e importante de todos, es el
de Santo Domingo, a pesar de encontrarse en ruinas, gracias a
la monumnetalidad de sus cinco ábsides poligonales.
Convento de Santo Domingo de Pontevedra
Los restos del convento de Santo Domingo se
sitúan en el centro de la localidad de Pontevedra.
Se trata de un importante complejo gótico que fue destruido
en el año 1719 debido a los ataques de los ingleses en
territorio gallego. Pese a su estado actual, era el templo dominico
más grande de Galicia. En pie sólo quedan la cabecera
de cinco ábsides y parte del muro sur, así como
la entrada al capítulo, ya que el convento, el claustro
y las dependencias se perdieron. Era un templo de estilo gótico
de una sola nave cubierta con techos de madera y ábsides
cubiertos por bóvedas de crucería. Sus cinco capillas
quedan en pie en bastante buen estado.

Los orígenes del convento hay que situarlos
en la época medieval, concretamente entre los siglos XIII
y XIV, cuando el espacio estaba ocupado por la orden de los dominicos.
Fundado hacia el año 1282, las obras del templo del convento
(únicos restos que se conservan en la actualidad) no se
iniciaron hasta casi un siglo después, en el año
1383, continuando los trabajos a lo largo del siglo XV. Años
después el convento fue utilizado como panteón de
algunas familias nobles, destacando los sepulcros con estatua
yacente de Tristán de Montenegro (Juez de la villa de Pontevedra
a mediados del siglo XV) o de Payo Gómez de Sotomayor (Mariscal
de Castilla).

A finales del siglo XVIII se planteó la reforma
de la iglesia con una nueva nave de estilo neoclásico.
Sin embargo, la aprobación de la desamortización
de Mendizábal en 1835 paralizó el proyecto. De esta
manera, con la aplicación de la ley de exclaustración,
el convento fue cerrado definitivamente el día 8 de diciembre
de 1836. Fue entregado a la Junta de Enajenación de Edificios
y Efectos de los Conventos Suprimidos de la Provincia de Pontevedra
y, posteriormente, en 1840, fue cedido al Ayuntamiento de Pontevedra.
A partir de ese momento fue utilizado para diversos usos municipales:
cárcel de mujeres, hospicio, escuela de párvulos,
entre otros.

El deterioro progresivo del complejo le llevó
a un estado ruinoso pocos años después. En 1864
se decidió, por tanto, derribar una de las capillas (la
de San Jacinto) y entre 1869 y 1870 se procedió a suprimir
la parte superior de la torre.

En 1874 el Ayuntamiento solicitó la cesión
para poder derribarlo y poder así ampliar el espacio dedicado
al Campo de la Feria, si bien la condición de la Comisión
Provincial de Monumentos fue mantener en pie parte de la antigua
iglesia conventual y algunos otros elementos de interés
patrimonial. Poco después, en 1880, se aprobó un
nuevo derribo, oponiéndose la ciudadanía, que consiguió
parar la demolición. En 1889 hubo un nuevo intento de derribo,
volviendo a salvarse el monumento gracias a la reacción
del pueblo. El conjunto fue declarado Monumento Nacional en 1895,
siendo el primer monumento de la provincia de Pontevedra en conseguir
esta declaración.

Actualmente, y desde el segundo tercio del siglo
XX, forma parte del Museo de Pontevedra y es el edificio más
antiguo de los que conforman dicho museo. Entre sus muros se exponen
diferentes objetos arqueológicos, principalmente escudos
heráldicos, estelas romanas y capiteles visigóticos
del Museo de Pontevedra, pero también sepulturas de personajes
como el caballero Tristán de Montenegro. En 2008, con motivo
de las obras de un aparcamiento subterráneo en la Plaza
de España, salieron a la luz restos de la cimentación
de la iglesia gótica y varias fosas de enterramiento pertenecientes
al cementerio exterior del templo.

A pesar de la altura en que se encuentran los capiteles
y haber estado sometido durante siglos a la erosión del
agua y del viento, todavía son numerosos los que ofrecen
una iconografía identificable.

Hay algunas cestas que se centran el Ciclo de la
Natividad de Jesús. También aparecen ángeles,
escenas de caza del jabalí y otros temas simbólicos
donde interaccionan seres humanos con aves y dragones.

