Ermita
de San San Baudelio de Berlanga (Casillas de Berlanga, Soria)
Introducción
La
ermita de San Baudelio se ubica en un paraje aislado a escasos
dos kilómetros al sureste de la pequeña localidad
soriana de Casillas de Berlanga, asentándose sobre
una suave ladera que desciende hacia el curso del río Escopete.
Historia
Pese a que la
primera mención documental contrastada sobre el edificio
data de 1136, es más que probable que los orígenes
cristianos del lugar se remontasen a varios siglos atrás,
ya que la pequeña cueva aún conservada y accesible
desde el interior del templo parece un lugar más que propicio
para el retiro de un eremita o anacoreta en tiempos de la Hispania
Tardorromana y Visigoda.
Tras la Reconquista
cristiana de las extremaduras sorianas, se suceden a lo largo del
siglo XII las noticias que aluden como tal al Monasterio de Sancti
Bauduli, un cenobio que, a juzgar por sus pequeñas proporciones,
acogería a una comunidad bastante modesta siempre dependiente
de la mitra de Sigüenza.
En el siglo
XIII la comunidad monacal quedaría extinguida según
parece extraerse de las fuentes documentales que se refieren a San
Baudelio ya no como monasterio, sino como un humilde centro de devoción
rural bajo el poder del cabildo seguntino y al cuidado de distintos
ermitaños custodios encargados de su mantenimiento y protección
a lo largo de los siglos.
A principios
de la decimonovena centuria la ermita pasaría a manos privadas
y, pese a que en 1917 fue declarada Monumento Nacional, no pudo
evitarse que las singulares pinturas románicas que ornamentaban
su interior fuesen vendidas por los vecinos de Casillas, motivo
por el cual en la actualidad se encuentran dispersas entre el Museo
del Prado de Madrid y distintas pinacotecas estadounidenses.
La historiografía
tradicional ha venido definiendo a la ermita de San Baudelio de
Casillas de Berlanga como "la Capilla Sixtina del arte mozárabe"
y, desde siempre, ha sido una de las construcciones peninsulares
que más misterio y controversia ha generado entre historiadores
y especialistas.
Basta un primer
vistazo tanto al exterior como al interior del modesto edificio
para palpar las influencias arabizantes del conjunto, algo que no
debe resultar extraño ya que, entre los siglos XI y XII,
los pagos en los que se levantó tan singular monumento se
caracterizaron por su condición fronteriza, pasando de manera
definitiva a manos cristianas hacia 1060 en el contexto de las campañas
lideradas por Fernando I en las que fueron arrebatados al Islam
extensísimos dominios al sur del Duero.
De este modo
y dado lo conflictivo del espacio en que se asienta, parece una
posibilidad harto complicada que, antes de 1060, pudiese haberse
asentado una comunidad cristiana estable en Casillas de Berlanga.
Por ello, la hipótesis más recurrente sería
la que data la construcción de San Baudelio durante el último
tercio del siglo XI; siendo pues una manifestación arquitectónica
indudablemente prerrománica en lo estilístico pero
de carácter tardío; fuertemente impregnada del entonces
vecino influjo musulmán.
Estas mismas
palabras podrían servir para la vecina ermita de San Miguel
de Gormaz, con la cual San Baudelio presenta notorias concomitancias
formales.
Así pues,
la hoy ermita de Casillas de Berlanga vendría a ser una de
las primeras fundaciones cristianas que, tras la Reconquista castellana
de la Marca Media Soriana, fueron planteadas como una primera avanzadilla
repobladora en unos territorios enormemente inseguros y, por aquel
entonces, totalmente yermos.
Arquitectura
Exterior
El templo se
presenta como una sencillísima estructura a base de dos bloques
cúbicos: uno mayor que se corresponde con la nave; y otro
de menores proporciones que alberga el ábside, el cual, queda
ligeramente desviado respecto a la canónica orientación
al asentarse a un nivel superior adaptándose así a
las irregularidades del terreno.
Al exterior,
llama la atención la enorme austeridad del conjunto, aparejado
en sus muros a base de mampostería irregular sólo
reforzada con sillares mayores en los ángulos. Consta de
dos accesos: uno principal abierto al costado norte mediante un
arco doblado de herradura; y otro lateral de medio punto horadado
en el hastial occidental en su punto más elevado, siendo
accesible a través de una pequeña escalinata que salva
la inclinación de la ladera.
