Introducción
A escasos kilómetros al sur de la histórica
ciudad de Saintes, la iglesia de Notre Dame de Rioux se sitúa
en el centro de la localidad homónima, una tranquila población
que apenas supera el millar de habitantes.
Se trata de uno de los ejemplos de románico
rural más destacado de la zona de Aquitania, en la cual
conviven en perfecta armonía elementos propios de la tradición
poitevina con rasgos muy característicos y personales del
románico aquitano del área de la Gironde bordelesa.
Fue
levantada hacia 1160 siguiendo el modelo de la basílica
de Saint Eutrope de Saintes, aunque en este caso más simplificado
y adaptado a un contexto más rural y parroquial.
El templo actual es el resultado de varias fases
constructivas, alteraciones y reformas: en origen, sería
concebida como un templo de nave única, torre erigida sobre
el tercer tramo de la nave y ábside semicircular. En una
segunda etapa aún medieval sería ampliada con una
capilla sur, y ya a finales de la Edad Media diversos nobles de
la zona irían levantando sus capillas funerarias adosadas
al costado norte.
Ya en el siglo XIX sería sometida a su última
gran reforma, en la cual, la maltrecha torre original sería
sustituida por la actual en el hastial occidental, para lo cual,
fue necesario además sobreelevar el imafronte.
Así pues, a día de hoy, los elementos
de mayor interés de la iglesia de Notre Dame se concentran
en el ábside y en su fachada occidental.
El ábside, de enorme personalidad, podría
definirse como "una casi excesiva barroquización del
románico", como si el maestro hubiese querido ir más
allá en lo decorativo sin dejar apenas espacios planos.
Consta de 5 paños separados por columnas entregas
cuyos capiteles se prolongan hasta la propia cornisa, abriéndose
en el centro de cada uno de ellos su correspondiente ventanal
de doble rosca profusamente decorada.
En un segundo cuerpo y prolongándose también
a lo largo del tramo recto dando así una sensación
de mayor unidad, se abre una galería de arcos ciegos que
se repiten también en la fachada y que constituyen un rasgo
inconfundible del románico de la región de Aquitania.
La portada principal, orientada al oeste, consta
de cuatro arquivoltas de medio punto cuyas roscas se presentan
profusamente ornamentadas a base de juegos geométricos
y entramados vegetales.
Los capiteles, bastante maltrechos por el paso del
tiempo y la deficiente calidad de la piedra presentan elementos
vegetales, algunas cestas animales con un dragón alado
o leones acechando rapaces, así como motivos antropomorfos
de difícil interpretación, aunque sí destaca
un personaje noblemente ataviado que apoya sus pies sobre el astrágalo
del capitel.
Como en el ábside, corona la fachada occidental
una galería de 9 arcos de medio punto sobre fustes también
ricamente ornados (zigzags, escamas, entorchados, tallos) y capiteles
figurados. Justo en el arco central, algo más amplio, preside
el frente una preciosa imagen de la Virgen con el Niño
en una mandarla.
Autor del texto del artículo/colaborador
de ARTEGUIAS:
José Manuel Tomé)