Convento de Santa Clara de Pontevedra
Situado en la actual Rúa Santa Clara, este
convento de finales del siglo XIII albergó una comunidad
de monjas Clarisas. Se desconoce la fecha exacta de su fundación,
pero por referencias secundarias en la documentación, podemos
situarla hacia el 1271. En una Real ejecutoria de 1830 depositada
en el Archivo del convento, se hace referencia a una serie de
privilegios que le fueron concedidos al cenobio; es por ello que
la fecha de construcción es, al menos, anterior a dicha
datación. Teniendo en cuenta que la fundación de
los conventos se realizaba antes del inicio de las obras (como
vimos en el caso anterior también), la fundación
se remontaría posiblemente al último tercio del
XIII. Según la documentación parece que fue Mayor
Pérez, una noble pontevedresa esposa de Fernán Núñez
de Aldán y amiga de Sor Leonor Rodríguez, la primera
abadesa del convento, quien financió la construcción.
El proyecto parece que finalizó hacia el año 1510,
cuando los documentos aluden a la finalización del ábside
de la iglesia (posiblemente el convento ya estaría terminado
con anterioridad). A lo largo de su historia, el convento gozó
de muchos privilegios por parte de los Papas.

Sin embargo, el complejo también sufrió
algunos episodios de abandono y problemas de falta de miembros
en la comunidad. Sabemos que, en 1719, cuando se produjo la invasión
inglesa, el convento contaba con 40 monjas, que tuvieron que dejar
el cenobio y partir a Santiago, al colegio de las Huérfanas.
En 1807, durante la Guerra de la Independencia, tuvieron que irse
a casa de parientes y amigos durante algunos meses, estando el
convento saqueado cuando volvieron. En 1868 se trasladaron a Tui
por un periodo de siete años, siendo ocupado el convento
por los niños del Hospicio. El entonces arzobispo de Santiago,
Miguel Payá y Rico, tuvo que negociar con el rey Alfonso
XII, consiguiendo finalmente que el convento fuese devuelto a
las monjas, volviendo a rehabitar el complejo. Madoz, en su Diccionario
Geográfico-Estadístico-Histórico, indica
que a inicios del siglo XIX contaba con 13 religiosas. En abril
de 2015 ya solo quedaban tres monjas de avanzada edad. Sin embargo,
el edificio está muy deteriorado. El complejo permaneció
ocupado hasta septiembre del año En septiembre de 2017
cuando el cenobio de clausura cerró sus puertas tras ocho
siglos de historia.
La comunidad de las Clarisas, perteneciente a la
orden de San Francisco, se instaló en la zona extramuros
de la ciudad, próxima a la Puerta de Rochaforte, denominada
también posteriormente como Puerta de Santa Clara. Situada
junto al Camino de Castilla, era una de las cinco entradas de
la antigua muralla de Pontevedra junto con la Puerta de las Trabancas,
la Puerta de Sano Domingos, la Puerta de Santa María a
Grande y la Puerta del Puente, en el puente del Burgo.
En 1912 se hicieron reformas y ya no se volvió
a arreglar nada hasta el año 1976, en que se remozaron
los tejados y los pisos, dejándolo un poco más confortable,
dentro de lo que es la pobreza franciscana.
El templo empezó su construcción gracias
a las donaciones privadas que se realizaron durante finales del
siglo XIII, efectuándose diversas ampliaciones a lo largo
de las dos centurias siguientes. De estilo gótico, de una
sola nave rectangular y sin crucero, está rematada por
un ábside poligonal más alto y estrecho que la nave.
La fachada lateral norte tiene dos puertas. La más alejada
de la cabecera es de medio punto y la otra de estilo gótico,
con arco apuntado y arquivoltas, flanqueada por columnas con representaciones
del Juicio Final. Entre ambas podemos contemplar una escultura
de santa Clara de Asís.

La cornisa está decorada con modillones que
muestran animales, cabezas humanas, etc. La capilla mayor, de
planta pentagonal y cubierta con bóveda de crucería,
tiene cinco ventanales vidriados ojivales con parteluz central
en los paños centrales. De estilo churrigueresco es el
retablo mayor, realizado en 1730, con seis escudos nobiliarios
además de la escultura yacente de San Vicente situada bajo
el altar. También una pintura de la Virgen de los Desamparados.
El claustro, con jardín en forma de cruz, tiene una fuente
muy similar a la de la Herrería.

