Durante el último fin de semana
del mes de octubre, concretamente de viernes 28 a domingo día
30 tuvo lugar la segunda edición del Viaje Guiado ARTEGUIAS
"Ruta de la Navarra Mística", un recorrido que
nos llevó a conocer, además de la propia capital
Pamplona, algunos de los lugares de mayor calado espiritual del
antiguo Reino de Navarra; una serie de enclaves en los que a su
propio interés histórico y artístico, se
le unen los factores simbólicos, devocionales y paisajísticos.
Con una puntualidad digna de agradecer
y alabar, salimos el viernes desde la Plaza de Castilla para,
tras las paradas reglamentarias y las pertinentes explicaciones
introductorias, llegar a nuestro primer destino de la ruta y campo
base durante todo el fin de semana: la ciudad de Pamplona, que
nos recibió con un clima de lo más agradable y primaveral
para estas fechas.
En Pamplona nos adentramos en su casco
histórico para, tras comer en un céntrico restaurante,
iniciar nuestra visita por la Catedral, un edificio que desde
el exterior y debido a sus reformas y ampliaciones puede resultar
algo anodino pero que, como pudimos comprobar, es un auténtico
libro de historia de la ciudad.
En ella, tras explicar su elegante interior
gótico así como algunas de las capillas y enterramientos
que alberga, accedimos a su maravilloso claustro también,
en cuyas puertas nos detuvimos para explicar su interesantísima
iconografía.
A continuación recorrimos las
diferentes estancias catedralicias en las cuales desde hace unos
años ha sido instalada una exposición permanente
que, bajo el título de "Occidens", presenta interesantes
piezas de arte sacro extraídas de las propias excavaciones
de la catedral y de iglesias de la diócesis.
A la salida de la Catedral descendimos
hacía la segunda iglesia en importancia de Pamplona, la
de San Saturnino o San Cernín, patrón de la ciudad
y parroquia de uno de los tres burgos que componían la
Pamplona medieval. A continuación, tras detenernos frente
a su emblemático Ayuntamiento universalmente conocido por
las Fiestas de San Fermín, descendimos a la tercera de
las parroquias pamplonesas, la de San Nicolás.
Finalizamos la visita en la animadísima
Plaza del Castillo, partiendo desde ahí hacia el autobús
para desplazarnos a nuestro hotel, situado en la propia capital,
para distribuir las habitaciones y cenar.
La mañana del sábado la
comenzamos visitando el otro gran punto de interés medieval
de la capital del Reyno, como es el Museo de Navarra, al que accedimos
desde el funcional ascensor de los Dominicos.
El Museo de Navarra hizo las delicias
de todos los asistentes ya que, sin duda, es uno de los más
completos e interesantes de nuestro país, albergando piezas
romanas y medievales de primer orden como los capiteles del llamado
Taller del Maestro Esteban de la desparecida catedral románica
y otros de gran calidad procedentes del claustro, diversos objetos
de arte sacro procedentes de parroquias de la Comunidad Foral,
pinturas murales y, por supuesto, el Arqueta de Leyre.
Finalizada la visita al Museo iniciamos
poniendo rumbo norte la parte más paisajística de
la ruta, por supuesto no exenta de valor histórico y artístico
como pudimos comprobar en el importantísimo enclave jacobeo
de Roncesvalles, punto de inicio de muchos peregrinos españoles
en su ruta hacia Santiago y puerta de entrada en España
de quiénes viajan hacia Compostela desde otros lugares
de Europa.
Comenzamos la visita al enclave de Roncesvalles
por su capilla de Santiago y el llamado Silo de Carlomagno. Desde
ahí, accedimos a la colegiata propiamente dicha, un reducto
del gótico de la Isla de France en tierras navarras.
Por supuesto, visitamos también
el pequeño museo allí habilitado y que custodia
algunos de los elementos de relevancia simbólica más
importantes de Navarra, como la corona de la Virgen, la esmeralda
de Miramamolín, el ajedrez de Carlomagno o el Evangeliario
de plata sobre el que juraban monarcas y abades.
Antes de marcharnos, no podíamos
dejar de visitar el espectacular mausoleo funerario en el que
reposan los restos del Rey Sancho el Fuerte, clave en la historia
de Navarra por su participación en la Batalla de Las Navas
de Tolosa.
Desde Roncesvalles y atravesando unos
paisajes preciosos del prepirineo navarro nos adentramos en el
valle de Salazar para comer en la bonita localidad de Ezcároz,
puerta de entrada junto a Ochagavía a la Selva de Irati,
una de las visitas más esperadas del fin de semana.
A través de la sinuosa carretera
de acceso que ya es en sí misma un monumento nos adentramos
al corazón de la Selva, donde tuvimos ocasión de
realizar un sencillo sendero hasta la llamada Cascada del Cubo.
Un auténtico goce sensorial que no dio tregua a nuestras
cámaras fotográficas.
Desde la Selva de Irati ya al atardecer,
iniciamos nuestro camino de regreso al hotel de Pamplona.
La jornada de domingo, ya con el cambio
de hora realizado y bien descansados dado que se dormía
una hora más, comenzamos nuestra ruta tomando de nuevo
rumbo norte para visitar otro de los centros espirituales de mayor
arraigo de Navarra: nada menos que el Santuario de San Miguel
in Excelsis de Aralar, situado también en un paraje de
indescriptible belleza que nos permitió disfrutar no solo
de la visita en sí, sino también del trayecto.
A las puertas del Santuario nos esperaba
el Presidente de la Cofradía, que nos acompañó
durante la visita regalándonos su amabilidad y su sabiduría,
permitiéndonos además acercarnos a la gran joya
que atesora el santuario: su frontal de altar dorado y esmaltado,
presente en cualquier libro o tratado de arte medieval español.
Finalizada la visita dispusimos de un
rato de libre disposición para realizar cuantas fotos deseásemos
del conjunto, que además con esa bruma con la que nos recibió
le dotaba de aún más misterio y misticismo.
Desde Aralar regresamos a la cuenca
pamplonesa para ya, ganándole kilómetros al trayecto
de vuelta, detenernos para comer y visitar la villa de Artajona,
más concretamente su famoso "Cerco".
En el Cerco de Artajona recorrimos parte
de su perímetro amurallado para, a continuación,
detenernos en su monumental iglesia de San Saturnino, obra gótica
de carácter muy francés en la que nos recreamos
tanto en su fachada occidental como en uno de sus principales
atractivos ya que es posible ascender hacia su tejado y contemplar
su particularísimo entramado de bóvedas desde el
exterior.
Desde Artajona, ya sí, emprendimos
viaje de regreso a Madrid realizando las dos paradas técnicas
requeridas.
Muchas gracias a todos por vuestra compañía.