Durante el último fin de semana del mes de
octubre tuvo lugar el Viaje Guiado ARTEGUIAS "Ruta del Románico
a la vera del Moncayo", el cual nos llevó a través
de tres comunidades autónomas distintas y siempre con el
colosal monte Moncayo como telón de fondo, a conocer una
serie de ciudades y monumentos de enorme interés histórico
y patrimonial para todo aficionado al arte medieval.
El viernes 29 y con una climatología ya típicamente
otoñal, salimos desde la Avenida de América a través
de la autovía A-2 para, tras la parada técnica de
rigor en Medinaceli, llegar a nuestro primer destino muy cerca
de la capital soriana: la iglesia fortificada de Nuestra Señora
de los Ángeles de Fuensaúco.
En esta iglesia, aperitivo más que a la altura
para una ruta de lo más intensa, comentamos su sólida
estructura tanto exterior como interior, así como su escultura
desplegada en el ábside y su portada sur.
Muy cerca de Fuensaúco conocimos otra encantadora
joyita del románico rural soriano como es la iglesia de
San Juan Bautista de Tozalmoro, la única de la provincia
en cuyo tímpano aparece la Virgen como protagonista tallada
además en un estilo popular de lo más naif que causó
sensación entre todos nuestros amigos.
La última de las visitas de la mañana
del viernes tuvo como escenario la recién restaurada iglesia
de la Inmaculada Concepción de Omeñaca, la más
oriental de las galerías porticadas de la provincia.
Tras una reconfortante comida en un restaurante de
Ágreda, dedicamos el resto de la tarde a recorrer y visitar
los distintos atractivos monumentales de la villa, empezando por
su iglesia de San Juan Bautista y continuando por la judería
y el llamado "barrio moro" con sus puertas emirales
y califales.
Posteriormente accedimos al Palacio de los Castejones
con sus maravillosos jardines renacentistas y barrocos para acabar
en sus dos mejores iglesias románicas, la de San Miguel
y la de la Virgen de la Peña, esta última reconvertida
en museo y en cuyo interior se custodian interesantísimas
piezas de arte sacro.
Desde Ágreda en menos de medio ahora nos adentramos
en territorio aragonés para descender a nuestro hotel situado
en Tarazona para cenar y descansar.
La jornada del sábado, con una climatología
bastante más benévola, la dedicamos íntegra
a recorrer las tierras de la Ribera de Navarra, iniciando nuestra
ruta en el Monasterio de Santa María de Fitero, la más
antigua fundación de la Orden del Císter en suelo
español.
Recorrimos sus diferentes estancias claustrales para
acabar en su más que monumental iglesia abacial, la cual
pudimos contemplar en todo su esplendor y magnificencia desde
el coro alto.
Desde Fitero y ya a la vera del caudaloso Ebro visitamos
la iglesia de San Juan de Jerusalén de Cabanillas, la iglesia
románica más meridional de Navarra y en la que comentamos
tanto su razón histórica de ser como cada detalle
iconográfico de sus capiteles, canecillos y su elegante
portada.
La tarde del sábado, tras la comida en la
propia ciudad ribereña, la dedicamos íntegramente
a Tudela, uno de esos lugares donde el románico se muestra
en toda su exuberancia en sus monumentos y que da para horas y
horas comentando cada detalle.
Iniciamos nuestro recorrido urbano tudelano por su
catedral visitando sus tres portadas, con especial atención
a la famosísima y recién restaurada Puerta del Juicio,
que si bien se adentra cronológicamente en el periodo gótico,
su iconografía indudablemente sigue bebiendo de fuentes
románicas.
A través del palacio decanal accedimos a su
claustro románico, uno de los mejores del románico
español por el altísimo porcentaje de capiteles
figurados llegados a nuestros días. Todo un ciclo narrativo
que hizo las delicias de todos los viajeros.
Finalizamos la visita a la seo tudelana comentando
su no menos monumental interior y desde allí, ya oscureciendo,
descender hacia la segunda de las iglesias románicas de
la ciudad como es La Magdalena, cuya portada occidental sería
una obra cumbre en cualquier otro lugar pero que en Tudela queda
algo eclipsada por su catedral.
Antes de abandonar Tudela no podíamos dejar
de visitar el tímpano de la iglesia de San Nicolás,
único resto románico llegado a nuestros días
de esta reformadísima iglesia pero que iconográficamente
llama la atención por ser una de las cinco iglesias (todas
españolas) en el que aparece plasmado el tema de la "Trinidad
Patérnitas"
Tras un breve refrigerio tras la intensa tarde en
una cafetería del casco antiguo de Tudela, regresamos al
autobús para regresar a nuestro hotel.
Si el viernes fue Soria y el sábado Navarra,
la jornada del domingo la dedicamos a la vertiente zaragozana
del Moncayo y que tiene en Tarazona su plaza más relevante.
Desde primera hora de la mañana, recorrimos
el casco histórico de la ciudad turiasonense, comenzando
por su viejo coso taurino perfectamente integrado en el entramado
urbano, continuando por su plaza mayor presidida por el monumental
ayuntamiento y las intrincadas calles del primitivo burgo medieval.
Posteriormente accedimos a la iglesia de la Magdalena,
construcción románica rematada en una torre mudéjar
que se encuentra contigua al antiguo Palacio Episcopal, cuyo patio
y estancias obispales también pudimos recorrer y comentar
con detenimiento.
Y como más que digna guinda al pastel, la
visita a Tarazona concluyó en su monumental catedral gótica,
mudéjar y renacentista, cerrada durante décadas
por sus problemas de estabilidad y que hoy en día constituye
uno de los monumentos más sorprendentes y espectaculares
de todo Aragón.
Tras la comida en la propia ciudad y antes de emprender
regreso a Madrid, rematamos nuestra ruta monumental en otro de
los auténticos iconos del Moncayo como es el Monasterio
de Veruela, que además en otoño, como bien cantaron
los poetas, resulta especialmente sobrecogedor.
Magníficamente conservado, el Monasterio de
Veruela es un auténtico paradigma de la arquitectura de
los cenobios del Císter, cuyas estancias fuimos recorriendo
y comentando con detenimiento hasta concluir en su magnífica
iglesia monástica.
Desde Veruela, justo cuando empezaba a llover, regresamos
al autobús para iniciar nuestro viaje de retorno a Madrid,
donde llegamos incluso antes de la hora prevista dada la inusual
ausencia de tráfico.
Muchas gracias por vuestra asistencia.