El pasado sábado día 7 de julio tuvo lugar el Viaje
Guiado ARTEGUIAS titulado "Ecos del Claustro de Silos en
el Románico Rural Soriano", un itinerario que nos
llevó a conocer varias iglesias rurales sorianas en los
que son bien patentes los influjos escultóricos de los
modelos presentes en el universal claustro burgalés.

Desde la Avenida de América y a la hora prevista,
la expedición partió rumbo noreste en un viaje de
aproximadamente dos horas perfectamente aprovechadas para introducir
histórica y artísticamente tanto los territorios
como los monumentos a visitar durante la jornada.

Tras una parada técnica a la altura de Medinaceli,
la primera visita de la mañana se centró en la iglesia
románica de San Pedro de Perdices, la más alejada
sin duda de los modelos silenses pero que, dada su cercanía
con el espacio geográfico en que nos íbamos a mover,
no podíamos dejar pasar la ocasión de acercarnos
a ella.
Se trata de un templo de una enorme fotogenia al
emplazarse en una posición muy elevada coronando el brevísimo
y casi deshabitado caserío de Perdices; un monumento generalmente
muy complicado de visitar pero que nosotros, gracias a la amabilidad
de su párroco, tuvimos el privilegio de conocer.

Desde Perdices descendimos a territorios más
llanos hasta llegar a la cuidada población de Villasayas,
cuyo templo, bajo la advocación de Nuestra Señora
de la Asunción, conserva de su primitiva obra románica
la portada principal y la genuina galería porticada que
lo protege.

Se trata además de una de las galerías
porticadas sorianas más interesantes ya que, a la gracia
de sus capiteles figurados, hay que añadirle varios elementos
escultóricos más encastrados al muro.

Tras comentar detenidamente los motivos iconográficos
de raigambre silense que adornan tanto la galería como
la portada, nos dirigimos unos kilómetros al oeste hasta
llegar a la población de Casillas de Berlanga, donde nos
esperaba una reconfortante comida.
Las visitas de la tarde tuvieron su punto de inicio
en la villa de Almazán, importantísima población
soriana cabeza de Comunidad de Villa y Tierra en época
medieval y que ha sabido conservar buena parte de su patrimonio
románico.

Iniciamos su visita asomándonos al sugestivo
mirador que constituye en sí mismo el puente de moderna
construcción sobre el río Duero, desde el cual,
se hace perfectamente visible la iglesia de San Miguel. Ya en
la plaza principal de la villa, accedimos a su interesante interior,
donde además de en sus capiteles figurados, la mayoría
de miradas se concentraron en su exótica cúpula
de crucería califal.

Desde Almazán, pusimos de nuevo rumbo hacia
el este hasta llegar a la población de Torreandaluz, otra
de las muchas minúsculas aldeas que salpican la geografía
soriana y que suelen resultar desconocidas para el gran público
al quedar al margen de los principales itinerarios turísticos.

De dedicada precisamente a Santo Domingo de Silos,
la iglesia de Torreandaluz, también reformada en siglos
posteriores, conserva íntegra su magnífica portada
románica en cuyos capiteles quedan de nuevo bien patentes
los influjos del segundo taller del claustro de Silos.

Unos kilómetros hacia el norte y como digno
colofón a nuestra ruta, no podíamos dejar escapar
la posibilidad de visitar la iglesia de Nuestra Señora
de la Natividad de Nafría la Llana, interesante al exterior
por sus capiteles y canecillos; y no menos atractiva al interior,
en el que llama la atención la personalísima angostura
de su arco triunfal de acceso al presbiterio; una disposición
que parece evocar liturgias antiguas más pretéritas.

Desde Nafría la Llana emprendimos camino
de regreso a Madrid no sin antes realizar una última parada
técnica para reponer fuerzas en un hotel de El Burgo de
Osma, desde el cual, en menos de dos horas, llegamos a nuestro
destino madrileño.