Durante el último fin de semana
del mes de mayo y con la primavera en su máximo apogeo
tuvo lugar la primera edición del Viaje Guiado ARTEGUIAS
"Ruta paisajística y románica por el Valle
de Manzanedo".
Se trata de un itinerario por el noroeste
de la provincia de Burgos para recorrer algunas de sus Merindades
menos conocidas en las que, además de un paisaje insuperable
caprichosamente tallado por el río Ebro y sus afluentes,
se puede admirar un románico rural de lo más especial
en el que a su encanto innato hay que añadirle el extra
que supone la belleza del medio en el que se enclava.
Tal y como estaba previsto, el sábado
28 salimos puntualmente de la Plaza de Castilla en dirección
norte para, a la altura de Lerma, realizar la parada técnica
reglamentaria y, una vez rebasada la capital, adentrarnos a través
de sus verdes páramos en el Cañón del río
Ebro, indiscutible protagonista y fiel acompañante durante
toda nuestra ruta.
Nuestro primer destino temático
fue la población de Escalada, pintoresca a más no
poder, puerta de entrada a Las Merindades por el este y a Valderredible
por el oeste y que cuenta en su reformada iglesia parroquial con
una de las portadas más bellas del románico burgalés.
Frente a ella tuvimos ocasión
de interpretar detenidamente tanto sus capiteles vegetales, obra
de una mano de lo más aventajada, así como la figuración
de sus capiteles y de la arquivolta central, con un interesante
elenco de personajes en posición radial desempeñando
diversas actividades.
A continuación, pocos kilómetros
Ebro arriba llegamos a Orbaneja del Castillo, una de las poblaciones
castellanas más espectaculares por su ubicación
en pleno cañón y rodeado de personalísimas
formaciones kársticas, y con esa inconfundible cascada
que brota del casco urbano y mana ladera abajo entre las viviendas
dando como lugar una de las estampas más fotografiadas
de Las Merindades.
Qué mejor sitio que ese para
hacernos la foto de familia tras la comida en uno de los varios
mesones abiertos en los últimos años en la localidad.
Continuando con la vertiente más
paisajística de nuestra ruta, regresamos al autobús
para dirigirnos hacia el noreste en dirección a la Merindad
de Sotoscueva, la cual alberga otra de las joyas naturales de
la comunidad castellanoleonesa: el Monumento Natural de Ojo Guareña.
Enclavada en un entorno de enorme verdor,
Ojo Guareña es un extensísimo complejo kárstico
de nada menos que 6 pisos y más de 100 kilómetros
de galerías esculpidas por las corrientes acuíferas,
de las cuales una pequeña parte de ellas son visitables.
Así, ataviados con los reglamentarios
cascos que se proporcionan a la entrada y en compañía
de los guías oficiales del lugar, recorrimos los sectores
visitables hasta desembocar en la llamada ermita de San Bernabé,
una preciosa iglesia tallada en la roca y cuajada de graciosísimas
pinturas dieciochescas de sabor popular.
Desde la Merindad de Sotoscueva, ya
atardeciendo y siempre con el Ebro a nuestra vera, represado en
su parte final, pusimos rumbo hasta nuestro hotel de Reinosa,
el principal núcleo de población de la zona con
capacidad hotelera.
Tras un sábado de talante más
paisajístico, la jornada del domingo y siempre por entornos
de enorme belleza, encaramos la vertiente más monumental
de la ruta, accediendo al Valle de Manzanedo por su boca oeste
y visitar la iglesia de la Inmaculada Concepción de Crespos.
Esta iglesia, tan minúscula de dimensiones que hasta nos
obligó a dividir el grupo para acceder a su interior, causó
sensación entre todos nuestros acompañantes, y es
que es el ejemplo paradigmático de ese románico
rural planteado para prestar servicio a una comunidad humana de
escasísimos habitantes.
Antes de continuar nuestro periplo por
el Valle de Manzanedo, hicimos la habitual y recomendable parada
técnica en Valdebezana para, desde allí, llegar
hasta las ruinas del Monasterio cisterciense de Santa María
de Rioseco, un espectacular cenobio que hasta hace pocos era pasto
de las ruinas y las zarzas hasta que una admirable asociación
local organizada y a través de talleres de voluntariado,
ha restaurado y consolidado hasta hacerlo visitable, algo impensable.
Con las explicaciones de uno de esos
voluntarios que con sus propias manos han rescatado de la ruina
el cenobio, visitamos las diferentes estancias del lugar: iglesia,
sala capitular y, por supuesto, su icónico claustro herreriano,
más fotogénico imposible.
Tras la comida en un restaurante de
Medina de Pomar, nos adentramos por tercera vez en Manzanedo para
visitar la iglesia de San Martín del Rojo, otra de esas
iglesias del románico rural que dejan huella en todo visitante
por su idílico entorno con un toque romántico además,
al ubicarse en una localidad completamente despoblada.
Y como colofón a nuestra ruta
y ya en las profundidades del valle, visitamos también
la que quizás es la iglesia más importante de todo
Manzanedo como es la de San Miguel de Cornezuelo, de origen monástico
y en cuyos capiteles trabajaron las mismas manos que en otros
templos del entorno.
Y así, abandonamos Manzanedo
para emprender regreso a Madrid, donde llegamos tras las paradas
técnicas pertinentes. Muchas gracias por vuestra compañía.