Hay quien conjetura
que esta puerta es más románica que prerrománica
por tener doble arquivolta y por considerar que la herradura es
falta pues son las impostas las que, al sobresalir, generan la sensación
de arco ultrasemicircular. No obstante nada tiene de románica,
ni por estar en cuerpo resaltado, ni contar ningún tipo de
columna, escultura, molduraciones, etc. Además, este tipo
de conformación de arcos se da en otras iglesias prerrománicas
de la cercana provincia de Burgos.
Interior
Sin embargo,
esa aparente pobreza exterior queda de inmediato olvidada al atravesar
el umbral de su arco de entrada, tras el cual, se despliega ante
el visitante un singularísimo universo estructural sin apenas
parangón dentro la arquitectura religiosa peninsular.
La cabecera
comunica con la nave a través de un angosto arco doblado
de herradura, el cual, sólo es abordable a través
de cuatro escalones que salvan la pendiente en que se asienta, dando
así la sensación de querer marcar una separación
jerárquica respecto al resto del edificio, característica
muy propia de los templos tanto prerrománicos como del primer
románico.
El bloque principal
de la nave se caracteriza por el potente pilar cilíndrico
levantado en el centro del mismo, desde el cual parten ocho nervios
radiales que, engendrando arcos de herradura y evocando la forma
de una palmera, van a apear sobre los ángulos y el centro
de los muros perimetrales del templo. En la parte superior del pilar,
y prácticamente inaccesible de no ser con la ayuda de una
escalera portátil, se abre un pequeño habitáculo
cubierto con una pequeñísima bóveda nervada
a la manera de crucería califal, otro de los innumerables
guiños arabizantes que encontramos en San Baudelio de Barlanga.
Ha sido precisamente
la existencia de este pequeño espacio elevado y aislado uno de los
motivos por los que, siempre a nivel popular y sin que exista ningún
documento que lo constate, la ermita de Casillas haya sido puesta
en relación con distintos cultos mágicos y ocultos, algo difícilmente
demostrable.
También se ha
intentado explicar al existencia de este espacio en relación a prácticas
penitenciales o espirituales de los eremitas. Según esta teoría,
tan singular espacio sería un lugar de aislamiento para algún ermitaño
que, emulando a los primeros estilitas, eligiese la parte alta de
una columna como lugar de retiro y penitencia espiritual. Esta teoría
parece, cuando menos, cuestionable.
El último
tramo de la nave hacia los pies queda definido por un singular entramado
de columnas desde cuyos sencillos capiteles, parten arcos de herradura
que dan lugar a diez pequeños espacios (5 + 5) cubiertos
con bovedillas esquifadas. Sobre ellas y accesible en origen desde
el ingreso occidental, se asienta, como si de un coro se tratase,
una tribuna rematada en el centro de la misma por una pequeña
estructura a modo de templete abierto mediante un arco de herradura
y cubierto al interior con bóveda de cañón.
Tanto ese bosquecillo
de columnas que sin duda evoca la disposición en naves de
una mezquita hispanomusulmana; como ese templete de la tribuna que
recuerda a los primitivos mihrabs califales, han hecho que exista
quienes hayan querido relacionar San Baudelio de Casillas con un
edificio de culto islámico
A lo ya indicado,
se suman otras innegables coincidencias formales con lo musulmán,
como el volumen cúbico de la nave, al estilo de la Kaaba
y que las esquinas -no las caras- del edificio se orienten hacia
lo puntos cardinales, al modo islámico no cristiano.
Actualmente
se descarta oficialmente esta posibilidad y se justifican sus relaciones
con lo musulmán a los intercambios e interrelaciones culturales
propios de un territorio de frontera como fue la Soria alto-medieval,
y que incluso durante los siglos del románico, siguen poniéndose
de manifiesto en numerosos templos cristianos.
No obstante,
la posibilidad de que, en inicio, San Baudelio fuera una mezquita
luego cristianizada no debe ser completamente descartada. Otra teoría
también debería quedar abierta, la de un edificio
destinado inicialmente para una comunidad de monjes cristianas pero
construido por mano de obra árabe.
Pinturas
El interior
de la ermita de San Baudelio de Berlanga estaría, en origen,
cubierto de pinturas murales figuradas, hecho por el cual fue bautizada
con el no del todo correcto apelativo de "la Capilla Sixtina
del arte mozárabe". Dichas pinturas permanecerían
in situ hasta los años veinte de la pasada centuria, cuando
los vecinos de Casillas y legítimos propietarios del templo,
decidieron venderlas al anticuario León Leví, quien
a su vez, las cedió a otro particular de nombre Gabriel Dereppe.