Por otra parte, en la fachada podemos contemplar
varios escudos heráldicos. Destaca una piedra armera, la
más antiguas de Pontevedra, que se ha datado en la segunda
mitad del siglo XIV y que se ha relacionado con la Orden del Temple.
Convento de San Francisco
Ubicado en la plaza de la Estrela, la fundación
del Convento de San Francisco se atribuye, aunque sin base documental,
a San Francisco de Asís. Se sitúa en un altozano,
ocupando inicialmente un espacio extramuros. De manera general,
su fundación se establece entre 1223 y 1229, pero no tenemos
referencia documental al convento hasta el año 1274, referencia
documental alguna. En dicho año, en 1274, tenemos constancia
de su existencia a través de un documento del Archivo Histórico
Nacional en el que consta una primera donación realizada
al convento.

Se trata de una impresionante obra gótica
de estilo ojival (también denominado tardío) construida
en el siglo XIV. Pese a que su fundación, como ya hemos
señalado, parece más temprana, la edificación
se realizó entre 1310 y 1360. Fue financiado por los herederos
de Paio Gómez Chariño (Primer señor de Rianxo
y Adelantado Mayor del Reino de Galicia) y realizada en un solar
de la casa de Soutomaior.

La iglesia del convento es de planta de cruz la latina,
con nave única, crucero, cubierta de madera a dos aguas.
Del templo original solo se conserva actualmente la portada y
el cuerpo del templo, así como la cabecera y los ábsides,
datados en el s. XIV.
La cabecera está compuesta por tres ábsides
poligonales, siendo heptagonal el mayor (está precedido
de un tramo recto y del transepto) y pentagonales los laterales.
La cabecera está cubierta con bóvedas de crucería
sobre columnas con capiteles de temática vegetal. A la
capilla mayor, rodeada por un zócalo de arcos apuntados,
se unen los dos ábsides laterales, con una disposición
similar en escala reducida. Cada uno de ellos consta de dos ventanas
ojivales. A los tres ábsides se accede a través
de arcos apuntados. En el muro oeste, enfrente del ábside
de la Epístola, se construyó una capilla contra
absidal en el siglo XV. Compuesta por cinco paños y cubierta
con bóveda de abanico, se accede a ella a través
de un arco apuntado. En este lateral del transepto se abre un
rosetón vidriado.

En el crucero destacamos dos sarcófagos. En
la Epístola, el de Paio Gómez Chariño, el
célebre trovador de finales del s. XIII y su esposa; en
el Evangelio, el sarcófago de un matrimonio noble vinculado
al linaje de los Cru y que ha sido datado entre finales del siglo
XIII y principios del XIV.
En la fachada occidental destacamos el rosetón
de tracería de cinco metros de diámetro. Según
algunos historiadores del arte, no es originario del convento
de San Francisco, sino que procede del convento de Santo Domingo.
Entre finales del siglo XIV y hasta el siglo XVIII,
el templo sufrió numerosas reformas y modificaciones, siendo
los más significativos la construcción de capillas
funerarias y altares. Estas obras fueron financiadas por las familias
más importantes de la villa, tales como los Chariño,
los Soutomaior, los Cru o los Mariño de Lobeira. En 1853
se construyó la escalinata que da acceso a la puerta principal.
En cuanto a las dependencias del convento, éstas
estaban situadas en la zona oeste del complejo. Su fachada principal
forma un ángulo de noventa grados con la del templo. El
claustro se localiza junto al muro norte de la iglesia. Datado
en el siglo XVIII, es de planta cuadrada y presenta crucero en
el centro. Tiene dos cuerpos, ambos con ventanas dinteladas y
puertas centrales.
Dentro del patrimonio mueble destaca la talla
del siglo XIX con la imagen del Nazareno y las pinturas murales
de la parte lateral izquierda fechadas en los siglos XVI y XVIII.
Con la desamortización de Mendizábal, al igual que
ocurrió con numerosos conventos gallegos y de otras regiones
de la Península, los franciscanos abandonaron la villa,
quedando el convento deshabitado. El templo permaneció
abandonado durante décadas, siendo empleado algunos años
con otras funciones. En 1923 se rehabilitó la iglesia,
pero sufrió un incendio dos años después
y tuvo que ser restaurada de nuevo. La iglesia fue declarada monumento
histórico-artístico en 1896.
