Como estaba previsto, el autocar salió el
viernes desde Madrid para, tras las dos paradas reglamentarias
para viajes de este kilometraje, llegar directos a comer a la
capital comarcal y centro de servicios de la Ribagorza, que no
es otra que la población de Graus.

A continuación, iniciamos la jornada de tarde
ascendiendo por el escarpado Valle del Ésera hasta llegar
a la minúscula pero encantadora población de Biescas
de Bardají, acomodada a pies mismos de la inmensa mole
el Monte Turbón y que conserva una de las iglesias románico-lombardas
rurales mejor conservadas del territorio.

Posteriormente nos detuvimos frente al espectacular
puente medieval de Besians, donde tuvimos la ocasión de
explicar sobre el terreno tanto la importancia histórica
de estas obras de ingeniería, como las complejidades que
llevaban consigo su construcción.

De regreso a Graus, aprovechamos para tomar un refrigerio
y, tras visitar su pintoresca plaza mayor, ascender hasta el Santuario
de la Virgen de la Peña, construcción gótica
y renacentista desde cuyos miradores se disfrutan amplísimas
panorámicas de toda la Ribagorza.

Para la mañana del sábado estaban reservadas
dos de las visitas más esperadas del viaje, como era en
primer lugar la monumental población de Roda de Isábena,
la cual se enorgullece de ser la población más pequeña
dotada de catedral y que, aunque perdió su rango obispal
muy pronto, conserva todo su encanto medieval.

En la Catedral de Roda, además de su portada
y sus ábsides, nos recreamos en su espectacular interior,
dotado de una bonita cripta y en cuyo interior se custodia el
magnífico sepulcro de San Ramón.

Antes de abandonar Roda, no dejamos pasar la oportunidad
de recorrer su claustro, el cual conserva la mayor colección
y concentración de epitafios medievales de Europa.

Desde Roda, aguas arriba del río Isábena,
llegamos al conjunto monacal de Obarra, conformado por la iglesia
de Santa María y la capilla de peregrinos de San Pablo;
enclavados ambos en un entorno de lo más fotogénico.

La iglesia monástica de Santa María
de Obarra, construida a principios del siglo XI es el monumento
románico lombardo más perfecto de Aragón.

Tras la comida en un restaurante cercano al monasterio,
descendimos hacia tierras más bajas para visitar en primer
lugar el Puente Medieval de Capella, de todos los conservados
en la Ribagorza, el más espectacular dadas sus dimensiones
y el alarde constructivo cuya construcción supuso.

Tras una parada técnica en Benabarre, nos
acercamos a la aldea de Luzás, donde además de una
torre defensiva, se conserva una iglesia parroquial de tres naves
con algunos particularismos que explicamos sobre el terreno.

Desde ahí, descendimos hasta Tolva para visitar
la antigua portada del castillo arruinado de Falces, la cual fue
trasladada a la iglesia parroquial de la localidad y cuya iconografía
fuimos desgranando en detalle.

La jornada de domingo, y siempre con un clima más
que veraniego, nos acercamos a la villa medieval de Montañana;
una antigua población que quedó semiabandonada pero
que poco a poco va siendo rehabilitada y redescubierta para el
turismo.

En Montañana fuimos ascendiendo por sus empedradas
calles, empezando por su puente y la antigua iglesia de San Juan.
Desde ahí, ascendimos hasta el punto más elevado
de la villa para admirar la iglesia de Santa María de Baldós.

Este templo lo tiene todo para ser admirado: su ubicación
en el punto más alto del pueblo, su cabecera, torre campanario
y especialmente su portada sur donde se esculpieron un precioso
tímpano y una buena colección de capiteles figurados.
EN el interior también pudimos admirar sus pinturas góticas.

El descenso fue también de lo más evocador,
pasando frente a bucólicas callejuelas, pasadizos, arcos
y edificios torreados pensados para la defensa.

Desde Montañana, tras una parada técnica
a la altura de Arén, llegamos al Monasterio de Alaón,
situado en la boca de un abrupto desfiladero en los mismos límites
entre Aragón y Cataluña.
En Alaón además pudimos entender esa
fusión entre los últimos coletazos del románico
lombardo y la nueva corriente de románico internacional
que poco a poco fue imponiéndose primero en Aragón
y luego en el resto de la Península.

A continuación, tras una agradable comida
en un mesón de Puente de Montañana, iniciamos nuestro
largo regreso hacia Madrid con las pertinentes paradas técnicas.
Muchas gracias a todos por vuestra compañía y, en
el próximo fin de semana realizaremos una segunda edición
de esta misma ruta.