En la actualidad, el rico programa pictórico de San Baudelio
se encuentra depositado de manera dispersa en distintos museos norteamericanos
de Nueva York, Boston, Indianápolis y Cincinnati; conservándose
también algunos paneles en el Museo del Prado de Madrid.
La aceptable
técnica con que fueron confeccionadas las pinturas, ha permitido
que, pese a que fuesen arrancadas en su momento, en muchos casos
se conserven bien asentadas y visibles sobre el muro las improntas
de los paneles, circunstancia que facilita la actual lectura in
situ del programa completo.
Muchas y variadas
interpretaciones nos ha dejado la historiografía del arte
sobre el programa pictórico de San Baudelio, aunque la mayoría
de estudiosos, con diversos matices, han clasificado el repertorio
en dos partes:
Por un lado,
las que tradicionalmente han sido denominadas como "pinturas
bajas", compuestas por paneles que, en su mayoría y
como su nombre indica, se disponían en los registros inferiores
de la nave del edificio, aunque también se adivinan tanto
en el pilar central como en los muros del templete de la tribuna.
En líneas generales, las pinturas bajas se caracterizan por
el empleo de colores muy simples y por presentar escenas profanas
de carácter animalístico y cinegético, en algunas
de las cuales, ha querido verse cierto influjo musulmán.
Por otro lado,
las llamadas "pinturas altas" fueron desplegadas en los
registros superiores de los muros perimetrales, prolongándose
también por el ábside y por las bóvedas. A
diferencia de las bajas, las pinturas altas se definen por su mayor
riqueza cromática y por reproducir escenografías más
complejas, siempre con la Vida de Cristo como hilo conductor.
Pinche
para ver nuestro Vídeo sobre la
Pintura Románica
Esquema
del programa pictórico de San Baudelio de Berlanga
Ábside
Todas del tipo
llamado "pinturas altas", es decir, del mismo grupo que
las que se despliegan en los registros altos de los muros de la
nave y en la bóveda.
Muro Este
- Nivel inferior: cortinajes.
- Nivel intermedio: San Nicolás (¿) y San Baudelio
flanqueando la ventana en un marco arquitectónico. En el
derrame de la ventana aparece la paloma del Espíritu Santo
en una mandorla (Todo este panel se encuentra en Cincinnati).
- Nivel superior: Adaptándose a la bóveda, Caín
y Abel ofreciendo sus dones al Señor, que aparece representado
dentro de una esfera como Cordero Místico.
Muro Norte
- Nivel inferior: cortinajes y medallones.
- Nivel intermedio: Noli me Tangere (Cincinnati).
- Nivel superior: Escena muy perdida de complicada identificación.
Muro Sur
- Muy perdido, se adivina un personaje bajo un enmarque arquitectónico
(Cincinnati).
Muro Oeste
- Flanqueando el arco triunfal al interior: cenefas de tallo ondulante
y los pies desnudos de un personaje.
Bóveda
absidal
- Totalmente perdida, aunque es probable que dispusiese la tradicional
efigie de Cristo en Majestad flanqueada por el Tetramorfos.
Arco triunfal
- Rosca exterior: medallones y cabezas de bóvidos (Cincinnati)
en el frente; tallos ondulantes en el intradós.
- Rosca interior: Medallón con la mano de Dios (dextera domini)
sustentado por ángeles flanqueados por nubes. Aves zancudas
y casetones con un crismón en la dovela clave del intradós.
Muros
perimetrales de la nave
Se dividen por
lo general en tres registros separados por estilizados zarcillos,
decorándose el nivel inferior con cortinajes de tradición
prerrománica, el intermedio con decoración profana
englobada en lo que se conoce como "pinturas bajas", y
la superior (pinturas altas) con escenografías alusivas a
la Vida de Cristo en las que puede realizarse una lectura cronológica
narrativa.
Muro Sur
- Nivel inferior: muy perdido por la escalera añadida de
acceso a la tribuna, se adivinan los recurrentes cortinajes y medallones,
con la inclusión de dos bóvidos afrontados en ademán
de lucha.
- Nivel intermedio (pinturas bajas): desaparecido por completo.
