Guía de la Ermita de la Anunciada de Urueña,
Valladolid
Introducción
La villa de Urueña se sitúa a
unos 50 kilómetros al oeste de Valladolid, dentro de la
Comarca de Los Montes Torozos y coronando una de las características
lomas redondeadas desde las que se dominan amplísimas panorámicas
de la inmensa llanura castellana.

Más allá de su etiqueta de "La
Villa del Libro" por la proliferación de librerías
en su pequeño casco urbano, Urueña es una de las
poblaciones castellanas más visitadas gracias a que ha
sabido conservar en muy buen estado toda su esencia medieval.

Cuidadísimas calles y plazas empedradas,
su iglesia parroquial y, sobre todo, uno de los escasos recintos
amurallados conservados completos de nuestro país son el
objetivo cada fin de semana de centenares de turistas y visitantes.

Sin embargo el elemento que centra nuestro
interés en Urueña se sitúa extramuros, a
unos cientos de metros de la población ya en una zona baja
de vega, solitaria y rodeada de campos de cereal: nos referimos
a la hoy ermita de Nuestra Señora de la anunciada, una
construcción que desde mediados del siglo pasado ha dado
mucho que hablar entre estudiosos y aficionados al románico
en general.

Algunos apuntes históricos
Y es que nos encontramos ante una de las escasísimas
construcciones conservadas íntegras del primer románico,
también llamado "románico lombardo" en
territorio castellanoleonés; un románico germinal
bastante recurrente sobre todo en zonas pirenaicas de Aragón
y Cataluña pero totalmente residual en la Meseta.

Hay bastante consenso entre historiadores para
justificar la aparición en tierras castellanas de una construcción
lombarda "tan catalana" como consecuencia del matrimonio
entre María Pérez Ansúrez (hija del repoblador
de Valladolid, el Conde Pedro Ansúrez) y el Conde de Urgel
Armengol V.

Esta "boda condal" generaría
una serie de intercambios culturales entre la Corona de Castilla
y los Condados Catalanes que, si bien no tuvieron demasiada continuidad,
nos dejó como legado esta maravillosa construcción,
hermana casi gemela de iglesias y monasterios de Cataluña
como Sant Jaume de Frontanyá, San Cugat del Raçó
o Sant Ponç de Corbera.

No hay tanto consenso en cuanto a su fecha
de construcción, existiendo una corriente que tiende a
situarla en torno a 1060 y 1070, y quien retrasa su fecha de construcción
a principios del siglo XII. En cualquier caso, fechas siempre
anteriores al desarrollo de Urueña como villa amurallada,
la cual se gestó durante la tenencia como Señora
de la Villa de Doña Sancha, hija del rey Alfonso VII ya
bien entrada la duodécima centuria.
Efectivamente, los orígenes documentados
de la hoy ermita de La anunciada se remontan hasta el siglo X,
constando en el año 945 una pequeña fundación
monástica mozárabe llamada San Pedro y San Pablo
de Cubillas.
Y es que toda la zona del Duero y los Montes
de Torozos debieron tener una importante presencia de mozárabes
entre los siglos IX y X, siendo buen testimonio de ello localidades
cercanas a Urueña como Wamba, San Cebrián de Mazote
o San Román de la Hornija.
La arquitectura de la ermita de Nuestra Señora
de la anunciada
Tal y como hoy la contemplamos, la ermita
de Nuestra Señora de la anunciada de Urueña
es una armónica construcción de caliza blanca muy
porosa y aparejada en sillarejo desbastado a maza. Ese tipo de
piedra le confiere una blancura y luminosidad especial, lo que
unido a su soledad y a las vistas desde ella hacia la población
amurallada, hace que su estampa sea de auténtica postal.

Presenta una planta de tres naves (la central
más alta y ancha), transepto no marcado en planta pero
si en alzado y cabecera triabsidal de tambores escalonados. Justo
en el crucero se eleva un cimborrio.

Exterior
Al exterior, los ábsides despliegan
la típica articulación lombarda a base de arquillos
ciegos y lesenas de poco espesor, quedando en la actualidad el
central tapado por un camarín edificado en honor a la Virgen
de la Anunciada en el siglo XVII y que rompe esa armonía
volumétrica.

Muy destacada y bella es la perspectiva desde el
este que nos deja ver la nave del transepto y en el crucero el
ya citado cimborrio de planta octogonal, también decorado
con lesenas y arquillos.

Como es preceptivo en la arquitectura lombarda o
lombardista en España, los muros exteriores de La anunciada
de Urueña carece completamente de escultura monumental,
pues no existen canecillos ni capiteles de columnas o relieves
que pudieran servirla de soporte.

Interior
al interior, como es característico
en la arquitectura lombarda, destaca su limpieza y pureza de líneas,
cubriéndose las tres naves mediante bóvedas de cañón
reforzadas por arcos fajones apeados sobre pilares cruciformes
sin semicolumnas. Por tanto, y también como es habitual
en lo lombardo, no existen pilares compuestos que pudieran ofrecer
capiteles historiados.
El alzado es muy sencillo. Está formado por
el nivel de los arcos fajones y un piso que se puede considerar
claristorio, con unos diminutos ventanales a la altura del arranque
de la bóveda de medio cañón.

En el crucero, la transición del cuadrado
al octógono se realiza a través de trompas marcadas
también al exterior, y entre ellas se abren vanos de medio
punto. Un detalle curioso es que el octógono trazado ofrece
una geometría bastante irregular pues los cuatro lados
de las trompas tienen el doble de longitud que las cuatro restantes.
El remate superior del cimborrio en una cúpula sólo
aproximadamente semiesférica.

En la cabecera, las bóvedas absidales
cubren con solución de horno.

(Autor del texto del artículo/colaborador
de ARTEGUIAS:
José Manuel Tomé)