- Nivel superior (pinturas altas): Escena de las Tres Marías
ante el Sepulcro dividido en tres partes: Ángel anunciador,
Soldados custodios del Sepulcro, y las tres mujeres portando frascos
con esencias (Boston). Al otro lado del nervio que divide el lienzo
y sobre la tribuna, otro panel (Nueva York) que alude a los milagros
de Cristo: curación del ciego Bertimeo y Resurrección
de Lázaro, con San Juan Evangelista de testigo.
Muro Oeste
(sobre la tribuna)
- Nivel superior (pinturas altas): Continua el relato de distintos
milagros de Cristo, disponiéndose el pasaje de las Bodas
de Caná (Indianápolis), y las Tentaciones en el desierto
según el relato del evangelista Mateo (Nueva York).
Muro Norte
- Nivel inferior: los habituales cortinajes
- Nivel intermedio (pinturas bajas): Ballestero a la caza del ciervo,
y un jinete enviando a sus tres canes a la caza de dos liebres (Museo
del Prado).
- Nivel superior (pinturas altas): en origen aparecían representadas
las escenas de la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén
(Indianápolis) y la última Cena (Boston).
Muro Este
- Nivel inferior: cortinajes desaparecidos
- Nivel intermedio (pinturas bajas): Halconero a caballo (Cincinnati)
- Nivel superior (pinturas altas): Escena muy perdida que algunos
especialistas han identificado como un Calvario.
Columna
central Fuste
Pinturas bastantes perdidas aunque da la sensación de que
pretendió ser reproducido de manera naturalista el tronco
de una palmera a base de pequeñas manchas ocres.
Bóveda
Pese a
los esfuerzos en su recuperación, es una de las partes más
castigadas del ciclo pictórico por sus muchos siglos a merced
de humedades e inclemencias meteorológicas. En ella, dispuestas
en los ocho paños en que queda dividida la bóveda
a partir de los nervios que brotan del pilar central, van sucediéndose
escenas alusivas al Ciclo de la Infancia de Cristo: La Anunciación
junto a la Visitación, Nacimiento de Cristo, Anuncio a los
Pastores, Epifanía, el Cortejo de los Reyes Magos, la Matanza
de los Inocentes, la Presentación en el Templo y, por último,
la Huida a Egipto. Todas ellas, acompañadas de los habituales
zarcillos decorativos en los nervios, se adscriben al grupo de las
llamadas "pinturas altas".
Tribuna
El frente de
la tribuna que asomaba al cuerpo de la iglesia se decoraba con dos
paneles geométricos a base de medallones tangentes entre
sí, uno de los cuales se conserva en el Museo del Prado.
Ambos se adscriben al grupo de "pinturas bajas"
Templete
de la tribuna
Decorado en su perímetro exterior con escenas profanas identificadas
con el grupo de las "pinturas bajas", mientras que al
interior del mismo encontramos composiciones religiosas análogas
a las "pinturas altas" de los registros altos de los muros
laterales, ábside y bóvedas
Exterior
del templete
- Muro Sur: Dromedario entre flores de lis coronados por una cenefa
de felinos enmarcados en clípeos (Nueva York)
- Muro Este:
Los pequeños espacios libres que dejaba la enorme columna
central a sus flancos se decoraban con sendos cuadrúpedos
rampantes.
- Muro Norte: Misma cenefa de leones bajo la que se disponía
un guerrero provisto de escudo y lanza (Museo del Prado).
- En la prolongación del muro que sustenta la tribuna bajo
el templete y que une con el muro norte del templo: Panel del oso
y Panel del elefante sobre cuya montura se asienta una extraña
composición encastillada.
Interior
del templete
- Dios padre bendiciendo flanqueado por el tema de la Virgen con
el Niño y la Adoración de los Magos. El cuerpo inferior,
así como el intradós del arco de ingreso, se decora
con esquemáticas fórmulas vegetales y arquitectónicas.
Cronología
de las pinturas
Incontables
han sido, desde que fuese dada a conocer San Baudelio, las hipótesis
y las interpretaciones acerca de la cronología y la personalidad
del taller o talleres que participaron en los programas pictóricos
del templo. Mientras que unos autores hablan de dos talleres sucesivos
diferenciando entre pinturas altas y bajas (hay quien identifica
hasta tres), otros sostienen la teoría de que fueron distintas
cuadrillas (con su propia personalidad más o menos arabizante)
dentro de un mismo taller quienes ejecutaron contemporáneamente
la totalidad del programa pictórico, cuya fecha más
plausible parece la primera mitad del siglo XII, es decir, coetánea
a la decoración de iglesias catalanas como Tahull, o castellanas
como Maderuelo o San Miguel de Gormaz.